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martes, 22 de enero de 2019

El taller de libros prohibidos. Olalla Garcia

Cuando me propusieron leer esta novela un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me apasiona la novela histórica, siempre he dicho que soy lectora de historias de largo recorrido, lo que yo suelo llamar tochos. La historia de España y la Mundial Contemporánea fueron mi pasión durante mi época de estudiante, sin embargo, hace tanto que me peleo a diario con el dios del tiempo, con ese tirano que me despoja del ocio y del placer de leer, que tenía el género más que abandonado.

Así que cuando Eva del blog Historia en mis libros vino con la recomendación, y supe que íbamos a hacer una lectura simultánea me tembló todo el cuerpo y tuve miedo de no estar a la altura. Las páginas volaron en mis manos, teniendo en cuenta cuando lo leímos y el poco tiempo del que disponía me duró  más bien poco en las manos. Y ahora no vayáis a pensar que lo liquidé en dos tardes, que eso hace tanto tiempo que no lo consigo que pienso que quien lo hace es extraterrestre como poco, o ha hecho un pacto con Kronos del que yo no tengo noticia porque estaría dispuesta a vender mi alma hasta el mismísimo diablo si con ello pudiera dedicarme más tiempo al placer de disfrutar una buena historia.

Pero como todo no podía ser perfecto, pinché y lo hice a la hora de presentaros mis impresiones, si estas líneas que estáis leyendo ahora y que todas mis compañeras hace semanas que se explayaron y la culpa la tuvo un resfriado del que todavía me estoy recuperando, de una tos molesta que me impide concentrarme y atar dos frases con sentido y la novela no merecía pasar sin pena ni gloria por este blog. 

Más de dos semanas yendo del trabajo a la cama y de la cama al trabajo me han dado un conato de mejoría que he querido aprovechar, por aquello de que el tiempo es traicionero y que el frío realmente acaba de llegar y parece ser que para instalarse.

La autora:

Olalla García nació en Madrid en 1973, estudió Historia en la Universidad de Alcalá, para la que
actualmente trabaja como profesora de literatura. Ha publicado con gran éxito cinco novelas: Ardashir, rey de Persia (2005), Las puertas de seda (2007), El jardín de Hipatia (2009), Rito de paso ( Ediciones B, 2014) y en Tierra de nadie (2016). También ha traducido al castellano numerosas obras de autores clásicos y modernos. Desde hace diez años colabora estrechamente con diversas editoriales como escritora, traductora y lectora.

Sinopsis:

Alcalá de Henares, 1572. La joven librera Inés Rámirez acaba de quedar viuda y ha de ponerse al frente del negocio familiar. Pronto descubre que su esposo poseía la clave de acceso al único ejemplar de un libro prohibido, cuya desaparición había sido ordenada por el poder político y la Iglesia muchos siglos atrás.

Con la colaboración de Pierre Arbús, un oficial de imprenta francés, inicia la investigación. Tendrá que tratar con personajes de todo tipo: maestros impresores, eruditos, delincuentes, nobles de alta cuna... Y todo bajo la sombra  omnipresente de la Inquisición, que vela por controlar el pensamiento y la palabra y la estricta censura de Felipe II.

Novela de intriga histórica. El taller de libros prohibidos nos transporta a la época en que  imprimir libros, venderlos y leerlos podía ser una actividad sumamente peligrosa.

Impresiones:

Quiero empezar esta opinión con una recomendación, nos encontramos ante una novela con una gran profusión de personajes, tantos que, aunque no sea mi caso, el lector puede llegar a perderse en algún momento, por ello es muy útil tener presente que al final del libro hay una Dramatis Personae a la que podremos acudir cada vez que un personaje se nos desdibuje para centrarnos de nuevo en la trama. Y como es una novela que se encuadra muy bien tanto en el periodo histórico que narra como en  el lenguaje de la época, como en un trabajo que para un lector corriente no es conocido encontraremos también un glosario a fin de poder conocer el significado de algunos vocablos sin tener que acudir a mr google, que posiblemente no siempre nos de la acepción mas adecuada para 1572.

Y ahora sí, entramos en materia...

La autora tiene el acierto de encuadrar esta historia en Alcalá de Henares, una ciudad con una gran trayectoria Universitaria, seis años después si no me equivoco de que el Cardenal Cisneros fundara la Universidad Complutense. En una villa en la que campan los estudiantes y eruditos los oficios ligados al mundo del libro tienen una gran importancia, así como el férreo control que ejercían sobre ellos tanto la Inquisición como el rey Felipe II.

No en vano nos encontramos en un periodo convulso en que el protestantismo está en auge en otros países de Europa y los eruditos se dejan querer, ese soplo de libertad que viene de fuera es muy goloso para las mentes abiertas de quienes se dedican al mundo del libro, impresores, encuadernadores, universitarios, profesores.

El férreo control de los libros ejercidos por orden del rey le ocasiona muchos quebraderos de cabeza a un sector en el que cada uno lucha por sus intereses, en el que el foráneo siempre es el  sospechoso y ojo que al hablar de foráneo o extranjero no solo me estoy refiriendo a alguien de fuera que hable un idioma diferente, basta con pensar en la división en reinos de España en aquella época para colegir que un navarro era un extranjero porque no era castellano, ni era capaz de pensar ni sentir como ellos por más tiempo que llevara viviendo allí, porque sus vivencias eran distintas.

Uno de los puntos fuertes de esta novela es la ambientación histórica, hay momentos en los que puedes sentir el olor de la tinta y el papel, e incluso el sudor de los oficiales que allí se afanan con las prensas, pasear por las calles mal iluminadas de la ciudad después del toque de queda con el corazón desbocado, incluso es fácil marcarte un farol con Inés o con Pierre aunque tiembles por dentro como una hoja mecida por el viento.

El trabajo de documentación que hay detrás de esta novela da como resultado una historia sensorial, capaz de meterte por completo en 1572, con sus comidas típicas, el desmán de las sirvientas, el control férreo de la moral por parte de las damas de compañía. La relación entre hombres y mujeres y el dominio del género masculino en todos los campos que Inés se niega a aceptar tras su viudedat que le otorga un vendaval de libertad que no está dispuesta a perder a pesar del que dirán.

Posiblemente ese haya sido mi talón de Aquiles, el papel de la mujer en el s. XVI. La autora es fiel a la época y por ese motivo nos presenta a mujeres dóciles, mujeres sin cultura porque para cuidar de la casa, del marido y de los hijos no hace falta saber leer ni escribir. Por contraposición, el padre de Inés y María quiso que aprendieran a leer, quizás por ello estas dos mujeres son unas adelantadas a su tiempo. Inés negándose a vender el negocio, o a casarse con otro hombre para que lo regente, conforme al uso de la época. Se propone llevar ella misma el negocio, aunque ello le granjea todo tipo de obstáculos, y críticas, incluso hace tambalearse su honor.

María su hermana, es una mujer jovial, contestona, imprudente y terriblemente lenguaraz, es la que más anima a Inés a salir a pesar de que la tradición se lo prohibe, quiere que deje atrás esa habitación lúgubre, pretende que viva porque no es más que una niña. Y para cortarle las alas ya está su madre y la dama de compañia de esta que vigilan su honra con lupa.

Por otro lado nos encontramos con un monarca muy religioso que decide que libros se pueden leer y utilizar en el rito religioso y cuales forman parte de la lista de libros prohibidos. Acaba de tener lugar un Concilio y sin previo aviso impresores, encuadernadores y libreros han visto sus negocios invadidos por representantes del rey que les han requisado parte de sus fondos, en una época en que un hecho de esa magnitud podría suponer la ruina, el cierre de un negocio.

Esto en cuanto al parte costumbrista de la novela, pero la contraportada reza que nos encontramos ante un trhiller, permitidme que discrepe, porque el tiempo en que se desarrolla no es corto, pero tampoco el ritmo es rápido, ni siquiera regular. Yo diría que nos encontramos ante una novela de misterio o suspense histórico, posiblemente se adecue más a la novela que tenemos entre manos, ya que hay momento en que la acción se ralentiza mucho.

Inés no ha tenido un matrimonio fácil, su marido no fue una persona cariñosa, ni contaba con ella para nada, su muerte supone por un lado un respiro, por otro el descubrimiento de que no fue trigo limpio y lo viene a descubrir de la peor forma posible, con la visita de un personaje siniestro que le reclama una encomienda que pactó con el maestro Lozano. El miedo lleva a Inés a afirmar que encontrara el modo de cumplir con el trato. No sabía la muchacha en que jardín se metía, ni cuanto ingenio iba a tener que derrochar. Descubrir que su marido tenía con ella más secretos de los que presumía no fue un golpe tan fuerte como llegar a la conclusión de que lo escondía era tan perjudicial para él como lo podía ser para ella.

Y ahí es donde comienza una carrera contra reloj para descifrar los papeles encriptados que descubre escondidos en la despensa, y también cuando de forma providencial aparece en su vida un tirador francés, Pierre Arbús, que trabaja en el negocio de su cuñada. Ambos irán tirando de la madeja hasta descubrir la ubicación del libro que buscaba el personaje siniestro. Sin saber muy bien los peligros que pueden correr en el intento, ya que parece ser que ese libro ha ido dejando un reguero de muertos a su paso.

Es justo en ese momento cuando la tensión crece, cuando la acción pasa a ser más rápida sin llegar a ser vertiginosa, cuando el lector tiene el corazón en un puño y no entiende muchas de las reacciones de los personajes, porque cuando ya crees que sabes lo que va a pasar viene la autora y le da un giro que te deja desarmada y con los todas las hipótesis por los suelos.

Personajes reales y ficticios se dan la mano para construir una historia bien tramada, bien ambientada y con un elenco protagonista y secundario bien definido, personajes complejos, con más sombras que luces que nos darán más de un quebradero de cabeza, porque no todo es oro lo que reluce en ellos, todos tiene parcelas que esconder.

Olalla Garcia utiliza el lenguaje de la época,  es una forma más de meter al lector en la trama, para mí no ha sido un obstáculo pero reconozco que no es una lectura tan fácil como otras del género, exige un poco de atención y alguna visita al glosario de las últimas páginas. Por contra utiliza un estilo sencillo, en el que hay mucho diálogo, en el que el humor tiene un papel importante que ayuda al lector a diluir aquellos pasajes que se le podrían hacer más pesados. María Ramírez y Matilde forma un tándem difícil del superar, María porque es lenguaraz, respondona y no calla ni debajo del agua. La doméstica porque magnifica cualquier cosa y defiende a su Julianico a capa y espada.

Un narrador omnisciente ira guiando al lector por las diferente capas de esta novela que está dividida en tres partes y que va avanzando en ritmo y suspense. Mención aparte merece el final que para mí cierra todos los flecos que ha ido abriendo a lo largo de sus páginas y lo hace con un broche de oro que le otorga a Inés ese valor que en la época se le negaba a una mujer. Y es que la inteligencia, el temple y la intuición son méritos que no solo adornan al género masculino. Hay féminas audaces que saben jugar ases en la manga e ir de farol, sabiendo que se juegan el todo o nada.

Conclusión:

Si has llegado hasta aquí, habrás intuido que la novela ha hecho mis delicias, que me ha llevado a preguntarme porque leo novela histórica tan de tanto en tanto. He disfrutado viajando hasta Alcala de Henares en 1572, he recorrido las calles desiertas y oscuras, he sentido el miedo en el cuerpo, he acompañado a Inés en sus pesquisas, la he regañado cuando ha tomado decisiones que no compartía, me he reído con Matilde y con María Ramírez, me he indignado con Pierre Arbús y lo he redimido después, me ha enternecido Albertillo, he odiado a Antonio Lozano, me ha hecho temblar Alma Negra.

Detrás de esta novela se adivina un trabajo de documentación e investigación titánico, un trabajo que la autora ha sabido verter de forma natural en el trascurso de la novela, y que en ningún momento importuna al lector con datos innecesarios, al menos a mí me ha gustado aprender aspectos de la edición que no me había encontrado hasta este momento.

Con El taller de libros prohibidos he disfrutado del estilo de la autora y del marco histórico en el que lo ambienta, y no puedo más que recomendarte su lectura, siempre teniendo en cuenta que lo que tienes en la mano no es un thriller, que hay partes muy lentas para situarte en el trabajo de impresor y encuadernador, y porque aunque sea ficción cuando uno se encuentra en un callejón sin salida encontrar las pistas que te ayuden a desencallar no es rápido ni sencillo

miércoles, 2 de enero de 2019

Presentacion de No es tiempo de peros

Días de mucho, vísperas de ná, así reza el refrán que últimamente parece haberse convertido en el leit motiv de mi vida, organizarse es más que nunca una necesidad y no consigo un encaje de bolillos perfecto, o una partida de tetris ganadora. Seguro que os preguntareis a que viene esta diatriba, y es que si mis luchas con el tiempo vienen ya de lejos, parece que se han recrudecido en los últimos tiempos y diciembre fue el culmen, la batalla final.

No preguntéis quien resultó vencedor en esa lucha, porque esta demostrado que Kronos no pierde ni a las chapas, y yo fui la única perjudicada, tuve que dejar muchas cosas por el camino y postergar demasiadas otras, y ahora por más que intento que la maquinaria del reloj funcione, este deja de ser uno suizo de precisión.

Y aquí me tenéis, escribiendo sobre una presentación que tuvo lugar el día 15 de diciembre, en la que no tomé ninguna nota como viene siendo costumbre en mí. De la que me vienen fogonazos como si fuera ayer, a pesar de que el día fue de lo más completito, porque como no podía ser de otra forma todos los planetas se alinearon para que coincidiera con la comida de empresa.

El resto lo podríais imaginar, pero como seguro que vuestra imaginación va mucho más allá de la realidad, os daré unas pinceladas para poneros en situación.

El día comenzó pronto, con el aperitivo de rigor, a pesar de que tenía la presentación decidí ir en tren, por aquello de las copitas que van y vienen y que llegado una determinada dejas de contar, no era cuestión de comenzar a restar puntos, y que volara el carnet de conducir.

Por la ley de Murphy si algo puede salir mal, seguro que sale peor que mal, así que llegué tarde al punto de encuentro, y las compañeras con las que había quedado ya habían ahuecado el ala. Como todo no podía ser malo, me encontré con otras, y ante la imposibilidad material de localizar a las primeras decidimos tomarlo por nuestra cuenta, venga para acá la primera cervecita del día... que largo se va a hacer madre...

Aligeremos que no llegamos a la presentación vivas.

La comida transcurrió entre risas, copas de vino y por supuesto comida, como siempre demasiada, y en buena compañía bien sabido es que no se miden raciones, de ningún tipo. No quedábamos en el restaurante más que un grupo heterogéneo y envalentonado de jóvenes, coged esto con pinzas, que trasladamos la diversión a otra parte distribuidos en grupos más pequeños.

Sopese los pros y los contras y me marché con el que más  cerca iba a parar de Argot, donde en dos horas iba a tener lugar la presentación. Craso error, me vi metida en una sala pequeña, con multitud de gente y un Ximo Bayo trasnochado, cuando me llego el primer cubata de la tarde, que decidí desde el minuto uno que iba a ser el último y además me sobraba. ¿Pero como hacer el feo a tu jefe?, seguro que Marcial me hubiera contestado No es tiempo de peros... 

Me salvó la vida una compañera con la que compartí gin tónic y salida por las bravas de aquel ruidoso sitio.

Dios mio, toca poner los píes en polvorosa, falta un cuarto de hora para la presentación y yo con estos pelos y sin localizar a las chicas del club de lectura. El wasap salvó el último tema, enseguida supe que estaban en la librería, la chapa y pintura iba a ser otra cosa, ni siquiera sabía que pinta llevaba, pero iba a tener que dar igual.

Suelo ser de normal dicharachera, sin embargo, parece que esa tarde todo el mundo me notaba más de lo habitual y juro y perjuro que puede que llevara una copita de más, claro el gin tonic de marras, pero era capaz de llevar una conversación y una presentación, menos mal que no presentaba yo...

Ahora sí, nos ponemos serios, que comienza No es tiempo de peros. 

Al llegar a Argot, saludé a David y luego a Pere, no había tiempo para más, en breve iban a comenzar a charlar sobre una novela que llevaba mucho tiempo esperando y a la que aún no le había podido hincar el ojo, y no por falta de ganas, otra vez Kronos es el único culpable de tan tamaña desfachatez.

Pere comenzó diciendo que pretendía hablar poco, que quería que todo el protagonismo se lo llevara David, pero no lo consiguió, y el acto se convirtió en un diálogo entre dos autores de novela negra, o mejor dicho entre un lector y el autor de la novela.




Cómo me gustan ese tipo de presentaciones, amenas, sencillas en las que fluye la camaradería, en la que se nota que ambos se conocen, han tomado más de un café juntos, y se interesan por los pormenores de una historia, aquello prometía y mucho. 

Constató Pere Cervantes lo que cualquier lector atento de David podrá constatar, y es que desde su primera novela publicada ha ido creciendo como escritor, de la primera a la segundo se nota un salto mortal sin red, y por lo que contaba Pere, en esta le añadía más peligro. Me quemaba el libro en las manos, las ganas de empezarlo eran brutales, y todavía iba a tener que esperar un tiempo.

Por fín he podido empezarlo y comprobar como la prosa de David sigue creciendo de forma imparable, que ha ganado enteros y que seguro que cotiza en bolsa al alza.

El peso de la presentación lo llevaron los personajes, Marcial Lisón, y sobre todo Zoe Ochoa, que nos sorprendió en Inspector Solo, y por lo que contaban David y Pere iba a dejar al lector boquiabierto. Comentaba el cartaginés que ha escrito una trilogía por incompetencia, que cuando comenzó a escribir ya sabía como iba a empezar y terminar la novela, pero necesitaba tantas páginas que supo que no iba a encontrar ni quién se lo publicara ni quién se atreviera a leerlo. De ahí que decidiera montar la trama en tres libros.

Y es que mostrar el cambio brutal que sufre Zoe, necesitaba de un recorrido y sobre todo de ciertas vivencias. Cómo bien dice David, necesitaba humanizar a Marcial, a la par que Zoe se deshumanizaba, como si de un cruce de personalidades se tratara. Cada vez necesitaba más leer ese libro, cada vez tenía más preguntas.

Ese diálogo a dos, se abrió al público, en el que había caras conocidas, pero otras no, otro punto a favor de la novela y de su autor, Inspector Solo caló entre lectores.

Una lectora que empezó por su última novela, envidia modo on porque ahora tenía posibilidad de leer las anteriores, comentó que no había necesitado leer las anteriores para disfrutar esta, pero que notaba que le faltaba información, y tanta alma de cántaro pensé yo...

David le contestó que había concebido las dos novelas publicadas con Versátil para que se pudieran leer independientes, de ahí las contextualizaciones de Inspector Solo, y el prólogo de No es tiempo de peros que sitúan al lector. Pero si se quiere notar la evolución de los personajes, si se quiere aprehender la esencia hay que leer las tres y hay que hacerlo en el orden que toca.

A lo que comenté que sin leer la última novela, creía que al menos era indispensable haberse adentrado en Inspector Solo para no perderse, y ahí David me corrigió. Él considera que es más importante haber leído Muertes de sobremesa, por que se rescatan personajes que aparecieron en esta, y que no tuvieron ningún protagonismo en Inspector Solo y que es imposible contextualizar al cien por cien.


Despúes de leer el prólogo de No es tiempo de peros, entiendo porque David le da daba más importancia Muertes de sobremesa, esa página y media resume y condensa la trama de Inspector Solo de forma brutal y sitúa al lector en la acción de forma que leer Inspector Solo sea recomendable, pero no una necesidad imperiosa.

En las pocas páginas que llevo leídas de No es tiempo de peros ya he encontrado personajes de la primera novela que yo personalmente eché de menos en la segunda.

De forma acertada, una lectora y bloguera comentó que había notado que la ciudad de Cartagena iba ganando protagonismo novela a novela, hasta convertirse en esta en un personaje más, que le gustaba que David mostrara el amor por su ciudad, pero que también aprovechara para criticar y denunciar que se hacía mal en ella, que tenía de feo.

A lo que David comentó que Cartagena como cualquier ciudad tiene su parte turística, y también barriadas que quedan en la oscuridad, por las que no se perdería ningún visitante. Y eso es lo que él pretende denunciar, porque para ello la novela negra se presta a la denuncia social, es lo positivo de ella, y al lector no hay que enseñarle sólo lo bonito de una ciudad, si no la realidad.

Como no podía ser de otra forma siendo que había sido capaz de crear el PERSONAJE, si uno soberbio, sin fisuras, uno capaz de sostener por el mismo cualquier trama, Marcial Lisón,  ese personaje con el que quisieran dar todos los autores, y que cuando alguno da con él lo exprime hasta cotas que aburren, Pere preguntó que iba a pasar después de esta novela, si David iba a continuar con él, o si se cerraba una etapa para abrir otra.

Fans y admiradoras de Lison, de momento este va a dormir el sueño de los justos, perooooooo, si en algún momento David siente la necesidad de despertarlo ya tiene pensado como hacerlo y como no, lo acompañará Zoe Ochoa y situará la trama años después del final de No es tiempo de peros...

Estos dos saben como hacer que  me muera de ganas por leer la novela y habrá de esperar, eso lo tengo clarísimo.

Como no podía ser de otra forma Zoe ganó protagonismo porque si Marcial fue un personaje potente desde la primera novela, esta fue ganando en potencia, y en interés a la par que Lisón perdía fuelle, lo que con una personalidad tan fuerte a penas era visible.

Constataban David y Pere que la Zoe que íbamos a encontrar en esta historia no tenía nada que ver con la de Muertes de sobremesa y a fe que tenían más razón que un santo, aunque no se si decir que me gusta demasiado el cambio operado, el rencor nunca fue buen compañero de vida.

Terminó la velada, con la firma de ejemplares, yo guardé el mio hasta el Club de Lectura de Cosas&Musas, hasta haber podido disfrutar de la novela, y poder preguntar en condiciones, no solo conjeturas. Se formó una cola larga y las musas nos fuimos en busca de otras aventuras, porque no esperaríais que terminara ahí mi día, que he dicho que fue completito...



La opción era irme en tren a casa, o unirme al tardeo con mis compis de club de lectura, y decidí lo segundo, que manera de meterme en berenjenales, si es que lo mio es de traca, el tardeo se transformó en nocheo, en una cena de tapeo y un té de Navidad que se alargó hasta la media noche y solo en ese momento se decidió alzar el campamento y volver a casa.

He de confesar que la adrenalina hacía mucho que me había abandonado, que regué mi tapeo con coca cola y se me cerraban los ojos, pero ya no había opción de volver a casa en tren, y aguanté como una campeona incluso el té, pero con las pilas a medio gas.

Espero haber espoleado lo suficiente vuestra curiosidad para lanzaros de lleno a la lectura de este libro, yo lo empecé ayer, llevo muy poquito, pero la prosa de David me tiene enamorada, me he reencontrado con Marcial y la peor versión de Zoe, y ha sido un placer volver a encontrar a Sola, espero que la galga no sufra mucho en esta entrega.

Si aún os falta algún regalo de reyes, acertareis con toda la trilogía, y con este en particular, y eso que no he leído más  que dos o tres capítulos...