El mes de marzo fue un mes de órdago, yo misma me puse la soga al cuello. Y es que la blogosfera esta llena de tentaciones y hay que dejar pasar alguna. Y no es que no lo haga, que conste, que soy de lo más cabal, pero tal y como se presenta este mes, me estoy planteando esta última apreciación. La cuestión es que ese mes se me solaparon dos lecturas conjuntas, en una era yo coanfitriona, y en la otra era un mero convidado de piedra, pero cuando doy mi palabra sin duda la cumplo.
Quiso el destino, el azar, y quien sabe qué más, que me tocara publicar la reseña de ambas lecturas conjuntas el mismo día, con el consiguiente agobio que ello me supuso. Pero principalmente creo que no estuvo ahí el problema, si no en dejar para mañana lo que puedo hacer hoy. Así el libro de mi lectura conjunta estaba en formato electrónico y no se me ocurrió comprobar que funcionara correctamente, y el libro de la otra lectura tardó en llegar más de lo previsto.
Con estos parámetros me encontré a menos de una semana con un ebook que tenía que intuir, y con otro libro, corto pero intenso que me leí un par de veces, pero no sabía como enfocar la reseña... ¿Alguien da más?, para mi desde luego fue suficiente, tres días antes me puse en contacto con el autor que me facilitó el libro para comentarle mis problemas y amablemente me envió dos formatos más para que probara...¿Porqué no lo hice antes y no me hubiera puesto tanta presión?
Hete aquí que amaneció el 20 de marzo y no tenía ninguna reseña escrita, como anfitriona le tenía que dar prioridad a mi lectura conjunta que además suponía un broche final, tremenda responsabilidad. Tras dos horas de lucha contra la página en blanco conseguí armar una reseña decente. Quedaba pues el otro reto, reseñar dentro del mismo día la otra, aquí en ciao....
Muy orgullosa he de decir que lo conseguí, reseñé en tiempo y forma in extremis, pero lo hice. Pero acabé completamente agotada, y me impuse un descanso reseñador, necesitaba una lectura ligera, de estas que no dejan poso, ni mucho menos huella, pero que vienen bien para desestresar la mente... Y esta lectura fue Las tarántulas venenosas no siempre devoran a los dioses griegos
La iniciativa
El mes de marzo y abril el libro apadrinado fue precisamente este, y como no tenía bastante en mente y en cuerpo decidí apuntarme, como he hecho otras veces aunque nunca he llegado a tiempo de reseñar dentro del mes, y esta vez pensaba que iba a ser una excepción, y casi lo logro, leído estuvo dentro de plazo, pero escribir la opinión iba a ser harina de otro costal.
La autora
Poco más os puedo contar de ella y os dejo que la descubráis vosotros mismos.
El argumento
Gea es una mujer de treinta y pocos que a falta de éxito en el amor se vuelca en su trabajo en el que si ha sido capaz de despuntar. Sus relaciones amorosas siempre han terminado con unos cuernos monumentales y de momento se ha propuesto no enamorarse de nuevo.
Sin embargo no tiene en cuenta que el bichin del amor aparece cuando menos lo esperas y de la forma a veces menos oportuna. Los fines de semana son aburridos, encerrada en casa se vuelca en las redes sociales y un buen día recibe un mensaje de un chico que cree reconocer. Después de intercambiar varios correos se da cuenta de que es el primer chico que le rompió el corazón y sin embargo no duda en quedar con él para tomar algo.
Lo que no espera es sentir atracción de nuevo por él y que sea correspondida, en ese momento se inicia una lucha interior que le lleva a momentos de alejamiento y acercamiento.
Y hasta aquí quiero y puedo contar, para no romper la magia de la lectura a quien decida acercarse a esta novela.Mis impresiones
Vamos a partir de un hecho que creo que va a ser primordial a la hora de encarar esta opinión, y es que no soy una persona a la que el chick-lit le apasione, más bien es un género que suelo soslayar salvo muy honrosas excepciones, que siempre acabo descubriendo que no encajan en él por alguna razón u otra.
Lo que me encontré, era lo que en esos precisos momentos necesitaba, una lectura corta, ligera, sin pretensiones, que me ayudó a controlar bastante el stress en el que me había sumido. Si esta reseña la hubiera escrito una vez liquidada la lectura posiblemente el resultado hubiera sido algo distinto, sin embargo una vez tan reposada, los puntos de vista los tengo más claros, reflexionados y por lo tanto puedo ofrecer muchos más argumentos para explicar las afirmaciones que voy a hacer.
La historia esta contada en primera persona por Gea, una muchacha que en algunos aspectos sigue sumida en su etapa infantil, como lo explican su colección de pijamas a cada cual más ñoño y en otras como en su trabajo y relaciones es de lo más madura.
El resto de personajes están menos definidos porque los vemos a través de ella y creo que eso en parte ha limitado mucho a la historia que cuenta, porque no encontramos distintos puntos de vista de un mismo hecho y también ha impedido desarrollar personajes que bajo mi punto de vista son más atractivos que la propia Gea, como puede ser Graz o incluso Héctor. También me ha impactado bastante su obsesión por contar las calorías que ingiere.
Hector es el dios griego de esta historia, un hombre esculpido, y hermoso, pero de su personalidad apenas sabemos poco más, alguna salida de tono que aira a Gea y su afán protector sobre Graz su hermana pequeña. Y es que si el entorno de este chico estuviera más desarrollado entenderíamos más sus posturas, sus rabietas y no lo veríamos como a un egoísta y porque no un poco fuera de lugar en alguna ocasión. Puede ser tierno y también muy brusco, pero para todo suele haber una explicación que no encontramos en esta novela.
Graciela, Graz para la familia y amigos es una muchacha joven con responsabilidades, una hija a la que cuidar, vive en el entorno de una familia protectora que la asfixia y con el apoyo incondicional de su hermano siempre que no se salga de la vereda marcada. Para mi este es un personaje muy atractivo que hubiera podido dar muchísimo juego.
Completan el elenco Alice y Denisse, la primera comparte domicilio con la protagonista y por lo tanto es a la que más conocemos. La segunda es una de sus mejores amigas, la que siempre está cuando se la necesita y vela por su integridad física y mental para no tener que recoger luego los pedacitos que quedan tras la caída, es la más critica con la relación de Gea y Hector, la que tiene una actitud más conservadora.
No es una novela con un exceso de personajes y una vez conocido al dios griego queda por averiguar quién es la tarántula venenosa, pero eso voy a dejar que lo descubráis vosotros.
Las situaciones que narra son muy cotidianas por lo que en algún momento nos podemos sentir identificadas con alguna de ellas. Gea tiene una obsesión casi enfermiza por las calorías que ingiere, reconozco que alguna vez he sentido preocupación, pero no hasta los extremos en que ella lo lleva, llegando a alimentarse de latas de piña, o solo de verde por compensar ese atracón de helado que se ha dado en un momento de horas bajas. Otra situación que nos puede resultar familiar es el entorno laboral, en una oficina cualquiera teniendo que hacer horas para sacar el trabajo, sin que el jefe se quiera, o pueda permitir ponerte ayuda... Creo que esta es una baza muy importante para al final de una manera u otra empatizar con la protagonista que tengo que reconocer que me ha costado muchisimo, porque en ciertas cosas la veía muy extremada.
Otra cosa que me ha llamado la atención es la excesiva repetición de los términos dios griego y tarántula venenosa, como queriendo justificar el título, sin embargo asegura la autora que primero escribió la novela y luego se le ocurrió el titulo, quería uno largo e impactante y creo que lo consiguió, al menos largo es, y también atractivo, si me animé a leerlo es para descubrir que quería decir el titulo.
Qué podemos encontrar?, una lectura entretenida, con sentido del humor, que nos hará esbozar alguna sonrisa, y por otro lado también encontramos algo parecido a un drama, porque así es como lo vive su protagonista y esos son los sentimientos que nos transmite. Cómo lectura de trámite puede estar bien, siempre que no seas demasiado exigente, aunque tampoco creo que se le pueda pedir mucho a una novela de este género.
Conclusión
Si por el contrario este género no entra en tus gustos más vale dejarlo pasar porque es una escritora novel, le falta madurar mucho, pero no dudo que lo haga en un futuro, y si ya el libro no es un género que te atraiga seguro que no lo disfrutas nada.
Y eso deja en el aire donde me encuentro yo. Ya he reconocido que no me gusta el género y por lo tanto creo que le he pedido a esta novela mucho más de lo que a priori podría darme. Me he dado cuenta de que tiene un público, en el que posiblemente yo no encajo, pero ya no es tanto problema de la obra en sí como de gustos. Me gusta una literatura más elaborada, con una ambientación más rica y unos personajes más desarrollados.
Aunque creo que como estamos ante una persona que está empezando ciertas cosas puede pulirlas, sobre todo el peso de los personajes, un escritor debe darse cuenta quien puede ser atractivo y potenciarlo, no importa que no sea el protagonista porque cada lector empatiza con el que más le convence y en este caso o lo hacías con Gea y yo lo tenía más que crudo o no podías hacerlo con nadie más.
Para finalizar si te vas a adentrar en sus páginas, vale la pena hacerlo en esas tardes de piscina o de playa, porque la trama se sigue bien a pesar de las distracciones que en estos lugares son habituales