Me confieso adicta al chocolate, aunque ultimamente me estoy controlando bastante, ¿porque todo lo que está bueno engorda tanto? Ya os podéis imaginar que un titulo así captara mi atención de inmediato, ya lo hizo en su momento cuando se publicó, pero con tanto pendiente por leer lo dejé pasar. Sin embargo y a pesar de tener orden de alejamiento de bibliotecas, de vez en cuando he de visitarla para buscar los libros obligatorios de mi hijo mayor.
Se me ocurrió pasar por la sección de adultos y allí en la estantería de destacados estaba, muy bien acompañado por cierto, pero si ya el chocolate había llamado mi atención el subtitulo terminó por convencerme, Dos mujeres en busca de la felicidad. Y desoyendo a mi particular Pepito Grillo que me repetía sin cesar que tenía muchos libros en casa en espera de ser leídos, me lo llevé en el bolso, iba a convertirse en mi lectura viajera no en vano disponía de todo un mes para devolverlo a la biblioteca.
Pronto me dí cuenta de que el libro no era lo que yo había esperado, que tampoco se muy bien que esperaba, supongo que algo más en la línea de Deseo de Chocolate de Care Santos, una novela cuya trama versara sobre el cacao, su elaboración, sus posibilidades, sin embargo el titulo no es más que una excusa, y el chocolate tiene poca presencia en este libro que supongo que es el más intimista y personal de la autora sin desnudar demasiado su intimidad, al menos no la de su familia, a la que protege celosamente.
Os adelanto que el libro me ha gustado a pesar de no ir por los derroteros que yo había imaginado, me ha hecho reír, entristecerme y sobre todo reflexionar y eso siempre es bienvenido, al final la felicidad no son más que pequeños instantes en los que uno experimenta un subidón.
La autor@:
Reyes Calderón es escritora y profesora. Doctora en economía y Filosofía, es decana de la Universidad de
Navarra, donde, además imparte clase. Ha escrito varios libros de ficción. Público y critica aplaudieron su saga protagonizada por la juez Lola MacHor, compuesta por los exitosos Los crímenes del número primo, El expediente Canaima, El último paciente del doctor Wilson o La venganza del asesino par. Con el jurado número 10 se alzó con el premio Abogados de Novela. Tardes de chocolate en el Ritz es, sin duda, su libro más personal.
Navarra, donde, además imparte clase. Ha escrito varios libros de ficción. Público y critica aplaudieron su saga protagonizada por la juez Lola MacHor, compuesta por los exitosos Los crímenes del número primo, El expediente Canaima, El último paciente del doctor Wilson o La venganza del asesino par. Con el jurado número 10 se alzó con el premio Abogados de Novela. Tardes de chocolate en el Ritz es, sin duda, su libro más personal.
Argumento:
Reyes Calderón nos ofrece en Tardes de Chocolate en el Ritz un relato lleno de chocolatinas tentadoras, fracasos de chocolate negro, risas de trufa, profundas conversaciones sobre el amor, la amistad, la familia y el valor del trabajo tan deliciosas como el chocolate más auténtico.
La noche en que se conocieron en la recepción de una embajada, nada hacía presagiar que Marta y Reyes acabarían siendo amigas. Excéntrica, adicta al lujo, con varios fracasos amorosos a sus espaldas y un marido recién estrenado, Marta no parecía tener nada en común con Reyes, una mujer volcada en su profesión y su familia. Pero el destino las unió y, contra todo pronóstico, comenzaron a reunirse el tercer jueves de cada mes en el Ritz. Entre animadas charlas y reconfortantes tazas de chocolate, sus vidas terminaron entremezclándose. Porque, sin saberlo, las dos andaban en busca de la misma felicidad.
Mis impresiones:
Es complicado catalogar este libro, si bien lo miramos no podemos decir que sea una novela, pero tampoco es un ensayo, lo que si está claro es que el encargo que le hizo la editorial era un libro de no ficción, sin embargo solo el personaje de Reyes es real y reconocible y la autora nos lo deja bien claro al final del libro.
Cuando uno se encuentra con un cometido de esa índole lo primero es decidir sobre que escribir, y lo primero que a uno le viene a la mente es lo cotidiano, escribir sobre cosas que pueden pasarle al común de los mortales y así buscar con el lector ese punto de complicidad. Sin embargo pronto descubrimos que hay parcelas de la vida de la autora que ella no está dispuesta a compartir, como puede ser el día a día de su pareja o de su familia, aunque nombre a su marido y a sus hijos.
Así aparece en escena Marta, la antítesis de Reyes, a veces cuesta creer que dos personas tan distintas puedan forjar una bonita relación de amistad, pero como las meigas, haberlas haylas. Reyes es una mujer bastante conservadora en muchos aspectos y muy progresista en otros, Marta es una mujer que va de progresista y en el fondo es más conservadora de lo que piensa. A cada una les interesan unos temas y tienen unas prioridades en la vida, pero siempre encuentran ese punto de equilibrio.
Reyes se nos presenta como una mujer casada desde hace treinta años con el mismo, madre de 9 hijos, trabajadora dentro y fuera del hogar, una mujer de su tiempo, con sus viajes de trabajo compaginados con la cocina, los deberes de los niños, y las menudencias de pareja. Sus inquietudes su trabajo, sus hijos, sus libros...
Marta sin embargo es una mujer bastante frívola, casada por amor o por interés, poco importa, vive la vida como si fuera el último día, gasta a manos llenas, en ocasiones por molestar a su poco atento marido, sus principales intereses la moda y las compras.
A pesar de estar tan presente el chocolate en el título, no es precisamente eso lo que ambas mujeres consumen en el Ritz, preocupadas por la figura, Reyes porque después de nueve partos su cuerpo no es precisamente esbelto, Marta porque depende de tener un cuerpo diez para seguir encandilando a su marido, un empresario mayor que le da manga ancha con la visa oro.
Sin embargo como la vida no siempre nos da una buena mano y en ocasiones las cartas nos son aviesas, es en ese momento donde el chocolate gana protagonismo, ya se sabe que con cacao las penas son más llevaderas y los remordimientos más recalcitrantes.
En este libro Reyes nos ofrece bonitas reflexiones sobre el amor, la fidelidad, la amistad, la familia, el trabajo remunerado o no, y la importancia de sentirse útil, también le concede espacio a la economía, tema del que es conocedora. Nos hace reír, porque las ocurrencias de Marta son únicas y nos hace llorar porque la vida también da palos.
Parece que el libro se va escribiendo a la vez que lo vamos leyendo y es que la autora nos va contando como va a abordar la escritura, porque va a hacer caso o no de las recomendaciones de Marta, que es lo que espera de sus lectores para ir poco a poco centrándose más en esas reflexiones que tanto me han hecho pensar y que han hecho que más de una vez estuviera a punto de pasarme la estación de tren.
Lo que más me llamó la atención desde el principio es que al principio de cada capitulo alineado a la derecha un texto en cursiva posiblemente extraído de otros autores encabezaba y a la vez resumía lo que podíamos encontrar más o menos en él. Reyes nos hace participes de la elaboración del libro, exhorta el al lector en alguna ocasión, utiliza un lenguaje intimista, y no rehuye las explicaciones económicas, filosóficas o de cualquier índole que aparezcan en el transcurso de este largo monologo, salpicado de ingeniosos diálogos. A pesar de no ser una novela se lee como tal y tiene su mismo ritmo, e incluso un poco de intriga, aunque sea mínima.
Finalmente si algo destaca en el conjunto de esta lectura es el optimismo que irradia, no todos los días nos levantamos con el pie derecho, no todos los días nos sonríe la suerte o la vida, sin embargo la autora se empeña en ver el vaso medio lleno, y yo me atrevería a decir que a veces incluso casi lleno y esa forma de entender y ver la vida es la que intenta contagiarnos a través de la la historia de estas dos mujeres tan distintas entre sí que se atraen. Reír y llorar forman parte de nuestro día a día pero puestos a elegir mejor minimizar los problemas, buscar soluciones mientras el chocolate nos proporciona ese pequeño momento de felicidad ansiado.
Conclusión:
Os recomiendo la lectura de este libro por el optimismo que irradia, porque se lee como una novela aunque no lo sea, porque las reflexiones nos obligaran a plantearnos temas que tocamos frecuentemente.
Cualquier autor deja una parte de sí mismo en todos sus libros, creo que Reyes en este nos ha regalado su forma de ver la vida, preservando lo más importante para ella su intimidad y su familia, eso no está en venta, y sinceramente se lo agradezco si busco notas de sociedad o periodismo rosa me acerco a las revistas que es su cometido.
Ahhhhhhhh y procura leer cuando tengas el estomago lleno, porque la autora y su amiga tocan poco el chocolate, pero seguro que tu te atiborras si eres adicta a él.
Es complicado catalogar este libro, si bien lo miramos no podemos decir que sea una novela, pero tampoco es un ensayo, lo que si está claro es que el encargo que le hizo la editorial era un libro de no ficción, sin embargo solo el personaje de Reyes es real y reconocible y la autora nos lo deja bien claro al final del libro.
Cuando uno se encuentra con un cometido de esa índole lo primero es decidir sobre que escribir, y lo primero que a uno le viene a la mente es lo cotidiano, escribir sobre cosas que pueden pasarle al común de los mortales y así buscar con el lector ese punto de complicidad. Sin embargo pronto descubrimos que hay parcelas de la vida de la autora que ella no está dispuesta a compartir, como puede ser el día a día de su pareja o de su familia, aunque nombre a su marido y a sus hijos.
Así aparece en escena Marta, la antítesis de Reyes, a veces cuesta creer que dos personas tan distintas puedan forjar una bonita relación de amistad, pero como las meigas, haberlas haylas. Reyes es una mujer bastante conservadora en muchos aspectos y muy progresista en otros, Marta es una mujer que va de progresista y en el fondo es más conservadora de lo que piensa. A cada una les interesan unos temas y tienen unas prioridades en la vida, pero siempre encuentran ese punto de equilibrio.
Reyes se nos presenta como una mujer casada desde hace treinta años con el mismo, madre de 9 hijos, trabajadora dentro y fuera del hogar, una mujer de su tiempo, con sus viajes de trabajo compaginados con la cocina, los deberes de los niños, y las menudencias de pareja. Sus inquietudes su trabajo, sus hijos, sus libros...
Marta sin embargo es una mujer bastante frívola, casada por amor o por interés, poco importa, vive la vida como si fuera el último día, gasta a manos llenas, en ocasiones por molestar a su poco atento marido, sus principales intereses la moda y las compras.
A pesar de estar tan presente el chocolate en el título, no es precisamente eso lo que ambas mujeres consumen en el Ritz, preocupadas por la figura, Reyes porque después de nueve partos su cuerpo no es precisamente esbelto, Marta porque depende de tener un cuerpo diez para seguir encandilando a su marido, un empresario mayor que le da manga ancha con la visa oro.
Sin embargo como la vida no siempre nos da una buena mano y en ocasiones las cartas nos son aviesas, es en ese momento donde el chocolate gana protagonismo, ya se sabe que con cacao las penas son más llevaderas y los remordimientos más recalcitrantes.
En este libro Reyes nos ofrece bonitas reflexiones sobre el amor, la fidelidad, la amistad, la familia, el trabajo remunerado o no, y la importancia de sentirse útil, también le concede espacio a la economía, tema del que es conocedora. Nos hace reír, porque las ocurrencias de Marta son únicas y nos hace llorar porque la vida también da palos.
Parece que el libro se va escribiendo a la vez que lo vamos leyendo y es que la autora nos va contando como va a abordar la escritura, porque va a hacer caso o no de las recomendaciones de Marta, que es lo que espera de sus lectores para ir poco a poco centrándose más en esas reflexiones que tanto me han hecho pensar y que han hecho que más de una vez estuviera a punto de pasarme la estación de tren.
Lo que más me llamó la atención desde el principio es que al principio de cada capitulo alineado a la derecha un texto en cursiva posiblemente extraído de otros autores encabezaba y a la vez resumía lo que podíamos encontrar más o menos en él. Reyes nos hace participes de la elaboración del libro, exhorta el al lector en alguna ocasión, utiliza un lenguaje intimista, y no rehuye las explicaciones económicas, filosóficas o de cualquier índole que aparezcan en el transcurso de este largo monologo, salpicado de ingeniosos diálogos. A pesar de no ser una novela se lee como tal y tiene su mismo ritmo, e incluso un poco de intriga, aunque sea mínima.
Finalmente si algo destaca en el conjunto de esta lectura es el optimismo que irradia, no todos los días nos levantamos con el pie derecho, no todos los días nos sonríe la suerte o la vida, sin embargo la autora se empeña en ver el vaso medio lleno, y yo me atrevería a decir que a veces incluso casi lleno y esa forma de entender y ver la vida es la que intenta contagiarnos a través de la la historia de estas dos mujeres tan distintas entre sí que se atraen. Reír y llorar forman parte de nuestro día a día pero puestos a elegir mejor minimizar los problemas, buscar soluciones mientras el chocolate nos proporciona ese pequeño momento de felicidad ansiado.
Conclusión:
Os recomiendo la lectura de este libro por el optimismo que irradia, porque se lee como una novela aunque no lo sea, porque las reflexiones nos obligaran a plantearnos temas que tocamos frecuentemente.
Cualquier autor deja una parte de sí mismo en todos sus libros, creo que Reyes en este nos ha regalado su forma de ver la vida, preservando lo más importante para ella su intimidad y su familia, eso no está en venta, y sinceramente se lo agradezco si busco notas de sociedad o periodismo rosa me acerco a las revistas que es su cometido.
Ahhhhhhhh y procura leer cuando tengas el estomago lleno, porque la autora y su amiga tocan poco el chocolate, pero seguro que tu te atiborras si eres adicta a él.
Retos
25 españoles
No me llama para nada
ResponderEliminarUn beso^^
Quiero estrenarme con esta autora pero prefiero sus novelas negras este no me atrae demasiado. Muchos besos.
ResponderEliminarPero si me has dejado ya con ganitas de un poquito de chocolate con solo leer tu reseña...
ResponderEliminarBesotes!!!
De esta autora sólo leí El jurado número 10, que me gustó mucho, y cuando la vea en alguna librería seguro que la compro, pues lo que cuentas me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso
Pues aunque no sea un libro de autoayuda para adictas al chocolate ( que me vendría muy bien :) ), tiene pintar a ser lo suficientemente entretenida y amena. Ando necesitada e optimismo y de chocolate, apunto el titulo... un beso!
ResponderEliminarNo me convence del todo así que creo que esta vez lo dejaré pasar.
ResponderEliminarBesos!
Jajajja, me ha hecho gracia lo de leerlo con el estómago lleno para no atiborrarnos.
ResponderEliminarCreo que es una lectura distinta, que viene bien cuando quieres un libro que te saque una sonrisa.
Un beso.
Mmmmmm... pues por un lado me llama, pero por otro no sé qué hacer...
ResponderEliminarMe ha hecho gracia la advertencia final jajaj
Besotes
PD. Con lo que me gusta a mí el chocolate.
Lo tendré en cuenta cuando me apetezca un libro que me deje una sonrisa dibujada.
ResponderEliminarBesos
Yo la tengo pendiente y pienso leerla. Un poquito de optimismo nunca viene nada mal.
ResponderEliminarYa le había echado el ojo a este libro pero antes me gustaría leer el anterior de la autora porque creo que su temática me gustaría más. Besos
ResponderEliminarCreo que es un libro que me gustaría, tomo nota de tu reseña y del título
ResponderEliminarHuy, esta tarde en mi centro de estética me han hecho un tratamiento corporal exfoliante con crema de chocolate. Eso sí que no engorda, jajaja.
ResponderEliminar