miércoles, 22 de junio de 2022

Será nuestro secreto. Empàr Fernández


Hay autores con los que sientes un flechazo tan descomunal que te apetece leer cuanto han escrito. Eso me pasó hace años ya, con Empar Fernández y le he ido siguiendo la pista, y leyendo casi todas sus novelas sean del género que sean.

Empar Fernández transmite como pocos autores sentimientos destructivos, esos que anidan dentro del ser humano capaces de aniquilarlos como persona, de destruirlos física y sicológicamente y les da esa sensación de realidad que traspasa el papel y se agarran a nuestra alma dejando una desazón impresionante durante toda la lectura.

Sabía que podía encontrar en Será nuestro secreto, porque ya había leído la trilogía de la culpa y aún así me ha envuelto en un ambiente irrespirable por momentos. Una realidad en la que todos y cada uno de los personajes escondían en su armario tantos cadáveres, tantos secretos, tantas sombras que no sabías hacía donde te podía llevar la autora. Como siempre ir de su mano hasta el desenlace ha sido un placer agridulce porque lo narrado en esta historia araña el alma, no sales indemne de su lectura.

Cuando el tiempo escasea, hay que saber apostar por buenas lecturas, ir a lo seguro, y en Al revés yo he encontrado esa editorial a la que acudir en momentos críticos. Mención a parte merecen las recomendaciones de la editora Mercedes Castro, he leído algunas novelas por recomendación suya, y voy a seguir haciéndolo en la medida de lo posible.

Últimamente me gusta adentrarme en las lecturas sabiendo lo menos posible sobre ellas, por ese motivo no leo las sinopsis, en algunas cuentan demasiado y te estropean giros y otros subterfugios que pueda utilizar el autor. Si eres de los que la sinopsis te ayudan a decidir si adentrarte en una historia piérdete entre sus líneas, si no salta ese epígrafe.

¿Quieres saber más sobre esta novela? ¿Me acompañas?


La Autor@:

Empar Fernández es profesora de secundaria y autora de novelas que abordan la historia europea contemporánea (Hotel Lutecia, Irina, La epidemia de la primavera), de obras de divulgación histórica de carácter local, de ensayos humorísticos y de numerosas novelas de genero negro escritas en solitario o a cuatro manos junto a Pablo Bonell.
Cabe destacar las novelas negras escritas en solitario: Sin causa aparente, La mujer que no bajó del avión, La última llamada y Maldita verdad (premios Tenerife Noir, Cubelles Noir y finalista del premio Hammet).
Recientemente ha publicado Som uns pringats, novela juvenil incluida también en el género delictivo.
Será nuestro secreto es la primera novela protagonizada por el veterano inspector de los Mossos d' Esquadra Mauricio Tedesco.

La podéis encontrar en:

Instagramm: @emparf1914

Twitter: @EmparFdez

Facebook: Empar Fernández

Sinopsis:

Noa, una tímida adolescente de catorce años, desparece tras una función escolar en el exclusivo colegio privado Saint Michael's School, al que acuden los hijos de los miembros más destacados de la alta burguesía barcelonesa como el empresario, y padre de Noa, Víctor Renom.
Cuando se hace evidente que Noa, una chica singular, empeñada en no contrariar a sus padres, no ha huido de casa, el subinspector Mauricio Tedesco pasa a encargarse del caso. Con su flema, sus silencios y desencanto, se sumergirá en esta trama que se irá enredando cuando comience a hacer preguntas y a descubrir todos los secretos que se esconden tras la apariencia, brillante e impoluta, de unas vidas expuestas al lujo y a la despreocupación, pero que también ocultan envidias, desamores e, incluso, la frustración de los deseos incumplidos.
Con una prosa directa, limpísima, siempre elegante y en ocasiones inusitadamente incisiva y poética, Empar Fernández desentraña, con el escalpelo de una mirada asombrosamente  observadora, la maraña de anhelos, ambiciones y hambre de poder que mueve a unos personajes a los que retrata, si embargo con una gran dosis de verdad, no exenta, por momentos, de delicadeza, ternura y hasta compasión.
Es esa mezcla de  desencanto y verismo, de realidad incisiva y, sin embargo, ausencia de rencor lo que hace de esta novela coral, al amparo de una trama criminal adictiva, una crónica asombrosamente ágil y certera de una élite atrapada en los demonios de la propia decadencia.


Mis impresiones:

Será nuestro secreto es una novela coral con personajes bien dibujados sicológicamente, profundos, reales, verosímiles, por sus páginas desfilan envidias, amores, desamores, hambre de poder, rencores y secretos, muchos secretos que condicionaron el pasado, el presente y determinaran el futuro de muchos de los personajes, pero sobre todo un sentimiento destructivo, anquilosante, demoledor, el miedo, que adquiere tal consistencia que se puede cortar, se puede palpar, se mete entre los pliegues y los poros de la piel creando una sensación en ocasiones molesta, paralizante.

Las desgracias unen o separan, la culpa es una costra difícil de arrancar. La sensación de desamparo que produce, el aislamiento, la desazón, ese dejarte arrastrar por la pena va destruyendo a unos padres que se comportan como dos islotes separados por kilómetros de distancia pero a la vez formando parte de un todo. Dos personas incapaces de procurarse consuelo, de apoyarse mutuamente. Un secreto que propicia un aislamiento mayor y entorpece la investigación de la policía y en medio de esta tormenta perfecta un niño que no entiende muy bien la situación, pero sabe que algo tan grave está pasando que mejor se mantiene al margen del deterioro físico y mental de sus padres.

Pero Empar no se conforma en retratar minuciosamente a la familia Renom, lo hace también con el personal del colegio y el alumnado, con los policías encargados de la investigación, cada uno de ellos tiene sus filias, sus fobias, su carácter, una forma de ser y de comportarse que no te resultara como lector indiferente, con unos conectaras y con otros no podrás hacerlo en absoluto. También entre los investigadores planea una especie de sombra negra, cada uno arrastra un pasado, un motor de vida, cada uno de ellos esconde algo de si mismo que vamos descubriendo conforme avanza la investigación.

Esta es una novela que se cocina a fuego lento, a la que le cuesta arrancar y en cada página se respira la angustia, la desesperación, los reproches, parece que no vamos a ninguna parte, que la investigación no avanza, solo lo hace el deterioro de los personajes. La autora nos va filtrando la información de forma pausada, creando expectación, para en un momento dado soltarte un sopapo que te hace despertar de golpe, ponerte alerta, jurar en arameo, buscar respuesta a las miles de preguntas que te asaltan. Te deja el alma hecha jirones y vagando en busca de una verdad que uno de los personajes intuye, y el lector parece tener un poco más clara, pero solo lo parece.

A partir de ese primer giro, la sensación del lector es que todo se precipita, y sin embargo sigue su curso, con la misma rapidez o lentitud que antes, porque en realidad es una mera percepción, parece haber pasado una eternidad y solo lo han hecho unos pocos días. Empar Fernández te sigue arañando el alma, sigue dosificando una información que tienes completa demasiado tarde, cuando comprendes que no vas a poder parar el devenir de los acontecimientos, pero ni tu ni nadie. Porque hay motores muy potentes capaces de mover montañas y convertirnos en lo que no somos. Motores que nos impulsan a tomar decisiones drásticas, así son el amor y el odio, dos caras de una misma moneda, tan lejos y a la vez tan cerca que los separa una fina línea. El poder destructivo de ambos es infinito y no somos capaces de darnos cuenta hasta que es demasiado tarde.

La realidad de los colegios de élite, las miserias de esos estudiantes pudientes, con oropel y los mismos problemas o incluso peores de los que tiene cualquier estudiante menos afortunado, la presión de la alumna e hija perfecta tras la que se esconde un miedo irracional, lejos de las únicas personas que lo pueden disipar. Cada lector puede bucear en una parte del libro pero en su conjunto, tanto si buceas en el colegio, en la comisaria o en la familia Renom, el resultado es brillante, es una novela bien hilvanada, con unos ingredientes bien escogidos, con un componente sicológico brutal, con una denuncia social subyacente impresionante y unos investigadores que espero hayan llegado para quedarse porque aunque entre ellos habitan las antípodas como equipo lo bordan.

Con la precisión de un cirujano, una prosa aséptica y alguna concesión a lo poético, pero sin subterfugios y florituras innecesarias la historia que nos cuenta Empar Fernández es de las que todos pensamos que no nos puede alcanzar, que esas cosas solo le pasan a los demás y sin embargo la realidad es tan tozuda que se empeña en demostrarnos que un error puede ocasionar que cualquier desgracia se pueda cebar con nosotros, que no son aleatorias si no bien estudiadas.

No quiero desvelaros más, solo que estas pocas pinceladas os lleven a adentraros en una historia que duele, que en algunos momentos asfixia, que te envuelve en una telaraña de sentimientos difíciles de gestionar. Y sin embargo, si bien lo analizamos es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, con su hipocresía, con sus virtudes publicas y vicios ocultos cual moral victoriana. Lo que se calla, lo que se oculta no ha sucedido, craso error, con silencio no se puede tapar nada, porque siempre hay alguien dispuesto a tirar de la manta.

¿Te animas a leerlo? ¿Te has sumergido ya entre sus páginas? ¿Te ha gustado tanto como a mí? Venga no seáis timidos y compartid vuestras impresiones conmigo.


Conclusión:

Si has llegado hasta aquí, si he conseguido picar tu curiosidad con lo poco que he contado, no me queda más que recomendarte  Será nuestro secreto, como lector el secreto que desencadena todo lo descubrirás en el momento adecuado y te quedarás o no tan sorprendido como yo, porque el titulo en si para mí también es un juego.

Le auguro larga vida a Mauricio Tedesco y a su equipo, no me gustaría vérmelas con David, pero aún así ya estoy esperando su siguiente investigación, que espero no tarde demasiado en llegar.

Quiero aprovechar para felicitar a Al revés por el tino que tiene al elegir las obras de su catálogo, para mi es siempre una apuesta segura.

lunes, 21 de marzo de 2022

Las herederas de la Singer

He de confesar que me daba un poco de respeto el cambio de registro que nos anunció Ana Lena Rivera mientras compartíamos una representación de Soy Yincanera una comida con ella en la pasada Feria del Libro del Madrid. Pero al mismo tiempo me pareció tan atractivo lo poco que nos adelantó que tenía ganas de tenerla ya entre mis manos.

Llevo unos años complicados para disfrutar de mi ocio, la lectura, y sobre todo para compartir mis impresiones con vosotros, como diría una compañera de trabajo, "A mi la vida no me da pa más" Y el gran perjudicado es este pequeño rincón que abrí hace ya un puñadito de años y que me ha servido de refugio.

Todavía estoy madurando el futuro del blog, porque la constancia no ha sido nunca lo mío, porque mi tiempo cotiza en bolsa, y porque las obligaciones familiares cada vez son más y me dejan menos tiempo libre. Ahora la que lee sin fin es mi madre, pero lo que ella me cuenta de los libros no me da para hacer una reseña.

Las herederas de la Singer ha supuesto una grata sorpresa, me gustan las novelas no lineales que entremezclan las historias de varios personajes, y varias líneas temporales, aunque requieren un poquito más de concentración. En este caso han sido cuatro generaciones de mujeres de una misma familia y para rematar todos los nombres empiezan por A. Aún así, he disfrutado mucho de la historia, de la ambientación y de esos personajes trabajados con la precisión de un cirujano, o de un maestro relojero.

¿Me acompañas?


La Autora:

Esto es lo que la propia autora dice en la solapa del libro

Soy asturiana de nacimiento y de corazón, pero llevo muchos años viviendo en Madrid, ciudad que me adoptó como una hija y en la que he construido mi hogar. A veces echo de menos el olor a sal y ver las olas romper contra las rocas. Estudié Derecho y Administración y Dirección de Empresas, y, aunque soñaba con ser escritora, criminóloga o comisaria de policía, tuve una carrera profesional emocionante dentro del mundo empresarial multinacional.

Según cuentan en la familia, cuando era pequeña leía libros de forma compulsiva; la lectura fue mi gran compañía en la niñez, y estoy convencida de que, en buena parte, hoy soy quien soy por la innumerables horas que pasé rodeada de libros. Empecé a escribir con la ilusión de que mis novelas ofrecieran al lector la compañía, los referentes y el refugio que los libros me proporcionaron a mi. Cuando me quedé embaraza de mi hijo Alex, la prescripción médica de reposo me dio la oportunidad de escribir: descubrí mi pasión y empezó esta aventura. Por suerte, en la Escuela de Escritores, en la que ahora tengo el privilegio de enseñar, tuve grandes profesores.

Las herederas de la Singer inaugura una nueva etapa después de tres novelas dedicadas a la investigadora Gracia San  Sebastián: Lo que callan los muertos (2019, Premio Torrente Ballester 2017), Un asesino en tu sombra (2020) y Los muertos no saben nadar  (2021) 


Sinopsis:

El día que la joven Aurora se ve obligada a trabajar en la mina tras el accidente de su padre, se jura hacer lo que sea necesario para huir de aquel infierno.

Un matrimonio sin amor y  la máquina de coser Singer de segunda mano que recibe como regalo de bodas le proporcionaran una nueva forma de salir adelante, hasta que un terrible suceso convierte la Singer en la única prueba de la amenaza que la perseguirá toda la vida.

Muchos años después, la complicidad que teje un su biznieta Alba desvelará el secreto que ha planeado sobre las mujeres de su familia.



Mis Impresiones:

A esta novela hay que acercarse sabiendo lo mínimo, para ir descubriendo a pequeños sorbos los secretos que van desgranándose en el momento oportuno. Aunque en un principio tanto flashback puede desconcertar al lector, pronto se acostumbra a ellos y busca la pista para recomponer la historia de una mujer tan adelantada en el tiempo como peculiar, una mujer que de haber nacido a finales del siglo XX o incluso en el XXI hubiera sido fruto de su tiempo, sin embargo, le tocó tragar mucha bilis y pasar muchas amarguras por ser como era y no plegarse en muchas ocasiones a los convencionalismos.

Aurora es la gran protagonista de esta historia, con permiso de la Singer, un personaje que me ha provocado sentimientos muy contradictorios y que una vez recompuesto el puzle de su vida, la he podido entender en parte, reconciliarme con su forma de actuar e incluso admirarla. Pero reconozco que me ha costado la vida, porque me lo ha puesto muy difícil, la forma de tratar a su hija y a su nieta, la forma en que trataba a su marido, y en general a quien no se ajustaba a su forma de pensar.

Comprender a Aurora me ha subido en una montaña rusa de sensaciones unas buenas y otras malísimas, la he llegado a querer y a odiar a partes iguales. He llegado a desear que viviera otros cien años para disfrutar de sus ocurrencias y borderias y a desear que muriera en muchos momentos. Pocos personajes han provocado en mi tantos deseos contradictorios, pocos personajes se quedan conmigo una vez cerrado el libro, pero Aurora Cangas va a ser uno de ellos, por lo bien dibujado que está, por lo humana que es, por ese realismo que traspasa el papel para convertirse en un personaje de carne y hueso, a la que me he visto reprendiendo en más de una ocasión y en otras aconsejando, de siquiátrico oiga.

Águeda es la hija de Aurora, para mi forma de ver la que mejor vida ha tenido, pero quizás es una forma de verlo, porque su conformismo le hacía ser feliz con lo que tenía y su única sombra siempre fue su madre. El tándem que formaba con Florita y con la abuela Herminia es muy enternecedor, esa amistad a prueba de adversidades me ha conmovido, pocas amistades aguantan tantas pruebas, tantos prejuicios. Quizás no sea el personaje que más recordaré de esta novela, pero si el que menos quebraderos de cabeza me ha ocasionado. 

Ana es la hija de Águeda y la nieta de Aurora.  La vida de Ana se asemeja a la de un pajarillo encerrado en una jaula de oro o al de un mono amaestrado. La de conversaciones que me hubiera gustado tener con ella, la de veces que me he visto reprendiéndola, la de veces que me he enfadado por no poder entender su forma de actuar. Me ha costado comprenderla, me ha costado seguirle el ritmo. Me ha hecho odiar a su suegra, Paloma,  ese tipo de persona que nunca me hubiera gustado tener a mi vera. El dúo que formaba con Beba, su antítesis, era desconcertante, su conformismo exasperante, su autodestrucción inaceptable. Y sin embargo es el fiel retrato de muchas mujeres de su clase, porque las apariencias físicas en muchas ocasiones lo son todo para triunfar. Mantenerse perfecta a pesar de la infelicidad arrastrada. Vivir a la sombra de Don Dinero antes que buscar la felicidad.

Alba es la última mujer de esta generación y aunque al principio me pareció simplemente insoportable, idealista y muy pija, poquito a poquito se fue ganando un lugar en mi corazón, fui entendiendo su rebeldía, el desprecio que sentía por su madre y por su abuela. Menos por su bisa por lo rompedora y en ocasiones maleducada que podía ser. Pero es que para Aurora los días de callarse se habían terminado y a Alba eso le parecía el summum de la modernidad, mientras que las otras dos encarnaban la opresión del patriarcado. Al final es esta última la que consigue unir a las cuatro generaciones al integrar a su bisa en las actividades de ocio, aunque no por ello Aurora dejase de dar la nota siempre que se le presentaba la ocasión.

Presentadas las cuatro A de esta novela es hora de hablar de la Singer, esa máquina de coser que al final une a las cuatro mujeres de esta historia. La Singer esconde el secreto mejor guardado de Aurora, uno que planea como una amenaza durante toda la historia y que condiciona la forma de actuar de la protagonista. El lector conoce desde las primeras páginas ese secreto, pero no así el resto de los personajes ya sean principales o secundarios. Y eso es lo que le da al lector vidilla, saber cuando lo van a descubrir el resto de personajes y de que forma lo van a hacer. De extrema dureza me parece el momento en que le revela a su hija el secreto, odié profundamente a Aurora por tanta insensibilidad, y tanta crueldad. Contra todo pronostico la vieja máquina de coser es protegida tanto por Águeda como por Ana, y precisamente son Aurora y Alba las que pretenden destruirla, en varios momentos cada una por motivos distintos.

La estructura de esta novela, puede parecer endiablada, pero a mi forma de ver es un acierto. La autora no nos presenta una historia lineal, que hubiera sido lo fácil, pero le hubiera restado frescura y dinamismo a la narración. Parece como si en lugar de estar narrando, estuviera conversando con nosotros mientras tomamos un café, y un recuerdo le llevara a otro, y otro al siguiente, y de esa forma hilvanara una colcha de patchwork, conformando la historia de las mujeres de una familia en la que pueden verse reflejadas en un momento dado miles de ellas, porque todas las visicitudes que pasan a lo largo de casi un siglo eran muy comunes en la época, o lo son en la nuestra actual. Una vez te habitúas a la estructura, la historia te va llevando de la mano hasta el final, en el que explotan un cúmulo de sensaciones que han ido subiendo y bajando durante la lectura, o al menos así ha sido en mi caso.

 Estamos ante una historia narrada a cuatro voces, la de nuestras protagonistas y la autora sitúa al personaje y el año en el que se desarrolla la trama que que cuenta en ese momento, y de esta forma  teniendo claro el orden de las cuatro A, nos vamos situando. Me gustan las novelas en la que el autor no lo da todo mascado, que deja que la mente del lector esté en funcionamiento durante su lectura, que sea capaz de tejer hipótesis para en un momento dado darse cuenta de lo equivocado que estaba.

Me ha gustado la ambientación tanto espacial, como temporal. La historia comienza en las cuencas mineras de Asturias, y se traslada de allí a Oviedo, y Gijón, a Sevilla, al Palmar de Troya, en una época bastante peculiar de nuestra historia y de allí a Madrid. Todos estos recorridos los hace Aurora, pero la artífice del último es precisamente Ana. La autora hace un recorrido por los acontecimientos más importantes de nuestra historia, la revolución minera del 34,  la guerra civil, la durísima posguerra, la situación de las mujeres en la mina, las pocas salidas que les quedaban a aquellas que necesitaban complementar el salario del marido, los sacrificios para que las hijas tuvieran una vida mejor que ellas, la muerte de Franco, la Transición, el golpe de estado, los atentados del 11M, la pandemia actual... Nueve décadas de historia dan para mucho y como le dijo la abuela Herminia a Aurora "una vida como la suya es mejor para contarla que para vivirla".

Por las páginas de esta novela desfilan muchos temas, unos bonitos y otros más espinosos, temas que sabemos que existen desde que el mundo es mundo, pero que es más cómodo obviar y mirar hacia otro lado. Los abusos sexuales de distinta indoles, el amor, el desamor, los matrimonios de conveniencia, el maltrato a la mujer en el ámbito familiar, las pocas oportunidades de muchas féminas que las lanzan a una vida que no desean, el hambre, las malas condiciones laborales en las cuencas mineras, la amistad, sin fisuras, sin pedir nada a cambio. El mundo LGTBI que parece una cosa de nuestros días y lleva una lucha de años, el alcoholismo, la lucha de la mujer por cambiar su futuro, las apariencias en las clases pudientes, la rebeldía de muchas que no se quieren ceñir a convencionalismos, el mundo de lo oculto, los fanatismos religiosos.

Ana Lena nos presenta una historia de mujeres fuertes, a su manera, con una gran resilencia y sororidad, mujeres que caen, se levantan y siguen luchando con ahínco, a veces incluso se reinventan. Mujeres a la sombra de un hombre porque así lo mandaba la época pero que eran fundamentales para el sostén de la familia, aún así su lugar estaba en casa y al cuidado delos hijos y del marido. Mujeres que hacían trabajos que estaban prohibidos por ley y eso las convertía en invisibles. Mujeres indispensables para el funcionamiento de una sociedad que las relegaba a las sombra de un hombre como si fueran incapaces de pensar y actuar  por su cuenta.

La Singer para muchas de ellas fue una liberación y una forma de trabajar más rápido para cobrar más, entre ellas Aurora que se refugiaba en el ruido de los pedales de su máquina de coser en busca de tranquilidad y desconexión del mundo. Porque todas las decisiones tomadas acarrean consecuencias por acción o por omisión y eso lo descubre nuestra protagonista a través de los golpes que le va asestando la vida, porque cada uno juega con las cartas que le tocan y a Aurora la más de las veces no le ha tocado una buena mano.

Muchos son los ingredientes para que esta novela sea redonda, y Ana Lena Rivera los cocina a fuego lento, los va ensamblando con la precisión de una costurera. Encontramos momentos muy dramáticos, y otros que nos sacan una sonrisa. Casi todos ellos de la mano de una mujer tan insoportable, como práctica, tan fría y cortante que a veces te dan ganas de zarandearla, y sin embargo su fina ironía es la que consigue desdramatizar ciertos momentos y destensar el ambiente creado por el suceso en cuestión.  La historia resultante a mi me ha removido, la he disfrutado, y he deseado leerla con más tiempo, y más calma, la que ahora mi vida laboral y familiar no me permiten.

Ana Lena borda un final a la altura de toda la novela, porque cada cual tiene que encontrar su sitio en el mundo, no importa si más pronto o más tarde, pero es necesario encontrarlo para ser feliz y para tener plenitud. Una lección maravillosa con la me quedo y me gustaría no olvidar nunca

Conclusión:

Las herederas de la Singer, es una novela con la que muchos lectores se sentirán identificados, porque casi todos hemos tenido una abuela o una bisabuela que cosían, aunque fueran solo los arreglos de casa, muchos recuerdan las máquinas de coser de sus abuelas, o bisabuelas, en muchas casas eran un elemento más de decoración, y algunos aún la conservamos.

La historia de estas cuatro mujeres no te resultará indiferente. Empatizarás más o menos con ellas, les tendrás más afecto o menos. Al margen de las protagonistas, los secundarios de lujo seguro que también te harán removerte en tu butaca de lectura.

A lo largo de la lectura he tomado consciencia de cuanto hemos avanzado las mujeres, y cuanto nos queda aún por avanzar, pero hacía la igualdad, que parece que en algunos momentos queramos cambiar el patriarcado por un matriarcado.

No me queda más que felicitar a la autora por una novela tan bonita, tan bien narrada y ambientada, desear que pronto tengamos otra historia en la que sumergirnos.

Y a vosotros si habéis llegado hasta aquí y siguiendo mi recomendación os adentráis en ella, que la disfrutéis, y si ya la habéis leído que compartáis vuestras impresiones conmigo.


Galeria de imagenes del encuentro de #SoyYincanera con Ana Lena Rivera en la Feria del Libro de Madrid, septiembre de 2021












jueves, 10 de febrero de 2022

Todos los demonios. Luis Roso

Todos los demonios es la tercera entrega de la saga protagonizada por Ernesto Trevejo, un personaje que descubrí en Aguacero y que me sedujo con su punto canalla, su hambre de justicia, su aire de estar de vuelta de todo y su conformismo a pesar de reconocer que no todo en su forma de actuar le convence. Y aunque las novelas son autoconclusivas, se puedan leer en el orden que se desee y el autor no ahonde en ningún momento en el pasado del personaje, se puede descubrir novela a novela como va madurando este personaje, que es irónico, en ocasiones incluso cínico, e impredecible. Quizás por la época que le tocó en suerte vivir un tanto apolítico, desencantado con el momento social, económico y político que transita España, y sin poder expresar sus opiniones.

Trevejo es ese amigo que a todos nos gustaría tener por ese compromiso con la justicia y la verdad, por esa lealtad que muestra, pero al mismo tiempo es un campo de minas que en esta novela el autor lleva a reflexiones más profundas de la mano de dos secundarios, Mary Clarke y John, que le ofrecen en bandeja momentos de lucimiento personal.

Leer a Luis Roso siempre es un placer por su cuidada prosa, su exquisito uso del lenguaje, su cuidada documentación, y porque sabe mezclar ingredientes que a primera vista no maridan, crear con ellos una elaboración que culmina en una resolución nada forzada. Te lleva de la mano a su terreno, te enmaraña en su red y te suelta cuando decide hacerlo, y el lector feliz con el viaje.

Un autor a tener en cuenta, seguiré los pasos de Trevejo en la Policía, aunque solo piense en la jubilación que vislumbro todavía lejana porque nuestro protagonista absoluto a penas acaba de entrar en la madurez, aún así en ocasiones parece un viejo al que le queden pocos años de vida.

¿Me acompañáis un poquito más y hablamos de Todos los demonios?

El autor:

Luis Roso nace en Moraleja, Cáceres, en 1988. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y en Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su primera novela, Aguacero, fue elogiada por la crítica y galardonada con el premio Tuber Melasnoporum en el festival Morella Negra a la mejor novela negra del año 2016. A esta le siguió Primavera Cruel, publicada en 2018 y Durante la nevada, ganadora del premio de narrativa Ciutat de Vila-Real 2020 y publicada por Alrevés (2020). Actualmente trabaja como profesor en secundaria.

Podéis encontrarlo en:

Facebook: Luis Roso

Twitter: @_LuisRoso

Sinopsis:

Verano de 1960. Un alto cargo de una institución pública alemana es salvajemente asesinado en Madrid, y el gobierno español trata de evitar un incidente diplomático asignando la investigación a uno de los detectives estrella de la policía: el inspector Ernesto Trevejo.

Acompañado de una misteriosa profesora norteamericana, el inspector Trevejo rastreará el origen de un cuadro expuesto en un museo de Zúrich, que parece ser la clave del crimen, y sin pretenderlo se verá envuelto en una espiral de sangre y secretos en torno a uno de los aspectos más sombríos del régimen franquista: los fugitivos nazis refugiados en territorio español desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Con Todos los demonios, Luis se consagra como uno de los más firmes valores de la novela negra nacional y teje una trama vertiginosa de venganzas personales, miseria moral, intereses económicos, antiguos odios y amores soterrados en la que vuelve a brillar su prosa incisiva, su ironía, su precisión y el exquisito cuidado en la ambientación histórica.

Y también brilla Trevejo, ese policía descreido, práctico, determinado por su muy particular código ético que, en ese Madrid que pretende subirse al tren de la modernidad y en le que pululan nazis expatriados, antiguos "camisas viejas", arribistas y miembros de los servicios secretos estadounidenses, sigue sabiendo nadar y guardar la ropa.

Ofrecida por la editorial en su contra.

Mis impresiones:

No es la primera vez que lo digo, pero no me cansaré de repetirlo, leer una novela de Alrevés es sinónimo de calidad, y eso en una editorial pequeña es un plus. Si tu tiempo es escaso, la lectura un placer y no quieres errar el tiro, cualquiera de sus títulos es una apuesta certera. Parece que su lema es calidad antes que cantidad y les funciona.

En este caso yo apostaba sobre seguro, conocía al autor del que ya había leído tres novelas, y conocía al personaje, protagonista de dos de sus novelas. Mis expectativas estaban muy altas, tenía miedo de estrellarme contra el suelo, y todos mis temores se fueron diluyendo conforme la novela se iba desarrollando y me trasladaba a los escenarios elegidos por Luis.

El libro me ha durado demasiado entre manos, por mi poco tiempo de ocio que no siempre puedo dedicar a la lectura, por mis cursos de formación laboral que ocupan demasiado tiempo, y por unas oposiciones que me han tenido bastante ocupada desde finales de septiembre hasta hace unos días. La he saboreado a pequeños sorbos, y a pesar de que durante días y a veces semanas no podía retomarla era como estar con un viejo amigo al que hace años que no ves y cuando os reencontráis parece que hubiera sido ayer.

Luis Roso es un maestro de la ambientación, un valiente, ya me llamó la atención en su día la época que eligió para ambientar sus novelas. Soy una enamorada de la historia, una persona con una curiosidad insana en ocasiones, desde muy joven prefería las novelas costumbristas de la época que adentrarme en libros sesudos y aburridos. Hoy lo sigo prefiriendo y novelas como las de Luis Roso que aplica rigurosidad en su ambientación hacen mis delicias.

Los años cincuenta en España son una época bastante oscura, con episodios que más de uno desearía borrar, porque no entiende que la historia no está para cambiarla, si no para conocerla y no cometer los mismos imperdonables errores. El régimen franquista supo nadar y esconder la ropa, supo surfear en el campo diplomático, dando una de cal y otra de arena. Y este ambiente es el que consigue retratar Luis, en esta ocasión intentado aunar la novela negra con su componente crítico y social y la novela de espías, en un Madrid en el que convergían los refugiados nazis, y los espías norteamericanos y donde operaban de tanto en tanto otras facciones, que unos y otros intentaban neutralizar, una partida de ajedrez que cada cual intentaba llevar a su terreno, con agentes dobles y personas que podían pasar por grises jugando papeles insospechados.

La novela arranca fuerte, con el asesinato del director de una institución pública alemana, judío para mas señas. Y con todas las alarmas del conflicto internacional que ello pudiera causar sonando de forma acústica y visual. El mismísimo Ministro de Exteriores, Fernando Maria Castiella, involucrado en la investigación para evitar males mayores y presionando con traslados a África, para que se cierre lo antes posible y con el mínimo ruido.

Y en la vorágine de todo este embrollo Ernesto Trevejo, posiblemente el mejor investigador de su comisaría, y de todo Madrid, un hombre con un gran sentido de la justicia, acostumbrado a nadar y guardar la ropa, especialista en seguir su instinto, sus pálpitos y llegar hasta el final de la investigación y ofrecer una explicación medianamente plausible a sus superiores que le permitan salir airoso una y otra vez.

Trevejo es el PERSONAJE, el andamio de toda la novela, su carácter, su forma de actuar, su filosofía de vida o mejor su no filosofía de vida sustenta toda la trama. Pero en esta ocasión cuenta con unos personajes secundarios que le dan mucho juego, que permiten que se luzca con reflexiones profundas y bien pergueñadas que lejos de aburrir al lector le ofrecen un plus, porque la novela sigue siendo amena, sigue fluyendo, sigue pegada a las manos. Mary Clarke y John  pertenecen al servicio de inteligencia americano. 

Mary es una mujer muy interesante, con la que me he sentido muy identificada en algunos momentos, con una inteligencia abrumadora, que para la España de la época y su forma de tratar a las mujeres como meros floreros atrae y repele a los hombres por partes iguales. Quizás por ello a pesar de tener ascendencia española, no encaja en la forma de ser del país, no termina de integrarse y se siente más alemana o americana que española. Las conversaciones que mantiene con Trevejo no tienen ningún desperdicio. Luis utiliza a la profesora tanto para hacer reflexionar al inspector como para introducir documentación de forma atractiva. Para mí todo un acierto de personaje.

John es ese excéntrico cuya aparición en escena significan problemas, así lo vive Trevejo y así lo vivirá el lector que anticipa acción con cada salida estelar del americano. Saca del inspector sus peores instintos, pensamientos y también su mirada más crítica hacia su forma de actuar. Es uno de esos personajes imprescindibles por el juego que le da al autor para lucimiento personal del protagonista.

Luis tiene una exquisita manera de ambientar tanto en el marco histórico como en el geográfico, Trevejo es un urbanita al que siempre saca de su zona de confort para trasladarlo al ámbito rural. Y Roso borda las descripciones rurales, se maneja en ellas como pez en el agua, quizás porque al contrario que el inspector el es más rural que urbanita. De esa manera saca la investigación de Madrid y comienza un periplo en el que la novela gana en acción y pierde en descripción histórica, sin perder calidad en ningún momento, gana en entretenimiento, en velocidad porque los acontecimientos llega un momento que comienzan a precipitarse. Y nos encontramos con una ensalada de fiambres que amenaza con no dejar pollo con cabeza. Llegué a sufrir por la suerte de este hombre que se define a sí mismo "como un tipo corriente con algo de astucia y no poca suerte".

Y es que el autor te mete en una espiral que va enroscándose cada vez más, poniendo en el tablero más variantes que en un primer momento pueden parecer inconexas. Llevando al limite a su investigador, y cuando parece que no va a saber como resolver tanto entuerto y enrevesamiento da con la tecla que hace que todo confluya, y los asesinatos se resuelven de una forma magistral, pero políticamente inaceptable para el régimen. Comienza la tarea de maquillaje, las medias verdades adornadas, y he asistido con rabia y asombro a muchos de los tejemanejes de los cuerpos de seguridad de la época. No se si hubiera podido ser policía en aquellos tiempos.

No puedo negar que esta novela me ha tocado la fibra, por la época en la que se ambienta 1960, por la forma de escribir de Luis, por que toca la temática nazi y para mí siempre es un plus, me atraen las novelas de ese corte, porque aúna el espionaje, que me gustaría que descubrierais si os adentráis en la novela, si no seguro que puedo fastidiaros alguno de los giros de la trama.

El autor como siempre ha sabido utilizar personajes reales para darle verosimilitud a la historia, con una narración muy solvente, con un lenguaje muy bien utilizado, con un gran trabajo de documentación y ambientación detrás que el lector no es capaz de percibir a simple vista. Una narrativa compleja disfrazada de sencillez.

Sólo me queda recomendaros la lectura, y decirle a Trevejo, ¡hasta pronto inspector!, porque ya tengo ganas de volverme a reencontrar con él.

Sin duda seguiré como hasta ahora los pasos de Luis Roso, porque adentrarme en cualquiera de sus historias es un placer por lo bien que trabaja todos los puntos tanto físicos, como sicológicos, sociales, económicos... ¡Chapeau caballero, hasta la próxima!

Conclusión:

Si habéis llegado hasta aquí solo me queda deciros una cosa, ¿a que esperáis para leerla? Y espero la disfrutéis tanto como yo, he querido solo picar vuestra curiosidad sin contaros demasiado de una trama que a mi me ha ido sorprendiendo página a página.

Si os acercáis al libro por recomendación mía, volved para contármelo.