lunes, 22 de julio de 2019

Los señores del humo. Claudio Cerdan

Claudio Cerdán lleva años como maestro indiscutible de la novela negra, lugar que ha peleado novela a novela ganándose el respeto de escritores del género, críticos y lectores por igual. Sin embargo, llevo los últimos años en una vorágine de estudio, trabajo y cursos de promoción profesional que reducen mi tiempo de ocio a la mínima esencia, por lo que mi lista de deseables es mucho más larga que la de leídos, en casa se acumulan todas esas novelas que un día compré con mucho entusiasmo y que todavía no he podido sacar de la estantería.

Entre las que me hacen ojitos cada vez que tengo que elegir nueva lectura, hay alguna de Claudio Cerdán, por ello decidí aprovechar la oportunidad que me brindaba #SoyYincanera, leer la última novela del autor y la sinopsis prometía, los autores de novela negra la recomendaban y ya solo faltaba que no me desmoronara ante el grosor del ejemplar, inversamente proporcional a mi tiempo lector.

Y sí, ya se que estamos en verano, y que el calor invita a quedarse en casa leyendo, pero mi turno de trabajo es de tarde y la mañana da para pocas alegrías en forma de palabras e historias. Los fines de semana al final se hacen cortos para tanto disfrute pendiente y las novelas se amontonan en las estanterías sin leer año tras año.

Pero volvamos a la novela que nos ocupa, tras el impacto del tamaño de la novela, llegó otro peor, la contundencia, Claudio Cerdán viene a hacer una denuncia social y no le tiembla el pulso, no busca ser políticamente correcto, más bien parece un bisturí, aséptico, hurgando en nuestras miserias para provocarnos, para que la lectura por momentos deje de ser cómoda y nos obligue a reflexionar.

Una obra de ficción que es dolorosamente creíble, en la que hasta los pasajes más exagerados son verosímiles, en la que sus personajes principales son llevados una y otra vez al límite y no siempre saldrán bien parados y eso para disfrute del lector que se siente montado en una montaña rusa en la que no hay ningún descanso hasta que llega el punto final y la historia termina dejándolo un poco huérfano y en mi caso desnortada, como a los propios personajes, porque ninguno sale indemne del caso, y afirmaría que tampoco lo hace el lector.

El Autor:

CLAUDIO CERDÁN (Yecla, 1981), es un escritor de novela negra español. Con su primera obra, El país de los ciegos, ganó en 2012 el Premio Novelpol a la Mejor Novela Negra del año. Con ese libro (relanzado en edición digital por Arroba Books en 2014) fue además finalista del XIII Premio Lengua de Trapo y del Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón. Un año después vio la luz un nuevo título, Cien años de perdón (Versátil Ediciones, 2013), un thriller que quedó finalista de los Premios LeeMisterio.com 2013 como Mejor Novela y en el II Premio de Novela Pata Negra que otorga la Universidad de Salamanca. Además fue recomendado por El País como una de las mejores novelas negras de 2013. Le siguió Un mundo peor (Versátil Ediciones, 2014), una nueva incursión en el género policíaco que ganó el I Premio Ciudad de Santa Cruz a la Mejor Novela Negra de 2014. Además, fue finalista del II Premio Valencia Negra y del III Premio Pata Negra. A continuación publicó La revolución secreta (Alrevés Editorial, 2014), una mezcla de novela histórica, detectivesca y de terror ambientada en los últimos años de la Revolución Rusa, editada también en Sudamérica. Después llegó Sangre fría (Dolmen Editorial, 2015) una historia de criminales y supervivencia no exenta de humor. A continuación apareció El club de los mejores (Ediciones B, septiembre de 2016), publicada en varios países simultáneamente. Firmada bajo el seudónimo de Arthur Gunn, se trata de una adictiva novela de intriga que ya ha sido comparada con Mystic River de Dennis Lehane y El cuerpo, de Stephen King. En 2017 publicó La última palabra de Juan Elías (Ediciones B, 2017), continuación de la exitosa serie de televisión Sé quién eres, emitida por Mediaset, HBO, BBC4 y vendida a media docena de países. La acogida de este libro fue tan entusiasta que llegó a situarse entre los más vendidos de Amazon, Fnac, Corte Inglés y Casa del Libro.
   
Nunca mires atrás (Menoscuarto Ediciones, febrero de 2018)  es la cuarta entrega de la detective Sonia Ruiz, serie iniciada por Lorenzo Silva y Andreu Martín entre otros reconocidos autores.


Con anterioridad, Cerdán había publicado dos títulos de género fantástico (El Dios de los Mutilados y Cicatrices), y en 2012 publicó en Francia La casa de chocolate, una inquietante novela aún inédita en español.
Como escritor de novela negra ha participado en varias antologías. Además, ha escrito guiones, dirigido cortometrajes y dibujado cómics, entre otras actividades.
Sus libros se han publicado en España, Argentina, México y Francia, entre otros países. En la actualidad reside en Suecia.

Sinopsis:

Claudio Cerdán nos conduce a través de una historia turbia, oscura y fascinante, en la que todo empieza a cobrar un significado distinto cuando, tras el impacto de las primeras páginas, un asesino en serie empieza a decapitar a sus víctimas por las calles de Madrid.


En una ciudad corrupta e inmisericorde, tres vidas perdidas chocan en su caza al asesino. Paco Faura, policía retirado que trabaja como detective sin licencia, sospecha que todo podría estar relacionado con un caso que no pudo esclarecer treinta años atrás. Mientras tanto, CJ -un antiguo mercenario- piensa que el culpable es un viejo compañero de armas. Y Aldo, un proxeneta que tuvo que huir de México cuando los narcos pusieron precio a su cabeza, perderá la cordura al creer que el pasado vuelve para vengarse.

Mis Impresiones:

Me gusta la novela negra, y eso no es ningún secreto para los asiduos a este blog, porque si bien no es lo único que leo, también es cierto no los reseño todos por falta de tiempo y la mayoría de las opiniones versan sobre este género. Pero también es cierto que por ese motivo, por haberme perdido entre tantas historias una es capaz de ver cuando tiene ante sí una novela interesante, cuando llega un soplo de aire fresco tan necesario para airear a autores y lectores por igual. Y hago esta afirmación sin haberme perdido en ninguna otra obra del autor, al que tengo por contundente, implacable, certero.

Lo primero que llama la atención en esta novela es su tamaño, más de quinientas páginas, y teniendo en cuenta que en este mundo en ocasiones prima cuantas novelas lees y reseñas, embarcarte en una lectura de estas dimensiones asusta y no poquito, en mi caso porque la novela se eterniza en mis manos y te da la sensación que un año más no vas a poder leer todo lo que quieres. Pero cuando comienzas a leer y te golpea con esas frases tan duras, empieza a darte un poco igual el tiempo que vas a estar con la novela, solo deseas que no termine, y al mismo tiempo estas ansiosa por saber hacia donde te va a llevar la historia y cual va a ser el desenlace hacia tanta locura contagiosa, que amenaza la propia cordura del lector, que no sabe muy bien si buscar un psicólogo o un psiquiatra, si es el más cuerdo entre los locos o el más loco entre los cuerdos. 



 Claudio Cerdán ambienta su novela en Madrid, en los años de mayor auge de la crisis económica, cuando la ciudad busca convertirse de nuevo en  sede de los juegos olímpicos con aquel discurso de su alcaldesa que nos quitó la respiración a más de uno, y que todavía corre por ahí alguna frase como mofa. Una época en la que todos los días saltaba a la prensa algún caso de corrupción política, en la  que los españoles fuimos perdiendo poco a poco la confianza en unos señores que parecía que hacían la leyes a medida de los que a golpe de talonario podían engrosar sus fortunas particulares, y todo ello quedaba tan lejos del interés del ciudadano que sonroja.

En ese escenario, muy bien dibujado por cierto, tanto que en ocasiones te dan ganas de gritar, los que tenemos ya algunos años recordamos que en Alcorcón se proyectó un ambicioso Eurovegas que venía a traer prosperidad a nuestro país, a crear un montón de puestos de trabajo, turismo y un sinfín más de bondades, obviando que todo ello era de segunda o tercera categoría y que seguramente traería más miseria que riqueza, porque la primera se repartiría en muchas manos y la segunda quedaría concentrada en unas pocas.


Los entramados de la corrupción quedan al descubierto y nadie parece indemne al poder de Don Dinero que es quién gobierna la vida de los personajes de esta novela. Desde el principio el dueño de Eurovegas y su hijo me han dado nauseas, cada uno por una causa distinta, el padre por lo manipulador, corrupto y amoral, el hijo por lo débil, casquivano, incompetente, vividor, tantos y tantos adjetivos peyorativos. Pero soy consciente que la culpa de que me caiga tan mal la tiene CJ y su visión del vástago Levi.

El autor ha demostrado además de ser ambicioso, tener muchas tablas en el oficio, solo así podía crear tres personajes tan dispares, tan interesantes, hasta el punto que cada uno de ellos podría haber protagonizado su propia historia. Aún así decide colocarlos a todos ellos en una misma novela y tan antagonistas son entre sí que el reto es hacerlos confluir, que no choquen entre ellos y se difuminen unos a otros.

Lo primero no lo consigue, los personajes chocan entre ellos, crean conflictos, se dan de bruces con una realidad que no les es favorable, pero si consigue que cada uno de ellos tenga interés por si mismo, que ninguno quede eclipsado por el otro, que el lector no sepa muy bien cual le resulta más interesante

Las frases más descarnadas de Cerdán te ponen los pelos de punta, la visión que tienen de España los Levi duele, e imagino que como el autor vive en el extranjero parte de esa forma de ver nuestro país la habrá recopilado del exterior. Los españoles somos duros con nuestra piel de toro, pero nos duele que ciertas cosas se pongan en boca de foráneos, algo así como la vapuleo porque es mía, pero solo yo puedo hacerlo. Me he visto asintiendo tantas veces, enfadándome tantas otras, sonriendo las más, porque a pesar de la dureza que destila esta novela, también la atraviesa una fina ironía, que si pones los cinco sentidos en lo que lees te levanta más de una sonrisa, algunas de reconocimiento.

Creo que el mayor acierto de esta novela está en sus tres personajes principales, tres personas que nada tienen en común y a las que un hecho unirá, cada cual para exorcitar sus fantasmas personales, crearan un trío un tanto dispar que en ocasiones nos desesperara, porque todos tienen más sombras que luces, todos obedecen al poder de Don Dinero y desde el primero al último son seres de moralidad muy dudosa a los que al menos yo cogí mucho cariño y terminé redimiéndolos.


Paco Faura, es el único autóctono, un policía al que un inoportuno infarto retiró del servicio activo, y se gana la vida como detective privado sin licencia, otro  más en la literatura, y así se encarga Claudio Cerdán de hacérnoslo ver en una multitud de guiños metaliterarios. Nuestro protagonista necesita el dinero para limpiar su conciencia, para procurarle los mejores cuidados a una esposa en coma a la que no tiene el valor de visitar, mientras investiga quién ha sido el culpable de tal atrocidad. Para ello no duda en estar en nómina de un político corrupto e investigar como fastidiar la vida de más de una persona, aunque se da cuenta de que sus días como investigador privado tienen fecha de caducidad, porque el corazón no parece querer seguirle el ritmo. La aparición de un cráneo en el solar donde se va a edificar Eurovegas levanta sus sospechas y lo conecta con un caso no resolvió en su carrera profesional.


Aldo Vargas: Mejicano, llega a España huyendo del cartel de Sinaloa que ha puesto precio a su cabeza por la pérdida de un cargamento de droga. A su llegada a nuestro país delinque, y pasa una buena temporada en el trullo donde coincide con un mafioso ruso, que a su salida lo contrata como proxeneta. Pero Aldo comete un error, compra un ordenador y trasteando por la red encuentra algo que le afecta a su cordura y lo convierte en un yonqui que pierde la noción del tiempo, del espacio y sobre todo la conciencia de lo que es real y de lo que es ficticio. Y no es el único error que comete, creyéndose enamorado se enfrenta a su jefe, y se fuga con la mujer a la que cree amar. Por segunda vez se convierte en fugitivo. La decapitación de su novia lo enloquece hasta el punto de llegar a creer que el pasado vuelve para ajustarle las cuentas, y se convierte en una bomba de relojería que en cualquier momento puede estallar.


CJ: Ex marine, fue capturado en Afganistan y torturado durante días, semanas y meses, siempre con la espada de Damocles pendiendo de su cuello. Fue rescatado y tras un reseteado en manos de un terapeuta se convierte en un mercenario a las órdenes de Harrelson Levi quien lo contrata en Macao para la seguridad de sus casinos. Americano de origen dominicano es trasladado a España por sus conocimientos del idioma y allí se reencuentra con el pasado, con un compañero de secuestro, solo que el secreto que ambos guardan nos puede poner el vello de punta. Cuando Madrid comienza a sembrarse de cuerpos sin cabeza, cree saber quien esta detrás de esos asesinatos y comienza a buscar a un fantasma. Pero la tierra parece habérselo tragado.


Esos asesinatos en serie son el punto de confluencia de estos tres protagonistas, cada uno con sus fantasmas en el armario, cada uno con las sombras que oscurecen sus vidas. Cada uno con su interés particular por resolver el caso y juega las cartas de una forma que no siempre beneficia al otro, de ahí que ellos choquen, que se produzcan conflictos, que en todo momento en la novela esté pasando algo.


Otro acierto a mi modo de ver es que al autor no buscar ser políticamente correcto cada personaje se expresa como lo haría en su día a día, la novela está llena de diálogos que le otorgan una gran agilidad, a través de su forma de hablar podemos descubrir mucho más de ellos que con cientos de descripciones y además de una forma más amena.


El estilo del autor es cortante, directo, exento de florituras, no le hacen ninguna falta para lo que quiere contar. Los capítulos son cortos, dando al lector la sensación de querer más, mucho más, y se lo va concediendo capítulo a capítulo, avance a avance. Y todo eso sin eclipsar a ninguno de sus personajes estrella, a los que unas veces amas y otras aborreces, a los que unas veces comprendes y otras no eres capaz.


Si me tuviera que quedar con un personaje este sería sin ningún tipo de duda CJ con su moralidad victoriana, con unos principios muy suyos que no siempre logras entender, y con los que unas veces estás de acuerdo y otras completamente en contra. El no querer someterse a quién le paga y mantener esos principios intactos no le va a hacer ningún bien y al lector nos deja en estado de shock, porque no esperas eso, y sobre todo no lo deseas, aunque entiendes que es un broche de lo más adecuado, que el autor no lo ha podido bordar mejor, quién tienta a su suerte termina encontrándola.


Además del tema de la corrupción, hay otro tema en la novela que viene de la mano de la Mafia rusa y como no de Aldo, o podríamos decir dos, que van íntimamente ligados. La prostitución, la mayoría en manos de mafiosos rusos, como se mueve, como se trata a las chicas, el miedo que estas tienen, como las drogas son su único consuelo para no ser conscientes de su situación. Y la lacra del juego no le va a la zaga, esa la podemos ver en Macao donde la corrupción de sus autoridades no es menor que en España, pero claro esa es otra historia que igual Claudio Cerdán tiene a bien contárnosla en otro momento, o igual no.

Si algo salta a la vista, aunque esté más que bien escondido, es el ingente trabajo de documentación y hemeroteca que ha realizado el autor, una labor tan bien mimetizada en la historia que puede pasarnos desapercibida, sobre todo a los hemos vivido la época y hemos tirado de memoria. Me gusta el estilo del autor, me gusta la historia que ha contado, me he enamorado de unos personajes que son unos cabrones con pintas a los que es mejor tener lejos. Me ha enfadado la excesiva suerte de Aldo, parece tener un ángel que vela porque siga cometiendo maldades, con la cabeza ida, y sin tener conciencia del bien y del mal, o a veces teniendo demasiada conciencia de ello y no importándole quien cargue con las consecuencias de sus actos.

A pesar de lo mucho que me ha gustado la novela, de lo mucho que hay escondido entre sus líneas, no se si es una novela para todos los públicos, para los lectores de novela negra tengo claro que los va a hacer fibrilar, para los que no gusten del género o tengan el estomago delicado le van a encontrar más defectos que virtudes.

Conclusión:

Claudio Cerdán se ha marcado una novela espectacular, en la que ha sido capaz de crear tres personajes de infarto que han sido capaces de brillar durante toda la historia con luz propia, a la vez de chocar entre sí tantas veces que han creado conflictos que han tenido que solucionar en pos de un beneficio común, encontrar al asesino que esta sembrando el pánico en las calles de Madrid.

Los temas que toca la novela como denuncia social son todos muy candentes y me atrevería a decir que de rabiosa actualidad, porque si bien hoy no se proyecta un macrocasino en España las salas de juego están inundando nuestros pueblos y ciudades, con unas leyes muy laxas que los beneficia y perjudica a aquel que desesperado lo ve como una solución a sus problemas, creándose uno mayor. La trata de blanca en manos de la mafia rusa, resucita cada cierto tiempo, no es un tema zanjado ni mucho menos. La corrupción política es ya un tema asiduo de los informativos, parece que ahora suenan con menos fuerza, pero escándalos ha habido y seguirá seguramente habiendo en un futuro, porque todo el mundo tiene su precio y poderoso caballero es Don Dinero.

Te recomiendo esta novela si eres amante del género negro, seguro que la disfrutas, no lo tengo tan claro si no es muy de tu gusto  novela negra, porque está lo es y mucho, te remueve la conciencia, te pone en ocasiones el vello de punta y amenaza con volar tu cordura línea a línea, párrafo a párrafo.

Claudio Cerdán es un autor a tener en cuenta en el panorama del noir, le deseo mucho éxito con esta novela y prometo sumergirme en alguna otra en cuento vaya despejando los pendientes más urgentes.