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miércoles, 20 de julio de 2011

Cada siete olas. Daniel Glattauer




Se ha notado mucho que el autor ha escrito esta novela para complacer a sus lectores, a aquellos que se habían quedado con ganas de más y a los que no había convencido el final de Contra el viento del norte. Para mi la novela terminaba más que bien, de una forma realista, y no tenía pensado leer esta segunda parte, sobre todo desde que intuí a donde me quería llevar el autor. Pero la curiosidad pudo conmigo, y al final un día mis ojos se posaron en la estantería y allí estaba haciéndome guiños para que me la llevara.




En esta novela nos encontramos más de lo mismo, lo que en la otra era novedad en esta se convierte en repetición, entonces donde esta la diferencia?... pues en las situaciones que viven los personajes en sus vivencias personales, en su forma de relacionarse, en sus actitudes. Ahí y sólo ahí radica la diferencia entre estas dos novelas.




Encontramos a un Leo menos inseguro, pero todavía con muchas dudas, incapaz de desvincularse de la relación virtual para vivir plenamente su relación con Pamela, una bostoniana con la que mantiene un noviazgo. Este se ve alterado por su relación con Emmi, por las expectativas de esta, por su constante intromisión en sus asuntos. Al final Leo termina admitiendo lo que le asustaba y es que esta enamorado de esa mujer a la que no conoce. Los correos más tiernos siguen siendo los suyos, cuando el alcohol nubla su mente, sus dedos se desatan y la verdad fluye.




Por su parte Emmi sigue jugando un poco al gato y al ratón, escondiendo muchas cosas y enseñando sólo las cartas que le interesan, los lectores nos enteramos de las cosas al mismo tiempo que Leo y parece que el escritor quiera que haya una cierta complicidad entre ambos. Emmi sigue igual de histérica, igual de perro del hortelano, ni come ni deja comer, insegura, pero al mismo tiempo queriendo lanzarse a la piscina. En una cosa Bernhard tenía razón Emmi necesitaba encontrarse con Leo para saber si le amaba realmente.




El ansiado encuentro de la primera novela se repite hasta siete veces, de ahí un poco el titulo, cada siete olas.




" Sí, aquí cuentan la historia de la indómita séptima ola. Las primeras seis son previsibles y equilibradas. Se condicionan unas a otras, se basan unas en otras, no deparan sorpresas. Mantienen la continuidad. Seis intentos, por más diferentes que parezcan vistos de lejos, seis intentos... Y siempre el mismo destino.

Pero ¡Cuidado con la séptima ola!. La séptima es imprevisible. Durante mucho tiempo pasa inadvertida, participa en el monótono proceso, se adapta a la sus predecesoras. Pero a veces estalla. Siempre ella, siempre la séptima. Porque es despreocupada, inocente, rebelde, barre con todo. Para ella no existe el antes, sólo el ahora ¿Mejor o peor? Eso sólo pueden decirlo los que fueron arrastrados por ella, quienes tuvieron el coraje de enfrentarla, de dejarse cautivar."




Aún siendo más de lo mismo, la fórmula ya no es novedosa, no pierde el enganche, los correos te arrastran, el juego de Emmi y Leo te sigue seduciendo, la información se administra en cuenta gotas y la descubre el lector a la par que el otro protagonista. La novela se lee en un suspiro, y aunque te lleva al un final que a mi no me ha gustado nada, por pasteloso, no puedo desmerecer al resto, ahora sí espero que Glattauer vuelva a innovar no se quede en una formula que ya ha desgastado.




Bernhard también tiene su momento de gloria, aunque como mera comparsa, si fue el personaje que más destaqué en Contra el viento del norte, en esta ocasión es un personaje pasivo, sabemos lo que Emmi nos quiere contar, que no es mucho.




Una lectura agradable, para pasar una tarde o como mucho dos entretenida, con una sonrisa en la boca en ocasiones y con ganas de dar un par de cachetadas a los protagonistas en otras. Mi curiosidad ha quedado saciada, pero si tengo que elegir entre las dos novelas de Glattauer me quedo sin duda alguna con Contra el viento del Norte.

martes, 7 de diciembre de 2010

Contra el viento del norte. Daniel Glattauer

... escribir es como es como besar pero sin labios. Escribir es besar con la mente.

Después de ver miles de reseñas en los blogs que me ponían cada vez los dientes más largos, finalmente encontré el libro en la biblioteca y he podido leerlo. Aunque para mí la formula no era novedosa en sí, puesto que no es el primer libro compuesto de mails que leo, si que la frescura con la que está narrado me sedujo mucho y lo convirtió en un libro más que recomendable de leer.



Aunque las comparaciones son odiosas si quiero explicar que me pareció novedoso y que no, no voy a tener más remedio que compararlo con el otro libro de mails, que no es otro que Amarse con los ojos abiertos de Jorge Bucay y Silvia Salinas, que también leí por recomendación de una amiga bloguera. Aquel libro si me pareció novedoso, pero se me hizo un poco pesado y precisamente lo que me resultó pesado es lo que corrige Daniel Glattauer en su novela y la hace seductora. Ambos libros parten de un correo que por equivocación llega a la bandeja de entrada de un remitente desconocido... sin embargo ahí también empiezan las diferencias, puesto que en Amarse con los ojos abiertos, el protagonista decide asumir una identidad que no es la suya para seguir escribiéndose con la mujer, y en Contra el viento del norte, quien recibe el correo equivocado después de darse cuenta de la desesperación de la mujer decide hacerle saber que si no consigue lo que pretende es porque esta enviando el correo a la dirección equivocada.



Sin embargo creo que la máxima diferencia estriba en la forma de encarar la escritura... y es que en Amarse con los ojos abiertos se hace muy pesado el que cada mail venga completo con todo el encabezado, y te obliga a leerlo para saber quien escribe el mail y quien lo recibe, y el contenido del mail puesto que es una sicóloga que está escribiendo un libro y solicita las impresiones sobre determinados temas de un colega de profesión es muy formal, a penas hay espacio para los sentimientos si no para teoría de los sentimientos... En contra el viento del norte, se obvia el encabezado cuando ellos empiezan a escribirse con regularidad, se nota una evolución en la relación de los personajes, puesto que empiezan hablando de sus trabajos y poco a poco la confianza y los sentimientos que nacen van haciendo que la lectura sea ágil, vibrante, fresca, y sobre todo dinámica y actual. Ellos mismos deciden que cuentan y que no, y el lector conoce lo mismo que ellos, ni un dato más, pero tampoco ningún dato menos.



Creo que el mayor éxito de este libro se encuentra en los personajes, con los que uno se puede identificar fácilmente, de hecho yo me he podido identificar tanto con Leo como con Emmi, a ella sobre todo la he entendido fácilmente y creo que a favor ha contado mi propio contra el viento del norte... . El autor a través de su conversaciones ha ido dibujando unos personajes de los que apenas sabemos nada de su físico, pero si como piensan, como sienten y como se desenvuelven en el día a día.



El planteamiento es osado, sin embargo no descabellado, en una sociedad en que las relaciones cibernéticas están a la orden del día. Un mail equivocado desencadena una relación de dependencia que desemboca en sentimientos afectivos muy profundos. La ironía y la mordacidad de Emmi le dan mucho juego al libro, y yo aunque ella reconoce que es neurótica, no la veo así, veo a una mujer con una vida anodina, la que ella ha elegido, pero que no termina de llenarla, para encontrar el equilibrio en esa vida que sigue deseando le viene muy bien ese factor exterior, pero sin darse cuenta termina monopolizando toda su vida, y poco a poco le lleva a sacrificar aquello que pretende preservar. De ahí sus correos tan sarcásticos, esos que a muchos lectores les pueden repeler pero que no se pueden juzgar sin haber vivido una situación parecida. Esa relación a dos bandas pronto se revela insuficiente y comienza el juego para encontrarse, me ha hecho gracia la primera cita y el ardid utilizado por Leo y como la cita da de si para unos cuantos días de correos, y como no, el ardid utilizado para escucharse la voz... porque creo que había posibilidades más plausibles.



Mención aparte merece el sufrimiento del marido de la protagonista, porque sí, Emmi es una mujer felizmente casada, a la que no le gusta hablar de su vida interior, de esa que no forma parte del juego de correos... sin embargo cuando una persona vive obsesionada con algo al final las personas que están a su lado terminan afectandose. Dentro del juego de estos dos personajes el marido marca la diferencia, me ha parecido muy profunda su reflexión y no tan descabellado lo que le pide a Leo y un poco exagerada la reacción de este, aunque la entiendo, porque he vivido algo semejante.

Señor Leike me dirijo a usted para pedirle un favor muy grande. (...) No soy un excelente escritor. Lamentablemente no lo soy, pero me esforzaré para expresar de esta forma desacostumbrada para mí todo lo que me tiene preocupado desde hace meses, lo que poco a poco ha ido alterando mi vida, la mía y la de mi familia, también la de mi mujer, cosa que creo poder juzgar bien después de todos los años que hemos vivido en armonia. (...) No tiene nada que reprocharse. Y yo tampoco, desgraciadamente. Desgraciadamente yo tampoco tengo nada que reprocharle. A un fantasma no se le puede reprochar nada. Usted no es concreto señor Leike, no es tangible, no es real, es tan sólo una fantasia de mi mujer, ilusión de dicha infinita de los sentimientos, extásis apartado de la realidad, una utopía de amor hecha de letras. Contra eso no puedo hacer nada, tan sólo esperar que el destino sea clemente y acabe convirtiendole en una persona de carne y hueso, en un hombre de perfiles definidos, con virtudes y defectos, con puntos sensibles. Hasta que mi mujer no pueda verlo a usted como me ve a mí, como un ser vulnerable, una criatura imperfecta, un ejemplar de defectuosa especie humana, hasta que no se encuentre usted con ella cara a cara no dejará de ser superior...

Lo que más me ha gustado y supongo que aquí llevaré la contraria a muchos lectores es el final, , sobre todo porque me gustan las novelas realistas y esta lo es. Para mí es un final más que merecido y sobre todo redondo aunque signifique perder los mails de Leo y Emmi, porque al final el lector está tan enganchado a ellos como los propios protagonistas, es como si fuera un fisgón, un mirón que hurga en la correspondencia ajena obteniendo con ello una recompensa.



Con esta novela me he reído con las reacciones unas veces desmesuradas, otras que no llegaban y sobre todo con los estados de embriaguez de Leo que le soltaban la lengua. Me ha hecho reflexionar y entender cosas de mi propia experiencia que se me escapaban, y sobre todo me ha deparado unos días de intensa y placentera lectura, porque cuando me sumergía en el libro entraba en otra dimensión en la que nada más existía y eso normalmente es difícil de lograr.

Eres muy severa, Emmi. No seas tan severa. No quiero café. Quiero a Emmi. Ven a casa. Bebamos otra copita de vino. Podemos tener los ojos vendados, como en la película. No recuerdo como se llamababa la película, tendría que pensar. Me encantaría besarte. Me da igual que aspecto tengas. Me he enamorado de tus palabras. Puedes escribir lo que te apetezca. Puedes ser severa si quieres. Me gusta todo. Es que tú no eres nada severa. Te obligas a serlo, sólo quieres parecer más fuerte de lo que eres.

Por si no ha quedado claro recomiendo la lectura del libro, para pasar una buena tarde de invierno, con la mantita, el sofá y un buen, café, té o chocolate calentito, a gusto del consumidor, seguro que cuando la terminas tienes ganas de más, y te has quedado un poco huérfana... Sin embargo yo no tocaría para nada el final, aunque ya sabemos que hay una segunda parte que no se si leeré.