He de confesar que es la primera novela que leo del autor, que posiblemente si no hubiera llegado a mí de forma casual a través de #SoyYincanera jamás hubiera caído en mis garras, y es que aunque me lo propongo no consigo bajar la pila de los libros acumulados, libros que compro con mucha ilusión y que después se apilan en las estanterías o incluso en cualquier rincón de casa, encerrados en cajas cuando ya no es posible tener más a la vista.
Me da vergüenza reconocer que no doy más de mí, que mi tiempo cotiza a precio de plutonio enriquecido y sigo metiéndome en saraos varios, el club de lectura de mi pueblo, donde paso momentos estupendos, pero que implica leer un libro que no esta en mi estantería. la iniciativa #SoyYincanera que no para de disparar mis expectativas, novedades que se cuelan por todos los rincones y cada vez me siento más abrumada, pero ahí continuo y libro veo, libro quiero, creo que ya no tengo remedio.
Lena llegó a mi como un lienzo en blanco, no sabía que podía encontrar en ella, salvo que era una novela negra, porque la editorial que la publica si la conozco, está entre mis favoritas en el género negro. y así me adentré en ella, y de esa manera me noqueó el autor, porque tiene un principio impactante, una declaración de amor que tumba, y sobre todo que no esperas encontrarte en una novela de este género.
Reconozco que Vázquez Sallés me ganó desde la primera línea, me enganchó de tal forma que todos los días tenía que acercarme a Lena aunque fuera unos minutos, era como una droga, necesitaba de sus personajes, de su trama, de su escritura, tan bella en ocasiones, tan soez y vulgar en otras, tan oscura y cruel en unos pasajes, tan tierna o incluso humorística en otros.
Vázquez Sallés me tenía desconcertada, enamorada de personajes que se pueden describir como villanos o canallas, rendida a sus pies por sus referencias melómanas, muchas de las cuales descubrí gracias a mis compañeras de lectura, que son todo un lujo, y aún así no es una lectura que puedas terminar en dos tardes, ni que debas, porque entre líneas se esconde todo un mundo, hay que leer cada párrafo y si me apuras releerlo, y en cada lectura encuentras algo que te perdiste en la anterior.
Pero como siempre empiezo la casa por el tejado, quiero contar tantas cosas, quiero decir tanto sin decir nada para que seáis vosotros los que descubráis esta novela que en ocasiones no se ni por donde empezar, de ahí que siempre me vaya por los cerros de Ubeda y podría intentar enmendarme, o al menos prometeros que lo intentaré, pero ¿para qué?, se que volveré a hacerlo una y otra vez. ya es casi como una seña de identidad.
El autor:
Daniel Vázquez Sallés nació en Barcelona en 1966. Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB, trabajó como técnico cinematográfico y guionista hasta que dio el salto a la literatura con
Flores negras para Roddick. Entre las obras publicadas destacan la novela La fiesta ha terminado y los ensayos
Comer con los ojos y
Recuerdos sin retorno. Para Manuel Vázquez Montalbán. Si tuviera que irse a una isla desierta, se llevaría un ejemplar de
El factor humano de Graham Greene, y a la hermana gemela de Marion Cotillard, si la tuviera.
Sinopsis:
La primera vez que Martin vio a Lena en la playa tenía doce años y ya entonces supo que esa joven sería la mujer de su vida, pero para ello debería pagar un peaje: convertirse en asesino a sueldo.
Y aunque quizá fuera la casualidad la que cruzó su vida con el Posibilista, tal vez no fue tanta la coincidencia de asumir la condición humana de matar por encargo. Porque si algo estaba escrito no era su vocación, sino su amor demente por Lena, esa escritora fatal amada -y renegada- por sus semejantes.
Asumir la identidad de Knopfler y los infinitos riesgos que conllevaba ser un criminal no fueron para Martin un impedimento, porque su objetivo final, Lena, era un regalo. Y es que a fin de cuentas, Lena es la historia de amor a lo largo del tiempo entre un asesino a sueldo y una novelista.
Daniel Vázquez Sallés no juega con el lector, pero si lo acompaña en un recorrido vital lleno de curvas y guiños a la ciudad de Barcelona y a lgunos personajes que en algún momento de sus vidas se han cruzado con el autor.
Mis impresiones:
Hablar sobre Lena es harto complicado, porque en ella se desgranan todo tipo de sentimientos y también la ausencia de ellos, tiene cabida el amor, el desamor, el odio, la indiferencia, en ocasiones me he sentido montada en una montaña rusa, igual estaba arriba que me sentía caer al abismo, tenía la sensación de que Vázques Sallés no dejaba títere con cabeza, tocaba muchos palos, entre ellos la política pero extrañamente no la actual si no que se remontaba al franquismo y también a esos años de apertura en el que todo el mundo jugaba a ser liberal sin acabar de creérselo. Podemos encontrar reflexiones sobre el mundo de la política que son perennes que no pasan de moda, que vuelven de forma cíclica
Pero también se adentra en el mundo editorial, en el de la crítica literaria, los bloggers, todos aquellos que se creen en el derecho de encumbrar o entumbar una obra literaria en ocasiones sin ningún argumento sólido, de peso. Los libros, la lectura,
LEER en mayúsculas tiene un papel muy importante en esta novela, o debería decir
NOVELÓN, también en mayúsculas, porque me parece muy difícil conseguir lo que Vazquez Sallés ha logrado con esta historia, amalgamar la poesía o el lenguaje culto, refinado, con el lenguaje de la calle, incluso con aquel más barriobajero y todo ello partiendo de la dualidad de un personaje capaz de lo más bello, pero también de lo más cruel, de lo más bajo y rastrero.
Siempre he pensado que un escritor desnuda su alma cuando escribe, que algo de él queda en el texto que nos lega, que uno de sus personajes es su alter ego, o que en algún personaje vuelca a personas que conoce tanto para bien como para mal. y al leer una entrevista que le hacen al autor y a otras dos personas más en El Periódico titulada el
libro en la sangre, ese sentimiento se ha hecho más profundo, al final he visto con otros ojos a Martín y a Juan y su forma de ejercer la paternidad, y sólo es mi visión que de poder hablarlo con el autor a lo mejor estoy equivocada, pero yo he creído ver unos paralelismos a la inversa, y quien lea el libro y la entrevista puede que que llegue a la misma conclusión que yo.
El dualismo está presente en toda la obra, no en vano el personaje principal Martin, el bueno, alias Knopfler tiene una doble personalidad y una doble vida y todo ello por amor, que es lo más chocante, y al mismo tiempo lo que más atrae de la novela. Y es este personaje quién en apariencia nos cuenta su vida dando saltos en el tiempo constantemente a su infancia y juventud. Como
Martin se define como el padre de una familia de apocados, como
Knopfler es un asesino frío, sin sentimientos, que mata por dinero y por mantener la admiración y el amor de su escritora. Como Martin escribe con corrección utilizando un lenguaje cuidado, con tendencia a lo poético, con mucho uso de la metáfora, como Knopfler es políticamente incorrecto, utiliza muchos tacos, palabras incluso soeces y mucha referencia al sexo.
Pero no es el único personaje en el que se puede ver ese dualismo, la propia Lena, Elena Cohen, es bastante dual, y el
Posibilista un
PERSONAJE, en mayúsculas, también lo es. Me da la sensación de que ningún personaje en esta novela es baladí, todos tienen su misión encomendada. Una fina ironía se desliza entre las líneas de esta historia llena de reflexiones profundas, al final todo son conjeturas, es el mismo lector el que con una lectura atenta tiene que ser capaz de apresar lo que se esconde entre lineas.
Mientras leía me daba la sensación que con esta novela Vazquez Sallés pretendía soltar lastres, pesos que solo hay una forma de deshacerte de ellos, a través de una historia, y a través de
Elena Cohen consigue decir todo lo que piensa del mundo de la escritura, la edición, de los lectores, los premios literarios, los clubes de lectura, blogueros, y lo hace de una forma elegante, a veces irónica y con un personaje de armas tomar que no siempre consigue caer bien a los lectores, a mi siempre me pareció prepotente, no logré empatizar con ella ni siquiera en aquellos puntos en los que estaba de acuerdo con lo que decía.
Pero también pone el dedo en la llaga en ese acto mecánico, al que muchos llaman leer, y que no es más que el recitado de palabras una al lado de la otra, y a través de Martin nos explica que implica para él leer, algo que va más allá de juntar letras con sentido, es precisamente comprender que ha querido decir el autor con una metáfora, aprehender que se esconde dentro del texto, y para ello se necesita afrontar la lectura sin prisas, con calma, dedicarle tiempo a cada libro que cae en nuestras manos.
He disfrutado como una enana con las reflexiones literarias, políticas, con los argumentos expuestos por Knopfler y sobre todo con
El Posibilista, el personaje de personajes, un canalla con el que acabas empatizando, que te termina incluso enamorando y que tiene frases para enmarcar, en realidad toda la novela está llena de ellas. Para botón de muestra os dejo la teoría de la acción directa de El Posibilista:
Para resolver un problema una persona debe confiar en sí misma para solventarlo. La resolución de un problema debe ser obra de los propios interesados, sin vanguardias ni dirigentes que te indiquen lo que hacer. O luchas tú por tu libertad o nunca serás libre. No que confundir la teoría de la acción directa con actos de cólera espontánea. La teoría de la acción directa debe ser meditada y empleada para resolver un problema, no para complicarlo.
Para terminar ya con los personajes que para mí son el punto fuerte de esta novela no puedo olvidar a uno que me hizo rechinar los dientes cada vez que aparecía, soy consciente que en la época que narra el autor existían hombres como
Sebastián Virao Miralles, pero me ha repateado muchísimo, me daban ganas de zarandear a todas aquella jóvenes incautas que creían que satisfaciendo sus necesidades podrían labrarse el futuro que deseaban. Y quizás la contraposición a ese personaje tan odioso estuviese en
Juan, su chófer y padre de Martin.
En la entrevista
El libro en la sangre hablan de las dedicatorias de los libros, y a mi precisamente me ha llamado la atención la sobriedad de la suya Para R, (viente años tarde), como también despertó mi curiosidad el poema de Jacques Prévert con el que abre boca al lector, y es que la música es importante en esta novela, y muchas de las canciones las he descubierto en la lectura simultánea que llevamos a cabo. Todo está perfectamente estudiado, o ha terminado encajando a la perfección.
Vázquez Sallés consigue mantener la atención del lector durante toda la novela a través de giros, que le van dando a la trama atractivo y de esa manera cuando el lector ya espera poco más que un desenlace digno y de justicia poética, lo noquea, a mi al menos me dejó con la boca abierta, y volví a releer ese final una y otra vez. Pero si pensaba que había llegado al final me equivocaba, la guinda, el cierre de esta novela es aún más espectacular, poniendo de manifiesto todo el poder del
AMOR, si en mayúsculas como tantas cosas en esta historia.
Conclusión
Lena es un soplo de aire de fresco en la novela negra actual, bien escrita, bien tramada, con unos personajes bien perfilados y atractivos, con los que lograrás empatizar o no, pero que no te dejarán indiferente, de todos tendrás una opinión formada.
Con un estilo elegante, cuidado y ágil Vázquez Sallés acompaña al lector a lo largo de toda la historia, una fina ironía cruza la trama sin llegar a molestar y cuando lo requiere el personaje adopta un lenguaje más soez, el lenguaje de una persona poco cultivada de clase baja, o el que se adopta en los actos sexuales. Sin embargo, no molesta, le confiere mucho realismo.
Lena es una novela para leer de forma pausada, saboreando cada párrafo, disfrutando de cada reflexión, te obligará a pararte y volver atrás por el placer de releer algún fragmento, o encontrarte con un personaje en especial.
Sin embargo, colegiré que posiblemente no sea una novela para todos los públicos, por la rápidez que solemos imprimir a todo lo que hacemos, por esa premura que nos impide disfrutar del placer de leer, haciendo de ello una competición a ver cuantos ejemplares somos capaces de liquidar. Y también puede que la ironía de la que hace gala el autor no agrade a todo el mundo. Pero merece que el lector se acerque a ella sin prejuicios, a disfrutar de lo que puede encontrar en ella.