Sin embargo tenía mis temores, porque había leído excelentes reseñas, la mayoría de las cuales venían de aquellos que tienen a la cocina como hobby, pero también reseñas muy flojas, casi siempre de personas a las que no les gustaba cocinar ni lo que representa. Yo estoy convencida de que a pesar de que no te guste uno de los elementos en torno a los cuales gira la novela si esta está bien escrita puede llegarte de igual forma y terminar gustandote, así que me animé a tener mi propia opinión.
También contribuyó a que no demorara más su lectura, la recomendación encarecida por parte de dos amigos que suelen acertar bastante con mis gustos, y sinceramente esta novela no solo no me ha defraudado si no que me ha entusiasmado por la frescura con la que está escrita, por la sencillez narrativa y por el cariño que acabas cogiendole a los protagonistas, que terminan siendo uno más de la familia mientras dura el libro en tus manos.
La escuela de ingredientes esenciales es una novela de sensaciones, donde no es difícil percibir el aroma de un guiso, de una especia..., imaginar la textura de una salsa, de la mozzarella fresca. Donde los sonidos de una olla te pueden transportar a un mar de recuerdos y los colores se entremezclan con los estados de animo de los personajes.
La protagonista principal de esta novela es Lillian, una mujer que para tapar otras carencias se sumerge en el mundo de la cocina desde muy temprana edad, y llega a ser una chef experimentada con un negocio propio y una escuela de cocina. Los lunes por la noche, el restaurante cierra las puertas y la cocina se convierte en la protagonista, hasta allí acuden sus alumnos, cada temporada unos diferentes, con unas motivaciones que no siempre tienen claras, dispuestos en la mayoría de los casos a aprovechar un regalo cuya esencia no comprenden. El comienzo de cada curso es una experiencia nueva, no sabe con que se va encontrar ni que le va a deparar en los proximos meses. Sin embargo está a punto de descubrir que esta vez sus alumnos se van a convertir en algo muy importante para ella.
Al principio del libro y en tercera persona se nos cuenta la historia de Lillian, como para encubrir la falta de atenciones que su madre le dispensaba y para poder comer de forma más decente se fue aficionando a la cocina, hasta que esta se convirtió en su valvula de escape frente a la vida que se encontraba en casa.,eso y la convicción de que podría redimir a su madre a través de la comida. ¿Lo conseguirá?, si he logrado picar tu curiosidad vas a tener que averiguarlo navegando entre sus páginas.
La perseverancia en sus convicciones terminaron convirtiendola en la mujer que es hoy, una respetable chef de cocina, no exenta de frustraciones y soledades, con dificultades para comprometerse socialmente y con el afan de enseñar a cocinar dejandose llevar por las intuiciones y las percepciones.
Una vez comienza el curso de cocina entran en escena otros personajes, cuyas historias se entremezclan con los ingredientes, las recetas, los aromas y sabores que emana el lunes por la noche. Casi todos sin saberlo buscan una receta para su día a día, para salir de la rutina o encauzar su vida.
De esta manera conoceremos a Claire, una mujer que no acaba de encontrarse en el papel de madre en el que se ha encasillado desde el nacimiento de sus hijos y que ha enterrado a la mujer que había sido previamente, incluso su relación con James, su marido, había sufrido un cambio drástico nada favorable. Puede ser que a pesar de que no la he acabado de entender sea con el personaje que más me identificado, porque durante un periodo de tiempo, mi vida también giró entorno a biberones, pañales, regurgitaciones, pataletas, y tampoco me sentía con muchas fuerzas para escapar de la situación, puede que mi suerte fuera que yo trabajaba en esos momentos y podía evadirme y que al contrario que Claire no descuide mi vida en pareja, por lo tanto no me hacía falta redescubrirla.
También a Tom, un abogado de mirada triste, con mucha facilidad para la cocina, que arrastra la pérdida de su mujer, a la que intenta aprehender entre fogones tal y como ella le pidió antes de partir. O a Antonia, una italiana que huyendo de la seguridad que le proporcionaba su país y su zona decide trasladarse a América y esta en pleno proceso de adaptación, sin duda echa de menos su país, a su gente, y los aromas propios de su tierra. Se dedica a diseñar cocinas y es a través de uno de los trabajos que le encargan como descubriremos su historia.
Nos encariñaremos con Chloé, aunque en un principio pueda llegar a caernos francamente mal. Se nos presenta como una persona asocial, ensimismada en su mundo. Sin embargo detrás de esta careta se encuentra una muchacha atolondrada con ganas de mejorar y prosperar a quien la vida no ha tratado bien y busca una oportunidad. ¿Y tu quien crees que se la dará?. Descubriremos que tras una fachada perfecta, se pueden esconder armarios llenos de fantasmas, de la mano de Carl y Helen, la envidia de todos sus compañeros que ven en ellos la pareja perfecta,y que poco imaginan lo que esconden.
Sentiremos ternura por Isabelle y sus lagunas de memoría, en ningún caso se explicita pero está en los primeros estadios de la enfermedad de Alzehimer. A pesar de ello no se puede sentir pena por ella, porque ha vivido su vida de forma tan intensa, que poco importa que no recuerde los ingredientes para una receta o que comió la vispera si se puede refugiar en su mundo de recuerdos. Y por último pero no por ello menos importante Ian, un hombre perfeccionista, el contrapunto de Antonia, él busca sentirse seguro, firmaría por conseguir aquello de lo que huyó la italiana.
Como suele ocurrir cuando se reúnen personas que no se conocen de nada la timidez es la tónica imperante, sin embargo conforme avanza la novela y el curso se va desarrollando, los caminos de los personajes se entrecruzan, no solo en la cocina de Lillian, y crean situaciones curiosas, algunas de gran ternura. Se nos van mostrando tal como son, y los llegamos a conocer de tal forma que llegan a ser uno más de la familia con sus pros y sus contras, con las simpatias que nos despiertan, pero tambien con los defectos que les reprochamos.
Pero tanta importancia como los personajes físicos y quizá eso sea lo que no les termina de llegar a los poco amantes de la cocina, cobra una importancia vital los aromas que lo envuelven todo y nos pueden transportar, los sabores que se describen con tanta nítidez que podemos percibirlos en el paladar, en ocasiones sin haber probado nunca la especia en cuestión. Las texturas que parece que se diluyen en nuestras manos y que te hacen sentir ganas de correr a comprar el ingrediente que mencionan. Un mundo sensorial que te explota en los sentidos y que te hace disfrutar de una lectura diferente, fresca y dinámica. Porque el libro se disfruta con la vista y los demás sentidos y se lee sólo.
De cada personaje conocemos lo que hace su vida interesante y ese caso el personaje más flojo y que menos interés despierta es Claire, y quizá el que más expectación, el matrimonio formado por Carl y Helen. Sin embargo hay uno muy importante en la vida de Lillian, que apenas se desarrolla y que me he quedado con las ganas de saber más, y es Abuelita, una mujer que ayuda a Lillian niña, le descubre especias e ingredientes y dada su fobia a los libros le da las claves para acertar con las recetas. Hay un motivo para esta fobia de Lillian y os lo expondré en una nueva entrega de Como en un espejo, así me aseguro de no estancar la sección durante meses.
Si quieres disfrutar un libro de forma sensorial quizás este es el mejor libro que puedas encontrar, pero recomiendo sumergirse en la lectura con el estomago lleno de lo contrario no picar es imposible... ¿ Te atreves a descubrir que esconden los ocho estudiantes y su profesora?