Después de un mes casi desaparecida, pensaba que julio se me iba a dar mejor, en cuanto a lecturas no me equivoqué, pero reseñar está siendo harina de otro costal, me cuesta concentrarme y sobre todo enfrentarme a la temida página en blanco, y es que parece ser que por temporadas se va a convertir en mi cruz. Sin embargo, intento no faltar a mi palabra, y me comprometí a participar en la lectura conjunta que Eva de La historia en mis libros convocó de esta novela y a reseñarla en la fecha convenida, así que venciendo un poco la pereza y el consabido temor a esa página en blanco, voy a intentar plasmar mis impresiones.
Este año estoy leyendo mucha novela histórica, aunque mi cuadro de participación en la Yincana Histórica a penas se mueva porque me veo obligada a reseñar cuando buenamente puedo. Aún así intento prodigarme en un género que aunque me gusta, me asusta, y es que de todos es sabido que la novela histórica normalmente hace gala de grandes recorridos, historias de más de 600 páginas que en mis manos se alargan un mes, lujo que no siempre me puedo permitir.
Cuando me ofrecieron Mar abierta, no se muy bien porque me sedujo, quizás porque prometía aventuras, quizás vi una forma de rellenar la casilla de ese siglo, o quizás me enamoró la portada y me terminó de decidir la sinopsis, sea como fuere, el libro ha sabido cautivarme durante toda la lectura, ese misterio que se cernía sobre su protagonista me obligaba a leer y leer, y una vez desvelado me invadió una nueva intriga, que había sido del joven que compartía juegos con ella. Sea como sea sus más de quinientas páginas han volado literalmente en mis manos, y espero ser capaz de expresar todas las sensaciones que ha despertado en mí.
La autora:
María Gudin nació en Oviedo en 1962, y se dio a conocer con enorme éxito a los lectores gracias a La reina sin nombre que publicó en 2006, ambientada en la España goda del s.VI, a la que siguieron Hijos de un rey godo en 2009 y El astro nocturno en 2011. Desde entonces ha estado inmersa en la escritura de Mar abierta, donde muestra una vez más su gran sensibilidad para crear personajes que cobran vida más allá de las páginas y su destreza para trasladarnos a otras épocas.
su primera novela,
su primera novela,
Es médico especialista en neurología, y desde 1992, reside en Ciudad Real, en cuyo Hospital General trabaja. También imparte clases en la universidad. El tiempo que le queda libre lo consagra a leer y escribir.
La podéis encontrar en www.mariagudin.es
Sinopsis:
Hace dos años que Catalina de Montemayor y Oquendo llegó a la alegre y luminosa ciudad colonial de Santo Domingo reclamada por su tío, oidor decano y gobernador interino de isla Española, que la salvó del horror de un pasado del cual la joven no ha querido hablar. Ignora que no muy lejos de allí, un pirata surca las destellantes aguas turquesas del mar Caribe atormentado, como ella, por el peso de los recuerdos.
Con una prosa cautivadora y un ritmo imparable, Mar abierta nos sumerge en la apasionante historia de dos niños que prometieron estar juntos para siempre, en una mansión llena de pasadizos y secretos en la Inglaterra de Carlos I Estuardo, en una guerra cruenta que dividió un país y sus familias, y en un Caribe infestado de bucaneros y corsarios donde algunos hombres no olvidaban lo que significaba el honor.
Una apasionante novela de aventuras que subyuga por un misterio que, poco a poco, va desvelándose y por unos personajes capaces de encontrar en sí mismos la fuerza para superar las adversidades.
Mis impresiones:
Cuando me acerqué a este libro no sabía muy bien que iba a encontrarme se prometía tanto desde la editorial, aventuras, piratas, corsarios, bucaneros, acción y un gran amor, mentiría si dijera que no he encontrado todo ello, pero también lo haría si no dijera que para nada ha resultado lo que yo imaginaba, aunque reconozco que quizás por ello la novela me ha gustado mucho más de lo que en un principio esperaba, ya que me considero más lectora de ficción histórica que de aventuras.
Nos encontramos ante un libro dividido en tres partes no proporcionales, en cada una de ellas tenemos un narrador protagonista que nos va ofreciendo su visión de los acontecimientos, de forma que podemos verlos desde distinto angulo. María Gudin nos demuestra que se siente igual de cómoda en la piel de una mujer que en la de un hombre, porque los personajes son de carne y hueso, logran traspasar el papel y hacerse cercanos al lector y eso en parte es debido a los diálogos que están muy logrados.
La parte de más peso corresponde a Len, a quién en Santo Domingo conocen como Catalina de Montemayor y Oquendo, esta se encuentra en un estado de profunda depresión, o tristeza, incapaz de asumir los hechos que le han hecho huir de Inglaterra y refugiarse en casa de un tío al que hasta ese momento no conocía. De gran belleza, pero con la mirada siempre nublada y el silencio por bandera, Catalina será la preocupación de su tío, oidor decano de la Corona de España y gobernador interino de La Española, quien se hace cargo de ella para cumplir la palabra dada a su hermano en el lecho de muerte.
En la luminosa y alegre isla, Catalina vive refugiada en su silencio, mecida por la oscuridad de sus aposentos y atormentada por un pasado que nos irá revelando en forma de flash back, asistida por Josefina una esclava negra que ha sufrido tanto o más que ella y que por ese motivo intuye el dolor que aflige a la doncella, e intentará paliarlo en la medida de lo posible.
La culpa corroe las entrañas de la joven, hasta ese momento alegre, no puede olvidar como abandonó Londres y lo que pasó anteriormente. Son en esas vueltas al pasado en las que intenta expiar tanto la culpa como encontrar consuelo aunque sea momentáneo, como conocemos la infancia de la joven, que comienza en España donde embarca junto a su madre nieta e hija de almirantes vascos en un galeón con rumbo a las colonias para reunirse con el marido y el padre de ambas.
El mar en aquella época era un nido de piratas, y corsarios que abordaban naves para conseguir tanto sus cargas como rehenes por los que poder pedir un rescate, y así es como el barco en el que viaja nuestra protagonista y su madre es asaltado por piratas y las dos terminan en Inglaterra, donde la suerte no les será nada favorable puesto que a pesar de lo rimbombante del apellido no tienen quien pague el consabido dinero exigido para su liberación.
Tras pasar una experiencia traumatica Catalina se queda sola y gracias a un amigo de su madre es llevada a Oak Park, donde la tratan como a una más de la familia, le dan una educación, y la niña conoce al mejor compañero de juegos posible, Piers, un muchacho algo mayor que ella que sueña con ser almirante y hacerse a la mar. La complicidad entre ambos va evolucionando a lo largo de los años, hasta dar lugar a una de las historias de amor más bonitas que he leído.
Nos encontramos en Inglaterra en el siglo XVII en pleno reinado de Carlos I Estuardo, en el que se declara una Guerra Civil con un fuerte componente religioso, los puritanos mayoritarios en el Parlamento se enfrentan a los realistas, grupo en el que podemos encontrar tanto católicos encubiertos como protestantes más laxos. Esta guerra que divide al país es la que finalmente también separará a ambos niños, que ya no lo son tanto.
La autora es capaz de mantener la intriga, puesto que los Leigh familia de adopción de Len siempre han sido muy discretos, aunque en la mansión haya sótanos con pasadizos secretos y se produzcan hechos bastante extraños la noches de luna llena, en un primer momento el cabeza de familia no toma partido por ninguna de las dos causas, aunque si lo hagan sus hijos, uno de forma directa y elegida y otro de forma indirecta y obligado, conservar la vida tiene un valor.
En esta primera parte la autora nos va relatando las visicitudes de la familia Leigh de la que forma parte Len, y los lectores junto a ella asistimos a la devastacion de un país, a una guerra fratricida en la que cualquiera puede venderte al enemigo, asistiremos a la transformación de todos sus miembros, pasaremos de la riqueza a la pobreza, reiremos y lloraremos con la protagonista y sobre todo antes de terminar la parte que ella narra entenderemos la razón de su mutismo, la pena tan honda que la aflige y el porque no puede perdonarse a sí misma.
Estos capítulos del pasado van alternándose con la actualidad en Santo Domingo, con el empeño de su tío de sacarla de ese estado en el que se encuentra y que muchos lo asocian a la locura, incluso su valedor piensa que es así. Y los cuidados de Josefina, que la acompaña en sus silencios, la insta a salir, le ayuda a burlar los toques de queda, y a encontrarse con quien sería un escándalo en una sociedad tan cerrada como la colonial.
De la misma forma que conocemos la vida en Oak Park, la autora a través de Len nos sitúa en la vida social de las colonias, en sus fiestas, en sus luchas contra los corsarios, bucaneros y piratas que atacan los barcos de la Corona Española. La rivalidad entre Inglaterra y España queda patente en toda esta parte, los galeones españoles son muy apreciados por los delincuentes marinos por las riquezas que transportan.
Antes de terminar esta parte la autora da un golpe de efecto desvelándonos un secreto que afecta a Len, y al mismo tiempo da respuesta a muchas de las preguntas que me he hecho durante la lectura de este libro, ese golpe es como un mazazo a la ya endeble salud mental de nuestra protagonista, que solo puede restablecer el hombre al que tanto ama.
En la segunda parte toma la palabra Piers, el hijo menor de los Leigh, que de pequeño soñaba con ser almirante y hacerse a la Mar abierta, sueño que se ve truncado al comenzar la guerra y serle confiscados a su padre los barcos, aún así consigue su propósito. Promete a su padre ser un hombre de honor en el momento de embarcar y no siempre lo conseguirá. La vida guiará a nuestro protagonista por un camino que jamás hubiera imaginado, del que no se siente orgulloso, pero del que tampoco reniega.
Piers es una persona excepcional, que a través de la violencia y la ira expía lo que el piensa que son sus pecados, carga una gran culpa a sus espaldas sin saber que una joven las comparte con él. El dolor en ocasiones lo ciega, sin embargo es un hombre de palabra, un hombre de honor, y gran capitán que quiere lo mejor para sus hombres.
Esas cualidades que no abundan entre los hombres de mar, es lo que le lleva a abrazar después de mucho tiempo una vida decente, eso y el amor que siente por Len a quién creía perdida, a través de sus ojos reviviremos algunos de los pasajes que ya nos ha contado la otra protagonista, los veremos desde otro punto de vista, sufriremos con él, aún teniendo información que el no tiene, nos desesperaremos en sus desgracias.
En esta segunda parte la acción hace más acto de presencia por la forma que tiene Piers de expiar su culpa. Conviviremos con piratas, corsarios, también con gente honrada de mar, seremos testigos de que situación ha abocado a cada uno de los miembros de la tripulación a abrazar la vida que llevan. Viviremos uno de los pasajes más bellos de este libro la conquista de Isla Tortuga, y todo lo que ello conlleva, al mismo tiempo no abandonaremos del todo la guerra, los ingleses con una guerra civil que ha devastado el país necesitan nuevas conquistas, sobre todo enclaves estratégicos y La Española es uno de ellos.
Descubriremos que no todos los piratas se hacen a la mar, que los hay de tierra firme y bastante más peligrosos que los que abordan los barcos, seremos testigos del declive del oidor decano, de su traslado a otro destino por no ser sobornable, en muchos casos desearíamos tener otra vez hombres como Montemayor en la política y la judicatura española. Seremos testigos de un AMOR, si con mayúsculas, ese que se adapta a las circunstancias, el que no pide nada que no pueda obtener, como buen católico piensa que es la penitencia a sus muchos pecados, a sus malas acciones.
Y la última en tomar la palabra es Josefina, la esclava negra que consigue que Catalina sea un poco feliz a pesar de sus demonios internos, la curandera que es capaz de ver en sus ojos lo que ella calla, y que teme por su cordura que pende en todo momento de un hilo excepto cuando Piers está a su lado. Quizás sea la parte más emotiva de toda la novela, la vida de Josefina ha sido dura, muy dura, por eso agradece el trato humano que le da tanto Catalina como su tío. Coincide esta parte con el desenlace la novela, y para mi constituye un broche de oro, una forma de cerrarla muy acertada, pero que a mi me ha dejado con más interrogantes que respuestas, puesto que me hubiera gustado conocer que pasa después, y ninguno de los protagonistas lo explica, habrá de ser cada lector quién lo imagine.
Maria Gudin hace gala de una prosa cuidada en la que la narrativa y el dialogo se dan la mano, se equilibran y sabe mantener en todo momento la tensión, incluso cuando pensábamos que ya lo sabíamos todo sabe dar un giro a la trama y demostrarnos que todavía queda mucho por descubrir. El punto fuerte de esta novela son sus personajes, tan bien definidos física como psicologicamente que son capaces de traspasar el papel, de tomar las riendas de la historia, consiguen que empaticemos con ellos aunque no siempre aprobemos sus actos.
Esto sería aplicable no solo a los personajes principales y a la vez narradores, sino también a la multitud de personajes secundarios, el trabajo hecho por la autora en este campo es encomiable, a través de los narradores somos capaces de ver el alma del resto de personajes, sus virtudes y sus defectos, difícil es cuando se narra en primera persona tener una visión tan amplia del resto de personajes, y sin embargo la autora lo consigue.
Otro pilar fuerte de esta historia es la ambientación histórica, al final del libro María explica que hechos y que personajes son verdaderos y cuales son de ficción, nuestros tres protagonistas han salido de la imaginación de María, sin embargo están basados en personajes que existieron, otros como Gabriel de Rojas existió realmente. Es interesante leer estas páginas finales para darnos cuenta de la gran labor de documentación que se esconde en toda la novela, ya no solo por los hechos históricos, si no por la forma de comportarse los personajes, su forma de hablar.
María parece que conoce bien la complejidad de la mente humana, de lo que es capaz una persona acuciada por el dolor y la culpa, y como reacciona cada uno ante un hecho semejante, que nunca igual.
Len o Catalina y Piers se quedaran durante mucho tiempo en el corazón del lector, y Josefina se convertirá en una más de la familia, en esa madre amantisima que todos desearíamos al lado, hasta el punto de acongojarnos con la historia de su vida.
Conclusión:
Si buscas una buena novela de ficción histórica no dudes en embarcarte en esta lectura, en la que el mar tiene una importancia crucial, en la que viajaras constantemente a España, Inglaterra y el Caribe. Donde la acción está garantizada, donde dos niños te robaran el corazón, los verás crecer, sufrir, separarse, ser infelices, y luchar por la felicidad perdida.
La ambientación histórica está muy lograda, los personajes son un lujazo, quizás si hubiera que ponerle un pero se me ha quedado corta la parte que narra Josefina, para mí daba para mucho más porque es un personaje muy atractivo, pero si nos atenemos a los cánones de la época la extensión es la que le toca.
Nos encontramos ante una lectura entretenida que sabe mantener la atención del autor, bien documentada y narrada, no se que más se puede pedir.
PD. se lo presté ayer a mi madre y se le ha pegado a las manos.
La culpa corroe las entrañas de la joven, hasta ese momento alegre, no puede olvidar como abandonó Londres y lo que pasó anteriormente. Son en esas vueltas al pasado en las que intenta expiar tanto la culpa como encontrar consuelo aunque sea momentáneo, como conocemos la infancia de la joven, que comienza en España donde embarca junto a su madre nieta e hija de almirantes vascos en un galeón con rumbo a las colonias para reunirse con el marido y el padre de ambas.
El mar en aquella época era un nido de piratas, y corsarios que abordaban naves para conseguir tanto sus cargas como rehenes por los que poder pedir un rescate, y así es como el barco en el que viaja nuestra protagonista y su madre es asaltado por piratas y las dos terminan en Inglaterra, donde la suerte no les será nada favorable puesto que a pesar de lo rimbombante del apellido no tienen quien pague el consabido dinero exigido para su liberación.
Tras pasar una experiencia traumatica Catalina se queda sola y gracias a un amigo de su madre es llevada a Oak Park, donde la tratan como a una más de la familia, le dan una educación, y la niña conoce al mejor compañero de juegos posible, Piers, un muchacho algo mayor que ella que sueña con ser almirante y hacerse a la mar. La complicidad entre ambos va evolucionando a lo largo de los años, hasta dar lugar a una de las historias de amor más bonitas que he leído.
Nos encontramos en Inglaterra en el siglo XVII en pleno reinado de Carlos I Estuardo, en el que se declara una Guerra Civil con un fuerte componente religioso, los puritanos mayoritarios en el Parlamento se enfrentan a los realistas, grupo en el que podemos encontrar tanto católicos encubiertos como protestantes más laxos. Esta guerra que divide al país es la que finalmente también separará a ambos niños, que ya no lo son tanto.
La autora es capaz de mantener la intriga, puesto que los Leigh familia de adopción de Len siempre han sido muy discretos, aunque en la mansión haya sótanos con pasadizos secretos y se produzcan hechos bastante extraños la noches de luna llena, en un primer momento el cabeza de familia no toma partido por ninguna de las dos causas, aunque si lo hagan sus hijos, uno de forma directa y elegida y otro de forma indirecta y obligado, conservar la vida tiene un valor.
En esta primera parte la autora nos va relatando las visicitudes de la familia Leigh de la que forma parte Len, y los lectores junto a ella asistimos a la devastacion de un país, a una guerra fratricida en la que cualquiera puede venderte al enemigo, asistiremos a la transformación de todos sus miembros, pasaremos de la riqueza a la pobreza, reiremos y lloraremos con la protagonista y sobre todo antes de terminar la parte que ella narra entenderemos la razón de su mutismo, la pena tan honda que la aflige y el porque no puede perdonarse a sí misma.
Estos capítulos del pasado van alternándose con la actualidad en Santo Domingo, con el empeño de su tío de sacarla de ese estado en el que se encuentra y que muchos lo asocian a la locura, incluso su valedor piensa que es así. Y los cuidados de Josefina, que la acompaña en sus silencios, la insta a salir, le ayuda a burlar los toques de queda, y a encontrarse con quien sería un escándalo en una sociedad tan cerrada como la colonial.
De la misma forma que conocemos la vida en Oak Park, la autora a través de Len nos sitúa en la vida social de las colonias, en sus fiestas, en sus luchas contra los corsarios, bucaneros y piratas que atacan los barcos de la Corona Española. La rivalidad entre Inglaterra y España queda patente en toda esta parte, los galeones españoles son muy apreciados por los delincuentes marinos por las riquezas que transportan.
Antes de terminar esta parte la autora da un golpe de efecto desvelándonos un secreto que afecta a Len, y al mismo tiempo da respuesta a muchas de las preguntas que me he hecho durante la lectura de este libro, ese golpe es como un mazazo a la ya endeble salud mental de nuestra protagonista, que solo puede restablecer el hombre al que tanto ama.
En la segunda parte toma la palabra Piers, el hijo menor de los Leigh, que de pequeño soñaba con ser almirante y hacerse a la Mar abierta, sueño que se ve truncado al comenzar la guerra y serle confiscados a su padre los barcos, aún así consigue su propósito. Promete a su padre ser un hombre de honor en el momento de embarcar y no siempre lo conseguirá. La vida guiará a nuestro protagonista por un camino que jamás hubiera imaginado, del que no se siente orgulloso, pero del que tampoco reniega.
Piers es una persona excepcional, que a través de la violencia y la ira expía lo que el piensa que son sus pecados, carga una gran culpa a sus espaldas sin saber que una joven las comparte con él. El dolor en ocasiones lo ciega, sin embargo es un hombre de palabra, un hombre de honor, y gran capitán que quiere lo mejor para sus hombres.
Esas cualidades que no abundan entre los hombres de mar, es lo que le lleva a abrazar después de mucho tiempo una vida decente, eso y el amor que siente por Len a quién creía perdida, a través de sus ojos reviviremos algunos de los pasajes que ya nos ha contado la otra protagonista, los veremos desde otro punto de vista, sufriremos con él, aún teniendo información que el no tiene, nos desesperaremos en sus desgracias.
En esta segunda parte la acción hace más acto de presencia por la forma que tiene Piers de expiar su culpa. Conviviremos con piratas, corsarios, también con gente honrada de mar, seremos testigos de que situación ha abocado a cada uno de los miembros de la tripulación a abrazar la vida que llevan. Viviremos uno de los pasajes más bellos de este libro la conquista de Isla Tortuga, y todo lo que ello conlleva, al mismo tiempo no abandonaremos del todo la guerra, los ingleses con una guerra civil que ha devastado el país necesitan nuevas conquistas, sobre todo enclaves estratégicos y La Española es uno de ellos.
Descubriremos que no todos los piratas se hacen a la mar, que los hay de tierra firme y bastante más peligrosos que los que abordan los barcos, seremos testigos del declive del oidor decano, de su traslado a otro destino por no ser sobornable, en muchos casos desearíamos tener otra vez hombres como Montemayor en la política y la judicatura española. Seremos testigos de un AMOR, si con mayúsculas, ese que se adapta a las circunstancias, el que no pide nada que no pueda obtener, como buen católico piensa que es la penitencia a sus muchos pecados, a sus malas acciones.
Y la última en tomar la palabra es Josefina, la esclava negra que consigue que Catalina sea un poco feliz a pesar de sus demonios internos, la curandera que es capaz de ver en sus ojos lo que ella calla, y que teme por su cordura que pende en todo momento de un hilo excepto cuando Piers está a su lado. Quizás sea la parte más emotiva de toda la novela, la vida de Josefina ha sido dura, muy dura, por eso agradece el trato humano que le da tanto Catalina como su tío. Coincide esta parte con el desenlace la novela, y para mi constituye un broche de oro, una forma de cerrarla muy acertada, pero que a mi me ha dejado con más interrogantes que respuestas, puesto que me hubiera gustado conocer que pasa después, y ninguno de los protagonistas lo explica, habrá de ser cada lector quién lo imagine.
Maria Gudin hace gala de una prosa cuidada en la que la narrativa y el dialogo se dan la mano, se equilibran y sabe mantener en todo momento la tensión, incluso cuando pensábamos que ya lo sabíamos todo sabe dar un giro a la trama y demostrarnos que todavía queda mucho por descubrir. El punto fuerte de esta novela son sus personajes, tan bien definidos física como psicologicamente que son capaces de traspasar el papel, de tomar las riendas de la historia, consiguen que empaticemos con ellos aunque no siempre aprobemos sus actos.
Esto sería aplicable no solo a los personajes principales y a la vez narradores, sino también a la multitud de personajes secundarios, el trabajo hecho por la autora en este campo es encomiable, a través de los narradores somos capaces de ver el alma del resto de personajes, sus virtudes y sus defectos, difícil es cuando se narra en primera persona tener una visión tan amplia del resto de personajes, y sin embargo la autora lo consigue.
Otro pilar fuerte de esta historia es la ambientación histórica, al final del libro María explica que hechos y que personajes son verdaderos y cuales son de ficción, nuestros tres protagonistas han salido de la imaginación de María, sin embargo están basados en personajes que existieron, otros como Gabriel de Rojas existió realmente. Es interesante leer estas páginas finales para darnos cuenta de la gran labor de documentación que se esconde en toda la novela, ya no solo por los hechos históricos, si no por la forma de comportarse los personajes, su forma de hablar.
María parece que conoce bien la complejidad de la mente humana, de lo que es capaz una persona acuciada por el dolor y la culpa, y como reacciona cada uno ante un hecho semejante, que nunca igual.
Len o Catalina y Piers se quedaran durante mucho tiempo en el corazón del lector, y Josefina se convertirá en una más de la familia, en esa madre amantisima que todos desearíamos al lado, hasta el punto de acongojarnos con la historia de su vida.
Conclusión:
Si buscas una buena novela de ficción histórica no dudes en embarcarte en esta lectura, en la que el mar tiene una importancia crucial, en la que viajaras constantemente a España, Inglaterra y el Caribe. Donde la acción está garantizada, donde dos niños te robaran el corazón, los verás crecer, sufrir, separarse, ser infelices, y luchar por la felicidad perdida.
La ambientación histórica está muy lograda, los personajes son un lujazo, quizás si hubiera que ponerle un pero se me ha quedado corta la parte que narra Josefina, para mí daba para mucho más porque es un personaje muy atractivo, pero si nos atenemos a los cánones de la época la extensión es la que le toca.
Nos encontramos ante una lectura entretenida que sabe mantener la atención del autor, bien documentada y narrada, no se que más se puede pedir.
PD. se lo presté ayer a mi madre y se le ha pegado a las manos.