jueves, 25 de abril de 2019

Lo que callan los muertos. Ana Lena Rivera

A través de #SoyYincanera estoy descubriendo autores a los que no me hubiera acercado por mí misma y es que cuando el tiempo para el ocio es tan escaso una tiene que afinar el tiro, elegir bien las lecturas y que estas le proporcionen ese oasis de paz y tranquilidad que tanto ansía en el día a día, y para ello nada mejor que tirar de lo conocido, aunque haya mucho bueno por conocer.

Seguro que a más de uno de vosotros os sonará lo que he escrito más arriba, por eso valoro tanto las propuestas que nos hacen algunos autores, editoriales, o la intuición de alguna compañera, es un placer descubrir lecturas que seguro que hubieran pasado desapercibidas para mí y compartirlas con lectoras tan atentas, tan distintas entre sí que cada una pone el acento en una parte de la historia, disfrutar con las frases que van rescatando, con los comentarios, notar que hay algunas en las que coincidimos y otras que en un primer momento no nos habían removido al verlas a través de los ojos de otro lector las vemos distintas. Sin duda es una experiencia maravillosa, que me complica la vida un poquito porque intenta poner un poco de organización en mi caótica vida bloguera, pero a la que no pienso renunciar y os invito a probar en alguna lectura que os apetezca.

Lo que callan los muertos es una de esas lecturas que me hubiera pasado desapercibida por muchos motivos, por ser una primera entrega, si busco autores conocidos difícilmente me podría decantar por ella, porque es un premio, hace tiempo que no suelo acercarme a ellos y se que me estoy perdiendo muy buenas lecturas, a su favor, el género negro que me apasiona, y que se ambiente en una ciudad que no está muy trillada, aún así reconozco que con tanto como se publica y con tanto como tengo por leer no hubiera sido una opción para mi. Y me habría perdido un libro muy ágil, ameno, fresco y con un toque de humor que ha llenado mis pequeños ratos de ocio por completo.

¡¡Nos metemos en harina ya!! Me acompañas en este viaje, te aseguro que conocerás a unos personajes que no tienen desperdicio y una ciudad que para mí era completamente desconocida.

La autora:

Ana Lena Rivera nació en Oviedo en 1972. Estudió derecho y Administración de Empresas en ICADE, en Madrid. Después de veinte años como directiva en una gran multinacional, cambió los negocios por la escritura, su gran pasión, coincidiendo con el nacimiento de su hijo, Alejandro. Junto a él nació también Gracia San Sebastián, la investigadora protagonista de su serie de intriga.

La primera entrega, Lo que callan los muertos,  ha recibido el Premio Torrente Ballester.

La podéis encontrar en  www.analenarivera.com

Sinopsis:

Una novela de misterio ambientada en Oviedo y protagonizada por una investigadora de fraudes que despertará la simpatía de los lectores.

Gracia San Sebastián ha renunciado a una exitosa carrera laboral en Nueva York y ha regresado junto a su marido, Jorge, a su Oviedo natal para ejercer de investigadora de fraudes a la Seguridad Social. El caso que le ocupa está relacionado con el cobro de la pensión de un militar que sobrepasa los ciento doce años, cifra a todas luces sospechosa.

Mientras su vida personal avanza por sendas imprevistas, Gracia se encontrará con ramificaciones del caso que la llevarán a investigar el suicidio de una vecina de su madre. Pero Gracia no está sola, para descubrir la verdad cuenta con la inestimable ayuda de las mujeres que forman parte de su vida, su madre, su hermana, su mejor amiga y Sor Florencia, una mujer muy estimada por la familia San Sebastián.

Mis impresiones:

Para mi el mayor logro de esta novela es su narración en primera persona y en tiempo presente, lo que le da un carácter intimista, como de sobremesa ante un café y en conversación animada, de manera que se te puede pasar la tarde sin que te des cuenta porque la compañía es grata y las risas se van adueñando de la conversación. Así es como sentí yo esta lectura, amena, placentera, contada entre susurros, confidencias,  sonrisas y carcajadas, y alguna lágrima furtiva porque tiene su aquel.

Pero no es su único logro, otro es la ambientación, la autora sitúa la trama en una ciudad de provincias, Oviedo, que conoce bien porque ha vivido siempre en ella. De esta forma nos cuela por calles, recovecos, zonas de ocio, bares de tapas, restaurantes... y ello también ayuda a crear con el lector un ambiente de confianza, de camaradería. Ana Lena gran conocedora de la gastronomía de su ciudad no duda en recrearse en la comida de su tierra, en sus platos típicos, en sus dulces, os recomiendo que tengáis el estómago saciado cuando la leáis porque de lo contrario la operación bikini se va al traste.

Y la gastronomía me lleva a sus personajes, porque si bien nos pasea como he dicho antes por bares de tapas y restaurantes, también se recrea en las comidas caseras que para deleite de propios y extraños prepara su madre, Adela, que parece que para eso de los fogones tiene muy buena mano, todo lo contrario que su hija que tantos años en Nueva York la han acostumbrado a la comida basura y tira de ella muy a menudo. Con un gourmet como Jorge que se apunta a cualquier sarao gastronómico, la cocina entra de forma muy natural en esta novela. Y por si fuera poco hasta los maridos de las amigas de Gracia San Sebastián se defienden entre fogones y alardean de ello. Los que visitáis este blog asiduamente  sabéis que me encanta la cocina, que disfruto enormemente cuando la encuentro integrada de forma natural en el texto. y por ello esta novela tenía un plus añadido para mí.

Y ya que he comenzado ha hablar de los personajes me meto en el último logro y  no por ello menos importante de esta novela. Ana Lena Rivera ha sabido crear unos personajes próximos, verosímiles, unos personajes podríamos llamar de andar por casa, todos podemos reconocer a familiares y amigos en ellos de ahí que a la cercanía de la primera persona, el tiempo presente y una narración de hechos comunes, se le añada la cotidianeidad. Si tuviera que elegir un solo personaje me resultaría muy difícil, pero sin duda sería Adela, la madre de Gracia, es de esas señoras todo vitalidad, que todo lo saben, se prestan para cualquier cosa, y les gusta ser protagonistas.  La típica señora que escucha lo que quiere y cuando quiere, dando lugar a situaciones en las que no sabes muy bien si llorar o reír, y a que a mi en esta novela me ha dado por reír.

Pero no puedo dejar de lado un personaje que me ha llenado de dulzura, cariño y comprensión, mi tocaya Carmina, una mujer a la que todos consideran loca, que defiende como una leona a los suyos, en cuyos zapatos es muy difícil meterse hasta casi al final de la novela, porque la vamos descubriendo poco a poco. Como no es todo oro lo que reluce nos daremos cuenta de que Sofía, la Impugnada que un buen día se suicida saltando al patio interior no era como aparentaba y su hermana tampoco, que de las apariencias vive la gente en las capitales, pero también en los pueblos de provincias, donde es más patente si cabe.

No quiero hablar más sobre los pesonajes pero si me gustaría hacer una mención de honor a Sor Florencia, esa viejita que sigue regentando la portería de la casa de los curas, que a pesar de no ser de Oviedo no pierde ripio, y a Geni esa compañera metomentodo de Gracia, a la que redescubre por interés como casi todo en la vida de nuestra protagonista. Pepe me ha enamorado con su actitud de galán trasnochado.

Antes he dado por cerrados los logros con los personajes pero me temo que no he tenido en cuenta el fino humor que recorre toda la novela de la mano de Adela y sus amigas, que se apuntan a cualquier bombardeo, da igual que sea un bingo que una investigación o una comida para agasajar a un invitado de Gracia al que hay que sonsacar. Estas señoras sirven para un roto y para un descosido y te meten en situaciones tan surrealistas que la sonrisa al menos esta asegurada, aunque yo solté un par de carcajadas de tan metida como estaba en la situación. A mi modo de ver, el humor es una de las armas más difíciles de usar en literatura, y la autora las maneja con maestría y mucha naturalidad.

Ana Lena me ha presentado una profesión que desconocía, investigadora de fraudes a la seguridad social, no suena muy divertida, pero por lo visto no está mal remunerada y da mucha libertad a la hora de trabajar, solo que conseguir pistas es harto complicado porque los que podrían ayudarte no lo van a hacer, por ello la autora tira de ingenio e involucra a todas las mujeres de su vida para conseguir información. Y no contenta  con ir engañando a todo aquel que le puede ser útil se dedica a meter las narices en el suicidio de una vecina, que ve poco claro y que su madre alienta con sus sospechas. Lo que puede hacer el aburrimiento y una investigación atascada. Ambas tramas van avanzando en paralelo hasta que sin darse cuenta se cruzan y da un giro a la trama que el lector agradece.

Solo hay una cosa que no me ha acabado de convencer y es que creo que no necesitaba usar un tópico para que la novela funcionara. Parece que es necesario que nuestro investigador sea un personaje que arrastra un oscuro pasado que mantiene bajo llave. Así pues Gracia no es un agente de la ley, pero si investiga y sí que arrastra un trauma que le ha llevado a abandonar un estresante y exitoso mundo laboral en la ciudad de los rascacielos para esconderse en una ciudad de provincias, Oviedo, para curar una herida que  ha tambaleado incluso su vida matrimonial. Supongo que cuando la autora lo ha sacado en la primera de la serie en el futuro tendrá alguna relevancia, pero de momento no le veo la necesidad porque poco aporta a la trama.

Espero no tener que comerme con papas ese último alegato, porque la historia esta bien hilada, los personajes tan bien creados, la ambientación tan bien perfilada que supongo que en algún momento me habré de retractar, es lo que tienen las series, de momento esta ha empezado bien, me ha tenido entretenida, me ha seducido con los personajes, y la cercanía que desprende , me ha enseñando monumentos que no creía posibles, como el famoso culo, que más se le puede pedir a una historia, creo que poco más, que no tarde demasiado en volver Gracia San Sebastián y lo haga acompañada de todas las mujeres que la rodean, su madre, su amiga, la hermana y como no la compañera cotilla que le da vidilla.

Conclusión:

Nos encontramos ante una novela cercana, ágil y fresca, narrada en primera persona y en tiempo presente, una combinación para mi muy difícil de manejar, pero que la autora borda con unos diálogos inteligentes en ocasiones, surrealistas en otras, pero si hay una palabra que pueda definirlos es cotidianos, del día a día de cualquier lector, fácilmente reconocibles por todos, y con los que es fácil empatizar.

El humor es una herramienta que bien utilizada da mucho juego y destensa la narración y la autora a través sobre todo de Adela, sus amigas y la vecina, sabe utilizar con mucho arte, la dosifica con maestría y el lector, al menos yo, agradece mucho esos pasajes.

A todo ello se le une unos personajes con muchos matices y dos tramas que terminan confluyendo contra todo pronostico, hay algún momento algo previsible, pero aún así se disfruta desde el principio al fin y deja con ganas de más, de que vuelva la investigadora con otro caso y no se olvide de traer con ella todo el elenco femenino que la ha acompañado en este.

Si has llegado hasta aquí solo me queda recomendartela y si te acercas a ella vuelve para contarme que te ha parecido


miércoles, 10 de abril de 2019

Los miércoles salvajes. Susana Hernandez

Conocí a Susana Hernández con Contra las cuerdas, y por recomendación de Ana Kayena, más que una recomendación fue un lo tienes que leer sí o sí, verás que bien escribe. Tuve la suerte que me tocó en una de sus iniciativas, aunque ahora no recuerdo si en el Amigo Invisible bloguero o en el San Jordi Bloguero. Tanto da, que da lo mismo, porque lo leí y me enamoró la serie Vazquez y Santana, el estilo de la autora, y ese no tener pelos en la lengua hasta el punto de querer leer más, pero Curvas peligrosas era harto difícil de encontrar y cuando llegó al mercado Cuentas Pendientes yo ya andaba inmersa en la vorágine opositora que ha durado más que las pilas Duracell, y que me temo que ha finalizado solo por unos meses o algún año, porque voy a tener que seguir opositando si quiero progresar en el mercado laboral. No temáis que este es independiente, no es necesario haber leído la serie que  menciono

Cuando llegó a mis manos Los Miércoles salvajes creía que sabía lo que me iba a encontrar, pero tengo que reconocer que no. La Susana Hernández que he encontrado es mucho más madura en cuanto a su prosa, a sus tramas, a sus personajes, el salto ha sido más que cualitativo, y me ha noqueado página a página, personaje a personaje, me ha hecho replantearme muchas creencias y hacerme tantas preguntas que me ha removido como jamás pensé que pudiera hacerlo una novela.

Y consiguió todo eso en en poco más de doscientas páginas porque la novela es corta, concisa y afilada como el acero, es contundente, va al grano sin perderse por el camino, sin irse por las ramas, y dejando al lector con el cuerpo roto, el alma hecha jirones y con miles de preguntas bailándole en la mente.

Inocente de mí me las prometía yo muy felices, pocas páginas, unos margenes generosos y una letra grande, un gran placer para cualquier lector encontrar una edición tan limpia y cuidada, pero cada línea, cada capitulo, cada personaje te va arañando el alma, te va dejando huérfano, sobre todo ella, María la portuguesa, que PERSONAJAZO, que grandisima h... de su madre, no creo que la olvide en años, no me dió tregua, no me dejó cerrar la boca, cuanto mal campa a sus anchas por el mundo, cuanto dolor es capaz de causar una persona que lleva el odio por bandera y la avaricia por señera.

Yo en mi tónica, siempre queriendo decir un montón de cosas al mismo tiempo, siempre adelantándome, siempre tan caótica, creo que eso ya me es tan propio como el nombre, o el color de mis ojos.

La autora:

Susana Hernández, nació en Barcelona, ha estudiado Imagen y Sonido, Integración Social, Investigación Privada y Psicología. Ha colaborado en diversos medios de comunicación ejerciendo como crítico musical, redactora de deportes, y locutora de radio. Ha publicado las novelas: La casa roja, La puta que leía a Kerouac, Curvas peligrosas, Contra las cuerdas, Cuentas pendientes (ganadora del premio a la mejor novela negra en el Festival Cubelles Noir 2016), Males decisions (Premio Cubelles Noir a la mejor novela negra en catalán 2018) y la reina del punk. Ha participado en las antologías: Elles també maten, Fundido en negro, Diez negritos, nuevas voces del genero negro, Obscena, Lecciones de asesinos expertos, Hnegra y Barcelona, viatge a la perifèria criminal. Es autora de diversas piezas de teatro breve. En su haber cuenta con diversos premios de relato, novela y poesía. Imparte talleres literarios desde 2011.

Sinopsis:

Samantha y Hugo, amigos desde la infancia en las duras calles de Ciudad Meridiana, en el extrarradio barcelonés, trabajan juntos en la agencia de seguridad propiedad de Hugo. Sam necesita dinero, mucho más del que gana como escolta privada, para procurarle un tratamiento a su novio que padece una grave lesión medular desde hace doce años. 

Su amigo y jefe el propone un trabajo ilegal muy bien pagado que los arrastrará a ambos al oscuro mundo del tráfico de medicamentos en una espiral de violencia y traiciones. "Los miércoles salvajes nos lleva desde las chabolas de Accra, en Ghana, donde Sirhan y Lewa luchan por conseguir medicinas que traten la diabetes tipo 1 que aqueja a su madre, a los entresijos del tráfico de ilegal de medicinas comandado por  María y Joao, dos hermanos portugueses, y al frío y hermético universo de la industria farmacéutica.

Mis impresiones:

Los miércoles salvajes comienza fuerte, muy fuerte diría yo, con un personaje de tomo y lomo, una mujer de carácter muy fuerte, fría como el hielo y cruel como pocas que puedas conocer, María, la portuguesa como la del fado, pero creo que ahí terminan las similitudes entre ellas. Entra en escena el tráfico de medicamentos, un lucrativo negocio que regentan María y su hermano Joao, este último un chulo con infulas que no convence ni a su propia hermana. Y somos conscientes por primera vez de como se las gasta la portuguesa y te tiemblan las manos y la rabia te retrepa las entrañas al imaginarte ese laboratorio en llamas con todo el personal dentro. A grandes males, grandes remedios, María lo tiene muy claro, pero Joao no es tan fuerte, y en su interior crece un odio mal disimulado hacía su hermana que le obliga a hacer cosas que él no cree necesarias.

La trama se va dibujando ante nuestros ojos, pero esta ecuación necesita más variables, y para ello vamos a conocer a Sam y a Hugo, ambos se conocen desde niños, crecieron en un barrio marginal de Barcelona, Ciudad Meridiana, ambos eran carne de cañón y supieron vencer sus destinos, escapar del barrio y ganarse la vida decentemente, o eso era lo que parecía hasta el momento. Y es que Hugo quiere afianzar el futuro de sus hijos y Sam se siente culpable de que su novio esté en una silla de ruedas por una paliza y necesita mucho dinero para probar nuevas terapias que le hagan la vida un poco más humana, menos dependiente, lleva doce años viviendo y trabajando para procurarle cuidados.

La avaricia y la necesidad no les dejara ver a ambos lo peligroso del encargo ilegal en el que se están metiendo hasta que es demasiado tarde para dar marcha atrás, y su vida se convierte en un infierno y en una carrera contrarreloj para salvar la vida. Además de una lucha feroz entre lo que hay que hacer porque se han comprometido y lo que moralmente desean hacer porque es lo correcto.

Ese encargo le procura a Sam lo que tanta falta le hace, una desahogo sexual; un día a la semana se convierte en tigresa, en una depredadora, en busca de sentirse viva, amada, plena, hace tanto tiempo que lo perdió, pero ese peón de ajedrez le va a complicar la partida y a acentuar el dilema que la está volviendo loca desde que aceptó el maldito encargo. Ella no quiere sacrificar la pieza y esa carrera se complica muchísimo

Y como no podría ser de otra forma, nos falta otra variable más, porque si el tráfico de medicamentos ilegales es tan lucrativo es porque hay un mercado potencial muy amplio, y este lo encontramos en África y aquí vamos a conocer a Sirhan y a Lewa, dos muchachos huérfanos de padre que tienen que conseguir medicinas para su madre que padece diabetes de tipo 1. Unos medicamentos de precios muy altos para unos niños que apenas sobreviven de lo que pesca Sirhan. A lo que renuncian unos y otros para conseguir esas medicinas duele en el alma, porque siempre hay desgraciado que se aprovecha de las necesidades ajenas. A lo que recurren y las consecuencias que tiene hace que te plantees tantas cosas, que jures en arameo, que se despierten tus instintos asesinos y que al mismo tiempo el miedo te hiele el corazón porque sabes quién anda detrás de ello y no olvidas como se las gasta.

El plato fuerte de esta novela es la Denuncia Social férrea, descarnada a la industria farmacéutica, a esas patentes que encarecen las medicinas y las hacen inaccesibles para un sector muy importante de la población. Y como esa misma industria lucha porque esas patentes sigan siendo lucrativas, que no se extingan para que puedan hacer genéricos que los abaraten. Y al hilo de esto a su alrededor se sostiene todo un imperio de tráfico de medicamentos, un negocio más lucrativo que la droga, y menos peligroso, más clandestino si cabe, más oscuro y que posiblemente cause incluso más muertes.

A Susana Hernández no le tiembla el pulso, no necesita adjetivos de más, ni florituras, es aséptica, nos presenta la verdad pura y dura, sin anestesia, sin embellecerla porque no hay motivo para ello, llama a las cosas por su nombre, nos muestra a los personajes en su estado puro, con sus filias, sus fobias, sus manías, sus miedos. Nos presenta personajes muy bien dibujados, con muchas sombras y pocos claros, personajes que en ocasiones se salen del papel, que te hacen temblar con solo la mención de su nombre, sonreír o maldecir, y esa gracia la tienen muy pocos autores sin derramar litros de tinta.

Me ha sorprendido la estructura de la novela, Susana Hernández ha sido crítica musical, las canciones están muy presentes en la vida de Sam, incluso pensaba que su novio era músico. Nos encontramos con una novela dividida en tres partes, con nombres muy sonoros y al mismo tiempo cada parte se divide en tracks, pistas, incluso tiene su Cara B y un Bonus Track al final.

En esta novela se entremezcla el amor, la pasión, la ambición, la traición y la venganza, bajos instintos donde los haya, algunos incluso malos consejeros, Susana Hernández nos enseña que no podemos fiarnos ni de nuestra sombra, porque agazapada en los que más queremos puede encontrarse la traición, aquello que nos llevará a la muerte o a la ruina.

Y una vez puestos de manifiesto los temas, que se denuncia y que los personajes son un plato muy importante en esta novela me gustaría hablaros de ella, más bien me gustaría que ella os hablara de si misma. María, la portuguesa es un personaje que no deja indiferente, el lector no puede concebir tanta maldad y frialdad en un cuerpo tan pequeño.

La vida de María nunca fue fácil, a pesar del dinero y la posición privilegiada de sus familia. La cojera fruto de una enfermedad infantil la recluyó durante años en un mundo propio, alejado de las burlas crueles de los otros niños. María, no podía correr, ni saltar, ni bailar, ni ir de excursión. Era el bicho raro de la clase, del barrio. Pasaba las tardes mirando por la ventana como los otros niños del vecindario jugaban alegremente, organizaban fiestas y se bañaban en la playa. Excluida de la vida que le tocaba, muy pronto decidió que el mundo no la merecía y que algún día haría pagar las afrentas a todos aquellos que le faltaban al respeto. La soledad y el aislamiento moldearon un carácter desconfiado, irascible y vengativo. Pasó los años de estudio y la adolescencia pegada a sus libros y a su padre al que acompañaba a todas partes, silenciosa y atenta. Al cobijo paterno, María creció con dos obsesiones paralelas y hermanadas, acumular dinero y el poder que restituyera su orgullo maltrecho.

Este fragmento me ha ayudado a entender el carácter de María, pero ni aún así he podido empatizar con ella, la autora no la redime, y el lector tampoco logrará hacerlo, y la razón se encuentra al final de la novela. Un final redondo, un broche de oro para una novela que te sacude y duele, y que como no podía ser de otra forma te deja un regusto amargo. Pero habrás de descubrir por ti mismo el porque de todas estas afirmaciones.

Conclusiones:

Susana Hernández ha dado un salto cualitativo con esta novela, se le nota una mayor madurez en la construcción de las tramas, en el dibujo de los personajes. Nos encontramos ante una novela en la que la denuncia social es muy importante y en el ojo del huracán, la industria farmacéutica sus tretas para ganar más dinero, para mantener las patentes. Y en órbita alrededor de ella el negocio que montan aquellos que no tienen ninguna moral ni apego por la vida de los más necesitados, los traficantes de medicamentos que tienden sus redes en los países más pobres, con menos recursos y a la población más desfavorecida.

La autora es directa, concisa, no utiliza más palabras de las necesarias y no las adorna con adjetivos que nada aportan, es dura como el tema que tiene entre manos. Y a ritmo de thriller resuelve el entuerto en el que se han metido dos jóvenes que estaban condenados a malvivir y lograron romper las cadenas y huir de la vida que les esperaba, pero la ambición y la necesidad impiden hacer caso a esas señales que nos advierten de que no crucemos cierta línea o no aceptemos un negocio.

Conocer a María, la portuguesa te cambiará la vida, pero también conocer a Sam, Hugo, Asier, Isaac, Joao o Felipe, cada uno a su manera te hará sentir, te montara en una noria de la que no saldrás indemne.