lunes, 21 de marzo de 2022

Las herederas de la Singer

He de confesar que me daba un poco de respeto el cambio de registro que nos anunció Ana Lena Rivera mientras compartíamos una representación de Soy Yincanera una comida con ella en la pasada Feria del Libro del Madrid. Pero al mismo tiempo me pareció tan atractivo lo poco que nos adelantó que tenía ganas de tenerla ya entre mis manos.

Llevo unos años complicados para disfrutar de mi ocio, la lectura, y sobre todo para compartir mis impresiones con vosotros, como diría una compañera de trabajo, "A mi la vida no me da pa más" Y el gran perjudicado es este pequeño rincón que abrí hace ya un puñadito de años y que me ha servido de refugio.

Todavía estoy madurando el futuro del blog, porque la constancia no ha sido nunca lo mío, porque mi tiempo cotiza en bolsa, y porque las obligaciones familiares cada vez son más y me dejan menos tiempo libre. Ahora la que lee sin fin es mi madre, pero lo que ella me cuenta de los libros no me da para hacer una reseña.

Las herederas de la Singer ha supuesto una grata sorpresa, me gustan las novelas no lineales que entremezclan las historias de varios personajes, y varias líneas temporales, aunque requieren un poquito más de concentración. En este caso han sido cuatro generaciones de mujeres de una misma familia y para rematar todos los nombres empiezan por A. Aún así, he disfrutado mucho de la historia, de la ambientación y de esos personajes trabajados con la precisión de un cirujano, o de un maestro relojero.

¿Me acompañas?


La Autora:

Esto es lo que la propia autora dice en la solapa del libro

Soy asturiana de nacimiento y de corazón, pero llevo muchos años viviendo en Madrid, ciudad que me adoptó como una hija y en la que he construido mi hogar. A veces echo de menos el olor a sal y ver las olas romper contra las rocas. Estudié Derecho y Administración y Dirección de Empresas, y, aunque soñaba con ser escritora, criminóloga o comisaria de policía, tuve una carrera profesional emocionante dentro del mundo empresarial multinacional.

Según cuentan en la familia, cuando era pequeña leía libros de forma compulsiva; la lectura fue mi gran compañía en la niñez, y estoy convencida de que, en buena parte, hoy soy quien soy por la innumerables horas que pasé rodeada de libros. Empecé a escribir con la ilusión de que mis novelas ofrecieran al lector la compañía, los referentes y el refugio que los libros me proporcionaron a mi. Cuando me quedé embaraza de mi hijo Alex, la prescripción médica de reposo me dio la oportunidad de escribir: descubrí mi pasión y empezó esta aventura. Por suerte, en la Escuela de Escritores, en la que ahora tengo el privilegio de enseñar, tuve grandes profesores.

Las herederas de la Singer inaugura una nueva etapa después de tres novelas dedicadas a la investigadora Gracia San  Sebastián: Lo que callan los muertos (2019, Premio Torrente Ballester 2017), Un asesino en tu sombra (2020) y Los muertos no saben nadar  (2021) 


Sinopsis:

El día que la joven Aurora se ve obligada a trabajar en la mina tras el accidente de su padre, se jura hacer lo que sea necesario para huir de aquel infierno.

Un matrimonio sin amor y  la máquina de coser Singer de segunda mano que recibe como regalo de bodas le proporcionaran una nueva forma de salir adelante, hasta que un terrible suceso convierte la Singer en la única prueba de la amenaza que la perseguirá toda la vida.

Muchos años después, la complicidad que teje un su biznieta Alba desvelará el secreto que ha planeado sobre las mujeres de su familia.



Mis Impresiones:

A esta novela hay que acercarse sabiendo lo mínimo, para ir descubriendo a pequeños sorbos los secretos que van desgranándose en el momento oportuno. Aunque en un principio tanto flashback puede desconcertar al lector, pronto se acostumbra a ellos y busca la pista para recomponer la historia de una mujer tan adelantada en el tiempo como peculiar, una mujer que de haber nacido a finales del siglo XX o incluso en el XXI hubiera sido fruto de su tiempo, sin embargo, le tocó tragar mucha bilis y pasar muchas amarguras por ser como era y no plegarse en muchas ocasiones a los convencionalismos.

Aurora es la gran protagonista de esta historia, con permiso de la Singer, un personaje que me ha provocado sentimientos muy contradictorios y que una vez recompuesto el puzle de su vida, la he podido entender en parte, reconciliarme con su forma de actuar e incluso admirarla. Pero reconozco que me ha costado la vida, porque me lo ha puesto muy difícil, la forma de tratar a su hija y a su nieta, la forma en que trataba a su marido, y en general a quien no se ajustaba a su forma de pensar.

Comprender a Aurora me ha subido en una montaña rusa de sensaciones unas buenas y otras malísimas, la he llegado a querer y a odiar a partes iguales. He llegado a desear que viviera otros cien años para disfrutar de sus ocurrencias y borderias y a desear que muriera en muchos momentos. Pocos personajes han provocado en mi tantos deseos contradictorios, pocos personajes se quedan conmigo una vez cerrado el libro, pero Aurora Cangas va a ser uno de ellos, por lo bien dibujado que está, por lo humana que es, por ese realismo que traspasa el papel para convertirse en un personaje de carne y hueso, a la que me he visto reprendiendo en más de una ocasión y en otras aconsejando, de siquiátrico oiga.

Águeda es la hija de Aurora, para mi forma de ver la que mejor vida ha tenido, pero quizás es una forma de verlo, porque su conformismo le hacía ser feliz con lo que tenía y su única sombra siempre fue su madre. El tándem que formaba con Florita y con la abuela Herminia es muy enternecedor, esa amistad a prueba de adversidades me ha conmovido, pocas amistades aguantan tantas pruebas, tantos prejuicios. Quizás no sea el personaje que más recordaré de esta novela, pero si el que menos quebraderos de cabeza me ha ocasionado. 

Ana es la hija de Águeda y la nieta de Aurora.  La vida de Ana se asemeja a la de un pajarillo encerrado en una jaula de oro o al de un mono amaestrado. La de conversaciones que me hubiera gustado tener con ella, la de veces que me he visto reprendiéndola, la de veces que me he enfadado por no poder entender su forma de actuar. Me ha costado comprenderla, me ha costado seguirle el ritmo. Me ha hecho odiar a su suegra, Paloma,  ese tipo de persona que nunca me hubiera gustado tener a mi vera. El dúo que formaba con Beba, su antítesis, era desconcertante, su conformismo exasperante, su autodestrucción inaceptable. Y sin embargo es el fiel retrato de muchas mujeres de su clase, porque las apariencias físicas en muchas ocasiones lo son todo para triunfar. Mantenerse perfecta a pesar de la infelicidad arrastrada. Vivir a la sombra de Don Dinero antes que buscar la felicidad.

Alba es la última mujer de esta generación y aunque al principio me pareció simplemente insoportable, idealista y muy pija, poquito a poquito se fue ganando un lugar en mi corazón, fui entendiendo su rebeldía, el desprecio que sentía por su madre y por su abuela. Menos por su bisa por lo rompedora y en ocasiones maleducada que podía ser. Pero es que para Aurora los días de callarse se habían terminado y a Alba eso le parecía el summum de la modernidad, mientras que las otras dos encarnaban la opresión del patriarcado. Al final es esta última la que consigue unir a las cuatro generaciones al integrar a su bisa en las actividades de ocio, aunque no por ello Aurora dejase de dar la nota siempre que se le presentaba la ocasión.

Presentadas las cuatro A de esta novela es hora de hablar de la Singer, esa máquina de coser que al final une a las cuatro mujeres de esta historia. La Singer esconde el secreto mejor guardado de Aurora, uno que planea como una amenaza durante toda la historia y que condiciona la forma de actuar de la protagonista. El lector conoce desde las primeras páginas ese secreto, pero no así el resto de los personajes ya sean principales o secundarios. Y eso es lo que le da al lector vidilla, saber cuando lo van a descubrir el resto de personajes y de que forma lo van a hacer. De extrema dureza me parece el momento en que le revela a su hija el secreto, odié profundamente a Aurora por tanta insensibilidad, y tanta crueldad. Contra todo pronostico la vieja máquina de coser es protegida tanto por Águeda como por Ana, y precisamente son Aurora y Alba las que pretenden destruirla, en varios momentos cada una por motivos distintos.

La estructura de esta novela, puede parecer endiablada, pero a mi forma de ver es un acierto. La autora no nos presenta una historia lineal, que hubiera sido lo fácil, pero le hubiera restado frescura y dinamismo a la narración. Parece como si en lugar de estar narrando, estuviera conversando con nosotros mientras tomamos un café, y un recuerdo le llevara a otro, y otro al siguiente, y de esa forma hilvanara una colcha de patchwork, conformando la historia de las mujeres de una familia en la que pueden verse reflejadas en un momento dado miles de ellas, porque todas las visicitudes que pasan a lo largo de casi un siglo eran muy comunes en la época, o lo son en la nuestra actual. Una vez te habitúas a la estructura, la historia te va llevando de la mano hasta el final, en el que explotan un cúmulo de sensaciones que han ido subiendo y bajando durante la lectura, o al menos así ha sido en mi caso.

 Estamos ante una historia narrada a cuatro voces, la de nuestras protagonistas y la autora sitúa al personaje y el año en el que se desarrolla la trama que que cuenta en ese momento, y de esta forma  teniendo claro el orden de las cuatro A, nos vamos situando. Me gustan las novelas en la que el autor no lo da todo mascado, que deja que la mente del lector esté en funcionamiento durante su lectura, que sea capaz de tejer hipótesis para en un momento dado darse cuenta de lo equivocado que estaba.

Me ha gustado la ambientación tanto espacial, como temporal. La historia comienza en las cuencas mineras de Asturias, y se traslada de allí a Oviedo, y Gijón, a Sevilla, al Palmar de Troya, en una época bastante peculiar de nuestra historia y de allí a Madrid. Todos estos recorridos los hace Aurora, pero la artífice del último es precisamente Ana. La autora hace un recorrido por los acontecimientos más importantes de nuestra historia, la revolución minera del 34,  la guerra civil, la durísima posguerra, la situación de las mujeres en la mina, las pocas salidas que les quedaban a aquellas que necesitaban complementar el salario del marido, los sacrificios para que las hijas tuvieran una vida mejor que ellas, la muerte de Franco, la Transición, el golpe de estado, los atentados del 11M, la pandemia actual... Nueve décadas de historia dan para mucho y como le dijo la abuela Herminia a Aurora "una vida como la suya es mejor para contarla que para vivirla".

Por las páginas de esta novela desfilan muchos temas, unos bonitos y otros más espinosos, temas que sabemos que existen desde que el mundo es mundo, pero que es más cómodo obviar y mirar hacia otro lado. Los abusos sexuales de distinta indoles, el amor, el desamor, los matrimonios de conveniencia, el maltrato a la mujer en el ámbito familiar, las pocas oportunidades de muchas féminas que las lanzan a una vida que no desean, el hambre, las malas condiciones laborales en las cuencas mineras, la amistad, sin fisuras, sin pedir nada a cambio. El mundo LGTBI que parece una cosa de nuestros días y lleva una lucha de años, el alcoholismo, la lucha de la mujer por cambiar su futuro, las apariencias en las clases pudientes, la rebeldía de muchas que no se quieren ceñir a convencionalismos, el mundo de lo oculto, los fanatismos religiosos.

Ana Lena nos presenta una historia de mujeres fuertes, a su manera, con una gran resilencia y sororidad, mujeres que caen, se levantan y siguen luchando con ahínco, a veces incluso se reinventan. Mujeres a la sombra de un hombre porque así lo mandaba la época pero que eran fundamentales para el sostén de la familia, aún así su lugar estaba en casa y al cuidado delos hijos y del marido. Mujeres que hacían trabajos que estaban prohibidos por ley y eso las convertía en invisibles. Mujeres indispensables para el funcionamiento de una sociedad que las relegaba a las sombra de un hombre como si fueran incapaces de pensar y actuar  por su cuenta.

La Singer para muchas de ellas fue una liberación y una forma de trabajar más rápido para cobrar más, entre ellas Aurora que se refugiaba en el ruido de los pedales de su máquina de coser en busca de tranquilidad y desconexión del mundo. Porque todas las decisiones tomadas acarrean consecuencias por acción o por omisión y eso lo descubre nuestra protagonista a través de los golpes que le va asestando la vida, porque cada uno juega con las cartas que le tocan y a Aurora la más de las veces no le ha tocado una buena mano.

Muchos son los ingredientes para que esta novela sea redonda, y Ana Lena Rivera los cocina a fuego lento, los va ensamblando con la precisión de una costurera. Encontramos momentos muy dramáticos, y otros que nos sacan una sonrisa. Casi todos ellos de la mano de una mujer tan insoportable, como práctica, tan fría y cortante que a veces te dan ganas de zarandearla, y sin embargo su fina ironía es la que consigue desdramatizar ciertos momentos y destensar el ambiente creado por el suceso en cuestión.  La historia resultante a mi me ha removido, la he disfrutado, y he deseado leerla con más tiempo, y más calma, la que ahora mi vida laboral y familiar no me permiten.

Ana Lena borda un final a la altura de toda la novela, porque cada cual tiene que encontrar su sitio en el mundo, no importa si más pronto o más tarde, pero es necesario encontrarlo para ser feliz y para tener plenitud. Una lección maravillosa con la me quedo y me gustaría no olvidar nunca

Conclusión:

Las herederas de la Singer, es una novela con la que muchos lectores se sentirán identificados, porque casi todos hemos tenido una abuela o una bisabuela que cosían, aunque fueran solo los arreglos de casa, muchos recuerdan las máquinas de coser de sus abuelas, o bisabuelas, en muchas casas eran un elemento más de decoración, y algunos aún la conservamos.

La historia de estas cuatro mujeres no te resultará indiferente. Empatizarás más o menos con ellas, les tendrás más afecto o menos. Al margen de las protagonistas, los secundarios de lujo seguro que también te harán removerte en tu butaca de lectura.

A lo largo de la lectura he tomado consciencia de cuanto hemos avanzado las mujeres, y cuanto nos queda aún por avanzar, pero hacía la igualdad, que parece que en algunos momentos queramos cambiar el patriarcado por un matriarcado.

No me queda más que felicitar a la autora por una novela tan bonita, tan bien narrada y ambientada, desear que pronto tengamos otra historia en la que sumergirnos.

Y a vosotros si habéis llegado hasta aquí y siguiendo mi recomendación os adentráis en ella, que la disfrutéis, y si ya la habéis leído que compartáis vuestras impresiones conmigo.


Galeria de imagenes del encuentro de #SoyYincanera con Ana Lena Rivera en la Feria del Libro de Madrid, septiembre de 2021