martes, 28 de noviembre de 2017

Presentación Inspector Solo. David Jiménez "El Tito"



El hombre propone y Dios dispone, la de veces que habré yo oído la frase en boca de mis mayores, pero últimamente soy yo la que la dice cada dos por tres, y es que mi tiempo que ya hace que cotizaba en bolsa, este mes está haciéndolo a unas cotas altísimas. Por eso y aunque la presentación fue el día 17 de noviembre me encuentro frente al ordenador dispuesta a contaros uno de los eventos que más he disfrutado y no será porque no asisto a presentaciones, pero esta fue diferente, y yo parecía una niña con zapatos nuevos.

Ya de por sí suelo ir sola a este tipo de actos, o acompañada por una persona que esta vez iba a estar allí pero al otro lado, defendiendo un libro que para mi camina solo, tiene solvencia y no hace falta que nadie vele por él en demasía, tan solo que guie un poco sus pasos. Así que busqué compañía, lo comenté en el club de lectura y aunque hubieran venido todas en masa, al final dos personas pudieron venir. Así que contra lo que es costumbre en mi, después de trabajar me fui a casa, descansé, me acicalé un poco...

Ya en el coche la conversación fue de lo más animada, alrededor de la literatura como no podía ser de otra forma yendo en el vehiculo una correctora, una escritora y una bloguera, la media hora de camino fue de lo más distendida. Al llegar a la librería Argot con el tiempo un poco justo porque el tráfico a esa hora es poco fluido, encontramos a David, y a Pere Cervantes en animada conversación con otros lectores, al poco se unieron otros autores entre ellos Luis Rodríguez. Después de los saludos preliminares nos acercamos a la barra y pedimos la copita de cava cortesía de la librería, y allí estaba Raúl Ariza, Pedro Tejada, menuda presentación de lujo íbamos a presenciar.

Y ya copa en mano vimos llegar a Julio Cesar Cano, acompañado de su mujer Ester y su hija Julia, pintaba bien la cosa, y mejor que continuó, porque ya instalados en el sofá David y Pere, comenzó una conversación que pronto se extendió al público. Y vosotros preguntaréis ¿donde está la presentación?, no me seáis agonías que yo como siempre me adelanto, me voy por las ramas, pero luego me meto en vereda.


Pere llevaba idea de hablar poco, de ceder la palabra al autor que era quien a priori tenía que llevar la voz cantante, comentaba que se encontraba en baja forma, y caray menos mal porque si no, nos dan allí las uvas, porque estábamos a gusto, de verdad. Y digo llevaba la idea, porque después de explicar como llegó a él el manuscrito, como le impactó la evolución en la escritura y la de los personajes, nos recomendó la lectura como no podía ser de otra forma y antes de cederle el micrófono a David le lanzó una pregunta, y así estuvieron todo el rato, un toma y daca en el que Pere pidió ayuda al cinéfilo Raúl Ariza y en la que Julio desde su asiento entre el público matizaba apuntes de ambos escritores. Todo un lujo solo al alcance del grupo de personas que estuvimos esa tarde compartiendo risas.


Comentaba Pere Cervantes que David había tenido el acierto de crear el PERSONAJE, si así en
mayúsculas, porque Marcial puede sostener el solo toda la historia, pero no contento con ello, había creado otro a la altura y esa como no puede ser de otra forma es Zoe. Alrededor de este tandem giró gran parte de esa conversación unas veces a dos bandas, otras a tres, y a veces incluso a cuatro, que tanto nos enriqueció a todos los presentes. Confesó David que el protagonismo de Zoe en esta es mayor que en Muertes de sobremesa y que su intención es que entre ambos personajes se produzca un ajuste de importancias, de esa forma en la primera Marcial era quien eclipsaba a cualquier otro personaje, en Inspector Solo Zoe ha despegado y esta posiblemente a la misma altura de Marcial y puede que en la tercera, cuyo titulo conocerá el autor o no Zoe adquirirá más protagonismo y eso solo puede hacerlo a costa de su jefe. Y eso lo explica con un juego de manos que me encanta ver.
Aprovechó Pere para alabar la calidad literaria de esta novela, y la verdad es que se nota un gran salto entre Muertes de sobremesa y esta. Ambos estuvieron bromeando a costa de la presencia de o escasa presencia de las calles de Cartagena en esta novela, a Pere le pareció que perdía protagonismo, pero la respuesta de David lo dejó un poco desconcertado y ahí aprovechó para explicar que el consejo que le dio se refería a en ese momento de la historia, porque le rompía el ritmo de lectura. Sinceramente yo no reparé en eso durante su lectura, me metí tanto en la trama, quería tanto descubrir que se escondía detrás de todo, que me pasaron desapercibidas ciertas cosas, igual lo tengo que leer otra vez.


Raúl Ariza hizo una pregunta interesante, si escribe con un guión, o es de esos que dejan que la novela tome el derrotero que quiera. A lo que David contestó y espero no equivocarme porque no tomo notas que tiene claro como comenzarla, y el final, y en el nudo los personajes pueden tomar un poco la riendas, y es que un personaje con el carisma de Marcial, lo veo yo marcando los pasos de su autor, incluso yendose por las ramas y poniéndolo en algún apuro. Dejo eso pendiente para algún café... Comentó David que cuando pensó en la historia sabía como quería que empezara y como terminara y se dio cuenta de que iba a ser tan larga que lo concebía como una serie o el libro iba a tener más de mil páginas, y a ver quien le publica eso a un novel...


Y menos mal, porque chico, así vamos teniendo Marcial a pequeñas dosis, pero no te duermas en los laureles que ya lo echamos a faltar y queremos ver en que termina todo. Ahhhh Julio Cesar Cano preguntó si pensaba escribir una serie, a lo que David contestó que en un principio en su cabeza son tres libros y luego ya se verá, ojalá Marcial tenga una larga vida.

Una cosa que llama la atención es que David por su trabajo conoce muchos procedimientos policiales, sin embargo no alardea de ello, no abruma al lector con sus conocimientos, le preguntó Pere donde se documentaba para asuntos policiales, porque a él nunca le había preguntado nada, a lo que David le contestó que intenta no meterse en berenjenales, o en jardines de los que no pueda salir solo, y que en realidad si le pregunto una vez, pero que como la respuesta le suponía cambiar mucho de lo que tenía escrito lo obvió. Las sonrisas volaron en el sofá y se extendieron a la sala rápidamente, el buen ambiente es contagioso.

Más que una presentación parecía una charla entre amigos en la que el publico se encontraba involucrado, al menos así me sentía yo y cuando lo comenté con mis acompañantes me dieron la razón. A pesar de lo a gusto que estábamos todos el reloj corría y se dió por terminado el acto a la espera de las firmas. Como se que voy a coincidir con él en más actos y me estaban esperando dejé la firma de mi ejemplar para una próxima ocasión, espero que sea en el Club de lectura de Cosas y Musas, para entonces lo volveré a releer.

PD: le debía a David hablar sobre sus novelas, pero si esta crónica tiene alguna razón es la insistencia de Ana M, una yincanera, que no cesaba de recordarme que la tenía pendiente.

Galería Fotográfica:





viernes, 10 de noviembre de 2017

La huella de una carta. Rosario Raro

Hay novelas que te atraen por varios motivos y esta no  podía ser menos. Por un lado Rosario me ganó como lectora con Volver a Canfranc, una novela que me cautivó de tal forma que no he sido capaz de reseñar y puedo confesar sin ruborizarme que he llegado a hacer más de diez versiones distintas, pero ninguna lograba reflejar lo que la historia me dio a mí. Por otro lado su autora me ha emocionado en las distancias cortas, es siempre un placer asistir a un encuentro, presentación de sus libros o un club de lectura, tal es la cercanía y la humanidad que desprende. La portada también ha tenido su parte de culpa, porque esa enigmática y a la par bella mujer de ojos verdes ejerció sobre mí un gran magnetismo, y por último por deformación profesional... La huella de una carta.

Poco podía imaginarme que cuando comenzara a leer me llevaría de vuelta a mi infancia, a las tardes frías alrededor de una mesa camilla que escondía bajo sus faldas un brasero, donde una niña aplicada hacía los deberes mientras su abuela tejía bolsas de pan de ganchillo, su madre tiras elaboradísimas que unidas formarían una colcha y de fondo sonaba el consultorio de Elena Francis, todavía soy capaz de visualizar el receptor de mi abuela, de unas dimensiones considerables, en alto, custodiado por San Martin de Porres, por supuesto una imagen pequeña, yo diría incluso que minúscula.

De aquellas tardes solo recuerdo una sintonía, una voz preciosa y unos consejos que seguro que hoy me escandalizarían pero que recordando los comentarios de mi abuela, incluso de mi propia madre, en aquellos años eran muy normales. No creo que me hubiera gustado vivir mi época adulta en aquellos años, no soy nada casera, necesito salir, trabajar fuera del hogar, y sobre todo si en algún momento hago alguna cosa por mis hombres, tengo tres en casa, sea porque a mi me apetezca, no porque se considere mi deber y obligación.

Desde el minuto cero y por la carga emocional que para mí hay detrás, La huella de una carta se convirtió en un reto,  y así la afronté, y puedo decir que Rosario Raro se ha superado, ha logrado emocionarme con su historia, que admire a Nuria Somport, que logre visualizarla como una persona de carne y hueso que ha traspasado el papel de personaje que le han asignado. Pero además he logrado comprender de donde viene esa lucha de los afectados por la Talidomida, que efectos atroces tenía ese fármaco sobre los fetos. He llegado incluso a indignarme con un sector tan poderoso como la industria farmacéutica.

La autora:

                                                                                   
Rosario Raro nació en Segorbe, Castellón, en 1971, es profesora de Escritura Creativa en la Universitat Jaume I, doctora en Filología Hispánica con una tesis sobre las estrategias de escritura en Internet y posgraduada en Comunicación Empresarial y Pedagogía. Desde hace más de veinte años imparte cursos y talleres literarios para numerosas instituciones. Su obra ha sido traducida al catalán, al japonés y al francés y reconocida con numerosos premios literarios, tanto nacionales como internacionales.Vivió durante una década en Lima, Perú. 

De su novela Volver a Canfranc ( Planeta, 2015) en su versión francesa, Dernier train pour Canfranc (Editions Kero, 2017) se han publicado hasta el momento siete ediciones, ha sido finalista de los premios de la crítica valenciana y la productora Diagonal TV ha adquirido sus derechos audivisuales para adaptarla a la pantalla.

Puedes encontrarla en  las redes:

www.rosarioraro.net

twitter.com / rosarioraro

www.facebook.com/RosarioRaro


Sinopsis:

Reconozco haberme embarcado en esta historia sin leer la contraportada, puedo decir sin avergonzarme que ha sido en el momento de escribir esta sinopsis cuando he reparado en ella, y sinceramente creo que cuenta demasiado, si quieres que la lectura te sorprenda, que te transporte a la España de los años 60 y descubrir poco a poco que te depara Nuria y los demás personajes en este viaje, puedes saltar directamente a las impresiones, intentaré ser cuidadosa y no desvelar detalles que son un placer descubrir página a página.

La apacible vida de Nuria con su marido, un comercial al que no ve lo que quisiera, se altera cuando ella lee en la prensa un enigmático anuncio que le despierta su sueño de dedicarse a la escritura. Sin saber a ciencia cierta de qué se trata, acepta convertirse en la escritora anónima de las respuestas a las cartas que el consultorio radiofónico de Elena Francis recibe. 

Su labor parece sencilla: encargarse de responder las cartas que no da tiempo a radiar. Pero todo cambia cuando una oyente desesperada le habla de unos niños nacidos con terribles malformaciones. Nuria decide investigar su origen y destapa una trama internacional de corrupción que pondrá en jaque su vida y cambiará su destino para siempre.


Mis impresiones:

Quizás la gente más joven, la que nació en los años ochenta no haya oído nunca un programa de Elena Francis, posiblemente si yo no hubiera convivido con mi abuela algunos meses al año, tampoco lo conocería porque mi madre no era una oyente habitual, pero ya se sabe que cuando uno vive en casa ajena no es dueño de sus horas de asueto, sobre todo cuando solo hay una televisión y un aparato de radio.

Así que os dejo el testimonio de una carta radiada y su respuesta, de esa forma uno se hace una idea de que fue ese programa y que se pretendía a través de él, la censura era muy férrea con las cartas radiadas, y estas transmiten la ideología imperante en la época. Con este testimonio de voz también podremos entender mejor a la protagonista de esta novela, Nuria Somport y sus eternas dudas entre lo que ella contestaría y lo que debía contestar para que la carta pasara el filtro.





En esta novela Rosario nos muestra la realidad de una mujer de pueblo, que un buen día marcha a la  ciudad para formarse en la universidad y que por amor arrumba todas sus aspiraciones. Una mujer que se va ahogando entre cuatro paredes al cuidado de dos hijos a los que adora y con un marido ausente que ocupa las cuarenta y ocho horas de un fin de semana, a veces un poco más. Poco a poco, esa mujer se va dando cuenta de que su vida no es tan idílica como su  marido le pretende hacer creer, y busca una forma de que la soledad que la va cercando sea un poco menor.

A pesar de no hacerle falta trabajar busca en los periódicos ofertas de trabajo, y un día encuentra una hecha a su medida. Trabajar desde casa, respondiendo correspondencia... de un tiro podría matar dos pájaros, recuperaría el gusto por escribir que aparcó cuando se casó y seguro que un poco de independencia económica y social iba a tener.

Y así sin saber muy bien a que se iba a enfrentar, con un apoyo un tanto frío por parte del marido Nuria Somport se presenta en el edificio donde se requiere a una mujer para contestar cartas y pasa la prueba con éxito, aunque ya el lector percibe que la respuesta no es del todo sincera, más bien es contestar lo que quien va evaluar la carta quiere leer que lo que ella piensa realmente. Y de la misma forma que acude a esa podríamos llamarla entrevista de trabajo, sale con una caja de cartas debajo del brazo, no sabiendo muy bien como se las va a arreglar para una vez a la semana acudir a ese mismo edificio a entregar la correspondencia respondida y a recoger más cartas que contestar.

Rosario quería mostrarnos las dificultades con las que se encontraba una mujer sola, para trabajar y además criar unos hijos, y a fe que lo consigue, nos traslada esa desazón que siente Nuria cuando necesita unas horas libres para hacer sus transacciones laborales, el dinero no es un problema, pero no conoce a nadie en Barcelona, sus padres están en el pueblo, su marido es de origen italiano, no dispone de amigas de las que echar mano y la única persona a la que puede acudir es su vecina y al mismo tiempo casera. Una mujer estrafalaria que por un lado en lugar de ayudarle a buscar niñera se ofrece a quedarse con los niños y por otro tiene muy claro que quien paga la casa en la que viven es la empresa para la que trabaja el marido.

La entrada de Nuria en el mundo laboral arrollará su vida como un tsunami, por un lado comienza a sentirse más sola que nunca, conocer a Boro Navascues, la antitesis de su marido, le hace darse cuenta de lo muy idealizado que lo tiene, de lo poco que se preocupa por las necesidades de su mujer que desde el momento que aparece por la puerta tiene que  estar a su servicio, y preparada para lo que él quiera hacer. Su semana es soporífera, y los fines de semana están llenos de actividades. Nuria comienza a abrir los ojos y descubre que el embelesabiento ha sido desplazado por una rutina que a ella la está minando.

Y por supuesto estos cambios no pasan desapercibidos para su marido, que ya no le parece tan bien que trabaje, que la anima para que abandone el trabajo y esté más pendiente de sus hijos. con lo que no cuenta Maximo es con el factor desestabilizante de una noticia que a Nuria le cae a plomo. En una de las cartas una mujer les informa de la existencia de unos niños que nacen con malformaciones a causa de un fármaco. 

De esa forma Rosario introduce el segundo tema o trama de esta novela, el drama que sufren los afectados por la talidomida que tantos años llevan luchando para conseguir que sea reconocido el daño que se les causó e indemnizados como lo son en Alemania. Un tema real que se ficcionaliza para actuar de altavoz y como forma de denuncia social, porque desde hace muchas décadas los sucesivos gobiernos españoles y la justicia ha mirado hacia otro lado, y ha eludido responsabilidades.

Nuria con la ayuda de Boro comienza a investigar, necesita llegar al fondo de la carta, descubrir que hay de real en lo que les cuenta esa mujer, en esa desgarradora carta, que es un grito de auxilio desesperado. Desenredando la madeja, descubren una realidad que pondría los pelos de punta a cualquiera, pero que además tiene detrás unos intereses económicos tan fuertes que puede costarles incluso la vida.

El origen de este fármaco está en la Alemania nazi, y es que no todos fueron juzgados, algunos jugaron a ser dioses y lo siguen haciendo. La investigación de Boro y Nuria los lleva hasta un médico de descendencia española que está luchando contra el telamon en Alemania, y les avisa del peligro que corren. Los descubrimientos de nuestros protagonistas, las presiones que ejercen sobre un cargo público los pone en el punto de mira y nos lleva a viajar tanto a Alemania, como a Brasil donde los dueños de la empresa para la que trabaja Nuria buscan la fuente de la eterna juventud, no en balde fabrican cosméticos.

Rosario logra encogernos el corazón con las imágenes de los niños mutilados, nos metemos en los zapatos de Nuria que se mete en la piel de esas mujeres. Sentimos la vergüenza de esas madres por haber parido lo que para ellas es un monstruo, y la culpa que arrastran el resto de sus vidas porque ellas tomaron el medicamento, sin saber los efectos que provocaba claro, pero toda la vida arrastran esa pesada carga. La misma que hoy siguen arrastrando los afectados, pidiendo una idemnización que no llega, sabiendo que en Alemania si la han recibido y eso les hace la vida más fácil

Rosario sabe narrar con maestría la exhaustiva documentación que ha manejado, tanto en el caso de las cartas de Elena Francis, como en las investigaciones sobre la talidomida, se la presenta al lector de forma entretenida, sin que llegue a pesarle en ningún momento, se permite giros de humor cuando el tema que trata es peliagudo, pero es que en ocasiones es necesario destensar el ambiente, y en mi modesta opinión hace una incursión breve pero muy efectiva en lo negro, en lo criminal, con escenas poco aptas para estómagos delicados que cuesta creer que hayan salido de la pluma de Rosario.

Cuando se lo sugerí entre risas contestó que aunque la realidad en ocasiones supera la ficción, esa escena salió se su imaginación, tal vez sus muchas ganas de cargarse a Harald idearon esa atroz venganza, y me preguntó con la misma sonrisa si creía que podría tener algún éxito como escritora de novela negra.

Si las dos tramas están conseguidas, los personajes no lo están menos, con gran habilidad Rosario dibuja con esmero tanto física como psicológicamente unos personajes de gran complejidad, con muchas sombras y claroscuros, personajes que bien podrían traspasar el papel, y encontrarlos en cualquier comunidad de vecinos. 

Habréis intuido mis favoritos Nuria Somport, por ser esa mujer capaz de rebelarse al papel de mujer florero que la sociedad le había atribuido, capaz de luchar por lo que quiere, de poner en peligro su estabilidad, una mujer rebelde de las pocas que habría en aquella época en la que eran eclipsadas por maridos autoritarios, el que Máximo fuera italiano puede explicar un poco la libertad de la que ella gozaba.

Boro Navascues, poco voy a decir de este personaje que vale la pena ir descubriendo conforme avanza la lectura, un hombre con un pasado que aún le duele, con unas fuertes convicciones, leal. El novio ideal que cualquier suegra querría para su hija. Navegar en su mundo de claroscuros es un placer que se ve recompensado con una radiografía completa de un personaje entrañable.

También el padre Vilasermes me ha llegado al corazón, vaya forma de entregarse a los demás, ha habido alguna cosilla en él que no he sido capaz de vislumbrar pero con una segunda lectura seguro que compondría un retrato perfecto.

Liliana es esa mujer joven, que en un momento dado se encuentra perdida, se coge a un clavo ardiendo, pero cuando coge las riendas de su vida lo hace con determinación, un personaje a descubrir y si me apuras a admirar.

Y  si hay un personaje que me ha tocado las narices, ese ha sido el marido de Nuria, pero tendréis que descubrir vosotros el porque, en mi descargo diré que no me gustó desde la primera aparición, yo no me dejé cegar por esos aires de grandeza y de mundo, incluso no logré entender como lo hizo la protagonista, Rosario Raro me dio las claves y la verdad es que si lo miro desde el punto de vista de la realidad de Nuria y no desde mi forma de pensar tiene sentido,  todo un personaje Máxim, o Máximo, o Maximiliano...

Los dos personajes más siniestros de esta novela también tienen su miga, el alemán tiene un nombre imposible, pero da grima en todos los pasajes que aparece, está muy bien conseguido. En cuanto al detective Baladre da una de cal y otra de arena, es astuto, muy pícaro, sabe cubrirse las espaldas, parece intuir donde se está metiendo, pero no las consecuencias que tiene pisar el césped en casa ajena.

Si habéis llegado hasta aquí intuiréis que la novela me ha gustado mucho, que para mi le ha dado espaldarazo a Rosario como autora, y que tiene un público muy amplio al que le puede gustar.

Conclusiones:

Con una prosa sencilla sin hacer grandes alardes literarios ni usar demasiada floritura Rosario Raro ha creado una novela con dos tramas muy atractivas, que logra unir con mucho acierto, por un lado rescata un programa de radio que durante 30 años visitó los hogares españoles, con consejos cosméticos pero también como forma de transmitir y respaldar los valores del nacionalcatolicismo. En aquellos mismos años, sobre los años sesenta, en España empiezan a nacer niños con unas severas malformaciones, nacimientos que son silenciados por sus padres por la vergüenza que les produce, y al mismo tiempo por el Gobierno que está consiguiendo grandes beneficios por la comercialización de un fármaco a pesar de ser conocedor de lo que provoca.

Dos atractivas tramas que trascienden España y enrocan con los descendientes de la Alemania nazi, y a propósito de los intereses económicos del laboratorio dueño de la patente crea una trama de intriga, con tintes negros que llegará a gustar a los asiduos al género, pero que no molestará a los que no lo frecuenten o no les guste.

Todo ello sazonado con unos personajes principales y secundarios de lujo, muy bien dibujados tanto en lo fisico como en lo psicológico, con personalidades complejas y muchos matices. 

Un bello retrato de la sociedad española de los años 60 que sin duda no te dejará indiferente, y que nos deja muy claro que la corrupción política no es cosa de hoy, si no que hace años que existe, y que siempre hay unos damnificados en mayor o menor medida.

Si yo no he sido capaz de picar vuestra curiosidad, os dejo el booktrailer de la novela, por si es más efectivo


sábado, 4 de noviembre de 2017

Club de lectura Cosas&Musas. Protagonista Julio C. Cano

Me vais a permitir que siga presumiendo de Club de lectura, porque sí, porque lo vale, porque estoy esperando los primeros viernes de mes, a pesar de los muchos frentes abiertos, preparo mi lectura, para como dice Marina no tener la boca cerrada y poder participar, y me muerdo la lengua para no monopolizar el encuentro, porque en la variedad esta el gusto y porque aprendo mucho de lo que aportan los otro participantes y eso es un punto.

Julio Cesar Cano es ya un viejo conocido, uno de los reincidentes, sabía lo que me iba a encontrar, un ambiente dicharachero, jovial, distendido, una comunicación fluida en ambos sentidos, porque él es así, muy cercano, nada encumbrado a pesar del éxito de su inspector Monfort. Llega y con su sonrisa llena todo el espacio, y es que a punto ha estado de quedarse en un atasco en la carretera, y como siempre lo acompañan su mujer Esther y su hija Júlia que saben ocupar un discreto segundo plano que él siempre trata de romper trayéndolas a su discurso.

Sin embargo, me sorprendió la forma que tuvo de romper el hielo, y no fue otra que recordar su participación en Cartagena Negra y nombrar a un autor del que nada he leído y no será por ganas, Jon Arretxe. Comenta Julio que el vasco comienza siempre los clubs de lectura que en su tierra tienen una tradición muy arraigada con dos preguntas, que no son otras que: ¿Qué es lo que más te ha gustado de la novela? y  ¿Qué es lo que menos te ha gustado? Preguntas que parecen fáciles de responder, porque todos sabemos que nos ha gustado que no y que suscita tantas respuestas distintas como participantes.

En la presentación de su novela en Castellón ya me quedó muy claro que tiene predilección por Luis y Carmen, la historia de perdedores que representan y el drama que arrastran en esa huida hacía adelante en que se ha convertido su vida en común. Y a raíz precisamente de este tema nace la inquietud de una lectora  por lo fidedigno del retrato de destrucción de Carmen que cuando lees la novela te deja muy tocado y con muchas preguntas, porque solo una persona que ha vivido de cerca ese proceso es capaz de radiografiarlo de esa forma tan cruenta, tan real, tan dolorosa. Descubrimos una faceta más de Julio que os aseguro que es una caja de sorpresas. De los catorce a los diecinueve Julio estuvo al frente de un bar familiar y allí fue testigo de los hechos que narra en la figura de Carmen, nos contó que esa misma desazón y ese mismo sufrimiento lo sintió él cuando escribía, por eso los capítulos de Carmen y Luis no están escritos de forma continua, porque necesitaba parar recomponerse, dejar su mente libre un rato.

Como no podía ser de otra forma Bartolomé Monfort, el inspector de policía barcelonés que protagoniza esta serie tuvo su minuto de gloria, y es que es inevitable que salga a colación, entre sonrisas nos confesó que poco tiene en común con él, que quizás se identifica más con Silvia Redó, ella es la que dice frases que son suyas. Nuestro autor se extendió en explicaciones y nos comentó que necesitaba a una persona que viera Castellón con los ojos de un foráneo y no arrastrara nuestros tópicos, por eso Monfort es catalán y no castellonense, pero al mismo tiempo tenía que tener lazos con nuestra provincia, y por ello eligió que sus padres descendieran de Villafranca del Cid, una pequeña localidad que hace suya cada novela de Julio, donde en cualquier comercio se puede comprar y encontrar.

Y como el club da para hablar de todo y de más, salió el eterno tema de las etiquetas, de la clasificación de novela negra, para Julio sus novelas son policíacas sin más, y muy a regañadientes porque cada uno tenemos nuestra definición de novela negra, él expuso la suya con la que estoy bastante de acuerdo, aunque matizaría cosas. Y como una cosa lleva a la otra terminamos hablando de la denuncia social que encierran sus libros, en el caso de Ojalá estuvieras aquí el alcoholismo, las peleas ilegales, la corrupción en ciertas esferas, y ahí descubrimos que justo ese personaje existe... y lo dejo ahí porque creo que con esa revelación hizo un pequeño gesto de justicia poética, tanto en el club, como en el libro.

Parece ser que una de las cosas que más nos pica la curiosidad a los lectores es el titulo de una novela, porque ese y no otro, en el caso de la que nos ocupa has de terminar el libro para entenderlo. Sin embargo, Julio nos reveló que cada uno de los personajes principales, e incluso los secundarios, tienen un motivo para traer a colación el titulo, aunque este está inspirado en una canción de Pink Floyd, y en su traducción podemos encontrar las claves.

Dado el pasado musical de Julio Cesar Cano, no era de extrañar que sus novelas tuvieran su propia banda sonora, y no se si ya lo ha dicho alguna vez, pero yo me enteré justo en el club de lectura de que cada novela tiene su banda sonora en spotify, que se puede descargar la banda sonora de cada por separado, o bien la de todas las novelas en conjunto. Tendré que comprobar si como dice Julio la canción me lleva al momento del libro en el que aparece, porque como él, Monfort es un melómano, un gran amante de la música y del buen comer.

Como no nos callamos ni debajo del agua y somos un club mayoritariamente formado por lectoras al enterarnos de la existencia de esas bandas sonoras le apuntamos que para la próxima novela que en la solapa se mencionara, porque muchas de nosotras como Marta buscamos las canciones por curiosidad pero si la puedes tener descargada e ir escuchando a medida que lees es mucho mejor. Pero Julio tampoco se queda corto y aprovechó el apunte para pescarla al vuelo y que nos fijaramos en la encuadernación de su novela, si tienes a mano Ojalá estuvieras aquí, y Mañana si Dios y el Diablo quiere te darás cuenta de que la primera es muy ligera y flexible, y la segunda mucho más rigida, ese es un nuevo sistema que Maeva puso en marcha precisamente con la novela de Julio y que hace más cómoda la lectura en la cama.
El club de lectura dio mucho más de sí, hablamos de los enclaves en los que transcurre la novela, de esas calles estrechas y antiguas del centro de Castellón que muchos lectores hemos descubierto gracias a los libros de Julio, de la gastronomía propia de nuestra tierra, esa campechanía con que el vendedor de bocadillos de bacalao, abaetxo, le dice que gracias a su novela vende a cascoporro a turistas e imagino que también a castellonenses. Y es que Julio ha situado nuestra provincia en el mapa de España y a nuestro pueblo en una pequeña pincelada en el mapa de sus novelas.

Cuando vino a hablarnos de Mañana si Dios y el Diablo quiere nos prometió meter a Nules en una de sus novelas y no se hizo de esperar la mención, fue una pequeña pincelada, pero nos ha dicho que la retomará, no sabe en que entrega, pero volveremos, ya estamos esperando nuestra próxima aparición, ¿convertirá en  personaje a alguien de nuestro Club de Lectura, o incluso al propio Club? Tiempo al tiempo, nosotras como lectoras estaremos esperando su nueva novela para someterlo de nuevo al tercer grado.

Y él demostró encontrarse muy a gusto con nuestras preguntas, nuestras ocurrencias, muy atento a todos los apuntes, a lo que nos había gustado y a lo que no, e incluso cuando Marta le dijo que el final le había parecido un poco como todo con mucha coincidencia, como de película americana, sonrió y le dijo que incluso su mujer y sus editoras se lo habían dicho. Pero que las pistas para ese final están sembradas en toda la novela y solo hace falta verlas. Y quizás si leyéramos otra vez Ojalá estuvieras aquí estaríamos más atentos a ellas.

Es un placer escuchar a Julio, y también los aportes de todas las participantes, podría seguir hablando porque nuestra charla duró dos horas, se alargó con una firma de libros y una cena en la que el escritor y su familia tuvo a bien participar. Eramos 13 o 14 personas cenando y Julio no dejó de charlar con las dos que tenía más próximas. Cuando digo que es un comunicador nato, que es una persona muy cercana no lo digo por decirlo.


Por último me gustaría dar las gracias a Julio por el detalle que tuvo con nosotros, trajo 12 libros de una novela suya publicada por una editorial pequeña, y como eramos muchos más en la sala, tuvimos que hacer un sorteo, quiso la diosa fortuna que fuera una de las ganadoras de Johanna no había visto  nunca una montaña, y a pesar de lo que piensan mis queridas compañeras de club, si leo romántica, muy de vez en cuando. Por eso cuando Yincaneras me de un poco de respiro pienso sumergirme en esta historia para descubrir un Julio Cesar Cano diferente.

Como sucedió con Rosario, pidió que le reservasemos fecha para el año que viene, así que lectores de Julio Cesar Cano estáis, estamos de enhorabuena porque vuelve el Inspector Monfort y quizás más pronto que tarde.

Gracias Julio por tu cercanía, por tu forma de saciar la curiosidad de los lectores que formamos este Club de Lectura de Cosas&Musas, y se que volveremos a vernos pronto, porque ambos asistiremos a la presentación de la novela de David Jimenez. El tito, un autor que ha visitado ya nuestro club y que seguro que vuelve en 2018.

PD. De la firma de ejemplares no he puesto fotos porque yo nunca quiero salir en ellas, y considero que no debo poner las de los otros participantes, y la cena es un acto muy intimo, así que tampoco hay reportaje fotográfico