lunes, 16 de diciembre de 2019

Nacida libre. Minerva Piquero

Cuando un libro llama mi atención por algún motivo me lanzo de cabeza, no miro autor, ni portada, solo sigo esa corazonada que unas veces resulta un éxito y otras me estrella contra la pura realidad, en esta ocasión acerté de lleno al seguirla, cuando desde Masa Critica de Babelio me ofrecieron el libro para reseñar.

Para los que ya tenemos unos años y peinamos canas aunque las disimulemos debajo de un tinte, Minerva Piquero es la chica del tiempo de nuestra adolescencia y juventud, después desapareció de nuestras pantallas y hasta hoy  no había vuelto a saber de ella, pero me atrajeron los personajes femeninos que se vislumbraban en la sinopsis, y quería saber como iba a resolver la ecuación que nos presentaba.

A priori no suelo leer novelas en las que se trata el tema LGTBI, pero tampoco las rehuyo, si caen en mis manos bienvenidas sean, sobre todo si tocan el tema con la elegancia y valentía que se hace en esta novela, que es un grito de libertad, un golpe en la mesa, un basta ya, que le da coraje a nuestras protagonistas para luchar por lo que desean.

La autora:

Minerva Piquero, nació en Agosto, México, en 1967. Licenciada en Periodismo en la Arizona State University (USA). En los años 90 se dio a conocer en televisión como la chica del tiempo, dedicándose veinte años a presentar, dirigir , escribir y producir programas de televisión. En 2002 fundó su propia agencia de comunicación corporativa, y desde 2012 es directora de Comunicación y  Relaciones Publicas en una agencia de medios multinacional. Vive en Madrid con sus dos hijos. Nacida Libre es su primera novela.


Sinopsis:

Cora necesita reinventarse para salir del pozo en el que se ve inmersa tras la inesperada ruptura con el amor de su vida. El sexo se convertirá en el rito de iniciación hacia su nueva identidad, un mundo desconocido donde experimentar, reencontrarse y perdonar.

Valentina llega a España huyendo de un oscuro secreto y un pasado traumático; necesita renacer para encontrar su sitio en el mundo. La vida no es fácil para una joven transexual extranjera.

Las dos protagonistas de Nacida Libre, aún siendo de dos mundos tan distintos y alejados, coinciden en un momento crucial para ambas en el que deben recorrer un camino de autoconocimento dejando atrás la traición y la venganza.

Las circunstancias en las que es encuentran hacen que crezca entre ellas una profunda amistad y la fuerza necesaria para entender que a pesar de todo, ellas nacieron libres.

Mis impresiones:

Minerva Piquero ha escrito una novela imprescindible para nuestros días, una historia de mujeres, pero si me lo permitís no solo para mujeres. Una historia tan cercana como palpable, porque nuestras protagonistas podrían ser cualquiera de nosotras, de nuestras vecinas, compañeras de trabajo, mujeres heridas, rotas que se tienen que reinventar, autoconocer, amarse tal y como son, y a través de ello llegar a redimirse.

La autora nos plantea la historia de dos mujeres, muy distintas entre sí, pero iguales en lo esencial, se sienten perdidas, traicionadas, tienen que recomponer su mundo y encontrar su lugar en él. Cada una tiene una peculiaridad distinta y ambas nos van contando su historia en primera persona en capítulos alternos, hasta que en un momento dado sus vidas confluyen y se ayudan la una a la otra a salir del pozo en el que se había convertido su vida. Y esa es la grandeza de esta historia. 

Tenemos dos narradoras fuertes, luchadoras, y la autora acierta al mantener la voz narrativa de cada una de ellas porque proceden de países distintos pero también tienen distinta formación, aunque ambas podrían pertenecer en su infancia a una clase acomodada. Cada una tiene su propio bagaje y sus propias vivencias, y ello es lo que ha conformado a las mujeres que son hoy.

A los otros personajes tanto femeninos como masculinos los veremos a través de los ojos de nuestras protagonistas, hay dos mujeres que son absolutamente necesarias para que la trama fluya, Rita, y Susana, la primera arrasa como un vendaval, más cerca de los sesenta que de los cincuenta se ha bebido la vida a grandes tragos, la ha disfrutado, se ha hecho a sí misma, se ha equivocado, ha caído y se ha levantado tantas veces que ni lo recuerda, pero es feliz y coge de la mano a Cora sobre todo para que aprenda a desinhibirse, a quererse a si misma y a creerse que es libre para hacer lo que quiera y con quien quiera. Susana tan necesaria ella, es un personaje que queda más en un segundo plano a pesar de ser más que necesaria, es la única que parece estar centrada con su pareja.

Y los masculinos podrían ser un mero accesorio, pero no me parece que lo sean, Manuel es el ex marido de Cora, es quién pone su mundo patas arriba cuando le revela el secreto que lleva tantos años guardando y ya no puede esconder por más tiempo. A Cora la deja sin ese apoyo que siempre ha sido él, sin su marido, compañero y amigo, y le hace cuestionarse tantas cosas que la deja hundida, y llena de odio y rencor. Manuel le duele. Conforme avanza la novela veremos como evoluciona la relación de ambos al tiempo que Cora aprende a vivir por ella misma. 

Oscar es ese punto de rebeldía de Cora, ese puntito gamberro de experimentación, un hombre de usar y tirar, aunque quede feo decirlo, tenían una relación basada en el aquí te pillo aquí te mato y mañana ni me acuerdo. Pablo es la nueva ilusión de la Cora renacida, de la que se ha encontrado así misma, ha aprendido a quererse y a empoderarse. Posiblemente de todos ellos el único importante en esta trama es Manuel.

La historia de Valentina es dura, con una infancia terrible y el único apoyo de nana Sara, una mujer entrañable que siempre supo ver a la mujer atrapada en un cuerpo de hombre y le dio fuerzas para volar. Me ha enternecido el recuerdo que de ella tiene Valentina, la imagen que nos transmite a los lectores. Minerva no nos ha ahorrado ninguna de las vilezas por las que tuvo que pasar Rubén como sus padres lo bautizaron, algunas revuelven las tripas y nos demuestran que a este mundo le queda todavía mucho que avanzar en cuanto a tolerancia. Valentina adopta el nombre de su bisabuela cuya historia os animo a conocer en las páginas de este libro.

La prosa de la autora es sencilla, directa, llamando a las cosas por su nombre, rompiendo tabúes porque después de tantos años las mujeres seguimos sin ser libres para experimentar, para vivir nuestra sexualidad de forma plena, y ahí es donde entra en acción Rita que regenta un sex shop, para demostrar que nosotras también podemos hacer lo que nos propongamos, que podemos vivir de forma plena nuestra sexualidad sin miedo al que dirán que lo único que hace es cortarnos las alas.

Por otro lado nos abre los ojos a la realidad trans, se mete en la piel de Valentina, pero también en la de Carla su compañera de piso, nos muestra las dificultades que viven, lo difícil que es abrirse camino, encontrar un trabajo, poder vivir dignamente de él. Los trámites para conseguir un cambio de nombre en la documentación, y como no el proceso médico para que el cuerpo deje de ser la cárcel del alma. 

Una novela que nos hace reflexionar que nos abre las miras a una realidad que no nos es cómoda, a la que es más fácil ignorar, pero que está presente en nuestras calles, en nuestros trabajos y en nuestras aulas. Si queremos hacer de este mundo un sitio mejor, no podemos cerrar los ojos a una realidad que supone un infierno para muchas personas. Pero al mismo tiempo al ser Valentina, mexicana nos muestra un mundo que podemos desconocer. Nuestra protagonista tiene doble nacionalidad, su padre era español, a pesar de ello la tratan como extranjera, vive muestras de xenofobia.

Muchos son los palos que toca esta novela, se trata de una novela feminista, en la que encontramos mujeres Cis, mujeres Trans, mujeres Hetero, cada una con sus peculiaridades pero iguales en lo esencial, son libres para ser quienes quieran ser, para amar a quien quieran, para volar. Es un grito de libertad que no me cansaré de recomendar, porque nos saca de nuestra zona de confort para que abramos nuestra mirada a realidades que están a nuestro alrededor.

Conclusión:

Si alguien pensaba que el movimiento feminista es solo una moda, puede ir olvidándose, ha llegado para quedarse, para empoderar a la mujer y darle su lugar en el mundo, pero no para ponerla sobre nadie, si acaso al lado del otro sexo, no nos equivoquemos.

Con un lenguaje sencillo y derribando tabúes Minerva Piquero nos presenta a dos mujeres tan distintas entre sí como iguales en lo importante. Y eso es lo que deberíamos ver los que las vemos desde fuera. Un acierto a mi modo de ver el mantener el vocabuliario de Valentina, expresiones propias de su tierra que la hace más humana, más real, hasta el punto de traspasar en ocasiones el papel.

Si me tengo que quedar con algún personaje, no sería ninguna de las dos protagonistas, me quedaría con la personalidad arrolladora de Rita, con esa humanidad desbordante, con esa desinteresada ayuda que presta a las chicas, que son como parte de su familia, porque si algo nos enseña también esta novela es que hay lazos que unen más que la sangre.

No me queda más que recomendaros la lectura de esta preciosa historia que os removerá como poco


lunes, 2 de diciembre de 2019

La Cadena. Adrian Mckinty

Hay libros que te llaman la atención sin saber demasiado bien porque, o igual miento porque la sinopsis es un reclamo sin parangón, pero vengo comprobando en los últimos años que las novelas americanas no me acaban de gustar, no me las creo, incluso me llegan a aburrir y se me eternizan en la mesilla de noche. 

Cuando leí que se desarrollaba en Estados Unidos sentí un especie de amor odio por la novela, temía que terminara resultándome tan cargante como otras que había leído, y en ese caso no me siento capaz de hacer una reseña en condiciones porque no se muy bien si falla el libro, o falla mi gusto. Pero fue más fuerte la atracción que la repulsión, y no me arrepiento de haber apostado por ella porque el marketing era muy fuerte y podía generar mucho ruido y pocas nueces. En mi caso el ruido y las nueces han estado equilibrados.

Puede que la nacionalidad del autor de esta novela, irlandés, sea suficiente para que no me haya decepcionado, o sumergido en esa especie de irrealidad, aunque otros lectores me han dicho que quizás lo que me pasa es que no acabo de entender la sociedad, cultura y costumbres americanas, todo es posible y como no se de donde viene ese desapego seguiré apostando por aquello que me atraiga a riesgo de darme un buen costalazo.

Os recomiendo acometer esta lectura cuando tengáis tiempo por delante porque se pega a las manos, sobre todo la primera parte que tiene un ritmo tan rápido que a veces te corta la respiración, mi empatía con la protagonista fue tal que llegué a sufrir ansiedad y tuve que cerrar el libro. Por suerte en la segunda parte ese desenfreno para un poquito para analizar el origen de la cadena para retomar casi al final el ritmo endiablado que al menos a mi me ha afectado anímicamente por meterme en la piel de Rachel, si es que eso es posible.

El autor:

Adrian McKinty nació y creció en Belfast durante los conflictos de los años setenta y ochenta. Su padre era ingeniero naval y su madre secretaria.
Asistió a la universidad de Oxford con una beca para cursar estudios de Filosofía antes de trasladarse a Estados Unidos para convertirse en profesor de lengua en un instituto.
Sus novelas han recibido varios galardones, entre los que destacan el Edgar Award, el Ned Kelly Award, el Anthony Award y el Barry Award, y han sido traducidas a más de veinte lenguas. Es colaborador y crítico literario de The Sidney Morning Herald, The Irish Times y The Guardian.
En 2017 al no poder vivir de la literatura abandonó la escritura y se dedico a conducir su propio coche para Uber y a ser camarero. Don Wislow (el Poder del perro) le pasó varios de sus libros a su editor y este le encargó un thriller.
Así nace La cadena la novela que le ha reportado al autor la solvencia para vivir de la literatura, está en vías de publicación en 40 países y sera llevada a la pantalla por Paramounth Pictures
Actualmente, vive en Nueva York con su mujer y sus dos hijos.
Sinopsis:
Como una mañana cualquiera, Rachel deja a su hija en la parada del autobús. Pero una llamada de un número desconocido lo cambia todo: una mujer le informa que tiene a Kylie secuestrada y que, si quiere verla de nuevo, deberá seguir sus instrucciones al pie de la letra: primero, pagar un rescate; segundo, secuestrar a otro niño. Quien llama es también una madre cuyo hijo ha sido secuestrado, y si Rachel no cumple con las reglas, el niño morirá, y su hija también.
Rachel ya forma parte de La Cadena, un mecanismo que convierte a padres de familia en víctimas y a su vez en criminales, y que está haciendo a alguien muy rico en el proceso. Ella es una mujer corriente, pero en pocas horas los acontecimientos la llevarán hasta límites impensables y la obligarán a hacer algo terrible.

Los creadores de La Cadena saben que unos padres harán todo lo que está en sus manos por sus hijos. Pero no contaban con cruzarse en el camino de una mujer decidida, valiente y superviviente como Rachel. Porque, si alguien puede romperla, ésa es ella.

Mis impresiones:

Abordar esta lectura es entrar en un gran dilema moral, en una lucha del bien contra el mal, del deseo contra la obligación, es llevar al límite el aguante humano y la constatación de que dentro de cualquier persona hay un criminal latente que llevado a situaciones extremas saldrá a la luz. El motor que mueve  la cadena no es el dinero, si no el Amor, sea del género que sea, filial, de pareja, fraternal... Y de esa vulnerabilidad se vale para obligar a personas aparentemente normales a ser en  primer lugar victimas, para convertirse en verdugos y supervivientes.

La culpa planea por toda la novela, la de los padres cuyos hijos desaparecen, la de aquellos que se ven abocados a causar a otros el mismo daño que ellos están sufriendo para salvar a su hijo, y la de los que saben que nunca estarán a salvo porque la cadena en cualquier momento les puede reclamar que vuelvan a entrar en escena. Esa culpa o remordimiento es la que les hace avanzar, sacar fuerza de donde no sabían que ni las tenían, en todo momento son las mujeres las que sacan la fortaleza, mueven los hilos, logran superar los retos y los personajes masculinos se ven más débiles y a punto de hacer naufragar las operaciones.

En la primera parte el ritmo es frenético, acompañamos a Rachel en esa lucha contrarreloj para cumplir con las exigencias de la organización, cada paso que da le aleja más de la mujer que era hasta ese momento y la convierte en otra que no reconoce y ni siquiera pretende reconocer, su hija esta por encima de cualquier cosa. Como cualquier persona se pregunta porque ella, que ni siquiera es valiente, ni tiene dinero, y su salud es frágil tras haber pasado por un cáncer que parece haber vuelto a adueñarse de su cuerpo.

Asistimos a la transformación de Rachel en apenas cuatro días, los capítulos comienzan con el día y la hora , el secuestro de Kylie dura del jueves al sábado, pero la adrenalina continua porque Rachel mantiene secuestrada a su victima, una victima que no es la que ella había elegido en un primer momento pero que de forma colateral presionada por la cadena tuvo que asumir porque el tiempo se agotaba. La primera parte transcurre en tan solo cinco días, en los que tiempo parece que vuele, que se escurra, en ese tiempo nuestra protagonista no vive, sobrevive, con los nervios a flor de piel, destrozados, pendiente del teléfono que le traiga noticias de su hija, pero también por si recibe nuevas instrucciones, parece que un ser diabólico se esté divirtiendo con ella, su angustia, su miedo.

Los capítulos en la primera parte son cortos, algunos podríamos decir que son muy cortos, siempre con ese gancho que te obliga a seguir leyendo para ver que le deparara el paso de las horas a Rachel, a su hija, pero también al resto de familias que están en la misma ecuación. Asistimos también al cautiverio de Kilye, la vemos caer y levantarse, poner su mente a trabajar, darse cuenta de que no tiene escapatoria, de que sabe manipular porque lo intenta con el eslabón débil de ese trozo de cadena, me dio pena ese padrasto, las conversaciones con su rehén me enternecieron, entendí porque ahí la que tenía el alma endurecida era ella y comprendí que era capaz de todo por salvar a su hijo, como también Rachel comprendió que a pesar de todo haría cualquier cosa por su hija, por reprobable que fuera, y llegar a esa conclusión a su lado es doloroso, porque te hace ponerte en sus zapatos, reflexionar de que serías tu capaz en su situación, para darte cuenta de que serias igual de dura, fría e inflexible que ellas.

En la segunda parte el ritmo se sosiega, aunque no por ello deja de avanzar la trama, nos presenta los orígenes de ese juego macabro que está enriqueciendo a unos pocos a costa del dolor y la criminalización de gente aparentemente normal y comenzamos de muy atrás, una infancia nada convencional, que podría perfectamente explicar la frialdad y la falta de empatía de los cerebros de esta locura que mantiene unida a un montón de familias que no tienen nada en común, ni se parecen en nada.

Esos capítulos se alternan con la vida de Rachel tras haber pasado por esa experiencia traumática y las secuelas que arrastra Kilye, todo aparentemente normal, se alternan capítulos cortos con otros más largos y llega un momento en que el lector avezado va uniendo cabos, va haciendo sus suposiciones y quizás porque he leído unos cuantos, en un momento dado adiviné quien era el cerebro del juego, y también intuí que la cosa se iba a poner fea, o muy fea.

Porque La Cadena no te permite hacer vida normal, no deja que olvides tu pesadilla, siempre está ahí al acecho, tu familia sigue en peligro, nunca estarás a salvo si no logras romperla, si no terminas con ella. Rachel no sabe como solucionar los problemas que arrastra su hija, no lo pueden hablar ni siquiera con un psicólogo. 

En un momento dado el autor vuelve a recuperar el formato del día y de la hora, se avecina de nuevo la vorágine, el lector lo intuye, no sabe muy bien de que manera, pero sabe que Rachel va a ser decisiva, y tanto que lo es, pero vas a tener que sumergirte entre las páginas de este libro, vas a tener que sufrir con la protagonista, vas a tener que plantearte sus mismos dilemas, vas a tener que ponerle freno a tu propia ansiedad, al menos yo tuve que hacerlo hacia los capítulos finales cuando todo se precipita.

La novela comienza fuerte y no da tregua, en la segunda parte sienta las bases del nacimiento de La Cadena y nos muestra quien está detrás, comenzando desde su infancia, a pesar de eso no se hace largo, ni pesado, al menos a mi no se me ha hecho, me interesaba saber que era y quien la había creado y cual era el propósito de tan diabólico engendro. Reconozco que mi curiosidad queda saciada. 

No me parece una historia previsible a pesar de que en un momento dado adivino quien está detrás y el golpe de gracia que da el autor me queda desvelado antes de tiempo, quizás por ese motivo también se me disparó la adrenalina por saber si iba a ser capaz de darle un final digno a una historia que me había tenido en vilo hasta ese momento. Y en mi opinión el final es muy cinematográfico, grandioso, muy americano, de esos que me suelen chirriar y malograrme una novela y sin embargo en esta ocasión me encaja a la perfección, todos los engranajes perfectamente engrasados están en su sitio y la trama avanza perfectamente  como la maquinaria de un reloj suizo.

Llama la atención que el escritor haya sabido meterse en la piel de una mujer con una fortaleza tan espectacular y una determinación a prueba de erosión, aunque realmente todas sus mujeres tienen esas características, no se permiten flaquear en ningún momento. Y es quizás más significativo que la parte más débil de cada eslabón siempre sea el personaje masculino, siempre se sienten sobrepasados, siempre al limite de meter la pata y generar una reacción negativa por parte de la cúpula de la diabólica entidad. Y si me apuras llama la atención las secuelas que arrastra Kilye con la determinación y la entereza que demuestra durante su secuestro, pero es que recibe un golpe muy duro, pero si he picado tu curiosidad habrás de leer la novela.

Sin embargo, todo tiene su explicación, unas veces el autor lo pone a la vista, otras va sembrando pistas para que entendamos todos los pasos que se van dando, , no hay puntada sin hilo, ni siquiera cuando baja el ritmo e introduce el germen de ese malvado juego, es la forma de preparar ese final tan apoteósico, tan de película, tan visual, tan descarnado.

Conclusión:

La cadena me ha sorprendido tanto por la trama, como por la estructura de la novela, como por los personajes femeninos tan bien dibujados que nos presenta el autor. Ha mostrado mucha pericia a la hora de meterse en la piel de una mujer, de dibujar las reacciones de varias de ellas, aunque la protagonista principal es Rachel.

La propia idea de una organización tan macabra ya es un plus, pero conocer los orígenes de esta que pretendían sus creadores y hasta donde están dispuestos a llegar a mi me ha interesado tanto como esa vorágine de la primera parte.

La cadena es un thriller que pasa en un suspiro, te tiene el alma en vilo y si logras meterte en la piel de la protagonista y calzar sus zapatos se pasa un mal rato, al menos yo lo pasé.

No me queda más que recomendarte esta novela si eres amante del thriller seguro que después estarás menos tranquila cada vez que tus hijos salgan por la puerta.