lunes, 10 de diciembre de 2018

El Intercambio. Fernando Aleu

Que me gustan las novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial es ya un secreto a voces, disfruto aprendiendo cosas nuevas, porque siempre hay algún episodio que no conozco, en este caso el intercambio de prisioneros en el muelle de Barcelona. Un episodio que vivió en primera persona el autor siendo un adolescente y que le marcó lo suficiente para años después al ser preguntado por su nieta por sus recuerdos, fuera ese evento el que resaltó.

Fernando Aleu tiene una biografía tan apasionante que daría por si solo para una novela y ese cosmopolitismo, ese saber vivir y lo que ha vivido ha sabido plasmarlo de una manera u otra en la novela que ha escrito, y que a pesar de ser una opera prima maneja la documentación con mucha maestría, logrando una novela ágil, que se pega a las manos en un momento dado y que te mantiene en tensión hasta el desenlace.

El autor es un ejemplo de que cualquier edad es buena para aventurarse en la escritura y publicación de un libro, a sus 89 años se plantea volver a escribir y todavía tiene proyectos, un buen ejemplo para todos los que siendo más jóvenes no tienen ese espíritu.

Pero como siempre me voy por las ramas, me adelanto, me aturullo, y quiero decir en dos líneas lo que merece una mayor exposición.

El autor:

Fernando Aleu nació en Barcelona, donde obtuvo el título de doctor en Medicina en 1953. Realizó sus estudios de posgrado en los hospitales de la Universidad de Iowa, el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York y en la New University School of  Medicine, donde obtuvo el puesto de profesor asociado de Neurología. 

Al cabo de nueve años comenzó a reducir lentamente ese trabajo para terminar dedicándose a una aventura comercial asociado a la  multinacional Puig, con sede en Barcelona. Ha sido presidente de la Cámara de Comercio de España en Estados Unidos, presidente de la Frangance Foundation de Nueva York y miembro fundador del Olfactory Research Fund.

Actualmente es el presidente del Queen Sofia Spanish Institute de Nueva York. Ha sido condecorado dos veces por el Gobierno español y ha merecido la Medalla de Honor de la Ciudad de París. El Intercambio es su primera novela.

No diréis que no es apasionante la vida de este señor. No os perdáis esta entrevista

Sinopsis:

La historia que narra esta novela esta centrada en un hecho real, el intercambio de prisioneros de los ejércitos aliado y nazi que se celebró en Barcelona en 1943, y del cual el autor fue testigo en su adolescencia.

El intercambio recuerda a los grandes clásicos del cine de Hollywood, es también un homenaje al amor y la amistad, a la abnegación de la que es capaz el ser humano, y consigue atrapar al lector con la intriga y las historias cruzadas de muchos personajes cuyas vidas se vieron inmersas en los terribles acontecimientos de los años 30 y 40 del siglo XX.

En mitad de la Segunda Guerra Mundial, los aliados y Alemania acordaron llevar a cabo un intercambio de soldados prisioneros de guerra al final de la cruenta campaña militar del norte de África. En el puerto de Barcelona, que fue el lugar aceptado por ambas partes, cuatro mil soldados, la mitad de cada bando, fueron intercambiados en el muelle de España, el 27 de octubre de 1943, en una operación que supuso la intervención de dos buques de cada bando.

Uno de los prisioneros era un judío alemán de veinticuatro años que, en caso de haber sido devuelto a Alemania, hubiera corrido el riesgo de ser enviado a un campo de concentración. Un grupo de personas unidas por las circunstancias participó en un complot para rescatar a aquel soldado judío.

Mi opinión:

Nos encontramos ante una novela de trasfondo histórico en la que los personajes tienen un peso muy importante, hasta el punto en que la calificaría como una novela de personajes. Ya que si bien ambientación histórica es importante, es el devenir de estos los que los une en una aventura peligrosa, en la que pueden perder la vida, su reputación y su futuro, pero también el de una persona cuyo único delito era ser medio judío y no haber sabido medir las consecuencias a tiempo, quizás porque el régimen lo convirtió en paradigma de la raza aria por su belleza y eso lo cegó lo suficiente para no intuir que la herencia paterna lo convertía a ojos del III Reich en carne de cañón.

Llama la atención la ambientación en los distintos países, los matices, el reflejo de la vida, del día a día en cada uno de ellos. Y también el contraste que se produce en países como Alemania y España en los que mientras unos pasan penurias otros son capaces de llevar un tren de vida elevado, pero como siempre me adelanto. 

Fernando Aleu sitúa su novela en Nueva York, donde un reputado neurólogo de origen alemán y judío despliega su labor docente e investigadora. Gracias a Werner conocemos la situación en Ämerica la vamos viendo evolucionar hasta su entrada en el conflicto. También gracias a las cartas que este intercambia con su tía Greta, quien lo acogió como una madre cuando quedó huérfano y las que intercambia con su primo Max vemos con otros ojos el avance de las políticas de Hitler en Alemania, y la preocupación con la que Werner  los sigue nos da otra perspectiva. Porque si bien Greta se muestra preocupada y teme la suerte que pueda correr su hijo, este se muestra inconsciente, solo ve las luces que el régimen se preocupa en propagar y defiende a quien en un futuro puede terminar con su propia vida.

De la mano de Greta, Max, Rosy Dieckhoff, y Joshua nos adentramos en la Alemania nazi, cada uno de ellos la vive de una forma distinta, y nos la muestra con sus propios ojos. Por un lado tenemos la opulencia que maneja Rosy, una vida de hoteles y constantes viajes de la mano de la Abwehr, una vida de glamour para una femme fatale muy conseguida, Max nos muestra la cara intermedia, es un trapecista de éxito, que se gana bien la vida y puede vivir desahogadamente y la cara contraria nos la muestran Greta y sobre todo Joshua, la madre de Max vive con miedo desde que su marido muriera hostigado por la Gestapo, lleva una vida austera y soñando con regresar a su Suiza natal, pero no quiere hacerlo sin su único hijo, y Joshua judío por ambos lados, es un  músico que se siente perseguido, que vive en la pobreza, que no respira ya tranquilo en Alemania ni quiere esperar a que ese circulo se haga tan estrecho que lo asfixie.

Werner en su viaje a Alemania constata que se viven tiempos difíciles, se siente más americano que alemán, hace mucho que se marchó y sin embargo no puede si no darnos su visión de lo que encuentra en su visita y las ganas que tiene de abandonar el país, no sin preocuparse por las personas a las que deja allí

Con todos ellos viviremos un periplo muy interesante que nos llevará de Berlin a Munich y de allí a Suiza y Francia y como no España.

Y el último puerto en el que vamos a recalar es España, concretamente en Barcelona, y aquí los personajes fuertes serán Oscar Prats, un numerario del Opus Dei, cardiólogo de profesión, su cuñada Mercedes, una mujer que pertenece a la nobleza, una Grande España, y sus sobrinos, Rafa e Isabel, ambos bien posicionados, y para darnos la otra cara de la moneda, encontraremos a Rosy Dieckhoff que se estremece ante la pobreza que encuentra en las calles, y Joshua que ha recalado con su orquesta y esta viviendo un sueño no exento de sobresaltos por el avance de los nazis por Europa.

A mitad camino quedan dos travesías hechas en dos buques de lujo, cuya vida a bordo es todo glamour, como una burbuja alejada de la realidad que se vive en Europa sobre todo, sin recrearse demasiado porque lo importante siguen siendo los personajes Fernando Aleu es capaz de situarnos en cada uno de los enclaves en los que se desarrollan su novela y al mismo tiempo meternos en la piel de los personajes, algunos de los cuales traspasan el papel, otros no lo consiguen pero aún así ocupan su lugar en el corazón del lector.

Tres personajes vertebran esta novela coral o podríamos decir incluso cuatro, y en ellos voy a intentar centrarme a riesgo de desmenuzar demasiado esta novela:

De todos ellos Werner y su humanidad me han ganado el corazón, de origen alemán y judio, pierde a sus padres siendo un niño y lo acogen el hermano de su padre y su mujer, Greta de origen suizo, que en ese momento no tenían descendencia. A los 18 embarca rumbo a Ámerica para estudiar y allí lo encontramos unos años después convertido en un reputado neurólogo que tiene ambición en el campo de la psiquiatría y se dedica a la docencia y a impartir charlas, un soltero de oro de cuarenta primaveras.  Las noticias que llegan desde Alemania son preocupantes y lo desasosiegan, teme por su tía y sobre todo por su primo, puesto que su tía no es judía y siempre puede volver a su Suiza natal, pero su primo parece no querer darse cuenta de la situación.

Aún desaconsejándoselo amigos y personas cercanas decide embarcarse rumbo a Alemania donde la situación como comprobará de primera mano es más que preocupante no consiguiendo convencer a sus primo para que acompañe a su madre. Aún con el miedo en el cuerpo Werner conocerá el amor en el viaje de vuelta a EEUU y se dará un baño de realidad al poco de desembarcar que lo cambiará para siempre. Conocer a Werner y las decisiones que toma por lealtad y amor es toda una gozada, es uno de los personajes más integros de esta novela y uno de los que más sufre por lo poco que puede hacer para cambiar la situación, pero no por ello se rendirá y seguirá moviendo hilos en la sombra y buscando alianzas para lograr su fin.

Rosy Dieckhoff, nuestra femme fatale, una mujer enamorada de la belleza, narcicista, ególatra,  con una pasión arrolladora y muy sexualizada, una mujer acostumbrada a salirse en todo momento con la suya. Desempeña su función en la Abwehr, la agencia de espionaje o inteligencia alemana, con ella viviremos las escenas de mayor tensión, la odiaremos y  la redimiremos. Una mujer leal al régimen y a su superior, pero sobre todo a sus sentimientos, si es que los tiene porque unas veces parece que sí y otras es fría y calculadora.

Rosy es uno de esos personajes que junto con Werner traspasan el papel y se convierten en carne y hueso, unas veces entenderemos su forma de actuar, otras en absoluto, nos da una de cal y otra de arena pero deja trabajar al corazón en los momentos más peligrosos para ella. Pero quizás para entender lo que os quiero transmitir hayáis de adentraros en la novela y seguir paso a paso sus andanzas, admirarla y odiarla, y si lo consideráis oportuno redimirla, porque así lo ha querido el autor.

Max: es el desencandenante de esta historia, y el gran ausente también, porque es un personaje que casi siempre está omitido y lo vemos a través de los ojos de la otra terna. Hijo tardío y muy deseado de Greta y Alfred Applefeld, la naturaleza lo dotó de una gran belleza y el trabajo en el gimnasio hizo el resto. Apodado Adonis se convierte en la imagen de la pureza aria, y junto al éxito cosechado con los cóndores voladores lo ciegan de tal forma que no escucha a aquellos que le previenen sobre los peligros que corre en Alemania.
A pesar de todas las precauciones tomadas por Greta que se negó a que lo circuncindaran y le hizo usar el apellido materno, la herencia paterna no se puede borrar y conforme Hitler avanza en su intento por controlar Europa comienza a correr un peligro del que no es consciente en ningún momento aunque poco a poco comenzará a verlo y sobre todo a perder esa ceguera. Quizás sea el personaje al que más me ha costado entender, y que después de recorrer el camino junto a él lo haya conseguido a medias.

Joshua, mi admiración hacia este músico que lo tenía todo en contra para poder sobrevivir en Alemania y que buscó su propia vía de escape sin doblegarse. Un periplo el de este judío no muy diferente del de otros que consiguieron huir, pero su gratitud y humanidad me conmovieron. Creo que es uno de los personajes que más merece la pena descubrir, de a poquitos, hasta llegar a trazar una vida y una humanidad encomiable

Hay muchos más, sobre todo unos secundarios de lujo sin los que la novela no hubiera sido posible, tanto en Ámerica, como en Alemania, como en España, pero os propongo que los descubráis por vosotros mismos, que le deis una oportunidad a esta opera prima que sin ser redonda está muy bien documentada y muy tramada, con unos personajes muy potentes y una ambientación espacial exquisita.

Seguro que todas las vivencias de Fernando están plasmadas de una manera u otra en esta historia narrada en tercera persona, por un narrador omnisciente y que nos da distintas visiones de un mismo hecho, porque cada personaje lo vive de una forma distinta. Al tiempo que nos presenta personajes reales y los hace convivir con otros de ficción, lo mismo ocurre con los hechos, los hay reales y los hay ficcionados. 

La historia comienza de forma lenta, va de menos a más, y en un momento dado se te pega en las manos y no puedes soltarla, necesitas saber como va a terminar todo, necesitas que todo acabe y al mismo tiempo quieres alargar ese final, que los personajes se queden contigo un poco más, disfrutarlos.

Conclusión:

Nos encontramos ante una novela en la que se conjugan la lealtad, la amistad, el amor, la pasión, la opulencia y las penurias, una historia en la que los personajes son lo más importante, una novela coral con muchos matices, sombras y luces.

Dale tiempo a ese arranque lento y descriptivo, situar a los personajes y presentarlos es muy importante para que luego la aventura tome el relevo. Disfruta de los diferentes enclaves, Nueva York, Munich, Berlin, Paris y Barcelona, de la mano de un elenco estelar y disfruta del amor que desprende esta novela.

lunes, 26 de noviembre de 2018

La madre. Fiona Barton

No tengo vergüenza, lo sé, tengo La Viuda en la estantería desde que salió y en aquel momento cosechó tan malas opiniones e incluso alguna tibia, que decidí posponerlo, y eso que a mi me gusta comprobar de primera mano si una novela es tan floja como los blogueros opinan, pero llevo años inmersa en una espiral de tiempo de ocio precario y al final hay que priorizar. Después de leer La Madre, me arrepiento de haberle hecho un hueco, porque me he encontrado a una autora cuyo estilo me gusta, y la novela es previsible, sí, y un lector avispado resuelve el misterio bastante pronto, pero esto no es lo importante de esta historia, y uno no se debe quedar en la superficie, ha de intentar descubrir lo que la autora nos ha querido contar con la trama que nos lega.

Por ello recomiendo a cualquier lector, que no deseche sin mas una novela, que si un libro le atrae, no es necesario comprarlo, existen bibliotecas públicas y hasta virtuales, e-biblio, posiblemente alguna historia le sorprenda para bien, como a mi me ha sorprendido esta autora, a la que ya había descartado y de no ser porque La Madre me llegó por sorpresa no tenía pensado leerla.

Dicho esto nos metemos en harina porque #SoyYincanera me ha brindado la oportunidad de compartir esta lectura con otras lectoras entusiastas y cita a cita hemos diseccionado bastante bien el libro.

La autora:

Fiona Barton cuenta con una dilatada carrera en el mundo del periodismo, donde ha trabajado, entre otros medios, para el Daily Mail, el Daily Telegraph, y el Daily Sunday, cubriendo los casos judicales más mediáticos, como el de la desaparición de Madelein McCann. Galardonada con el prestigioso Premio Nacional de la Prensa británica, desde 2008 trabaja formando a periodistas exiliados y amenazados por todo el mundo.


Nacida en Cambridge, Inglaterra, Barton reside acturalmente en el sur de Francia. La Viuda su primera novela se convirtió en un fenómeno editorial internacional:: se publicó en más de treinta y cinco paises ocupando las listas de los más vendidos durante meses, fue seleccionada como una de las mejores novelas del año por Publishers Weekly y esta a punto de ver la luz su adaptación para televisión.

Puedes encontrarla en:

www.fionabartonauthor.com

@fionabarton

Sinopsis:

Un escueto párrafo en el periódico informa sobre una noticia que se remonta a décadas atrás. La mayor parte de los lectores la pasaran por alto. Para tres mujeres, sin embargo, es imposible de ignorar.

Para Angela es el recuerdo de lo peor que le ha pasado en la vida.

Para Emma, la peligrosa posibilidad de que su secreto más oculto sea revelado.

Para la periodista Kate Waters, la primera pista en una carrera para descubrir la verdad.

Secretos guardados durante años, enterrados bajo tierra y en el fondo del corazón saldrán a la luz  para cambiar tres vidas para siempre.

Mis impresiones:

Nos encontramos ante una novela que se desarrolla en apenas dos meses entre el 20 de marzo de 2012 cuando el Evening Standard publica una noticia en las páginas interiores y de poca extensión sobre la aparición de los restos de un bebé, hasta su resolución el 26 de mayo. Aunque después encontraremos un epilogo que nos sitúa aproximadamente un año después.

Fiona Barton nos presenta una historia desde cuatro puntos de vista, y sólo un personaje Emma lo hace en primera persona, dice la autora que es la voz que ella oía en su cabeza, por eso cuenta su experiencia personal, ella es quién abre y quién cierra la novela,  sin embargo no es el personaje que más peso tiene, y ello la dota de una complejidad que no está a la vista del lector, puesto que  la novela parece sencilla, pero sólo si te quedas en la superficie. Los otros narradores, todos mujeres con más sombras que luces, lo hacen en tercera persona convirtiéndose en narradores omniscientes.

Antes he comentado que hay un personaje que lleva el peso de la trama, y no solo lo lleva, si no que aglutina las tramas y subtramas, porque todos los personajes confluyen en ella, y enlaza las distintas historias entre sí, a través de la investigación. Y este no es otro que Kate Waters, una periodista que se cruza con una noticia que a cualquiera le hubiera pasado desapercibida por su extensión e importancia, y que ella recorta y mete en su bolso para leerla después con más atención. Podría decirse que Kate es el alter ego de Fiona, quién también tiene esa costumbre, aunque nunca ha tirado de un recorte de ese tipo para un reportaje de investigación, si que le han servido para pergueñar esta historia más compleja de lo que parece, aunque algunos temas se podrían haber explorado más.

Pero he hablado de cuatro puntos de vista y de momento solo he comentado dos, Emma y Kate, las otras dos mujeres de esta historia son Jude, la madre de Emma y Angela cuya hija recién nacida desapareció y nunca se recuperó del golpe, creando una burbuja de dolor a su alrededor, y condicionando de esa forma la vida de la familia. De todos los personajes con quien más me ha costado empatizar y entender es a Emma, ni siquiera ese testimonio directo me acercaba a ella, sin embargo al avanzar la historia, al conocer su pasado y sus vivencias, vamos entendiendo a esa mujer que parece tener sus facultades mentales mermadas, y vivir en constante estado de ansiedad. 

A la que no he podido entender de ninguna forma es a la egocéntrica Jude, no he tenido forma de entenderla, ni  de comprender su forma de actuar, esa manía de ser el ombligo del mundo y al mismo tiempo otorgarle tanto poder sobre ella al hombre de turno, sin tener en cuenta a su hija. Y Angela me ha parecido creíble, muy humana, pero al mismo tiempo muy repetitiva, un personaje demasiado encerrado en su dolor sin pensar en sus otros dos hijos y su marido. Los pasajes en los que ella es protagonista pueden llegar a aburrir un poco por ser  más de lo mismo, aunque posiblemente haya que meterse en la piel de una mujer que haya sufrido una pérdida de tal tamaño para poder entender que vive en un perpetuo día de la marmota.

No todos los personajes de esta novela son mujeres, aunque si los más importantes, entre los hombres nos encontramos secundarios de lujo, sin los que la acción no hubiera podido transcurrir, meros actores necesarios, a algunos la autora los redime, a otros les cogeremos una gran animadversión, y es que  Fiona juega en todo momento con el lector, y aunque este resolverá el misterio mucho antes de que la trama finalice, no es lo más importante de esta novela, que cualquier lector que se quede en lo banal tachará de previsible.

Presentados los personajes me queda hablar de los temas, y es que estos son muy variados, y más complejos de lo que pueda parecer a simple vista, aunque alguno podría estar tratado con mayor profundidad.

Las relaciones materno-filiales: Un tema que hubiera dado para mucho más, nos encontramos con tres madres muy distintas entre sí, con relaciones dispares con sus hijos, y de todas ellas con la que más he empatizado es con Kate, aunque solo sea porque es la que tiene una historia más cotidiana, más acorde con mi forma de vida. A Jude no he logrado entenderla, ese egocentrismo me ha cegado, ese poner su felicidad por delante de la de su hija, ese dejarse llevar por la pareja que tuviera en cada momento, para lo inteligente e independiente que aparenta en un primer momento , no me ha cuajado.  El tema de Angela es distinto, dicen que un clavo no saca otro clavo, y eso lo puedo entender, la pérdida de un hijo no se suple con otro, pero puestos a vivir, hay que luchar por los que tienes a tu lado, y que el dolor no monopolice toda tu vida. Fiona ha sabido retratar toda la humanidad de esta mujer, la culpa que la corroe desde ese fatídico día, esa necesidad de saber que ha pasado para poder continuar con su vida. Esa montaña rusa en la que se monta cada vez que vislumbra la posibilidad de resolver el misterio que un día terminó con su felicidad.
Las relaciones entre Emma y Jude son muy frías, yo diría que incluso distantes, el lector conforme avance la historia irá descubriendo porque, y posicionándose, aunque no voy a revelar al lado de quién.

Las relaciones tóxicas: Porque a todo no se le puede llamar amor, y las relaciones de Jude con sus parejas se las puede definir de muchas formas, pero yo solo veo personas muy peligrosas, pero también es tóxica la relación que Will Burneside mantiene con el casero de Jude.

Los abusos sexuales: y como estos pueden marcar el resto de la vida a una persona, como el peso de la culpa las puede convertir en personas retraídas, inseguras. Un tema muy actual se mire por donde se mire.

El peso de las mentiras del pasado: Y es que como he dicho todos los personajes tienen más sombras que luces, secretos que esconder, parece que quien más sufre por ello es Emma cuando ve la posibilidad de que salga a la luz aquello que le cambió la vida, pero no menos cierto es que todos y cada uno de ellos tiene cosas que esconder y de esa forma juega la autora con el lector, quien cada vez que aparece una de ellas piensa ¡¡¡Tu eres la culpable!!!

El dolor de la pérdida: No saber que ha sucedido con ese ser querido es uno de los lastres más profundos que puede arrastrar una persona, si además ello se une al gran peso de la culpa el cóctel no puede ser más destructivo para la persona en sí, y para la gente que está a su alrededor, y Fiona lo retrata sin caer en el amarillismo, nos intenta colocar en los zapatos de Angela, aunque no en todo momento lo consigue, al menos conmigo no, porque tanta repetición me sacaba de la novela.

Y por último el tema que más he disfrutado, el declive del periodismo de investigación en pos de la inmediatez, y la lucha titánica de una periodista de pura raza que quiere preservar su trabajo tal y como lo conoce. Se percibe una cierta crítica social, puesto que ese periodismo digital es de mucha menor calidad, muchas veces sin contrastar, incluso el becario que le asignan en muchas ocasiones no está familiarizado con cosas que a cualquier estudiante de periodismo nos cantaban como si fuera el catón. 

Como licenciada en periodismo echo mucho de menos publicaciones más serias donde se hacían reportajes de investigación muy trabajados y a los que me aficione en mi época de estudiante, años en los que era frecuente encontrarme con un ejemplar de Cambio 16, o Interviú en mi mochila, por razones obvias no iba a la vista. El periodismo evoluciona como muchas otras profesiones, pero si me perdonan tanta inmediatez, tanto sensacionalismo, perjudica gravemente a la profesión y eso es muy visible y constatable en La Madre a través de Kate Waters y de las escenas que se producen en la redacción.

A pesar de eso Fiona nos presenta a una periodista que cruza los limites de la profesión al involucrarse de forma emotiva con las personas que investiga, es una línea que no se debe cruzar para lograr la objetividad, y no es que a los periodistas no les importen las personas que están detrás de las noticias, pero se tienen que quedar al margen de ello. Con ello Fiona ha conseguido dotar de más humanidad a Kate, por un lado persigue un reportaje, por otro pretende ayudar a Angela y se preocupa por su bienestar cuando intenta mitigar el impacto de las investigaciones,  su parte racional y la emotiva están en constante lucha.

No puedo decir que sea la mejor novela que he leído este año, pero si tiene muy buenos mimbres, y a pesar de ser un poco previsible, no es lo más importante, si no esos temas profundos que trata y que en más de una ocasión he echado en falta una mayor profundidad.

Conclusión:

Fiona Barton nos presenta una novela ágil, debido a sus capítulos cortos, aunque también los hay un poco más largos, que tienen al lector en vilo y al constante cambio de voces narrativas, aunque no todas tienen el mismo peso, Kate es la que más capítulos acapara, quizás por ser ese nexo aglutinador de tramas y personajes, es su investigación quien pone en contacto a los distintos personajes y las distintas historias.

Una historia en apariencia sencilla que esconde temas profundos y de gran calado, unos personajes con más sombras que luces y muchos fantasmas escondidos en el armario, que con una lectura atenta seremos capaces de vislumbrar sin quedarnos en lo previsible, que si a la autora le hubiera parecido lo más importante no lo hubiera puesto tan a la vista. ¡¡¡No os parece!!!

Una lectura muy recomendable, a la que yo le hubiera pedido un plus que seguramente hubiera enriquecido más la novela.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Caballos lentos. Mick Herron

Hay títulos que que no sabes muy bien como llegan a ti, y Caballos lentos es uno de ellos, un día te cruzas con él en Twitter y un tuit entusiasta te llama la atención y como obra de magia y sin saber muy bien porque se va cruzando en tu camino y va calando de forma subliminal y cuando la ocasión la pintan calva, tu dedo va directamente a ese título sin ningún motivo aparente. Solo después de mucho pensar te das cuenta del goteo de tuits que te han llevado a él y piensas que quizás, y solo quizás tus expectativas estén tan altas que te puedas dar de bruces.

Con ese miedo en el cuerpo comencé Caballos lentos, del que a priori únicamente sabía que era una novela de espías bastante alejada de los clichés tradicionales. el autor había aplicado un mano de chapa y pintura con el fin de adaptar el género a nuestros días, modernizarlo, y a fe que lo consigue con una dosis elevada de humor, de diálogos inteligentes y unos personajes potentes y muy bien trazados. Los puñales van que vuelan en el servicio secreto y Herron se atreve a destapar las cloacas del servicio de inteligencia británico.

Con el libro en casa descubrí que es el primero que se traduce al español, que la serie cuenta ya con cinco títulos publicados en versión original y que su políticamente incorrecto Jackson Lamb no está ni mucho menos acabado, con lo que tenemos espía para rato si esta primera novela tiene buena acogida en nuestro país. ¡¡¡Tengo cruzados los veinte dedos para que así sea!!!!

El autor: 

Mike Herron nació en Newcastle upon Tyne y estudió en el Balliol College (Oxford). Es autor de la aclamada serie de Jackson Lamb, de la que ya han aparecido cinco entregas y cuya primera novela, Caballos lentos, fue finalista del Silver Dagger Award de la British Crime Writters Association.

Entre sus obras destacan la serie de Sarah Tucker y Zöe Boehm y las novelas Reconstuction, Dolphin Junction, que obtuvo  ex aequo el premio de los lectores de la revista Ellery Queen en 2009, y Nobody Walks, que fue finalista del Silver Dagger Award en 2015 y fue incluida en la lista de las 101 mejores novelas negras de la década por la revista Booklist. Ha sido finalista de los premios Macavity, Barry y Shamus. Vive en Oxford.

Sinopsis:

El reino del irreverente y sarcástico Jackson Lamb está en Londres y se llama la Casa de la Ciénaga, un vertedero al que van a parar los miembros de los servicios secretos que han cometido un error, ya sea olvidar un documento en un tren, despistarse en una ronda de vigilancia o volverse poco fiables a causa del Alcohol. Sus colegas los denominan "caballos lentos", son los parientes pobres del espionaje británico y todos comparten las ganas de salir de allí a cualquier precio y volver a la acción.

De este extravagante grupo de proscritos, el más desengañado es River Cartwright, que se pasa el día trascribiendo conversaciones interceptadas de teléfonos móviles. Sin embargo, cuando se produce el secuestro de un joven y los autores amenazan con decapitarlo en directo por internet, River ve en ese acto una oportunidad para redimirse. ¿La víctima es quién parece ser? ¿Y que relación guardan  los secuestradores con ese periodista caído en desgracia que los caballos lentos investigan? Mientras suena el tic tac que nos acerca al plazo establecido para la ejecución, River descubre que cada uno de los implicados tiene intereses ocultos, y si los caballos lentos no espabilan, el eco del crimen se difundirá por todo el mundo.

Mis impresiones:

Caballos lentos es una novela que va de menos a más, una novela que comienza muy pausada con un ritmo descriptivo para meternos de lleno en el ambiente decaído de la Casa de la Ciénaga, donde nadie está por gusto y en la que impera el mal humor, la apatía, un discurrir lento de los días dentro de la monotonía de unos trabajos que no tienen ningún sentido para quienes los realizan. Se nota que es la primera de la serie puesto que el autor se recrea en la ambientación física del lugar de trabajo de los agentes caídos en desgracia.

Y al mismo tiempo dibuja de forma concienzuda unos personajes complejos, llenos de matices, con un pasado que cambiarían si pudieran y un presente gris, ahogado en el alcohol en muchas ocasiones, en el que todos se odian entre sí, en el que compañerismo brilla por su ausencia y en la que la mayoría se pregunta que ha hecho el otro para estar allí, porque casi todos conocen el error que han cometido. Conforme avanza la novela el lector conocerá la metedura de pata de cada integrante de esta peculiar Casa, solo uno de ellos sigue envuelto en un aura de misterio, Jackson Lamb, quien dirige con mano de hierro ese grupo de espías caídos en desgracia y se asegura que entiendan que nunca volverán al servicio activo en Regent's Park.

Pero la acción no solo transcurre de forma pausada por las descripciones, si no porque el autor nos muestra los pensamientos tanto de los agentes como los del joven secuestrado, todo un mundo interior que llega a subyugarnos, sentimos el miedo que él siente, somos participes del esa intimidad a la que solo tiene acceso cada cual, Hassan se nos revela como un joven británico que no entiende como el color de su piel lo ha puesto en esa situación límite, en su fuero interno la policía lo rescata varias veces, en la realidad, soledad, oscuridad, frío y una mente que lo tortura con lo que pudo ser y nunca será, y un odio irracional que no comprende, pero que a los lectores, al menos a mí, me ha costado de digerir.

Conforme avanza la trama esa parte descriptiva va perdiendo peso y lo va ganando la acción, y no es que pasen demasiadas cosas, sin embargo notamos más dinamismo y eso se debe a los cambios continuos de escenarios, y también de actores principales, los pensamientos de Hassan van dejando paso a más actividad por parte de lo secuestradores. Los diálogos inteligentes van ganando peso y le otorgan una mayor agilidad a la historia que se va deslizando cada vez más rápida hacia un final en el que cualquier posibilidad cabía dentro de los cálculos del lector, pero solo una en los del autor que hace justicia poética con estos caballos lentos.

Mick Herron plantea una novela de espías sin el glamour de los clásicos, sin los enclaves exóticos y sin esos agentes todo acción y sonrisas blancas, adapta los temas que trata a las preocupaciones actuales, el terrorismo islámico, el auge de la extrema derecha... y los dota de un sentido del humor, y un sarcasmo muy inglés, muy seco y a la vez brillante.

Esos fogonazos vienen de la mano del personaje más políticamente incorrecto de las novelas de espías, Jackson Lamb, un obeso, desaliñado y con las manos grasientas por la comida que engulle, con una lengua afilada que saca a pasear y no deja títere con cabeza, un hombre mordaz, leal a los suyos, que aplica a la perfección las normas de Londres, pero en lugar de tapar su culo, tapa las puertas y ventanas de su reino, La Casa de la Ciénaga, y para ello juega todos las manos que conoce y hace todas las trampas que se le permiten. Un personaje tan repelente y flatuliento, como brillante en sus diálogos, de manera que al menos a mi me tenía el corazón dividido.

El autor nos sumerge en las cloacas del servicio secreto británico en esas misiones en las que el agente estaba solo si algo fallaba, en esos tejemanejes conocidos por pocos en el que todo lo que estaba controlado en algún momento podía saltar por lo aires. En la que las indiscreciones se pagan con el exilio, en las que para medrar tienes que pisar a un compañero. En las que  cuando todo falla solo las cabezas pensantes de unos agentes un tanto oxidados pueden solucionar la misión o hundirla más en el lodo. Cuando la mierda puede llegar hasta el ventilador todo el mundo ha de ponerse en marcha, lo que parecía un secuestro sin malicia puede generar un enfrentamiento internacional, y poner a Reino Unido en el punto de vista una vez más del terrorismo islámico.

La novela se divide en tres partes, la primera es la más pausada para ir tomando ritmo a partir de la segunda, no nos encontramos ante un thriller vertiginoso, ni falta que le hace, si no más bien ante una novela muy bien escrita, con unos personajes que quitan el hipo, con una trama interesante, que trata temas actuales que preocupan tanto a los británicos como a cualquier país que el terrorismo islámico haya azotado, se echa de menos últimamente el lenguaje cuidado, sin pedanterías, crudo en ocasiones, sarcástico en otras, mordaz, sin miedo a poner los puntos sobre las íes, y todo esto lo vas a encontrar en la pluma de Mick Herron

Conclusión:

Lector si me has seguido hasta aquí ya intuirás que recomiendo encarecidamente esta novela, que seguro que hace las delicias de los amantes de los libros de espías, pero que también disfrutará cualquiera que guste de las tramas bien elaboradas, de los personajes contundentes, y de los temas candentes.

Caballos lentos es una gran opera prima, y espero que no tarde en llegar demasiado la segunda entrega, porque Jackson Lamb es un personaje con suficientes sombras como para atraer a cualquier lector, nada es lo que parece en la Casa de la Ciénaga ni en Regent's Park y será el lector el encargado de vislumbrar ese juego de luces y sombras que en ocasiones se intuye y otras veces nos es velado.


miércoles, 14 de noviembre de 2018

La isla de las últimas voces. Mikel Santiago

Conocí a Mikel Santiago con La última noche en Tremore Beach, y a pesar de no disfrutar con los elementos paranormales me ganó como lectora, de manera que he seguido su obra novela a novela, disfrutando de cada una ellas. Tengo que reconocer que en los dos libros anteriores El mal camino y El extraño verano de Tom Harvey ese componente sobrenatural se había perdido y yo no lo había echado de menos.

Con ello no quiero decir que no haya disfrutado de La isla de las últimas voces, porque como ya dije al hablar de su primera novela integra de forma tan natural lo paranormal que le da un puntito a la narración sin que moleste a los que no gustan del género, como puede ser mi caso. En esta ocasión asistí en Madrid a la presentación en la Fnac junto a otras lectoras de #SoyYincanera y ya la experiencia fue completa y pude comprender algunos puntos que se me escapaban, porque Mikel es tan políticamente incorrecto como algunos de los personajes de su obra, es un placer escucharlo hablar de su libro e intuir lo que esconde celosamente, para luego darte cuenta de que pocas veces das en el clavo, como cuando te enfrentas a una de sus novelas y la cabeza te hierve de tantas hipótesis que te planteas. Si te apetece escuchar lo que dijo Mikel sobre su novela pincha aquí

En la presentación nos obsequiaron con un plano de la isla que he tenido a mi lado mientras leía y consultaba las andanzas de los personajes, y puedo asegurar que ha hecho mucho más satisfactoria la experiencia lectora.

El autor:

Mikel Santiago nació en Portugalete, en 1975. Comenzó escribiendo relatos y novelas cortas, y
publicando sus propios e-books en internet, con lo que consiguió llegar a la lista de best sellers de iTunes, Amazon y Barnes & Noble. Ha vivido en Irlanda y en Amsterdam. Actualmente reside en Bilbao.

Ha publicado las novelas La última noche en Tremore Beach (2014), El mal camino (2015) y El extraño verano de Tom Harvey (2017) en Ediciones B. Todas ellas han escalado hasta los primeros puestos en las listas de best sellers en España y han sido publicadas por una veintena de países. Sus obras han conquistado tanto a los lectores como a la crítica internacional.

Sinopsis:

UNA ISLA PERDIDA EN EL MAR DEL NORTE.

El temporal se cierne sobre Santa Kilda y casi todos han huido en el último ferry. No quedan en la isla más que cincuenta personas, entre ellos Carmen, una mujer española que trabaja en el pequeño hotel local, y un puñado de pescadores. Serán ellos quien encuentren un  misterioso contenedor metálico junto a los acantilados.

UNA EXTRAÑA CAJA TRAÍDA POR LAS OLAS.

A través de unos personajes llenos de matices y secretos, atrapados en el corazón de la tormenta, Mikel Santiago nos plantea la pregunta que sobrevuela cada página de la novela...

¿HASTA DÓNDE ESTARÍAS DISPUESTO A LLEGAR PARA SOBREVIVIR?


Mis impresiones:

Mikel Santiago lo ha vuelto a hacer, me ha tenido dando vueltas a una obsesión, porque al final he empatizado tanto con los habitantes de Santa Kilda que tenía los mismos temores que ellos y las mismas ganas de saber que escondía la caja encontrada en alta mar.

La ambientación de Mikel crea un espacio completamente opresivo, una isla pequeña, con la mitad de sus habitantes porque los otros se han marchado para celebrar la Navidad, y cercados por una tormenta que la hace más inhóspita todavía. Con los pocos habitantes que quedan enfrentados entre sí, unos porque quieren abrir la caja, ya que según las leyes del mar es suya, y otros que abogan por no hacerlo porque tiene un dueño y se pueden meter en problemas, sobrevivir se hace indispensable.

Pero no es solo esa atmósfera desapacible que tan bien describe la que crea tensión, también lo consigue a través de sus personajes, de todo pelaje y condición, todos con  más sombras que luces, con secretos y miedos tan arraigados en su interior que llevados al límite se convierten en una bomba de relojería. Personajes complejos con infinidad de matices, ninguno es bueno ni malo per se y eso iremos descubriéndolo poco a poco, conforme vaya avanzando la trama, conforme la climatología en la isla vaya empeorando, conforme los habitantes se vayan volviendo más hoscos y conforme vayan fallando cosas tan importantes como la electricidad y las comunicaciones.

Y es que Mikel que nos tiene acostumbrados a narraciones en primera persona introduce una novedad en esta novela, narrada a dos voces una lo hará con su propia voz y la otra en tercera persona, con un narrador omnisciente que nos dará una visión más amplia de la trama.

Dave un soldado curtido en  mil batallas, será quién nos cuente en primera persona porque se encuentra en la isla luchando por sobrevivir, será quién tenga también esa vena políticamente incorrecta, el que nos dará destellos de humor que destensaran la opresión en la que nos envuelve Mikel Santiago, pequeños balones de oxigeno que nos harán sonreír, cuanto no reír abiertamente a pesar de las situaciones que narra. Y es que la mente gamberra de Dave y la forma de hablar me recuerda un montón  al autor que pude escuchar en la presentación de la Fnac.

Carmen una española que lleva unos meses en la isla ha decidido quedarse porque no le apetece volver a Madrid a enfrentarse a sus recuerdos, a través de ella y en tercera persona viviremos los acontecimientos desde otro angulo distinto, con ella nos moriremos de miedo, resurgiremos de nuestras cenizas, sacaremos fuerzas de flaqueza y nos envalentonaremos. Será por momentos nuestra heroína, nuestro faro, pero también la veremos flaquear.

Junto a estos personajes principales tenemos otros secundarios de lujo, completamente necesarios para que la historia sea redonda y por ello los rudos pescadores encabezados por McGrady, Ngar y Zack Lusk, que repelen cada vez que salen a escena, es complicadísimo empatizar con ellos. O los agoreros litúrgicos encabezados por Theresa a la que se le ha ido la cabeza y nos da ese punto de locura religioso y apocalíptico. O los aliados de Carmen, Didi, Amelia, Bram y Charlie, a los que iremos descubriendo poco a poco.

Y junto a estos personajes dos más la isla de Santa Kilda que con su orografía y el temporal que la azota se convertirá en una cárcel para los habitantes que se han quedado a pesar de todo y la caja, ese objeto de discordia que parece afectar de una forma distinta a cada habitante de la isla y ninguno parece poder sustraerse a su poder.

Mikel Santiago nos somete a un ritmo endiablado, con una acción frenética, en todo momento están sucediendo cosas en una isla tan pequeña, a ello contribuyen los capítulos cortos, unos más que otros, al principio se alternan los narrados en primera persona y los narrados en tercera, conforme avanza la historia dividida a su vez en partes, esa alternancia ya no es tan perfecta, y tampoco son ellos los protagonistas absolutos, otros habitantes de la isla les toman el relevo. Desde el principio hasta el final consigue pegarnos el libro a las manos, que no lo podamos soltar en ningún momento, que todo quede atado y bien atado a pesar que en algún momento temes que se saque un as de la manga y te la juegue con un falso final.

Y ahora vamos a ese elemento al que yo le temo tanto y que Mikel integra a la perfección en la narración para que seduzca a los apasionados del género y no moleste a los que abominan de él, los fenómenos paranormales, presentes en todo momento de la novela, introducidos con tal naturalidad que pasan incluso desapercibidos, al menos a mi que no gusto de ellos no me han molestado en absoluto, incluso puedo decir que los he disfrutado, y cuando lo leas entenderás porque, ya que son una parte fundamental para entender porque actúan los personajes de la forma que lo hacen.

Con esta novela queda patente que Mikel Santiago se ha hecho un sitio entre los autores de Thriller que no tiene nada que envidiarle a ningún autor laureado, que novela a novela se afianza como un autor a tener en cuenta, y después de casi haber devorado su novela, porque para el poco tiempo del que dispongo me ha durado un suspiro, queda una larga espera, al menos de un año antes de poder disfrutar de nuevo de su narrativa, y quizás este sea el único pero que le pueda poner a una novela, que si bien no es redonda del todo, poco le falta.

Conclusión:

Si te apasionan los Trillers con este vas a disfrutar como un enano, ágil, incluso frenético en ocasiones, la isla de Santa Kilda se convertirá en tu prisión, te envolverá en su ambiente opresivo, te quitará el aliento y querrás seguir un capitulo más, y a la que te habrás dado cuenta te habrá robado la noche, eso si eres capaz de leerlo a esas horas sin que las pesadillas pueblen tu descanso.

Mikel Santiago ha creado una trama absorbente que se pega a las manos del lector y al mismo tiempo vuela y que seguro disfrutarás de sus personajes y de la historia que cuentan.

Y hasta ahí te puedo contar, porque considero que a las novelas de este autor hay que acercarse habiendo leído lo mínimo para que disfrutar descubriendo a la par que los personajes que está sucediendo en sus vidas y descubrir que cualquier persona sometida a presión y temiendo por su vida es capaz de transformarse y luchar.


Por si no he sido lo suficientemente convincente os dejo el booktrailer de esta  novela que me parece muy acertado



miércoles, 31 de octubre de 2018

Los crímenes de Mitford. Jessica Felowes

#SoyYincanera está resultando una experiencia de lo más edificante, me ayuda a acercarme a libros que me hubieran pasado desapercibidos entre la gran cantidad de títulos que se publican cada mes y eso cuando tu tiempo es tan escaso que para leer se lo tienes que robar al sueño, es muy de agradecer. Quizás por esa escasez que menciono este no era el mejor momento para leer lo que yo vengo en llamar una novela costumbrista que se recrea en la ambientación y en la descripción de los personajes, porque le siguen al menos seis entregas más y bien es sabido que la primera de la saga es la más lenta y descriptiva de todas.

Me costó mucho avanzar, meterme en la novela, disfrutar de los paisajes que nos va desgranando Jessica con tanta habilidad que parece que estés allí mismo, sin embargo cuando la parte descriptiva dio paso al desenlace de la trama, la historia voló entre mis dedos, y pude disfrutar mucho más de la lectura, que he reconocido no era el mejor momento para abordarla porque suelo disfrutar y mucho con este tipo de novelas.

Como las novelas hay que valorarlas en su conjunto, os aconsejo que busquéis un buen momento para sumergiros en ella y así la simbiosis con la historia será completa y la disfrutaréis desde la primera línea. Y también que empecéis investigando un poco sobre las hermanas Mitford, yo lo hice al final, cuando al terminar la novela me picó mucho más la curiosidad y encontré un articulo que arroja mucha luz sobre lo que fueron, si te apetece consultarlo pincha aquí, te aseguro que no tiene desperdicio.

La Autora:

Jessica Fellowes es conocida por ser la autora de las cinco novelas oficiales de Downton Abbey, gracias a las cuales se ha consolidado como autora de best seller de The New York Times y del Sundey Times con más de un millón de lectores. Como conferenciante ha asistido a numerosos eventos tanto en Inglaterra como en Estados Unidos; también ha hecho varias apariciones en radio y en televisión. Vive en Londres y en Osfordshire con su familia.

La puedes encontrar en: 

www.jessucafellowes.com

@jessicafellowes


Sinopsis:

Estamos en 1919, y Louisa Cannon sueña con escapar de su vida de pobreza en Londres, y sobre todo, de su peligroso y opresivo tío.

La única salvación para Louisa es una posición dentro de la casa de los Mitford en Asthall Manor, en el campo de Oxfordshire. Allí se convertirá en niñera, acompañante y confidente de las hermanas Mitford, especialmente de Nancy, de dieciséis años, una chica joven y mordaz, fantasiosa e imaginativa.

Sin embargo, una enfermera de nombre Florence Nightingale Shore será asesinada en un tren a plena luz del día, y Louisa y Nancy se encontrarán envueltas en los crímenes de un asesino que hará cualquier cosa para ocultar su secreto.

Mis impresiones:

Jessica Fellowes parte de varios hechos reales y de unos personajes que existieron para crear una novela de ficción histórica, o una un libro de historia ficcionada, para la elección de los términos cada lector es muy libre y puede aplicar el que más le guste. Cierto es que la autora se permite ciertas licencias como bien explica al final del libro.

Ambienta la trama en 1919, un periodo entreguerras, con muchas carencias, mucha pobreza y escasez de hombres, son los años previos a los felices 20 que ya comienzan a vislumbrarse y se sirve de una de las familias aristocráticas más peculiares de la época, los Mitford, con su seis hijas y un sólo varón.
Parece ser que las mujeres Mitford que ya apuntan maneras en esta novela fueron toda una institución en la época, rebeldes, lenguaraces y transgresoras.


Y la tercera pata para crear la trama es otro hecho real, el asesinato de Florence Nightingale Shore en un tren a plena luz del día, un caso nunca resuelto, y que nos tendrá en vilo durante toda la narración, porque es una de las licencias que se toma la autora y que le da ritmo al último cuarto de novela.

En este libro la Mitford que tiene más protagonismo es Nancy, una jovencita de dieciséis años, caprichosa, decidida, manipuladora, mordaz, fantasiosa, ya se vislumbra en ella a la escritora famosa que llegó a ser, sin embargo, no se puede decir que sea la protagonista sino un personaje secundario de lujo muy necesario para la trama. Porque a mi entender la protagonista de esta novela es Louisa Cannon.

Y ello me va a dar pie para hablar de los personajes, podríamos decir que nos encontramos ante una novela coral, con muchos personajes y todos dibujados de forma bastante completa, y aquellos que quedan más difuminados es porque son meramente accesorios y posiblemente no vayan a tener cabida en próximas entregas. Como podréis comprender no voy a hablar de todos y cada uno de ellos, pero sí de los que me parecen más importantes

Louisa Cannon: es una joven humilde, huérfana de padre e hija de una lavandera, su vida se convierte en un infierno tras la muerte del cabeza del familia y la llegada a casa de su tío Stephen, un hombre sin escrúpulos que no duda en utilizarla para cometer pequeños delitos. Cuando las cosas pintan feas para Louisa, esta busca la forma de alejarse de él y su salvación será el empleo de niñera en Asthall Manor. A pesar de ser consciente de su posición en más de una ocasión no medirá bien las consecuencias de algunos de sus actos o alguna de sus palabras. Louisa es uno de los personajes que  más evoluciona en la historia y a la que más cariño se le llega a coger.

Nancy Mitford: La primera de seis hermanas, con las que tiene rivalidades, una rebelde que pone en más de un aprieto a la pobre Louisa a la que convierte en confidente y en carabina para sus propósitos tengan o no el beneplácito de sus padres. Nancy se nos va a presentar como una joven de su tiempo a pesar de que la nobleza por aquellos años estaba en decadencia y el dinero no fluía a raudales. Se muestra caprichosa, testaruda y tremendamente inteligente, audaz, perspicaz, unas cualidades que no le abandonarían al madurar.

Stephen Cannon: Posiblemente el personaje más odioso de este libro y eso que apenas tiene protagonismo, pero es como una sombra alargada que acecha en todo momento a Louisa y que condiciona su forma de actuar. Jugador y bebedor, utiliza a su sobrina para pagar las deudas de juego, lo que empezó siendo perqueños hurtos, se convirtió en algo que Louisa no podía consentir y huir se convirtió en la única vía posible para no terminar vendiendo su cuerpo cada vez que su tio incurriera en una deuda.

Guy Sullivan: policía ferroviario, un joven con problemas en la vista que le impidieron ir a la guerra y que se minusvalora a sí mismo por ese motivo. Cuando asesinan a Florence Shore en el tren ve en la resolución del caso una forma de ascenso, un trampolín para llegar a la Policía Metropolitana. Su camino se cruza por casualidad con el de Louisa Cannon y queda prendado de la joven a la que ayuda económicamente cuando se zafa de su tío y no tiene forma de pagar el billete de tren para acudir a la entrevista de trabajo.  El Guy apocado se va despertando y tomando la iniciativa conforme avanza la investigación y va a tener como aliadas a Louisa y a Nancy.

Roland Lucknor: Un soldado que compartió batallón con Lord Redesdale, el padre de Nancy, la presencia de este personaje es muy significativa e importante para la resolución de la trama y también para el planteamiento. Por casualidad conoce a Nancy, le hace creer que tiene algún interés en ella, cuando quien en realidad le interesa es su padre. No llega a ser un personaje del todo limpio, oculta muchos secretos, sin embargo, al final la autora lo redime.

Florence Shore: es una enfermera de guerra, que al licenciarse decide jubilarse y vivir con sus ahorros en una casita en la playa, sin embargo, nunca llegará a cumplir su sueños porque su vida se trunca en el tren que la llevaba a visitar a una amiga. Florence se nos presenta por aquellos que la recuerdan como una buena profesional, vocacional, muy volcada en su trabajo, una mujer que gracias a una herencia no necesitaba ponerse en peligro. La conoceremos por lo que los demás cuentan de ella y también por las cartas que escribió estando en el hospital de campaña.

No son todos los que son, pero si los que yo quiero y puedo resaltar sin destripar nada y sin condicionar la lectura de aquel que decida acercarse al libro al leer esta reseña.

Si los personajes están trazados de forma concienzuda y con mimo por la autora, no lo es menos la ambientación. Y es que a través de esta historia somos conscientes de las diferencias sociales y económicas de la clase trabajadora y la nobleza, a pesar de que la escasez afectaba a todos, siempre han habido clases y estatus. Y en esta novela son muy palpables tanto en la casa de Asthall Manor como en Londres donde vive Louisa antes de encontrar trabajo de niñera.

Jessica Fellowes retrata muy bien la sociedad de la época, el encorsetamiento de las clases pudientes, su relación con los sirvientes, el empobrecimiento que también les afectaba y que intentaban tapar a toda costa. La autora retrata de forma minuciosa el día a día en la casa de los Mitford, la relación que tenían con sus hijos y con los criados. El cariño que le tenían los niños a sus niñeras superior al que podían sentir por sus padres con los que ni siquiera compartían mesa todos los días.

Los bailes de sociedad recién terminada la guerra, la importancia de encontrar marido cuando la población masculina estaba diezmada por el conflicto bélico y muchos arrastraban problemas físicos o psíquicos. La pobreza de la clase trabajadora que luchaba por sobrevivir día día, y que buscaba prosperar.

Nos encontramos ante una novela de misterio  en la que lo importante es el crimen y la investigación para su resolución en la que se verán enredadas por distintos motivos Nancy y Louisa. Se trata de una historia de corte clásico, más pausada que las actuales, pero más ágil que las de antaño,  en la que una pista lleva a otra y en la que durante largos periodos de tiempo incluso se estanca. Puede ser una investigación al estilo de las novelas de Agatha Christie, en la que la sucesión de pistas lleva hasta el asesino y no siempre resulta ser quien habíamos pensado en un principio.

Conclusión:

Jessica Fellowes nos presenta una trama narrada en tercera persona, de forma sencilla, ágil y con multitud de diálogos, una novela de corte costumbrista en la que la resolución de un asesinato involucra a una señorita de la aristocracia, su niñera y un policía ferroviario. Entre los tres compondrán una estampa muy verosímil de la época y harán las delicias de los amantes de las novelas de misterio clásicas.

lunes, 22 de octubre de 2018

Tres mil noches con Marga. Pedro Ramos

He tardado más en volver de lo que esperaba, una vez terminadas las oposiciones había pospuesto tantas cosas, había parado de tal forma mi vida, que no era capaz de volver a poner en marcha toda la maquinaria, ni la lectora ni de la de mi día a día. Si a ello le juntamos que en el trabajo estamos bajo mínimos y que arrastro un cansancio que no es ni medio normal, el blog ocupaba el último escalafón de mis prioridades, sobre todo porque me notaba tan oxidada que me veía incapaz de plasmar mis impresiones en un post medio decente.

Tampoco es que haya leído demasiado, me cuesta mucho encontrar un rato para perderme entre las páginas de una lectura y dejarme enredar en la historia, en pocas palabras disfrutar de ellas, y cuando me pasa eso prefiero darme un tiempo porque si no temo no ser justa con las opiniones que vierta, por aquello de no eres tú, si no yo.

Algún día tenía que volver y #SoyYincanera me ha puesto las pilas, y aquí vengo a hablar de una novela en la que me costó entrar, cogerle el ritmo, entender a la protagonista y me fue ganando página a página, línea a línea, grieta en la coraza de Marga tras grieta. Una novela con una mujer muy potente a través de la cual Pedro Ramos nos sumerge en los años más convulsos de la historia de España, años de miedos y de luchas, que él sabe explicarnos de una forma magistral a través del devenir de una familia los Durán-Garcia.

El autor:

Pedro Ramos nació en Madrid en 1973, es escritor y profesor de escritura creativa, miembro de la European Association of Creative Writting Programmes, ha colaborado con los talleres Clara Obligado y Fuentaja en Madrid y dirigió la escuela Polisemias en A Coruña. Es autor de las novelas El coleccionista de besos (Edebé, 2018) La playa de los cristales (Edebé, 2017), Todo es mentira (Trifolium, 2014), Masculino singular (Edaf, 2006) y del libro de poemas Enelpaisdelosmeritos (Noroeste, 2010). También ha escrito guiones, una serie para smartphones y una obra de teatro, además de haber codirigido un documental y realizado varios espectáculos multidisciplinares. Actualmente reside en Málaga.


Sinopsis:

Marga es una joven bióloga gallega, brillante en su profesión, que hace seis años, que trabaja como investigadora en Alaska. Desde entonces nunca ha vuelto a Galicia para visitar a su familia, y el vinculo con sus orígenes se reduce a las pocas llamadas telefónicas con su madre.

Pero en su última conversación recibirá la noticia de la enfermedad de su padre y, a pesar del miedo a enfrentarse a los fantasmas de su pasado, decidirá regresar de inmediato. El reencuentro familiar abrirá inevitablemente heridas mal curadas, y  Marga se debatirá entre contar aquello que la hizo alejarse de todos sin dar más explicaciones o mantenerlo en secreto, y seguir viviendo en un extraño equilibrio entre el sentimiento de culpa y la responsabilidad de amparar a los suyos.

Una novela cautivadora que nos sumergirá en la vida de Marga, sus veranos de juventud y el primer amor, y reconstruirá con la complicidad del lector los años en que una familia tuvo que bregar con el cambio de mentalidad de un país que paso de la transición a la democracia.

Mis impresiones:

Tres mil noches con Marga es una novela que te cautiva línea a línea, conforme vas conociendo a esa mujer asocial que parece que solo vive para trabajar, que lucha por superarse, que quiere hacerlo todo por si misma, como si tuviera que demostrarse algo a diario. Es difícil empatizar con la M. del primer capitulo, que no se toma ni un respiro en vísperas de Navidad y no hay que ser ningún lince para saber que esconde algún trauma o algún secreto.

El frío de Alaska combina a la perfección con la frialdad de su carácter, o por lo menos con el que nos muestra al principio. El único vinculo que sigue manteniendo con su familia es a través de su madre, pero incluso ese mínimo contacto parece molestarle. Todo te lleva a preguntarte una y otra vez que le ha podido pasar a esa mujer para mantener las distancias incluso por teléfono. Hasta que una de esas llamadas telefónicas rompe su paz interior, su equilibrio emocional, su padre está muy enfermo y su madre le pide que vaya a pasar las navidades con ellos.

M. decide emprender el viaje sola, necesita cerrar heridas, explicar porque se fue y porque está manteniendo las distancias, necesita soltar todo lo que lleva dentro, pero teme que con sus revelaciones la familia se rompa, causar más dolor que tranquilidad pueda proporcionarle.

Y aquí en ese viaje emocional que comienza M. y en la estructura del libro el autor consigue atraparnos, porque vamos a conocer a esa mujer hecha así misma en tres periodos de su vida, cuando es una adolescente de 15 años en 1986, cuando se doctora en Madrid y vuelve al pueblo de sus padres para preparar la boda de su hermano Carlos en 1997 y la Navidad de 2005 cuando vuelve a casa de nuevo para ajustar cuentas con su pasado y poder cerrar una etapa dolorosa.

A través de esta original estructura conoceremos a Margarita una adolescente de 15 años que pasa los veranos en el pueblo de su abuela. Esta parte se ambienta en Galicia, y la elección del lugar no es nada baladí, el autor pretende con ello poner de manifiesto una de las mayores lacras que sufrió nuestro país en los años 80. Y es que Marga tiene una fuerte personalidad, es rebelde, y comienza a coquetear con el alcohol, las drogas y los chicos. El ambiente en casa es fuertemente patriarcal, su padre hace gala de un machismo exacerbado, el único delito de Margarita haber nacido mujer, si hubiera sido un varón hubiera tenido una gran relación con su padre puesto que son dos figuras muy semejantes, separadas por generaciones y nunca mejor dicho por el genero.

Ese verano marcara un punto de inflexión en la familia Durán-García, y en el distanciamiento cada vez mayor de Margarita con su padre. Y es que por algo esos capítulos se llaman Heroína y ahí Pedro Ramos juega con la polisemia de la palabra, por un lado se refiere a la mayor lacra que se vivió en aquellos años, que se llevó por delante a una gran cantidad de jóvenes y destrozó familias enteras, y por otro lado menciona la rebeldía de Margarita.

El carácter de Marga le lleva a estudiar Biología, a trasladarse a Madrid, y a mantenerse a si misma con trabajos en la hostelería, podríamos pensar que por orgullo, pero no es lo único, su padre no está de acuerdo con su elección, ni con que se haya ido tan lejos. Y eso nos lleva a ese segundo periodo, con una Marga recién doctorada hum laude, a la ceremonia solo acude su madre, con la que nunca pierde el contacto, a pesar de que la relación entre ellas no es todo lo estrecha que se podría esperar entre una madre y una hija.

Marga sabe que pasar todo un mes en le pueblo ayudando a preparar la boda de su hermano, no es  una buena idea, pero en ningún momento imaginará cuanto. Se reencuentra con su pasado, con los primos que le quedan, con los amigos de la adolescencia a los que lleva años sin ver y su vida se revuelve por dentro. Los choques con su padre son frecuentes, la relación con sus hermanos al principio es un poco fría, es como si ya se hubieran acostumbrado un poco a estar sin ella.

Pedro Ramos aprovecha esta vuelta de Marga a su pueblo y ese desasosiego y desubicación de la joven doctora para sumergirnos en otro de los episodios más dolorosos de la nuestra historia. ETA está en su punto álgido, por aquellos días se produce la liberación de Ortega Lara, pero también el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, el país entero se paralizó aquellos días para despertar al horror de una ejecución anunciada. Esa aberración marcó un antes un después en la sociedad, nació el espíritu de Ermua, la ciudadanía perdió el miedo a gritar y se rebeló contra el yugo de los terroristas. Este episodio me estremeció, me devolvió toda la rabia que sentí en el momento en que supe de la muerte del concejal, me trasladó al salón de mi casa aquella tarde, expectante ante algo que sonaba a una muerte anunciada y sin embargo hasta el final mantuve una esperanza tan vana como inútil.

Esta nueva visita al pueblo de su padre, marca un nuevo punto de inflexión en Marga, no seré yo quien os cuente que pasó, tendréis que leer el libro, adentraros en la lectura y tirar del hilo, para ir descubriendo poco a poco el secreto de Marga y como este puede hacer explotar la convivencia familiar.

El nuevo revés que sufre sin que su padre sea capaz de atajar el desastre aleja a Marga de nuevo de su familia al día siguiente de la boda de su hermano y sin despedirse de nadie más que de su padre. Acepta una plaza de investigadora en la Universidad de Alaska y allí sin intención de volver nunca vive su vida con las llamadas esporádicas de su madre que le informa de los acontecimientos familiares.

Y ello nos devuelve a la actualidad a una M. que hace las maletas y decide enfrentarse en solitario a su pasado, que pretende cerrar heridas, y que encuentra a su vuelta el rechazo de su hermana menor, y la indiferencia del resto de la familia. Sólo Ana, su madre,  parece feliz con su vuelta. M. no puede evitar sentirse como una intrusa, y se da cuenta de que si desvela su secreto sólo puede causar más dolor. Decide volver cuanto antes a Alaska, sin soltar lastre y sin volver a despedirse de nadie. Como la primera vez su padre es el único testigo de su marcha, quizás intuye que no volverá a verla nunca y decide acompañarla a la estación.

 M. no es capaz de soltar lastre, y hundir más a su familia, pero si que deja que su padre entrevea parte de su secreto, y si vosotros queréis descubrirlo tendréis que adentraros en las páginas de esta historia, que tan bien refleja el paso de la transición a la Democracia. Un fiel fotograma de los años 80, 90 y primeros años del siglo XXI a través de una mirada serena y de las vivencias de una mujer que cambia de nombre a cada revés que le da la vida, Margarita, Marga, M. tres nombres para un mismo personaje, tan real que se sale del papel, que cobra vida y se queda con el lector mucho tiempo después de haber leído la última línea.

Pedro Ramos logra sin apenas florituras y con una narración no lineal meternos en la vida de Marga y su familia, que podría ser la de muchas otras mujeres en aquella época, una sociedad patriarcal marcada por las decisiones del cabeza de familia. El retrato que de Miguel ofrece el autor no me es desconocido, pero por momentos me ha hecho identificarme de tal forma con Margarita que se que yo también hubiera seguido su camino, aunque algunas de las decisiones que toma no pueda compartirlas.

Conclusión:

No me queda más recomendaros encarecidamente su lectura, seguro que disfrutaréis con con el trasfondo histórico, seguro que comprendáis o no a Marga seréis capaces de empatizar con ella en algún momento. Tres mil noches con Marga es un fiel reflejo de la historia reciente de España contada de forma amena y sin ningún morbo que seguro que disfrutaréis tanto como yo.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Todos los veranos del mundo. Mónica Gutierrez

Quizás este verano esté siendo menos verano que cualquier otro, nunca me ha gustado estudiar con calor, me cuesta concentrarme y me apetece hacer cualquier cosa antes que sumergirme en un temario que ocupa gran parte de mis 24 horas, porque como decía un compañero, vivimos para la empresa que trabajamos, pasamos allí ocho horas, y el resto lo dedicamos a un temario que es más de lo mismo, mientras las horas de luz se van disipando y cada vez los días son más cortos y también se va acercando la hora del examen y de nuestra liberación.

Porque sí, así siento yo este año las oposiciones, quizás porque estoy cansada, quizás porque ha hecho más calor de lo normal, quizás por los horarios imposibles de trabajo, o quizás porque los amigos de lo ajeno me han complicado un poco la vida, sea como sea, necesito que pase septiembre, con el resultado que sea, pero que pase.

Quizás por eso el libro de Mónica ha sido como un jarro de agua fresca, necesitaba una lectura amable, una historia que me hiciera olvidar por unos escasos momentos, porque mi tiempo brilla por su ausencia, estos meses que se están alargando en demasía. En pocas palabras, necesitaba volar, soñar, olvidar... y todo ello lo he conseguido gracias a Todos los veranos del mundo y lo mejor de todo dedicando muy poco tiempo a la lectura, sobre todo menos del que yo hubiera deseado.

Muchos pensaréis como podía estudiar después de comer, es que no lo hacía, no lo hago, trabajo de tardes, así que las horas que siempre he empleado para leer estaba atendiendo al público y sin oportunidad de hablar de lecturas, ni de libros, y no será porque no pasan lectores por mi puesto, si no porque todos vivimos con una rápidez inusitada que nos impide disfrutar de los pequeños placeres de la vida, hacemos lo que se supone que debemos hacer por encima de lo que nos apetecería hacer en cualquier momento.

Quizás por ello el libro de Mónica me ha hecho reflexionar, me ha dado alas para volar, me ha hecho sonreír y sobre todo ha añadido más historias a mi ya de por si larga lista de pendientes de lectura, que aumenta de forma exponencial a mi tiempo de ocio. No se si alguna vez leeré todo lo que quiero, pero si se que ahora tengo un puerto seguro al que acudir cuando necesite un remanso de paz, un baño de realidad cotidiana,  que me sacudan un poco con amabilidad, y por suerte tengo cuatro novelas pendientes, y alguna hay por el lector.

La autora:

Mónica Gutiérrez nació y vive en Barcelona. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y en Historia por la Universidad de Barcelona. Apasionada lectora, escribe novela, relatos y poesía. En la actualidad compagina la escritura de ficción con la docencia y suele charlar de literatura con buenos amigos en su blog. Debutó en el mundo de la publicación con Cuéntame una noctalia, y las buenas críticas de Hotel a ninguna parte, su segunda novela, han mantenido a la autora durante más de un año en la lista de los más vendidos de Amazón. El noviembre de Kate (2016) fue su primera novela con Roca Editorial.

Sinopsis:

Helena no sabe como sobreviven las familias cuando coinciden todos sus miembros adultos bajo el mismo techo, pero está a punto de averiguarlo. Decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos los veranos de su infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. La pequeña localidad al pie de los Pirineos ha permanecido casi inmutable en el tiempo, con sus amables habitantes y sus gratos recuerdos. Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido la vista durante muchos años, y la vida deja de ser tan tranquila en el pueblo. Quizá sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea el tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando.

Mis impresiones:

Todos los veranos del mundo es una historia agradable, con aires de nostalgia, un toque de romanticismo, un canto a la vida, al disfrute de las pequeñas cosas, a la valentía de vivir la vida y de enfrentar los cambios necesarios para conseguir pequeñas parcelas de felicidad. Es un canto a la amistad, a la fraternidad, a las relaciones humanas y sobre todo familiares. Es una dosis de realidad capaz de provocar un tsunami emocional con el simple aleteo de una mariposa.

Mónica Gutiérrez me ha sorprendido con su prosa, con su frescura al narrar, con sus diálogos, algunos de los cuales no tienen precio, con una historia tan cotidiana en la que los protagonistas bien podríamos ser nosotros o gente a la que conozcamos, cualquiera podríamos ser Helena, Silvia, o incluso el soñador Xavier, o Marc Saugrés y que lector no ha soñado con montar una librería en la que poder hablar horas y horas de libros en torno a una bebida caliente.

Con sus descripciones me ha transportado al jardín de la casa familiar de Helena, que buen refugio sería para mis tardes de verano con un libro en la mano, incluso para esas noches en las que apetece sofá, una manta ligera por aquello del fresco nocturno y un buen libro, y el aroma de las flores, incluso he sido capaz de oler ese jazmín que a Helena le molestaba tanto y que por la noche es especialmente aromático.

Todos los veranos del mundo me ha transportado a los estíos de mi infancia, yo los pasaba en un pequeño pueblo de interior, con amigos a muchos de los cuales con los años les he perdido la pista, también dejé de ir hace mucho tiempo, aunque allí continúa el apartamento y mis hermanas van de vez en cuando. Reconozco que cuando voy me invade la calma, que desconecto, pero a pesar de que no son demasiados quilómetros los que me separan, como a Helena me cuesta volver, a ella le pesan las ausencias, yo no soy capaz de saber porque.

Tiene a bien Mónica no presentarnos a una familia idílica, si no a una normal, con sus defectos y sus virtudes, con sus celos, sus envidias, una familia como la tuya o la mía, en la que los silencios en ocasiones se malinterpretan. Me reconozco en la madre de Helena, yo no soy mucho de exteriorizar mis sentimientos, la he comprendido, me he mimetizado con ella, a pesar que yo si soy de dar abrazos, porque con ellos transmito todo lo que mis palabras callan, o por lo menos soy de darlos a mi gente más próxima, tampoco voy invadiendo el espacio de personas que no conozco y que no se si los van a desear. 

En todas las familias todos los miembros no están cortados por el mismo patrón sin embargo, todos somos capaces de encontrar lugares de encuentro, abiertos a las confidencias, o a las gratas conversaciones, los diálogos entre los hermanos me han parecido una delicia, quería quedarme anclada en esos momentos, charlar con ellos, arrebujarme entre los tres junto a esa chimenea y poder ser cómplice yo también.

Y es que tendemos a callarnos muchas cosas cuando las penas compartidas son más llevaderas, por ello he valorado tanto esos pequeños momentos llenos de confidencia en los que se abre el alma y son capaces de desnudarla sacando a la luz sus miedos y verdades, asumiendo en muchas ocasiones sus culpas como Xavier ante una separación que el mismo ha provocado con sus silencios y ausencias. Y si hay un personaje que me ha provocado sentimientos dispares ese ha sido Silvia, tan libre, tan lenguaraz, tan con la verdad como espada, ha tenido a quién recordarme, pero al mismo tiempo se que personas así de auténticas cada vez quedan menos, porque la gente no quiere ser golpeada con la verdad, prefiere vivir en su ignorancia o en el mundo que se han creado muy a medida de una realidad inventada y del que no están dispuestos a salir.

Anna la sobrina de Helena encarna la ternura, la madurez, la inocencia, esa niña de doce años me ha llegado al alma, ha sido capaz de sacudir a su tía, de conseguir lo que sus hermanos y su madre no han logrado ni que se plantee, la pureza de ese personaje es bestial, tiene las apariciones justas, en los momentos adecuados, intentado buscar complicidad con una persona que no es tan distinta a ella, y de soltar verdades capaces de remover a nuestra protagonista como no lo consigue su hermana Silvia, las dos conversaciones así más serias entre tía y sobrina son para enmarcar, para releer, para quedarse a vivir en ellas. Quizás exagere, pero es mi opinión.

He confesado ya que es la primera novela de autora y que no será la última así que encontrarme esa librería ha sido toda una sorpresa, en un pueblo pequeño no suele haberlas, y que además no tenga lo más comercial ya es de por sí raro, pero que su librero esté más interesado en conversar de literatura y tomar un te con bollos que de vender libros, ya lo convierte en un rara avís. Me he enamorado de la Biblioteca voladora, no tanto de su propietario Jhonathan Strenge, aunque al final le cogí cariño. Ese guiño de Mónica al placer de conversar de libros, a la LITERATURA, sí en mayúsculas, ese repaso por grandes obras literarias y autores, ese recuerdo a Alicia en el País de las Maravillas, me ha robado el corazón.

Si un personaje me hizo soñar ese fue Marc Saugrés, el eterno Peter Pan empeñado en que su Wendy aprenda a volar, un soñador con los pies en el suelo, el que vuelve del revés el mundo cuadriculado de Helena, el que le hace replantearse si es esa vida la que realmente desea, o quiere aprender a volar. Marc es ese bohemio que un día coge las riendas de su vida, se estampa y pretende recoger sus pedacitos para empezar de nuevo, resurgir de sus cenizas cual ave fénix, aunque cada vez nota que le quedan menos fuerzas y menos ilusiones.

Esta novela tiene un final previsible, lo estamos esperando casi desde el principio, yo juraría que incluso estamos deseándolo tal es el poder de Mónica al narrar, si hay un personaje que no he soportado es a Jofre, al juez Dredd. Me ha parecido un ser frío, inhumano, calculador y no he encontrado redención posible en toda la historia, ni siquiera cuando las tornas se vuelven en su contra, ni en ese momento sentí empatía con él, con su forma de vida, con lo que representa.

Cada personaje de esta novela encarna un valor Xavier el romanticismo, Silvia la libertad, la madre de ambos la superación, el huésped despistado el humor, Marc Saugrés el tesón, Helena la sensibilidad, la pequeña Anna la madurez, Miquel la inocencia, el vikingo nórdico la solidaridad, y todos y cada uno de ellos aportan un granito de arena para hacer de esta novela una agradable lectura que no desearías que acabara nunca.

Conclusión:

Mónica Gutiérrez nos cuenta de forma sencilla, situaciones más o menos cotidianas, nos ofrece una visión optimista de la vida y de la búsqueda de la felicidad en las pequeñas cosas que nos rodean o en los momentos compartidos con personas que queremos.

Nos ofrece un par de alas para volar, para soñar, para sentir que cualquiera es capaz de aprender a volar como Peter Pan, solo tiene que olvidar los miedos a los cambios, y ser capaz de afrontarlos con valentía y para ello cualquier estación del año es buena, pero ese final de verano en Serralles es perfecto, serás capaz de apreciar los sonidos de la pequeña población, la espesura del silencio, y el olor de las flores del jardín.

Te ruborizarás con Helena y Silvia, te emocionarás con Xavier, Anna y nuestra protagonista, querrás ser Wendy para conquistar a Marc Saugrés y tener pocos recursos para que el viquingo nórdico te trate con amabilidad. Sobre todo desearás tener una masia en el Pirineo y allí reunir a tus hermanos porque la complicidad en torno al fuego me ha dado mucha envidia.

No soy muy de etiquetas, y he descubierto que este tipo de novelas pertenece al género feel-good, solo sé que Mónica ha llegado para quedarse en mi estantería y que reservaré  sus libros para esos momentos en que los necesito como agua de mayo.