Mi abuela solía decir que el miedo es gratuito y como tal cada uno se coge el que quiere, y en ocasiones condiciona la vida de una persona. Me solía decir que nunca tomara una porción demasiado grande para que no me impidiera ser libre y disfrutar de la vida. Y lo decía por las muchas cosas que ella dejó de hacer por los distintos miedos que atesoraba.
Al leer esta novela me he podido dar cuenta de cuanta razón tenía mi abuela, y aunque no pueda presumir de no tener ningún miedo, es verdad que intento que no me influya en mi vida diaria, hasta el punto en que condiciona la infancia de Diego y su posterior vida de adulto.
He de reconocer que es la primera obra del autor que leo, que a pesar de que su trilogía victoriana la vi pasearse por blogs en su día, no se que porqué a mi no me llamó la atención, sin embargo ya no sé si fue la agresiva campaña de marketing, la inestimable opinión de mi socia de #SoyYincanera, que los planetas se alinearon en el firmamento, pero no me importó su grosor a pesar de que mi tiempo cotiza en bolsa a precio de uranio enriquecido, y eso que ya voy quemando etapas, pero me meto en charcos de los que no soy capaz de salir.
No esperéis que os diga que me he ventilado la novela en dos días, porque no ha sido así. A pesar de haber luchado a brazo partido con el perverso dios del tiempo, he estado días enteros sin poder leer una sola línea, en ocasiones me ha resultado un poco repetitivo, he sentido que me daban demasiada información, no dejándome reflexionar dándome la trama demasiado mascada, en otros he disfrutado como una enana de la perversidad de algún que otro personaje, pero sobre todo esto último lo vais a descubrir si os adentráis en las páginas de esta novela, no quiero estropearle a un futuro lector el factor sorpresa.
El autor:
Félix J. Palma nació en Sanlúcar de Barrameda en 1968, es profesor de escritura creativa y coach literario. Como novelista ha publicado entre otras La hormiga que quiso ser astronauta (2001) y Las corrientes oceánicas (Premio de novela Luis Bereguer, 2005). Pero su consagración como narrador se la debe a su trilogía victoriana, que se ha publicado en 27 países, ha obtenido numerosos galardones y ha aparecido en la lista de best sellers de The New York Times. Está formada por las novelas El mapa del tiempo (XL Premio Ateneo de Sevilla, 2008), El mapa del cielo (2012) y El mapa del caos (2014). Ha obtenido más de un centenar de premios por sus relatos, reunidos en El vigilante de la Salamandra (1998), Las interioridades (2001), Los arácnidos (2003) y El menor espectáculo del mundo (2010).
Con el abrazo del monstruo se adentra en el terreno del thriller psicológico.
Sinopsis:
Diego Arce es un reconocido escritor de novelas de misterio que no atraviesa su mejor momento creativo. Tras los ruegos de su editor, decide resucitar al mítico personaje al que le debe la fama: "el Monstruo", un aterrador psicópata que secuestraba a niñas en la Barcelona modernista. Pero una noche, mientras Diego y su mujer asisten a una fiesta, alguien decide llevar la ficción a la realidad: imitar al Monstruo secuestrando a la hija de Diego, Ariadna, de siete años, y proponerle al escritor el mismo juego macabro que en su novela. Si quiere recuperarla, durante los siguientes días Diego deberá superar tres pruebas en directo, a cada cual más espantosa. Comienza así una terrible carrera contrarreloj para descubrir quién está detrás del secuestro. Al mismo tiempo que debe demostrar al mundo hasta donde es capaz de llegar para salvar a su hija, también tendrá que escarbar en su pasado, con la ayuda de su mujer y el inspector Rocamora, para descubrir quién puede desearle tanto mal. Pero ¿y si el mismísimo monstruo hubiera escapado de la novela de Diego para acabar lo que el le impidió terminar?
Una historia sobre los terrores y fantasmas de la infancia y cómo proyectan su sombra sobre el hombre adulto.
Una historia de superación, de amor y de enfrentamiento a nuestros miedos más profundos.
¿Qué serías capaz de hacer para salvar a tu hija?
Mi opinión:
En el género negro innovar es muy complicado, parece que ya está todo inventado y cada vez es más difícil sorprender al lector, encontrar una bocanada de aire fresco, y Félix J. Palma consigue dar una vuelta de tuerca al sacar al personaje de una novela y convertirlo en carne y hueso y pergueñar de esa forma una venganza contra el autor por impedirle terminar su misión.
Mimbres hay sin duda, atractivo es el tema, no me lo negaréis, y además el personaje que crea el novelista es siniestro y el que se escapa de la novela es un psicópata de manual, con una mente retorcida y una capacidad para el mal espectacular. Y el lector es testigo de las vueltas de tuerca que da el autor a la trama, a los personajes a los que coloca en situaciones tan límites que quien se adentra en sus páginas no puede dejar de preguntarse que haría en una situación semejante.
Hay ocasiones en las que me he visto reflexionando con el propio Diego, no si él sería capaz de hacer las pruebas, si no si yo sería capaz de superarlas para salvar a mi hijo, porque como creador de la novela sabe perfectamente que el monstruo no tendrá ninguna duda de infligirle a su hija todo el mal que el no sepa o pueda superar. Y al hilo de esto, no se si la intención de Félix J. Palma era la de denunciar el voyeurismo que impera en las redes, ese ser testigo de la vida minuto a minuto de las personas que se avienen a compartirlas, ese morbo a golpe de tuit, o de video multimedia, también sobre eso reflexioné, que haría yo de encontrarme en tal tesitura, hacer caso a las autoridades para restar notoriedad a la prueba y no dar al Monstruo su minuto de gloria, o sentarme a ser testigo de las tropelías que se permitiera diseñar.
Siento deciros que no se muy bien que haría, porque he barajado varias hipótesis, pero no es menos cierto que hasta que no te encuentras entre la espada y la pared, sometida a más presión de la que tu cuerpo y mente es capaz de soportar, es baladí conjeturar si sería capaz o no de llevar a cabo esas pruebas,ni si sería participe de ese gran circo que monta el Monstruo, aún así creo que la última es tan gore que veo un tanto improbable superarla, aún con toda la presión del mundo, pero también creo que no tendría estomago de verla en directo, soy bastante aprensiva.
Nos encontramos ante una novela de más de setecientas páginas, en las que no siempre la trama corre, que está salpicada de flash back, en la que hay hechos que se repiten en más de una ocasión, cuando el autor los piensa, tiene pesadillas, cuando se los cuenta a su mujer, cuando se los cuenta a su hermano, cuando hace participe a Rocamora, el trauma infantil que arrastra Diego se repite hasta la saciedad y en ocasiones he llegado a pensar si no había forma de solo nombrarlo una vez, porque el lector ya está al tanto, en ocasiones es necesario dejar que piense, que se no se le de todo mascado, las pesadillas recurrentes de Diego me han ralentizado en algún momento la lectura, me han sonado a dejà vu, en definitiva me han sobrado, creo que con un vuelta de tuerca más se podría haber llegado a suprimir tanta repetición, o a lo mejor con alguna menos... No lo sé muy bien, a veces menos es más.
El protagonista absoluto de esta novela es Diego Arce, y todos los demás personajes se van desdibujando, en torno a él, a su gran éxito literario y a su personaje siniestro gira toda la novela, el resto son meramente accesorios, necesarios según el pasaje que se esté narrando, pero con mucha menos fuerza literaria, y el egoísmo, la mezquindad de este ha llegado a hastiarme, una persona que se cree el centro del universo, que el mismo reconoce que salvo su hija poco más le importa, una persona que no se da cuenta de que quienes le rodean tienen sentimientos y necesidades. Diego me ha causado un montón de sentimientos, desde el desprecio más absoluto y esa sensación de que tiene merecido cuanto le pasa, hasta la conmiseración porque las pruebas se pasan de rosca, pasando por la pena más absoluta de ver como se va deteriorando su vida y sus relaciones, hasta la admiración final por su obstinación, perseverancia y valentía dentro de todos los miedos que lo sacuden convirtiéndolo en un pelele.
Y entre las tramas tenemos la metaliteraria, que va alternándose en la primera parte del libro con los capítulos de Sangre y ámbar el gran éxito literario de Diego Arce, me he sorprendido a mi misma deseando que llegaran esos capítulos, hubiera devorado la novela dentro de la novela, la mezquindad de alguno de sus personajes me sobrepasaba. Diego Arce logró pintar al Monstruo de forma diabólica, tanto en su presencia física como en su mente enferma. Y Félix le da la vuelta a la novela de ficción y le permite escapar del manuscrito en el que Diego le ha encerrado para acabar el trabajo que le impidió terminar. Simplemente magistral, ahí me rendí a los pies del autor, y seguí leyendo con fruición hasta que en un momento dado intuí quién podía ser el monstruo, pero ni siquiera ello despegó el libro de mis manos.
Porque si el quién era importante, el porqué no lo era menos y el cómo tampoco, y eso es lo que vamos descubriendo en la segunda y tercera parte, y aquí alguna de las repeticiones no me han molestado porque me han aportado distintos puntos de vista, me han puesto los pelos como escarpias al descubrir como una apariencia benévola y altruista puede esconder la maldad en estado puro. Ser testigo de las manipulaciones que ese personaje somete al resto me puso muy mal cuerpo y me sumergió en una atmósfera opresiva, al entender que como lector iba un paso por delante de la investigación. Félix J. Palma no se saca ningún conejo de la chistera, todo está a la vista, en ocasiones sobreinformado y sin embargo viraje tras viraje va sorprendiendo al lector, porque le apunta una teoría que este ve plausible para ir desmoronándose línea a línea.
Felix J. Palma se divierte jugando con el lector, ofreciéndole pistas falsas, dando por concluida la investigación para llegar al punto de partida de nuevo, y el tiempo corre, las pruebas cada vez son más complicadas, la última es simplemente salvaje y aberrante y parece que la policía se empeña en enrocarse, en no ver lo que el lector ya intuye, en lo que Rocamora entreve, no es una novela negra al uso. Y no lo es porque la víctima es parte activa de la investigación, se desquicia, actúa a la desesperada, pero al mismo tiempo mantiene la mente lo suficientemente lúcida para que no se le pasen las pistas que aparecen en las pruebas.
El estilo del autor al narrar me ha convencido, es verdad que pienso que le sobran páginas, que hubiera podido solventar de otra forma las repeticiones, que tiene algún personaje infrautilizado, pero quizás ese es el efecto que él buscaba, pretendía centrar nuestra atención en Diego y que los demás fueran accesorios, unos secundarios necesarios pero que si en algún momento prescindía de ellos tampoco se notara. Para ello posiblemente haga falta maestría, para mantener la atención del lector durante tantas páginas también
La última parte simplemente ha volado en mis manos, necesitaba saber como iba a cerrar una investigación que parecía no tener fin, y me ha sorprendido, me ha parecido muy ingenioso, sin necesidad de sacarse un as de la manga porque la novela estaba sembrada de pistas, pero la proliferación de ellas distrae la mente del lector, incluso la del más avezado. Me ha gustado el colofón final que despúes de tanto retorcer la trama y a los personajes nos ha brindado el autor. Me ha parecido brillante, un final acorde con la trama y las subtramas que se manejan, que son de lo más variadas pero giran todas en torno a la principal, o a un accesorio del protagonista.
Me costó cerrar la boca cuando tuve ante mí la resolución del caso, no podía dejar de pensar en si era verosímil, o una argucia más y terminé concluyendo que la desesperación y el ansía de salvar a lo que más quieres te da fuerza, más de la que pensaste tener alguna vez. No quiero destripar más, pero en ese final yo hubiera cambiado alguna cosita, por aquello de la justicia poética, pero es difícil entender lo que quiero decir sin haberse leído la novela, o quizás a vosotros os parezca perfecto tal y como lo presenta el autor, porque para gustos los colores.
Conclusión:
A pesar de unos pequeños peros, El abrazo del monstruo me ha parecido una buena novela, que juega con varios factores novedosos que le aportan un aire fresco al género, al tiempo que tintes góticos y juega con la metalitetura, con el mundillo de los autores, los editores y las editoriales, y como no de los lectores. Ahí he visto una crítica encubierta al mundo editorial de la mano de la insistencia de Tejada para que Diego resucitará al Monstruo en una nueva novela, también cuando secuestran a su hija y pretende que vaya a un plató de televisión para llevarse su parte del pastel. Me ha parecido tremendo el ninguneo al que somete al autor ante su negativa a escribir una segunda parte de su novela más exitosa, hasta que este se aviene a hacer volver al Monstruo. Me ha parecido un mundo despiadado, destructivo y muy interesado.
El estilo del autor es ágil, sencillo con profusión de diálogos, sabe dosificar la intriga, y cuando el lector cree que lo tiene todo bajo control es especialista en dar una vuelta de tuerca a la situación y dejar la partida de nuevo en la casilla de salida. Félix J, Palma juega con el lector, pero juega limpio, no se saca ases de la manga, ni conejos de la chistera, aunque el lector no siempre sea capaz de ver las pistas a tiempo porque potencia otras que llevan a callejones sin salida.
A pesar de que Diego es un personaje potente que evoluciona a lo largo de la novela me hubiera gustado una mayor profundidad en algunos de los secundarios, sobre todo en la mujer de Diego, pero no quiero contar más porque es una novela para ir descubriéndola página a página. Es una historia para dejarte abrazar por el Monstruo, dejarte envolver por su maldad, por su atmosfera opresiva, y deshacerte de ese abrazo letal en la última línea.
Seguro que El abrazo del monstruo te proporciona muchas horas de lectura placentera, y seguro que esos peros si tu también los ves, se quedan en pequeñas anécdotas que no desmerecen la lectura de esta gran novela.
Felix J. Palma se divierte jugando con el lector, ofreciéndole pistas falsas, dando por concluida la investigación para llegar al punto de partida de nuevo, y el tiempo corre, las pruebas cada vez son más complicadas, la última es simplemente salvaje y aberrante y parece que la policía se empeña en enrocarse, en no ver lo que el lector ya intuye, en lo que Rocamora entreve, no es una novela negra al uso. Y no lo es porque la víctima es parte activa de la investigación, se desquicia, actúa a la desesperada, pero al mismo tiempo mantiene la mente lo suficientemente lúcida para que no se le pasen las pistas que aparecen en las pruebas.
El estilo del autor al narrar me ha convencido, es verdad que pienso que le sobran páginas, que hubiera podido solventar de otra forma las repeticiones, que tiene algún personaje infrautilizado, pero quizás ese es el efecto que él buscaba, pretendía centrar nuestra atención en Diego y que los demás fueran accesorios, unos secundarios necesarios pero que si en algún momento prescindía de ellos tampoco se notara. Para ello posiblemente haga falta maestría, para mantener la atención del lector durante tantas páginas también
La última parte simplemente ha volado en mis manos, necesitaba saber como iba a cerrar una investigación que parecía no tener fin, y me ha sorprendido, me ha parecido muy ingenioso, sin necesidad de sacarse un as de la manga porque la novela estaba sembrada de pistas, pero la proliferación de ellas distrae la mente del lector, incluso la del más avezado. Me ha gustado el colofón final que despúes de tanto retorcer la trama y a los personajes nos ha brindado el autor. Me ha parecido brillante, un final acorde con la trama y las subtramas que se manejan, que son de lo más variadas pero giran todas en torno a la principal, o a un accesorio del protagonista.
Me costó cerrar la boca cuando tuve ante mí la resolución del caso, no podía dejar de pensar en si era verosímil, o una argucia más y terminé concluyendo que la desesperación y el ansía de salvar a lo que más quieres te da fuerza, más de la que pensaste tener alguna vez. No quiero destripar más, pero en ese final yo hubiera cambiado alguna cosita, por aquello de la justicia poética, pero es difícil entender lo que quiero decir sin haberse leído la novela, o quizás a vosotros os parezca perfecto tal y como lo presenta el autor, porque para gustos los colores.
Conclusión:
A pesar de unos pequeños peros, El abrazo del monstruo me ha parecido una buena novela, que juega con varios factores novedosos que le aportan un aire fresco al género, al tiempo que tintes góticos y juega con la metalitetura, con el mundillo de los autores, los editores y las editoriales, y como no de los lectores. Ahí he visto una crítica encubierta al mundo editorial de la mano de la insistencia de Tejada para que Diego resucitará al Monstruo en una nueva novela, también cuando secuestran a su hija y pretende que vaya a un plató de televisión para llevarse su parte del pastel. Me ha parecido tremendo el ninguneo al que somete al autor ante su negativa a escribir una segunda parte de su novela más exitosa, hasta que este se aviene a hacer volver al Monstruo. Me ha parecido un mundo despiadado, destructivo y muy interesado.
El estilo del autor es ágil, sencillo con profusión de diálogos, sabe dosificar la intriga, y cuando el lector cree que lo tiene todo bajo control es especialista en dar una vuelta de tuerca a la situación y dejar la partida de nuevo en la casilla de salida. Félix J, Palma juega con el lector, pero juega limpio, no se saca ases de la manga, ni conejos de la chistera, aunque el lector no siempre sea capaz de ver las pistas a tiempo porque potencia otras que llevan a callejones sin salida.
A pesar de que Diego es un personaje potente que evoluciona a lo largo de la novela me hubiera gustado una mayor profundidad en algunos de los secundarios, sobre todo en la mujer de Diego, pero no quiero contar más porque es una novela para ir descubriéndola página a página. Es una historia para dejarte abrazar por el Monstruo, dejarte envolver por su maldad, por su atmosfera opresiva, y deshacerte de ese abrazo letal en la última línea.
Seguro que El abrazo del monstruo te proporciona muchas horas de lectura placentera, y seguro que esos peros si tu también los ves, se quedan en pequeñas anécdotas que no desmerecen la lectura de esta gran novela.