Me gusta la novela histórica pero pocas veces me adentro en un periodo tan lejano de nuestro pasado, suelo quedarme en la Edad Media, en sus coletazos finales y de ahí en adelante dadme lo que queráis que todo es bienvenido. Hay periodos que nunca me han atraído, otros de los que directamente huyo porque en mi época de estudiante me los hicieron odiar. Que importante es un buen profesor en escuelas e institutos, que primordial que sepan hacer de esta asignatura algo apasionante, porque conocer nuestra historia es lo que nos impide repetir muchas barbaridades ya pasadas, y si miramos a nuestros días vemos que muchos episodios podrían volverse a repetir.
Al autor lo conocí en el VIII Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Ubeda. En su haber contaba con una trilogía, Las cenizas de Hispania y en la presentación quedé prendada de su forma de contar el pasado, de la pasión que escondían sus palabras, de la manera en la que había logrado escribir tres libros de los que sólo he leído a fecha de hoy uno, El alano.
Tras la presentación una delegación de #SoyYincanera tuvimos la suerte de compartir mesa en la cena con José Zoilo Hernández y su mujer, Esther Morera, e intercambiar inquietudes y curiosidades que nos quedaron pendientes tras el acto al que acabamos de asistir. A pesar de todas las reticencias que ese periodo me provoca decidí embarcarme en la lectura de El alano, y terminé por querer poner un Attax en mi vida, y a pesar de pretender seguirle por los confines de la convulsa Hispania, otros libros se cruzaron en mi camino y mi reencuentro con Attax sigue pendiente.
Cuando vi que publicaba de nuevo no dudé en volver a la España Visigoda, sumergirme de nuevo en sus letras ha resultado un placer inmenso a pesar del poco tiempo del que dispongo. Sus descripciones casi mágicas te transportan al campo de batalla, en ocasiones he sido capaz de oler el miedo, la sangre y la miseria. En mis oídos resonaban los aceros al entrechocar, los gritos de los que perdían la vida en el fango.
Nadie narra con más maestría las batallas y nadie las desprovee de su brillo y glamour como el tinerfeño, la realidad desnuda se impone y el lector es capaz de sentirse en medio del fragor en toda su dimensión, al menos yo si he sido capaz de bajar hasta los infiernos con los personajes.
El autor:
José Zolilo Hernández nació en Tenerife en 1977, es un biólogo de profesión que trabaja en el ámbito
de la agricultura y el desarrollo rural. Aunque su labor profesional ha discurrido por el campo de las ciencias, es un auténtico apasionado de la Historia desde muy temprana edad.
de la agricultura y el desarrollo rural. Aunque su labor profesional ha discurrido por el campo de las ciencias, es un auténtico apasionado de la Historia desde muy temprana edad.
Su primera novela El alano, fue galardonada con el I Premio de Novela Histórica de Pozuelo de Alarcón y alabada por la crítica y los lectores. con ella inició la trilogía épica "Las cenizas de Hispania", una apasionante recreación de la Hispania tardorromana que continuó con Niebla y acero, y concluyó con El dux del fin del mundo. Esta trilogía lo ha consagrado como una de las nuevas voces más importantes del panorama de la novela histórica nacional.
Lo podéis encontrar en
www.josezoilohdez.com
Twitter: @josezoilohdez
Sinopsis:
¿Puede una reliquia legendaria salvar el reino en sus horas más oscuras?
Cuenta la leyenda que El rey Salomón mandó construir un objeto en el que dejaría escrito todo el conocimiento del mundo; una mesa plagada de oro y joyas capaz de colmar con su poder la ambición de quién la poseyera.
Año 711 d.C. las tropas musulmanas desembarcan por primera vez en el sur de la península Ibérica con un afán imparable de conquista que hasta el momento no ha conocido rival. Sorprendido mientras luchaba en el norte de su territorio, el rey visigodo Roderico debe partir para defender la provincia más meridional de un reino que se enfrenta ahora a demasiados enemigos.
A la vez que los ejércitos se preparan para la lucha y las viejas rencillas comienzan a aflorar entre los nobles godos, un religioso escoltado por una pequeña partida se dirige hacia el campo de batalla portando una reliquia que podría cambiar el curso de la contienda. Es el momento de comprobar si su poder sagrado será suficiente para hacerse con la victoria, o sí, por el contrario, terminará convirtiéndose en la perdición del reino.
Tras la trilogía de "Las cenizas de Hispania"; José Zoilo despliega el apasionante escenario bélico de la batalla de Guadalete, uno de los episodios cruciales de la historia de España.
Impresiones:
Las novelas también entran por los ojos, cuando en nuestro país se publican tantas novedades en un mes el departamento de marketing de cualquier editorial tiene claro que ha de atraer a sus potenciales lectores. Nos encontramos ante una novela en tapa dura, sobrecubierta y cartoné. La ilustración de la portada ya es suficiente para que cualquier amante de la novela histórica épica se lance a por ella. Pero si no es algo que te atraiga, haber leído o escuchado al autor es motivo suficiente para no dejarla escapar.
Si como yo no eres amante del género épico voy a intentar convencerte con algunas pinceladas de la necesidad de leer a José Zoilo, un autor que narra las batallas como pocos, me atrevería a decir como nadie, al menos como nadie de los que yo haya tenido el placer de leer. Un autor que no te ahorra detalles, que te dibuja el campo de batalla desprovisto de toda fantasía con la cruda realidad del miedo, el sudor y los fluidos que por allí campan. Una realidad en la que el acero, y los escudos quedan desnudos de toda gloria, porque aún incluso resultando vencedores son muchos los que quedan en el campo de batalla, las heridas que se arrastran y esa victoria se sabe poco duradera.
El autor ha realizado un gran trabajo de documentación que ha sabido integrar a la perfección en la novela para que esta resulte amena y el lector se quede pegado a sus páginas. En la parte interior de las tapas de cartón encontramos el mapa de la Reino Visigodo del s. VIII, esencial para poder seguir el recorrido de nuestros personajes, las visicitudes por las que pasan y poder centrar la trama, porque nos encontramos una geografía muy distinta a la que conocemos en nuestros días.
Si ello no es suficiente en la parte final del libro encontramos un glosario de topónimos, uno de términos y otro de personajes, que nos ayudaran a situarnos en todo momento en la lectura, aunque sinceramente, yo solo le di un vistazo al mapa los dos primeros días de la lectura y luego ya no me hizo falta.
No suelo empezar por el final, pero en esta ocasión me gustaría hacerlo. Cuando termina esta historia, el autor se permite escribirnos una nota histórica, los que hemos estudiado en mayor o en menor medida historia sabemos que no todo está bien documentado, y que podemos encontrar distintas versiones de un mismo hecho, algunas de ellas contradictorias. El s.VIII de nuestra era es un periodo convulso y oscuro, con muchos sucesos sin documentar o tan documentados que según la fuente que consultemos podemos llegar a una u otra conclusión.
El autor aprovecha esta nota histórica para decirnos porque ha optado por una u otra versión, unas veces era porque la trama así lo necesitaba y otras porque a él es la que más le convencía tras sus muchas horas de documentación. Nos encontramos ante una ficción histórica, pero no por ello el autor ha descuidado los detalles, y nos ha situado al finalizar la lectura en las fuentes consultadas y las que ha elegido, porque de otra forma la historia narrada hubiera podido ser otra. Aunque yo haya empezado esta opinión por el final no recomiendo leer la nota histórica antes de empezar la lectura porque puede contener algún destripe.
Nos encontramos ante una novela coral, con una gran profusión de personajes, la mayoría de ellos masculinos, aunque alguna mujer también tiene su protagonismo en esta trama. Multitud de personajes, etnias y religiones. Y José Zoilo ha sabido dotarlos a todos y a cada uno de ellos de una personalidad llena de matices, todos ellos por poco recorrido o importancia que tenga esta dibujado con mimo, por una mano experta, algunos de ellos se salen del papel, lo traspasan y lo llenan todo, hay ocasiones que los notas a tu lado, o tú al lado de ellos. Pocos autores logran que sea capaz de meterme en los zapatos de sus personajes y Zoilo lo ha conseguido incluso con aquellos más odiosos.
Porque sí, hay personajes reales y ficticios, hay personajes cuya bondad es excesiva y otros cuya maldad traspasa cualquier ética, los hay ambiciosos, egocéntricos, algunos llevados al borde de la locura por lo que hoy podríamos llamar fanatismo. En todas partes podemos encontrar personajes que nos atraigan o nos repelan, y el autor logra eso con su prosa, con la forma en la que hace actuar a cada uno de ellos, con los diálogos. Tanto los musulmanes, como los hispanos, vascones... todos ellos tienen una forma de actuar distinta. Los claroscuros de todos ellos para mi fueron un reto.
Hay personajes que se van a quedar conmigo durante mucho tiempo como Witerico un guerrero gigante con alma dulce, leal a su señor y a sus amigos, simple en su forma de vivir. O Ademar el comes de Astigi, cuya bondad solo empañada por el odio cerval a su medio hermano he admirado. También se va a quedar mucho tiempo en mi corazón la pelirroja Elvia una mujer desarraigada de todas partes que se sentía perdida en las ciudades.
Y entre ellos un lugar especial para Hermigio, ese joven pastor que soñaba con ser guerrero, que no quería que sus días transcurrieran pastoreando ovejas, y cuyo sueño se hizo realidad cuando pasó una comitiva que se dirigía al campo de batalla con una misión un tanto fantasiosa.
Todos los personajes, sobre todo los que más tiempo permanecen a nuestro lado evolucionan, todos crecen, y nosotros somos testigos de su crecimiento o de su deterioro. Para mi el personaje que más evoluciona es Hermigio, quizás porque solo tenía 15 años cuando lo conocemos y lo acompañamos durante muchos años. Y si de deterioro se trata quizás el máximo exponente es Bonifacio que casi roza la locura y llega a ser poco creíble para los hombres que le tienen que ayudar a completar su misión. Pero si un personaje me ha impactado ese ha sido Ragnarico, quizás porque con él se hace justicia poética, el verdugo ajusticiado, aunque para comprender esto habrás de leer la novela. Meterse en la piel de Ragnarico es muy complicado, pero si lo consigues llegas a compadecer el demonio en que se ha convertido.
Y si especial importancia tienen los personajes en esta novela, también los escenarios en los que transcurre la acción, porque nuestros personajes están casi siempre en movimiento en un largo peregrinar de años con alguna temporada asentados en el mismo sitio. Quizás lo que más me impactó fue el saqueo al que fue sometido la aldea de Elvia y lo que allí sucedió como exponente máximo de la maldad humana, la lujuria y el narcicismo, egocentrismo puro y duro. El mal por el mal sin medir consecuencias. Pero también Roma, quizás por he estado allí y me cuesta imaginar la decadencia que describe el autor, contrastada con la opulencia de la ciudad de los curas.
Y si ya nos metemos en la sociopolítica de la época ese tira y afloja del poder religioso y el nobiliario, esos máximos exponentes de la vida pública que decidían sobre el devenir y que había que convencer en muchas ocasiones para actuar, está tan bien reflejado que en ocasiones me indignaba, me hubiera gustado entrar y decirles un par de cositas a esos seres estirados que temían arriesgar sus posiciones y posesiones, pero no a sus hombres y muchas veces reaccionaban tarde.
Pero sin temor a repetirme y aunque todo es apasionante en esta trama que tan bien ha urdido José Zoilo, lo mejor de todo son sus narraciones de las batallas, el antes, el durante y el después. A mi me parece que es tan visual la novela que bien podría llevarse a la pequeña pantalla, a lo mejor con muy poco esfuerzo, y por que no soñar a lo grande, a la gran pantalla, cuanto me gustaría si ello no supusiera cargarse una estupenda novela.
Y sobrevolando todo ello una reliquia, pretendida por musulmanes e hispanos, un motivo para matar y para luchar, unos por conseguirla y otros para salvaguardarla, ¿qué hay detrás de la leyenda del poder infinito que otorga el poseerla? Parece que la ambición humana, el afán por tener el poder absoluto y poder imponer tu voluntad.
José Zoilo logra armar un gigantesco puzzle, en el que todas las piezas encajan con precisión y consigue dejar todos los cabos atados, todas las tramas y subtramas cerradas. Desconozco si la novela es autoconclusiva o tiene una continuación, si algún personaje tendrá su propia novela o si por el contrario todos encuentran su final en este libro, hacia donde dirigirá sus pasos el autor en la próxima novela, solo sé que estoy deseando volver a leer algo suyo y por suerte tengo dos novelas en la recamara.
No se si habré conseguido convencerte para iniciar un viaje al siglo VIII, seguro que disfrutas la experiencia, eso sí ponte cómodo y no vayas con prisas porque todo adquiere otra dimensión en esa época de nuestra historia.
Conclusión:
Una historia muy recomendable, en la que hay espacio para lo épico, para el romance, para la vida socio-política. Un buen escaparate de una época muy poco trillada en la ficción y que a mi en la pluma de José Zoilo me ha regalado horas de disfrute literario.
Una novela coral que te hará empatizar con unos personajes y odiar a otros, en los que al final de tantos años de recorrido todo quedará bien saldado, todos los cabos atados, cualquier afrenta restañada. Amor, desamor, odio, venganza ingredientes que podrás encontrar bien cocinados y condimentados en la narración de la decadencia del Reino visigodo.
¿Se puede pedir algo más? Pues sí que te mantenga pegado a sus páginas y que te interese el devenir de sus personajes y eso lo consigue con creces el autor.
¿Te animas a viajar en el tiempo y en el espacio desde el sillón de tu salón? Te aseguro que no te arrepentirás