No puedo decir que sea una gran amante de los vinos, ni siquiera me gusta el vino tinto que encuentro muy fuerte de sabor, sin embargo, me atrae el mundo de la enología, los viñedos, las distintas variedades de cepas y uvas. Disfruto oyendo hablar a mi marido y a mi sobrina en las improvisadas catas domésticas que sin pretenderlo se montan en cualquier celebración familiar.
A pesar de considerarme una neófita, lo paso bien en los eventos vinícolas, y todos los años desde que mi sobrina nos lo descubrió visitamos una feria de vino, en la que disfrutamos probando caldos y cavas, yo blancos y rosados, ellos un poquito de todo, pero sobre todo tintos Esta feria suele tener lugar en Noviembre y esta abierta dos tardes al público en general, aunque su principal misión es dar a conocer novedades y afianzar mercados entre los profesionales del sector, restaurantes, bares, y tiendas especializadas en venta de vinos.
Compartir estos días con mi sobrina es un placer, sobre todo porque vía wassap nos va poniendo los dientes largos el día que solo pueden acceder los profesionales, no os he dicho que es maitre, nos va aconsejando vinos que probar por si no podemos coincidir ya que sus obligaciones a veces se lo impiden. Luego si compartimos la tarde sus charlas con los enólogos son de lo más ilustrativas, y a mi marido le brillan los ojos como a un niño chico, y no seáis malos no es por el efecto del alcohol, yo disfruto viendo la pasión que ponen en vendernos su producto, como lo miman, como se esfuerzan en que pruebes sus novedades, como están pendientes de ti en todo momento y esperan tu opinión como si fueras un experto en la materia, qué vergüenza pasé por dios.
Cuándo vi entre las novedades de Suma de Letras este título, ya os podéis imaginar lo mucho que me apeteció, y en poco tiempo lo tenía en casa. No solo me atrajo la enología, sino que estuviera ambientado en una región como Burdeos, y que parte de la historia nos trasladará a San Sebastián, ciudad que no conozco pero que me atrae muchísimo, y como no que hiciera referencia a la Resistencia francesa y a la Segunda Guerra Mundial. Muchos puntos a favor, unas expectativas muy altas y una lectura simultánea que disfruté como una enana.
Autor@:
Virginia Gasull nacida en Irún en la década de los setenta, comienza su actividad profesional en el
sector de la arquitectura y después lo dirige hacia el desarrollo de proyectos relacionados con Internet. Durante la siguiente década mantendrá su actividad en este campo. En paralelo realiza estudios de sexología y en 2009 inicia su labor profesional como formadora impartiendo charlas sexológicas para grupos y asociaciones de mujeres.
Su afición por la cultura del vino la lleva también a realizar diferentes cursos de enología y cata, así como visitas a bodegas en las principales regiones vinícolas de Europa. Durante una de estas visitas a la región de Burdeos comienza a conocer la historia de los viticultores franceses durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial y, tras años escribiendo relatos cortos, en 2013 se sumerge en la investigación y elaboración de In Vino veritas, una novela que auna la cultura del vino, el nazismo y el mundo del arte. Todos los acontecimientos históricos narrados en estas páginas están basados en hechos reales.
In Vino Veritas fue autopublicada en Amazon y obtuvo un gran éxito de descargas y críticas, manteniéndose durante varias semanas en el número 1 de los más vendidos. Dada la repercusión que tuvo Suma de Letras apostó por publicarla en formato papel.
Puedes encontrar a la autora en :
Facebook: facebook.com/v.gasull
Twitter: @VirginiaGasull
Blogger: www.virginiagasull.com/blog
Mi opinión:
Cuando me acerqué a esta novela no sabía que había sido autopublicada en Amazon y que gracias a las ventas y a mantenerse mucho tiempo en el número 1, de la lista de los más vendidos, había conseguido su publicación en papel, sin duda este es una atractivo añadido, puesto que no se trata de un autor consagrado que cualquier cosa que escriba tiene probabilidades de ser publicada. Los autores noveles lo tienen más difícil y si dan el salto al papel con el aval de una editorial es que vale la pena adentrarse en su historia.
Luego están las consideraciones de que el tema de la novela sea de tu gusto o no, que el género se adapte a lo que sueles leer, pero seguro que encuentras una prosa aceptable, unos personajes trabajados y una trama bien construida, cientos de lectores no pueden estar equivocados. Y eso precisamente es lo que encuentras en esta novela, que no defraudó mis expectativas, que me mantuvo atrapada entre sus líneas y me sumergió en el mundo de los cultivos y las catas de vinos, que lejos de parecerme pesado hizo mis delicias, me transportó a Chateau DeuVille, a sus viñedos y ese mundo agrario que raras veces he podido contemplar.
Personajes:
Virginia acierta con su inspectora, Anne Oteiza, una mujer con una infancia traumática que sigue arrastrando, que la convierte en una mujer arisca socialmente, que ha levantado altos muros en torno a su corazón para impedir que el rompan el corazón. Una profesional integra, inspectora de la Brigada de Patrimonio, que no es muy habitual en las novelas. Al comienzo de la novela la encontramos en un pueblecito pequeño que ha sufrido el expolio de un mosaico del Dios Baco.
Afincada en Madrid, a donde huyó de los recuerdos, se le encomienda la investigación de la desaparición de unas botellas de vino anteriores a la Segunda Guerra Mundial en el aeropuerto de Barajas. Al parecer no se trata de un hecho aislado si no que ataques similares se han producido en distintos puntos de Europa.
Su nulo conocimiento del tema la llevan a consultar a su amiga Sofia Duchamp, una francesa que recaló en España cuando su padre trabajador de una multinacional francesa fue destinado aquí. Su amistad con Oteiza viene de lejos, ambas estudiaron Historia del arte y después cada uno dirigió los pasos hacía un vertiente distinta. Sofía regenta una galería de arte y es una gran conocedora y amante de los vinos, por eso es la primera persona a la que acude Anne.
Quiere la diosa fortuna que navegando por Internet Sofía descubra que Edouard DeauVille se encuentra en Madrid para participar en una Subasta de vinos, y este se erija en la mejor baza para asesorar a Oteiza. Con aspecto de un verdadero playboy trasnochado la primera impresión que el aristócrata causa en nuestra inspectora no es precisamente la mejor. Pero su investigación sobre las botellas desaparecidas y las pesquisas sobre las que conoce que hay en circulación les llevan a colaborar bastante estrechamente.
Christine: Enóloga, secretaria y amiga de la infancia de DeauVille, un personaje un tanto misterioso, que termina por sorprender en más de una ocasión.
Bertrand: De la policía francesa, ha colaborado en más de una ocasión con Oteiza, entre ambos hay una gran camaradería que al francés no le importaría que fuera algo más.
Para mi estos cinco personajes son los que llevan el peso de la trama, aunque especialmente Anne y Édouard, entre ellos se crea una gran complicidad que va venciendo las barreras que la inspectora ha levantado con tanto esfuerzo.
De Madrid a Burdeos:
Aunque la historia comienza en Madrid pronto la investigación del robo de las botellas, la trasladará a Burdeos, a la campiña francesa y a una de las regiones productora de vinos más importante. Sin embargo, antes de pasar la frontera, nuestros protagonistas recalaran en San Sebastián donde Oteiza pasó su infancia, y a donde no había vuelto desde que huyó de los fantasmas que la atormentan. Este es el momento que elige la autora para desnudar el alma de su protagonista, para que la podamos entender y empaticemos con ella. Donosti es también la ciudad donde DeauVille estudió y de la que guarda muy buenos recuerdos. Su estancia coincide con el Festival de Cine y con la presentación de unos nuevos vinos de Perrier Jouët en el que se exhiben tres botellas anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Sin volver a Madrid las circunstancias los trasladan a Burdeos donde nuestro galán ha sufrido un robo, adivináis ¿de que?. Y es en la campiña, entre viñedos, tractores, cepas, barriles, enólogos, buenos caldos y catas muy interesantes y algo subiditas de tono donde transcurre el resto de la acción. Y donde los amantes del vino seguro que encuentran un plus muy interesante en esta novela.
Si el vino no te apasiona, puede que esta parte se te haga pesada, e incluso te parezca innecesaria, pero a mi modo de ver le añade un atractivo que pocas novelas han explotado, al menos de esta manera.
Aunque nuestros protagonistas transitan en estas tres zonas, las investigaciones nos sitúan también en la Alemania de Hitler y en el Burdeos ocupado por los arios, y nos describe como pocas tramas el papel de la resistencia francesa y de los viticultores en particular dentro de esta. Cómo he disfrutado esta parte, no os lo podéis imaginar.
Nos encontramos una novela muy completa en cuanto a personajes, algunos de gran complejidad como la inspectora Oteiza, o el mismo DeauVille que no sabemos hasta el último momento si es angel o demonio. La autora nos los describe con guante blanco atendiendo tanto a su físico como a su perfil sicológico, al menos a los cinco que antes he mencionado. Y no se quedan a la zaga los escenarios que describe, se nota que los conoce bien, sobre todo la campiña francesa, tanto sus relieves y morfología como a sus gentes.
Una segunda persona desconcertante:
La novela está narrada en tercera persona del singular, por un narrador omnisciente capaz de reflejarnos todos los flancos y con un lenguaje cuidado, sobrio y elegante. Dividida en 51 capítulos de extensión variada, y un epilogo la trama va llevándote de la mano de manera que quieres seguir leyendo para ver donde concluye la investigación y quien es DeauVille verdaderamente.
Sin embargo el primer capitulo está narrado en segunda persona, no hay muchas novelas que hagan uso de esta voz para narrar. Al principio me desconcertó, incluso me llegó a sacar de la novela, me vi volviendo las páginas atrás a ver si me había perdido algo. Pronto me di cuenta que era la voz interior de la inspectora Oteiza, como una especie de Pepito Grillo, de Voz de la conciencia, un mudo dialogo interior que la protagonista exterioriza de esta forma y que a mi empezó desconcertándome y terminó gustándome por el aire de intimismo que le daba a esos capítulos.
Pero si pensamos que la autora se ha conformado con ese juego de voces, estamos muy equivocados, para comprender porque se están produciendo esos robos después de tantos años y de unas botellas cuya añada no es que sea excepcional, será fundamental un diario, y como habréis deducido este está escrito en primera persona, por una mujer fuerte, dinámica y muy pero que muy excepcional. Deseaba llegar a los trozos de diario para que su voz me envolviera, y me explicara de primera mano su papel en la resistencia, y el de sus vecinos, como el vino ayudo a vencer a los alemanes, como perdieron sus bodegas, como siguieron a pesar de todo trabajando sus campos y suministrando caldos a los alemanes cuando estaban bajo mínimos.
Esta novela me ha convencido por muchos motivos, creo que la autora ha hecho un trabajo de documentación excelente, ha sabido dotar de personalidad y voz propia a los distintos personajes, ha sabido darnos una lección de historia sin abochornarnos con datos y ha sabido mantenerme pegada a las páginas de esta novela a pesar de no ser un thriller trepidante.
Conclusión:
Me da la sensación de dejarme muchísimas cosas en el tintero, cuando has disfrutado una novela se nota y tienes tantas cosas que decir sobre ella que no sabes muy bien por donde empezar y como terminar. Esta es mi aportación, en la que he intentado no desvelar demasiadas cosas, aunque no se muy bien si lo he conseguido.
Si el mundo del vino no te gusta, o simplemente te es indiferente afirmaría que igual la serás capaz d disfrutarla, porque si tuviera que encuadrarla genéricamente me sería imposible, no es una novela romántica, aunque encontramos en ella varias historias de amor, no es solamente una novela policial, o de intriga porque auna más facetas, es además una novela histórica, pero no solamente eso, porque nos transporta a la Segunda Guerra Mundial...
Virginia Gasull ha compuesto una opera prima donde auna aromas, paladares, historia, acción, amor, erotismo y vino, elementos que mezclados con maestría nos depararan horas de placer para los sentidos, sobretodo si maridamos la lectura cada uno con el vino que más nos guste.
Si has llegado hasta aquí ya solo te falta hacerte con un ejemplar y disfrutarlo tanto como yo.
Retos:
25 españoles
reto viaje con los libros
Yincana Criminal: sucedió en Europa: La acción transcurre en Francia
Mi opinión:
Cuando me acerqué a esta novela no sabía que había sido autopublicada en Amazon y que gracias a las ventas y a mantenerse mucho tiempo en el número 1, de la lista de los más vendidos, había conseguido su publicación en papel, sin duda este es una atractivo añadido, puesto que no se trata de un autor consagrado que cualquier cosa que escriba tiene probabilidades de ser publicada. Los autores noveles lo tienen más difícil y si dan el salto al papel con el aval de una editorial es que vale la pena adentrarse en su historia.
Luego están las consideraciones de que el tema de la novela sea de tu gusto o no, que el género se adapte a lo que sueles leer, pero seguro que encuentras una prosa aceptable, unos personajes trabajados y una trama bien construida, cientos de lectores no pueden estar equivocados. Y eso precisamente es lo que encuentras en esta novela, que no defraudó mis expectativas, que me mantuvo atrapada entre sus líneas y me sumergió en el mundo de los cultivos y las catas de vinos, que lejos de parecerme pesado hizo mis delicias, me transportó a Chateau DeuVille, a sus viñedos y ese mundo agrario que raras veces he podido contemplar.
Personajes:
Virginia acierta con su inspectora, Anne Oteiza, una mujer con una infancia traumática que sigue arrastrando, que la convierte en una mujer arisca socialmente, que ha levantado altos muros en torno a su corazón para impedir que el rompan el corazón. Una profesional integra, inspectora de la Brigada de Patrimonio, que no es muy habitual en las novelas. Al comienzo de la novela la encontramos en un pueblecito pequeño que ha sufrido el expolio de un mosaico del Dios Baco.
Afincada en Madrid, a donde huyó de los recuerdos, se le encomienda la investigación de la desaparición de unas botellas de vino anteriores a la Segunda Guerra Mundial en el aeropuerto de Barajas. Al parecer no se trata de un hecho aislado si no que ataques similares se han producido en distintos puntos de Europa.
Su nulo conocimiento del tema la llevan a consultar a su amiga Sofia Duchamp, una francesa que recaló en España cuando su padre trabajador de una multinacional francesa fue destinado aquí. Su amistad con Oteiza viene de lejos, ambas estudiaron Historia del arte y después cada uno dirigió los pasos hacía un vertiente distinta. Sofía regenta una galería de arte y es una gran conocedora y amante de los vinos, por eso es la primera persona a la que acude Anne.
Quiere la diosa fortuna que navegando por Internet Sofía descubra que Edouard DeauVille se encuentra en Madrid para participar en una Subasta de vinos, y este se erija en la mejor baza para asesorar a Oteiza. Con aspecto de un verdadero playboy trasnochado la primera impresión que el aristócrata causa en nuestra inspectora no es precisamente la mejor. Pero su investigación sobre las botellas desaparecidas y las pesquisas sobre las que conoce que hay en circulación les llevan a colaborar bastante estrechamente.
Christine: Enóloga, secretaria y amiga de la infancia de DeauVille, un personaje un tanto misterioso, que termina por sorprender en más de una ocasión.
Bertrand: De la policía francesa, ha colaborado en más de una ocasión con Oteiza, entre ambos hay una gran camaradería que al francés no le importaría que fuera algo más.
Para mi estos cinco personajes son los que llevan el peso de la trama, aunque especialmente Anne y Édouard, entre ellos se crea una gran complicidad que va venciendo las barreras que la inspectora ha levantado con tanto esfuerzo.
De Madrid a Burdeos:
Aunque la historia comienza en Madrid pronto la investigación del robo de las botellas, la trasladará a Burdeos, a la campiña francesa y a una de las regiones productora de vinos más importante. Sin embargo, antes de pasar la frontera, nuestros protagonistas recalaran en San Sebastián donde Oteiza pasó su infancia, y a donde no había vuelto desde que huyó de los fantasmas que la atormentan. Este es el momento que elige la autora para desnudar el alma de su protagonista, para que la podamos entender y empaticemos con ella. Donosti es también la ciudad donde DeauVille estudió y de la que guarda muy buenos recuerdos. Su estancia coincide con el Festival de Cine y con la presentación de unos nuevos vinos de Perrier Jouët en el que se exhiben tres botellas anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Sin volver a Madrid las circunstancias los trasladan a Burdeos donde nuestro galán ha sufrido un robo, adivináis ¿de que?. Y es en la campiña, entre viñedos, tractores, cepas, barriles, enólogos, buenos caldos y catas muy interesantes y algo subiditas de tono donde transcurre el resto de la acción. Y donde los amantes del vino seguro que encuentran un plus muy interesante en esta novela.
Si el vino no te apasiona, puede que esta parte se te haga pesada, e incluso te parezca innecesaria, pero a mi modo de ver le añade un atractivo que pocas novelas han explotado, al menos de esta manera.
Aunque nuestros protagonistas transitan en estas tres zonas, las investigaciones nos sitúan también en la Alemania de Hitler y en el Burdeos ocupado por los arios, y nos describe como pocas tramas el papel de la resistencia francesa y de los viticultores en particular dentro de esta. Cómo he disfrutado esta parte, no os lo podéis imaginar.
Nos encontramos una novela muy completa en cuanto a personajes, algunos de gran complejidad como la inspectora Oteiza, o el mismo DeauVille que no sabemos hasta el último momento si es angel o demonio. La autora nos los describe con guante blanco atendiendo tanto a su físico como a su perfil sicológico, al menos a los cinco que antes he mencionado. Y no se quedan a la zaga los escenarios que describe, se nota que los conoce bien, sobre todo la campiña francesa, tanto sus relieves y morfología como a sus gentes.
Una segunda persona desconcertante:
La novela está narrada en tercera persona del singular, por un narrador omnisciente capaz de reflejarnos todos los flancos y con un lenguaje cuidado, sobrio y elegante. Dividida en 51 capítulos de extensión variada, y un epilogo la trama va llevándote de la mano de manera que quieres seguir leyendo para ver donde concluye la investigación y quien es DeauVille verdaderamente.
Sin embargo el primer capitulo está narrado en segunda persona, no hay muchas novelas que hagan uso de esta voz para narrar. Al principio me desconcertó, incluso me llegó a sacar de la novela, me vi volviendo las páginas atrás a ver si me había perdido algo. Pronto me di cuenta que era la voz interior de la inspectora Oteiza, como una especie de Pepito Grillo, de Voz de la conciencia, un mudo dialogo interior que la protagonista exterioriza de esta forma y que a mi empezó desconcertándome y terminó gustándome por el aire de intimismo que le daba a esos capítulos.
Pero si pensamos que la autora se ha conformado con ese juego de voces, estamos muy equivocados, para comprender porque se están produciendo esos robos después de tantos años y de unas botellas cuya añada no es que sea excepcional, será fundamental un diario, y como habréis deducido este está escrito en primera persona, por una mujer fuerte, dinámica y muy pero que muy excepcional. Deseaba llegar a los trozos de diario para que su voz me envolviera, y me explicara de primera mano su papel en la resistencia, y el de sus vecinos, como el vino ayudo a vencer a los alemanes, como perdieron sus bodegas, como siguieron a pesar de todo trabajando sus campos y suministrando caldos a los alemanes cuando estaban bajo mínimos.
Esta novela me ha convencido por muchos motivos, creo que la autora ha hecho un trabajo de documentación excelente, ha sabido dotar de personalidad y voz propia a los distintos personajes, ha sabido darnos una lección de historia sin abochornarnos con datos y ha sabido mantenerme pegada a las páginas de esta novela a pesar de no ser un thriller trepidante.
Conclusión:
Me da la sensación de dejarme muchísimas cosas en el tintero, cuando has disfrutado una novela se nota y tienes tantas cosas que decir sobre ella que no sabes muy bien por donde empezar y como terminar. Esta es mi aportación, en la que he intentado no desvelar demasiadas cosas, aunque no se muy bien si lo he conseguido.
Si el mundo del vino no te gusta, o simplemente te es indiferente afirmaría que igual la serás capaz d disfrutarla, porque si tuviera que encuadrarla genéricamente me sería imposible, no es una novela romántica, aunque encontramos en ella varias historias de amor, no es solamente una novela policial, o de intriga porque auna más facetas, es además una novela histórica, pero no solamente eso, porque nos transporta a la Segunda Guerra Mundial...
Virginia Gasull ha compuesto una opera prima donde auna aromas, paladares, historia, acción, amor, erotismo y vino, elementos que mezclados con maestría nos depararan horas de placer para los sentidos, sobretodo si maridamos la lectura cada uno con el vino que más nos guste.
Si has llegado hasta aquí ya solo te falta hacerte con un ejemplar y disfrutarlo tanto como yo.
Retos:
25 españoles
reto viaje con los libros
Yincana Criminal: sucedió en Europa: La acción transcurre en Francia