jueves, 16 de abril de 2020

Cava dos fosas. Félix García Hernan

Quienes soléis frecuentar este blog sabéis lo mucho que disfruto una novela negra, que me gusta descubrir autores nuevos, arriesgarme con títulos, tramas, personajes, y que de vez en cuando encuentro un balón de oxigeno, joyas a las que le voy siguiendo los pasos.

Entre esas joyas que un día descubrí se encuentra la editorial Alrevés. Si quieres una buena novela negra puedes perderte en su catalogo y seguro que encuentras alguna que te seduce. Es sinónimo de un trabajo hecho a conciencia tanto en maquetación como en corrección, y en la elección de textos que no siempre son comerciales.

A pesar de tener más novelas en el mercado, no conocía a Félix, así que la lectura de este libro ha supuesto todo un descubrimiento, un lienzo en blanco para poder ir dando forma mediante las impresiones lectoras a un cuadro de sensaciones. No siempre es posible disfrutar de este tipo de experiencia, bien porque conoces al autor y ya sabes que tipo de prosa, personajes y tramas utiliza, bien porque has leído muchas reseñas, has visto en las redes sociales impresiones,  que ya le han conferido pinceladas al lienzo, no son las tuyas, pero ahí están condicionando tu experiencia.

Esta vez he podido disfrutar de una prosa directa, concisa, si me apuras aséptica sin concesiones ni florituras. Mazazo, tras mazazo Félix nos lleva a través de dos tramas de la mano hasta un final que necesitamos, que deseamos que llegue para desembarazarnos de la angustia que tenemos como fiel compañera durante toda la lectura. Ni siquiera la trama ambientada en los años ochenta nos libra de esa sensación de opresión, de desengaño, de ansiedad.

Una novela que avanza con personajes bien trazados, el autor nos obliga a mirar fotograma a fotograma, presente y pasado de unos perdedores, unos más que otros, de personajes de carne y hueso que tienen sus tribulaciones, no son héroes ni pretenden serlo, son seres como cualquiera de nosotros, los lectores, con nuestras complejidades, claroscuros y aristas.

Pero como siempre me adelanto, y un cuadro se conforma de pinceladas, unas más gruesas, otras más livianas, las menos, y como cada lector es un mundo su bagaje es distinto, cada cuadro es completamente genuino, como lo es cada experiencia lectora. ¿Me acompañas en la mía? 

El autor:

Félix García Hernán nació en Madrid en 1955. Cursó Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, pero es, por vocación, hostelero. Desde sus inicios como botones, todavía adolescente, ha recorrido todos los peldaños de su profesión hasta llegar a dirigir en Madrid establecimientos tan emblemáticos como el hotel Urban, el Villa Real o el Only You.

Desde la infancia es un lector compulsivo y amante de la música clásica y del cine. Además de Cava dos fosas (Al revés 2020) y Pastores del mal, que verá la luz proximamente en esta misma editorial, ha escrito las novelas Tras el telón, un thriller ambientado en el mundo de la ópera; Delfines de plata, que dentro de una trama de novela negra se sumerge en el particular microcosmo de los hoteles de lujo y El limite oscuro, donde dibuja el descarnado fresco de uno de los mayores males que asolan nuestra sociedad actual: la corrupción.

Sinopsis:

Javier Gallardo, a sus cincuenta y cinco años, es uno de los comisarios de policía más respetados y brillantes del país. Sin embargo, desencantado, decide aislarse un tiempo en la Vall de Boí  y replantearse su futuro en el cuerpo. Pero mientras disfruta de ese retiro tendrá que enfrentarse a un oscura y reaccionaria forma del mal con la que se encaró recién salido de la academia y marcó su carrera y su corazón para siempre.

Porque los inicios de Gallardo en el cuerpo,  en una sociedad frágil que afrontaba sin ninguna garantía su transición hacia la democracia , no fueron fáciles y pronto aprendió que el enemigo a veces está infiltrado dentro de la propia policía. Treinta años después, sus adversarios, que ya creía sepultados, volverán con más ímpetu que nunca para saldar cuentas pendientes en un plan maquiavélico que no dejara indemne a sus seres más queridos.

Con una tensión dramática digna de los mejores autores del género y una prosa directa y contundente, Félix García no da tregua al lector hasta la última palabra y lo  sumerge en un viaje sin concesiones por las más oscuras trincheras de los poderes fácticos, para descubrir que treinta años no son suficientes para enterrar todos los demonios del pasado.

Impresiones:

La venganza es un plato que se sirve frío, y que necesita de mucho tiempo para fraguarse y retroalimentarse, envenena a quien emprende el viaje porque generalmente no sale todo tal y como se prevé, pero en ese camino también se lleva por delante parte de la ecuación que se pretende despejar que tampoco sale idemne.

Puede parecer muy criptico, pero creedme si os digo que es una novela que merece la pena ir descubriendo paso a paso, conforme se avanza en la lectura, ir viviendo todas las sensaciones que te va despertando, sufrir al lado de los personajes, porque el autor nos hace participes de lo que experimentan y es difícil no meterse en sus zapatos, hay momentos en que la mente te juega malas pasadas y te mete en la piel de Javier y parece una centrifugadora, o un ordenador calibrando las miles de posibilidades de reacción.

Cava dos fosas es una novela negra, policíaca, desarrollada en dos tiempos verbales, uno se ambienta en el presente, y el otro, del que derivan los polvos que hoy enlodan a nuestros personajes nos traslada a los años ochenta, con una Transición frágil que empieza a dar sus pasos y  la movida madrileña. 

Es precisamente en los años ochenta, en los que yo era una niña, y por lo tanto no tengo recuerdos nítidos, en los que me he sentido más cómoda a pesar de que se me revolvía el estómago con los poderes fácticos que desde la sombra luchaban para que nada cambiara demasiado en esa España que luchaba porque la Democracia triunfara y hubiera una apertura. Félix nos mete en la época de la mano de tres policías jóvenes con ganas de cambiar el mundo, que tropiezan con aquellos que pretenden que todo siga igual. Una lucha sin cuartel en la que tienen mucho que perder y de la que no salen idemnes, y marcará quienes serán en un futuro.

"Y en España siempre habrá héroes anónimos que se preocupen por mantener las enseñanzas que recibimos durante cuarenta años."

Félix García Hernán sabe como atrapar al lector, a pesar del comienzo sosegado y algo bucólico de la novela, va desenredando la madeja desde un retiro para aclarar ideas, hasta una situación un poco macabra en la que se verá inmerso nuestro personaje, que lo obligará a hacer un repaso a su vida y a sus muchos aciertos policiales para descubrir quién está detrás moviendo los hilos.

Y eso lo consigue con capítulos más bien cortos, en los que  se van alternando esos dos tiempos verbales, pasado y presente confluyen para ir creando una trama compleja, con una estructura sencilla y un ritmo en ocasiones endiablado, para ofrecernos a continuación un balón de oxigeno en forma de recuerdos. El autor elige esa forma de presentarnos a unos personajes muy de carne y hueso, muy veraces, con los que el lector puede empatizar o incluso rechazar, pero sobre todo son cercanos, no son perfectos, si no que tienen sus zonas de luz y de sombra, personajes que se equivocan, cuyas actuaciones tienen consecuencias, que aman, que ríen, que lloran, se frustran y celebran sus triunfos. Tal cual como en la vida misma y ese es el gran acierto de esta novela, porque sus personajes tienen el suficiente carisma para sostener toda la trama tanto en el pasado como en el presente.

Hay dos personajes en cada uno de los tiempos que me han enamorado, me han subyugado y no me importaría volver a encontrar en un futuro. En la trama de los ochenta dejadme que muestre debilidad por Carmen Nuñez-Quiroga, una mujer luchadora, reivindicativa, adelantada a su época porque nuestra democracia estaba todavía en pañales y aún así su posición en la policía era muy importante. Su origen en una familia acomodada y afín al Régimen, no le impidió desarrollar sus propias ideas, y luchar por ellas poniendo en peligro su integridad física y arriesgando su carrera en el cuerpo.

En el presente el personaje que  me ha robado el corazón ha sido Raúl Olaya, inspector jefe que ha crecido al auspicio de dos de nuestros personajes principales, ambos comisarios. El tiempo pasado a su lado le sirvió para aprender su forma de actuar y ello le ayudará a investigar la desaparición de sus dos colegas, porque las casualidades no existen y cuando se suma un tercer factor queda al descubierto que hay que actuar con rápidez. Me ha gustado su forma de razonar, su aplomo, las salidas ingeniosas cuando la investigación entra en vía muerta. Me gustaría encontrarme más efectivos como él dentro del cuerpo el mundo sería mucho más justo.

"Raúl sabe que va a haber un antes y un después en la vida desde el día de hoy. Siente que la alegre y optimista juventud en la que ha estado cómodamente instalado hasta ahora lo ha abandonado para siempre."

Pero en toda novela negra hay un villano, sin él no existiría la trama, en esta el personaje es de lo más siniestro, para encontrar su humanidad hay que escarbar muchísimo y aún así la mancilla con el odio y rencor que supura cada vez que sale a escena. El autor no redime a Diego López de Arbeloa y el lector tampoco puede hacerlo, al menos yo fui incapaz, no pude en la trama del pasado y menos en la del presente.

Toda la novela en el presente se nos plantea como una partida de ajedrez, en la que solo una parte puede mover las fichas, conoce todas las jugadas, las realiza a su antojo y espera reacciones para ejecutar el próximo movimiento, que rara vez coincide con el que tiene pensado, por aquello de que el ser humano es imprevisible y anticipar comportamientos no significa que vayan a producirse. Quizás por ese motivo en momentos puntuales la cordura de Diego también es puesta al límite para forzar la reacción que había previsto en Javier. En el pasado en esa misma partida de ajedrez cada bando mueve las fichas, unas veces ayudados y otras en solitario, y el final desde luego no queda en tablas y afecta por igual a ambos jugadores y les marcará de forma irremediable.

"Se esta jugando una partida desquiciante de ajedrez en la que le impiden mover las piezas, ya que su contrincante las mueve por él. Sólo queda la quimera de que Diego cometa un error y se dé jaque mate a sí mismo."

La novela es muy visual, con un ritmo muy marcado gracias a unos diálogos muy inteligentes y bien pensados. No será complicado llevarla al cine porque nuestro autor es un gran cinefilo y la novela va avanzando fotograma a fotograma y no podemos resistirnos, necesitamos avanzar, ya sea para llegar a la parte ochentera o para saber en que termina ese viaje de venganza emprendido treinta años después. 

Me gusta la forma en la que el autor ha sabido plasmar los cambios que ha experimentado la sociedad en estos treinta años, es como un juego de espejos del que participa el lector, a pesar de no tener recuerdos muy nítidos de esa época. Aunque en ocasiones te das cuenta de que a pesar de todo lo avanzado no hemos cambiado demasiado, que la vida sigue igual, hoy los poderes fácticos son otros, pero también se mueven para perpetuar su orden. Y las mujeres y el colectivo LGTBI tienen más derechos reconocidos, pero lejos de haber terminado su lucha.

Si algo queda claro con esta historia es que el pasado siempre nos espera agazapados a la vuelta de la esquina, que por tiempo que pase la venganza nunca saldrá como teníamos previsto, ni es un buen viaje si antes de emprenderlo no cavas dos fosas


 Conclusión:

Cava dos fosas es una novela que no puedes perderte si te gusta el género negro, pero no es una novela para pusilanimes, la trama te oprime, te angustia y aún así necesitas avanzar, necesitas saber. Y página a página se nos va desgranando el porque de esa venganza tan atroz, y que perdió por el camino cada uno de los implicados en esta macabra historia.

Pienso seguirle la pista al autor, porque su prosa es directa, contundente, aseptica, no necesita las florituras porque con sus personajes es capaz de sostener toda la trama y no hace falta alardear de recursos.

Félix espero que nos reencontremos en Pastores del mal.