Necesitaba un libro ambientado en la primera guerra mundial, y cuando Eva de la historia en mis libros, hizo su reto por el centenario de la I Guerra Mundial, recuerdo que llamó mi atención 14 de Jean Echenoz, sobre todo porque era un libro corto, no llegaba a cien páginas, y sentía curiosidad por como se podían tratar temas tan duros en tan poco recorrido. Satisfecha la curiosidad reconozco que es uno de los libros más crudos que he leído, porque el autor es aséptico cual cirujano, la paja no tiene cabida en esta novela, si puede llamarsela así, pero si el desaliento, el temor, el hambre, la frustración... todo ello está muy presente, incluso el hastío de unas personas movilizadas para pocos días, quince pensaban que iba a durar la contienda y que tardaron en el mejor de los casos en volver cuatro largos años.
Creo que nunca me he encontrado con un autor tan conciso y que supiera transmitir tanto sentimiento, tanta desazón, y de la mano de tan pocos personajes todos ellos varones, menos una mujer. De los personajes poco sabemos, físicamente nada, o casi nada, más bien lo intuimos, sin embargo son transparentes, podemos leer a través de su forma de comportarse, relacionarse...
A pesar de no sobrar ni un gramo de letra, y de poder hacernos una visión más que exacta de la contienda, de lo que vivieron estas personas que no eran militares, el autor no evita la ironía, muy patente en todo el texto, y que de vez en cuando te lleva a esbozar una sonrisa, incluso cuando lo que lees no da motivos para ello.
El autor:
Jean Echenoz, nació en Orange en 1947. Estudió sociología e ingeniería civil y colaboró brevemente
en el diario L'Humanité.
en el diario L'Humanité.
En 1979 publicó su primer libro, y desde entonces ha publicado cerca de veinte y ha recibido una decena de premios literarios, entre ellos el Premio Medicis en 1983 por Cherokee, el premio Goncourt 1999 por Je m'en vais. Sus obras se caracterizan por una escritura económica y descriptiva, y, al mismo tiempo, dotada de gran inventiva y uso de neologismos, con especial sello de humor e ironía.
Con 14 ha vuelto (2012) al relato; transcurre en la Primera Guerra mundial ("Cinco hombres han ido a la guerra, una mujer espera el regreso de dos de ellos. Queda por saber si van a volver. Cuándo. Y en qué estado", es el resumen de la cubierta de este breve texto). Partió de unos papeles encontrados en su familia. Como dice Echenoz, "no trataba de hacer un volumen proporcional a las dimensiones de ese 'suicidio europeo', que fue una contienda plenamente industrial, en donde se produjo un armamento gigantesco; sólo he querido ser alusivo de la magnitud del fenómeno".
Sinopsis:
Con esta novela Jean Echenoz se enfrenta a un nuevo reto literario que supera con maestría: ¿cómo escribir sobre la Gran Guerra, la primera guerra «tecnológica» del siglo XX, y la puerta, también, a medio siglo de barbarie sin precedentes?
La hábil y certera pluma del escritor francés avanza junto a los soldados en sus largas jornadas de marcha por los países en guerra, y acompaña también a cuatro jóvenes de la Vendée, Anthime y sus amigos Padioleau, Bossis y Arcenel, en medio de una masa indiscernible de carne y metal, de proyectiles y muertos, donde nadie ve nada, ni es nadie, sólo uno más del pelotón.
El escritor nos descubre también el vacío, la ausencia, el tenso silencio que dejan detrás los hombres cuando parten al frente, la huella de los exiliados, las plazas desiertas llenas de objetos sin dueño, después de la huida o de la ocupación. Pero también nos cuenta la vida que continúa, lejos de las trincheras, a través de personajes como Blanche y su familia, los propietarios de la fábrica Borne-Sèze. Y todo ello sin renunciar a esa sutil ironía que caracteriza la escritura de Echenoz, condimento imprescindible y seductor de un relato apasionante.
Mis impresiones:
Siempre he reconocido ser lectora de grandes recorridos, de novelas extensas en las que el autor te haga sentir, meterte en la piel de los personajes; sin embargo, me he dado cuenta de que no es necesario, que con menos páginas se puede lograr lo mismo, salvo que nuestra imaginación tiene que poner de su cosecha todo aquello que el autor no expresa, somos nosotros los que tenemos que poner las lágrimas y los gritos en esta historia, la desesperación se palpa de de forma torticera, con visceras volando por las trincheras, y la desaparición de los compañeros no genera en el mayor de los casos reacción alguna, por ello somos nosotros los que tenemos que paliar esa sobriedad.
Abruma que en 98 páginas y 15 capitulos el autor nos haga viajar al lado de unos hombres que en muchas ocasiones piensan que en 15 días estarán de vuelta, hombres que abandonan oficios que nada tienen que ver con el ejército, y lo hacen convencidos de que su mayor problema va a ser la falta de aseo, y no las bombas, la metralla, la muerte, la soledad, el frío, el hambre.
Y todo eso que estos hombres sortean en sus pensamientos es lo que nos encontramos en esa larga marcha que comienza en la plaza de un pueblo cuando se alistan y termina en un tren que los lleva a un destino incierto desde el que tendrán que continuar a pie, arrastrando una mochila en la que llevan su vida, y que es de todo menos práctica, como el uniforme o los cascos que van inventado y acoplando sobre la marcha.
Echenoz con lo parco que es en palabras, nos describe a la perfección el uniforme que llevan los soldados, cada pieza que compone ese ajuar que arrastran por los caminos, hasta la forma de la escudilla en la que van a comer y en ocasiones el alimento que toman, incluso los animales que cazan, la forma en la que lo hacen, y como el magro caldo tiene en ese momento algo más de sustancia. También los aeroplanos, para que se usan, cual es su misión en esta contienda. Y como es una guerra industrial no podía faltar tampoco el calzado, todo ello con muchas palabras quizás demasiadas.
En esta situación la amistad es un bien incalculable y encontramos a cuatro amigos que pretenden mantener la cordura en esta situación, comparten comida, diversión si es que en el frente puede haberla y sobre todo noticias de sus familias. Anthime es el protagonista de esta novela, forma una pareja de lo más antagónica con su hermano Charles, entre ellos una mujer Blanche, que no sabemos muy bien que espera de cada hermano. Y como secundarios muy necesarios los compañeros de trincheras Paidoleau, Bossis Acerlen...
A pesar del papel tan importante de la mujer en esta guerra, poca es la presencia que tiene en este relato y siempre a través de Blanche. Ella nos muestra las calles vacías de la ciudad, las mujeres en puestos de trabajo que antes ocupaban los hombres, los niños desocupando escuelas para echar una mano en quehaceres de adultos, puesto que la guerra cada vez demanda más hombres, y alguien tiene que trabajar.
Escapar de las trincheras era imposible, a no ser que la desgracia tocara a tus puertas, bien en forma de muerte, bien en forma de lesión que te impidiera luchar, ambos hermanos sufrieron estas desgracias, uno dejaba una hija que no llegó a conocer, el otro un brazo, el derecho que tanta falta le iba a hacer, pero al menos salvó la vida.
A pesar de las pocas páginas tiene espacio Echenoz para denunciar a aquellos que hicieron negocio con la guerra, muchas veces de forma poco ética, cobrando precios muy altos por productos de muy poca calidad, que a penas aguantaban en el campo de batalla.
Y como no el doble juego, el que se llevaban los dos hermanos enamorados de la misma mujer, el que se llevaba ella, dando esperanzas a los dos. Cada uno de ellos convencidos de que era el agraciado, cuando en ningún momento ella lo deja claro. Charles engendra una niña, en la época poco valor tenía la fémina, Anthime engendra un varón, la sucesión está asegurada en el negocio familiar.
Nos encontramos ante una pequeña joya, y como tal viene en frasco pequeño, el autor hace gala de un lenguaje conciso, claro y sin florituras, un lenguaje sobrio sin concesión alguna al lector, que al terminar el libro queda con una media sonrisa y el sabor agridulce, porque tamaña sinrazón ocupe en la literatura tan pocas páginas, tan duras, tan reales como que puedes sentir el frío y el hambre, a la par que el miedo, el odio, y sentir despertar ese animal que todos llevamos dentro y que nos impele a matar para sobrevivir.
Conclusión:
Poco puedo decir más, si te apetece un viaje al infierno de estos hombres, sin duda esta es tu historia, no te llevará demasiado leerla, te dejará el corazón en un puño y te hará sentirte la persona más afortunada de la tierra por no tener que vivir una situación parecida, a pesar de que las guerras no han terminado y las tenemos a la vuelta de la esquina.
Recomendar este libro es difícil por la dureza, por el pesimismo que inunda sus páginas, sin embargo, es una experiencia que me alegra haber vivido, dejo a tu elección si te adentras en sus páginas o escoges otras historias un poco más amables, pero no se puede decir más con menos palabras.
Todo eso en 98 páginas...digno de leerse!!! Muchas gracias, saludos!!
ResponderEliminarPrefiero estas lecturas a las amables, por todo lo que transmiten y los horrores que cuentan. Esas atrocidades no pueden olvidarse pero tampoco repetirse, por eso hay que recordarlas para no caer otra vez en ellas. Lo leeré, me gustan las pequeñas joyas que son un torbellino de emociones y vivencias.
ResponderEliminarBesitos
Me has picado la curiosidad, que es complicado eso de transmitir tanto en tan pocas páginas... Habrá que hacerle un hueco.
ResponderEliminarHace años que entendí que no eran necesarias 500 páginas para impactarte. Cortázar hizo mucho por ello, capaz de sacarme lágrimas y risas en apenas una página y media. Me llama la atención el libro aunque no sé si podría sustraerme a su dureza, que me conozco. Un besote.
ResponderEliminarNo me suele gustar el tema bélico y, después de leerte, no sé que será peor, si leerme un tocho e el que todo se difumina más o directamente abonarme a esta novela, que parece que todo, menos el horror, está dosificado ateniéndose a número de páginas.
ResponderEliminarDe cualquier modo, entiendo por tus palabras que merece la pena, pero tu reseña es admirable.
Un beso.
En estos momentos no me veo con esta lectura. Para esa casilla tengo una idea, si no me sale igual me lo planteo. Besinos
ResponderEliminarNo me importaría leerlo. Un besote
ResponderEliminarHola, Carmina. Yo no me atreví con esta novela, y eso que el autor me fascina por su narrativa. Leí "Correr" y "Lago". La que sí leyó esta novela que hoy reseñas fue Martina, que le gusta mucho ese contexto. No sé si animarme, porque Martina coincide contigo en la dureza de la historia.
ResponderEliminarEstupenda y completa reseña.
Un abrazo.
Pues lo tengo en la estantería y todavía no lo he leído a ver si me animo que me ha gustado lo que cuentas de él. Un beso
ResponderEliminarPues me la acabo de apuntar, por si me cruzo con ella y la compro, me gusta todo lo que cuentas y no me asusta que sea un libro duro.
ResponderEliminarAparte que sea tan fino ayuda bastante a decidirme por este libro.
Muchas gracias por darme a conocer este libro.
Me encanta la temática! Me lo llevo =)
ResponderEliminarBesotes
Lo que cuentas me recueda a La habitación de los niños que ha sido la historia más cruda que he leído del Holocausto. Me llevo esta apuntada.
ResponderEliminarBesos
Uf en septiembre del 2013 me lo zampé y creo que todavía tengo pesadillas, te dejo algo que yo no sabía cuando leí ese libro:
ResponderEliminar" los primeros en usar los gases asfixiantes en la primera guerra mundial fueron los franceses, ¿a qué resulta curioso?, ya se sabe, la historia la escriben los que vencen y algunas cosas es mejor que se oculten."
Este libro enlaza perfectamente con el de Lemaitre de "Nos vemos allá arriba".
Besotes, algo difusos pero no perversos.
Lo he leído hace poco y ha sido una historia corta pero muy intensa. Expresa mucho diciendo lo justo.
ResponderEliminarUn abrazo