La forma en la que muchos libros llegan a mi es un tanto insospechada, me gusta perderme por las estanterías de las librerías y de las bibliotecas, en ocasiones sin mas expectativa que acariciar el lomo de los libros y absorber el aroma de sus páginas. En esos paseos en ocasiones algún ejemplar me llama a gritos, unas veces los ignoro por tener demasiado para leer en esos momentos, y en otras ocasiones atiendo sus requerimientos. La portada de La conspiración de las lectoras me guiñó el ojo con tanta potencia que no pude resistirme a cogerlo en las manos y en ese preciso instante supe que estaba perdida.
Por aquella época todo aconsejaba no tomar en préstamo ese libro, tenía muchas lecturas empezadas, necesitaba ir cerrando frentes para poder sentar un poco mi mente en una sola lectura, sin embargo no pude resistir la tentación y se vino a casa. Pero quizás la causa principal por la que no era un buen momento para acometer esta lectura, eran mis estudios. Aunque posiblemente no tenga mucha razón de ser, suelo leer novela cuando descanso de mis sesiones de preparación de oposiciones, a mi me descarga el cerebro y me relaja. Sin embargo cuando la lectura que tienes entre manos es como una continuación del temario, ese cometido no se cumple, y más que relajar y descargar el cerebro, contribuye un poco a saturarlo más. Esa es la razón por la que a priori un libro que me interesaba mucho y que me ha gustado muchísimo me haya costado de leer casi cuatro meses.
Cuatro meses en los que he alternado otras lecturas claro esta, sin embargo estos últimos quince días han sido muy fructíferos, he aprovechado un cambio de temática en el temario, para darle fuerte y terminarlo de leer. Una gran sonrisa de satisfacción se pinto en mis labios por haber sido capaz de no abandonar una lectura que debería haber acometido en otras circunstancias y que recomiendo encarecidamente.
Lo primero constatar de que no se trata de una novela, si no más bien un ensayo, planteado para mi de una forma original, en tanto y cuanto se aborda como si fuera una investigación detestivesca. Y es que eso es precisamente lo que es, Jose Antonio Marina fundó Mermelada & White una peculiar agencia de detectives filosóficos y culturales, según su fundador su especialidad son los casos que por moverse en terrenos poco definidos, exigir saberes múltiples, o vivir entre el pasado y el futuro quedan descuidados por la investigación académica. El caso fue sugerido en una conversación por Carmen Martin Gaite, y Jose Antonio Mariana lo rescata para crear este libro, tan necesario como imprescindible para conocer el papel de la mujer en la historia.
Desde 1926 hasta el comienzo de la Guerra Civil hubo en Madrid una asociación de mujeres, el Lyceum Club Femenino, que como escribió Mª Teresa León, conspiraba para adelantar el reloj de España. Posiblemente la más brillante generación de mujeres de la historia de España: María de Maetzu, Victoria Kent, Clara Campoamor, Hildegart, María Lejarraga, Carmen Baroja, Zenobía Camprubí, Concha Mendez, Maruja Mallo, Ernestina de Champourcin... Pensaron que las fracturas provocadas por las ideologías políticas y religiosas podían superarse mediante la educación.
Un proyecto tan ambicioso como valiente, en el contexto histórico en el que se produjo, la dictadura de Primo de Rivera, este gobernaba a golpes de ingenio, entre las ocurrencias que tuvo, otorgar el voto a la mujer, con dos excepciones: no podían votar ni las mujeres casadas, ni las dueñas o pupilas de casas de mala vida. Sin embargo porque excluir a las casadas, parece ser que quería evitar las posible disputas matrimoniales por cuestiones políticas. Y es que no hay que olvidar que a las mujeres de esta época les tenían reservado un papel en la sociedad, un papel de complacencia y abnegación. La mujer era un protegida, del marido si se casaba, del padre si se mantenía soltera, o de la Iglesia en el caso de seguir soltera y huerfana de padre. Algunas mujeres cumplieron su papel de ciudadanas ejemplares, madres y esposas modelos tal y como se esperaba y fueron felices. Otras sin embargo no lo lograron y simularon serlo, por no atreverse a cambiar nada.
La historia que nos atañe es la de aquellas que se decidieron a reexaminar el papel que se le había atribuido a la mujer, aquellas que lucharon por sus intereses, aquellas que en una época en la que no había redes sociales, tejieron su propia red social sin ayuda de la tecnología y crearon un lugar de reunión, de intercambio de lecturas, donde no estaba permitida ni la religión ni la política por ser elementos desestabilizantes y causantes de polémicas. Pensaron que la mujer solo podía ocupar el lugar que se merecía si tenía una educación, si tenía acceso a lecturas que le estaban vedadas. La mayoría de estas lecturas giraban en torno a la jurisprudencia eran manuales de derechos. Es lo que tiene leer. Te invita a reflexionar. Y a cuestionarte lo que te rodea. Sin embargo muchos hombres pensaron que era peligroso que las mujeres leyeran, Jose Valenzuela Moreno denuncia lo que muchos otros hicieran antes: Las mujeres que leen son peligrosas.
Gracias a estas mujeres que tuvieron la valentía de luchar por lo que creían, y que no se amilanaron ante nada se avanzó un pasito en la larga carrera hacia la igualdad de género. Aunque ello produjo en el seno del Lyceum enfrentamientos entre algunas socias fundadoras, como fueron Victoria Kent y Clara Campoamor, la primera no era partidaria del voto femenino en la república, quizás porque la mujer estaba muy influenciada por el marido, o por la Iglesia y ambos a partes iguales les asustaba y demonizaban a estas mujeres que se salían del papel que deberían haber asumido. Sin embargo Clara se mostró firmemente partidaria de otorgárselo.
Podemos encontrar varias fases en la creación de este ensayo, comienza un poco como dando palos de ciego, los que los autores dieron para construirla, tenían un tema atractivo entre manos, pero como enfocarlo. Maria Teresa Rodriguez de Castro en ocasiones se siente perdida no sabe como enfocar, ni como utilizar toda la información que va encontrando, muestra de ello es este párrafo: "El jefe suele repetir_ y creo que lo dice en serio_ que nuestro cerebro es más inteligente que nosotros, y que lo único que debemos hacer es mantenerlo activo, proporcionarle muchísima información, y dejarlo trabajar en paz. Él_ el cerebro no el jefe_ se encargará de seleccionar y relacionar las cosas con pericía desconcertante, y acabará poniéndonos ocurrencias adecuadas". Conforme avanza la investigación los caminos que quieren seguir ambos autores divergen un tanto, Mª Teresa quiere escribir este libro como un homenaje a unas mujeres importantes en el avance de la historia de España y que han sido silenciadas, todas ellas son abogadas, escritoras que publican con nombre de varón y algunas de ellas también esposas de escritores, entre ellas yo destacaría Zenobía Camprubin, la mujer de Juan Ramón Jimenez, que supo conjugar a la perfección ese papel de esposa en la sombra y seguir sin embargo con su vida y sus intereses, se dedicó a cuidar a su marido tal y como esperaban de ella y al mismo tiempo supo mantener su propia vida, sus propios sueños... Jose Antonio era partidario de mantenerse en una linea más seria, más ensayistica, al final entre los dos encontraron un termino medio que pudiera ser compatible con el tema que tenían entre manos, y todo esto se desarrolla ante la mirada atenta del lector, comparten con el sus dudas, sus incertidumbres y más tarde el fruto de su trabajo.
Un trabajo minucioso que nos plantea el papel de la mujer, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta la dictadura franquista, ninguna de ellas llego a ver que sus sueños se convertirian en realidad años más tarde, que la semilla que plantó la II República seria recogida por la Democracia. Todavía queda un largo camino para conseguir la igualdad de género, sin embargo no hay que dejar de admitir que sin el trabajo de estas mujeres en los años veinte nos quedaría mucho más camino.
Quizás la parte que mas me ha gustado y me ha enternecido a partes iguales es cuando tras fracasar el modelo que impulsaban hacen un recorrido por la vida de estas mujeres en el exilio, y el darme cuenta de que siguen manteniendo sus ideales, que siguen trabajando por lo que creen justo. Como decia Maria de Maetzu, por mí que no quede.
Al hacer un repaso a la historia de estas mujeres, no he podido dejar de acordarme de un personaje entrañable de El corazón Helado, de Almudena Grandes y me refiero a Teresa Gonzalez, la abuela de Alvaro Carrión, esa mujer que con la llegada de nuevos aires no pudo ceñirse más a ese papel que le tenían asignado, que se negó a hacer campaña en contra de sus ideales, que se lanzó a la calle a hacer mitines y defender aquello en lo que creía, que había dejado arrinconado durante muchos años para ser esa esposa modelo que la asfixiaba. Terminó sus días en una cárcel, las protagonistas de esta historia tuvieron más suerte con el exilio, o quizás no quien sabe.
Os dejo un fragmento de este más que recomendable libro, para que podaís ver el estilo en el que esta escrito, por si os queda alguna duda antes de atreveros con su lectura
"La experiencia del Lyceum fracasó, víctima del terrible naufragio de la sociedad española. Su justo proyecto de emancipación femenina, fundado en la igualdad de derechos, en la educación, y en la ética, se vio envuelta en una batalla que no era la suya. Y el fracaso de la inteligencia social española lo arrastró. El régimen franquista, con el apoyo de la Iglesia Católica, retomó el modelo patriarcal. En nombre de la defensa de la familia y volvió a limitar la autonomía femenina."