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miércoles, 27 de julio de 2011

Perlas literarias con Domingo Villar

Hacía tiempo que tenía olvidada esta sección y no es porque no tenga miles de fragmentos apuntados en libretas, si no porque se me amontonaban y siguen haciéndolo las reseñas y muchas otras ideas que tengo en la cabeza, sin embargo la escasez de tiempo se impone, y recuperar esta sección es lo que me ha parecido más sencillo para publicar hoy aunque sea tarde.


Este fragmento no tiene nada en especial desde el punto de vista literario, pero me hizo pasar tan buen rato, que todavía recuerdo este libro con mucho cariño y este fragmento en especial todavía me arranca carcajadas, lastima que no copiara como sucedieron las cosas en verdad y me quedara solo con este trozo.


Dos cosas, ¿Está contigo el animal de tu ayudante?_ el comisario Soto, al otro lado de la línea, no parecía de muy buen humor.

_Sí contestó Leo secamente.

_ ¿Sabes lo que hizo ayer por la noche? Caldas prefería que fuese el comisario quien se lo contara.

_ ¿ Ayer por la noche?

_ Leo, si lo sabes no te hagas el tonto_ordenó_ No estoy para monsergas.

_ Ni idea comisario.

_ Pues anduvo de cacería.

_ ¿De qué?_ preguntó Caldas, como si no hubiera entendido.

De cacería repitió. Tu ayudante entró en un bar de gays del Arenal, se coloco en posturas insinuantes para provocarles y pateo al primero que se le acercó. Por lo visto debió de darle coces hasta hacerse daño en un pie, porque después se descalzó y, zapato en mano, continuó estampándole el tacón en la nariz. Parece que el muy maniaco amenazaba al resto de la clientela del bar con su pistola para impedir que se le acercaran y poder así rematar la faena a conciencia.

Como siempre que se trataba de Estévez. recapacitó Caldas, había algo de verdad y otro tanto de novela.


Me ha costado Dios y ayuda copiarlo, y no he dejado de reírme en todo el rato, espero vosotros paséis también un rato divertido y os recomiendo esta novela negra, aunque por este fragmento no lo parezca, pertenece a la novela Ojos de agua de Domingo Villar. He leído las dos novelas que ha publicado y se ha ganado una lectora incondicional, espero que vosotros también lo conozcáis.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La playa de los ahogados. Domingo Villar



Repito con este autor, al poco tiempo de leer su primera novela, no es algo que suela hacer, sin embargo tengo que reconocer que iba sobre seguro, que había leído tantas reseñas en la red que sabía que no me iba a saturar con el autor y además supongo que tardará bastante en publicar la tercera entrega así que tendré tiempo para desintoxicarme... Y si habéis leído bien, desintoxicarme... porque la lectura de estas novelas me ha causado adicción hacia una novela negra clásica, bien escrita y con su toque de humor e ironía, este como no de la mano del ayudante del inspector Leo Caldas, pero también de la de su padre y su cuaderno de idiotas. Tenían razón los que me avisaban que en este libro Domingo Villar no cargaba tanto las tintas sobre el aragonés Rafael Estévez, sin embargo cuando alguien no termina de acostumbrarse a la indiosincracia del pueblo en el que vive, se producen situaciones en el que el humor se erige en protagonista.




Un ahogado aparece en la playa de Panxón con las manos atadas con unas bridas verdes, lo que a simple vista es un suicidio, característico de los hombres del mar que rinden así cuentas con el medio que todo se lo da y se lo quita, se revela un asesinato. El inspector Leo Caldas se encuentra con el hermetismo de la comunidad marinera, nadie quiere hablar, y cuando lo hacen apuntan en una dirección insólita que poco le sirve para esclarecer el crimen. El miedo se adueña de aquellas personas que compartieron su vida con Justo Castelo a borde del Xurelo, pero nadie habla, el temor les tiene atenazados. Al inspector le da la sensación de estar dando vueltas en círculos, cuando encuentra una nueva pista, el seguimiento de esta le lleva de nuevo al punto de partida... la impotencia se apodera de él en un momento de su vida un tanto complicado, Alba vuelve a dar señales de vida , su tío Alberto, único hermano de su padre, se encuentra en el hospital y su colaboración radiofónica en el Patrullero en las ondas le asfixia. Con la ayuda de su ayudante al que en ocasiones le cuesta frenar ira dándose de bruces contra muchas puertas, hasta que con un gran golpe de efecto nos lleva hasta el asesino.

Nos encontramos ante una novela negra bien escrita, más madura que la anterior, que te lleva a sospechar uno a uno de todos los posibles sospechosos, por más que Leo Caldas apunte siempre en la misma dirección, no es una novela ágil, si no reposada de acuerdo al caracteres de los gallegos, el contrapunto lo da el impetuoso Estévez que en esta ocasión se enfrenta a su jefe al que acusa de no tener vida personal fuera de la oficina y de dar por sentado que nadie la tiene... Y es que Leo Caldas es un solitario cuya vida gira en torno al trabajo, persona de ideas fijas echa de menos a Alba pero es incapaz de darle lo que ella ansía, ni de llamarla por teléfono o de ser sincero cuando ella lo hace. Su vida se centra en la comisaría y el Eligio que nos describe con guante blanco tanto la taberna en cuestión como su menú... si un día voy a Vigo no dejaré de pasarme por allí para comprobar lo que Domingo Villar describe con maestría.

A pesar de que la investigación se encalla y está en punto muerto durante gran parte del libro, porque dan vueltas en círculos sin encontrar nada que les lleve al asesino, el libro no se hace pesado, vamos descubriendo las costumbres de la vida del mar, se van revelando de a poquitos el carácter de los personajes, la superstición de la gente del mar, a través de la lectura de esta novela nos queda una idea muy clara de una comunidad que vive con los ojos puestos en el mar, un mar que tiene el poder de darles todo y de quitárselo también. La trama se agiliza en el momento toman el camino correcto, nada es lo que parece y el primer sorprendido parece ser el inspector Caldas, y con él el lector, yo al menos no fui capaz de adivinar en esta ocasión quien era el asesino. Domingo Villar ha demostrado una habilidad increíble en esta entrega, se ha escondido un as en la manga, lo hemos tenido siempre enfrente y no hemos sabido verlo, quizás porque no era lo lógico, pero nadie ha dicho que un asesino fuera lógico...


Pasear con Leo Caldas por Vigo , por Panxón, y por el resto de las Rias es todo un lujo, creo que si algún día me acerco a Galicia en muchas cosas tendré la sensación de un dejà vú. Ahora toca esperar una nueva entrega para ver si Domingo Villar ahonda más en el personaje... esta es una novela más intimista, se centra mucho en la figura del padre del inspector, de su entorno familiar y por lo tanto algo se deduce del personaje. Leo Caldas es un buen amante de la comida y de los vinos de su tierra y estos tienen su importancia en la trama, nos enseña a comer percebes y a prepararlos como si cada uno de nosotros fuera un Estévez, nos canta las excelencias de la cocina gallega, y de los productos estrella de esta comunidad, las nécoras.... me ha gustado la cuña ecologista que ha intercalado con el personaje de Arias, que separa las hembras cubiertas de huevos y las devuelve al mar, es la única forma de asegurarse el futuro, sin embargo no todo el mundo es consciente de ello, puesto que el propio Caldas reconoce haberlas comido repletas de ellos.

En una novela costumbrista no podía faltar el reflejo de los furtivos, de los percebeiros que para redondear un sueldo arriesgan su vida en el mar, para Estévez esto es incomprensible... sin embargo para ellos, es un modo de vida, aún cuando no se dediquen a ello... me ha hecho gracia la reacción de Caldas con el furtivo... pocas veces se olvida de que es policía pero unos percebes bien se lo merecen.

Mención aparte merece el libro de idiotas del padre de idiotas del padre del inspector, hasta he pensado en hacer uno yo, una forma de desahogarse muy digna, me he reído mucho cuando ha propuesto a su hijo que apunte su nombre en él...

Con todo lo dicho creo que queda claro que he disfrutado la novela, no la he podido soltar en días y eso que he de reconocer que tengo poco tiempo para leer, pero lo he sacado hasta de debajo de las piedras... necesitaba saber quien había matado a Justo Castelo y que le había empujado a simular un suicidio.... y el misterio no se resuelve hasta las ultimas páginas y siempre por casualidades, encontrando pistas cuando no se buscaban y no hallándolas cuando se las seguía con ahinco.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ojos de Agua. Domingo Villar




Hacía mucho tiempo que me apetecía leer esta novela, pero aunque su precio no era excesivo, mi economía no estaba para tanto dispendio. La biblioteca de mi pueblo no esta muy bien surtida y no entiendo muy bien que criterios siguen a la hora de comprar novedades, pero ya pensaba que tenía muy pocas posibilidades de leerlo, cuando mis viajes a la capital de la provincia me brindaron la posibilidad de sacarme el carné de la biblioteca, además forma parte de la red de bibliotecas de la Generalitat Valenciana y eso me da muchas posibilidades. Sin pensarlo mucho me lo lleve a casa a la primera oportunidad y reserve la segunda parte, tan segura estaba de que esta me iba a gustar y por cierto ya la tengo disponible y la recojo en breve.


Me ha sorprendido de esta novela que cada capitulo comience con una definición de una palabra que luego aparece en la trama, me ha parecido cuanto menos interesante y curioso, puede que sea la primera vez que me he encontrado con algo semejante, había visto comenzar con citas el capitulo, unas citas que unas veces me parecían acertadas y otra la verdad no les veía el sentido, pero con una definición juraría que nunca.

Me gusta la novela negra, y sin embargo llevo mucho tiempo sin leer a autores españoles, hace unos años leí a Silva y a Alicia Gimenez Bartlett, luego sin saber porque me aficioné más a los autores extranjeros y ahora parece que me vuelve el gusanillo, así que aprovecharé cuanto titulo se cruce en mi camino.

La pareja de detectives protagonista es cuanto menos peculiar, el comisario Leo Caldas es un solitario taciturno que colabora en un programa de radio, Patrullando las ondas, eso le abre bastantes puertas y le da facilidades que de otra forma no tendría, pero parece molestarle que su ayudante se lo recuerde. De su ayudante Rafael Estévez que decir, es un aragonés grandote y algo bestia, con un carácter muy fuerte que le ha jugado más de una mala pasada, es destinado a Galicia por un expediente disciplinario abierto en su tierra y no parece acabar de entender el carácter reposado de los lugareños. Le saca de quicio que le contesten con otra pregunta cosa que parece ser muy típico del carácter gallego, aunque yo que no soy gallega, algunas veces también uso el recurso, para evitar que me sigan preguntando. Con este personaje me he reído, se puede decir que he soltado más de una carcajada, porque si la situación ya te provoca la risa, cuando la cuenta exageradamente otra persona al final te arranca una carcajada y si no lee y veras.


Dos cosas ¿ está contigo el animal de tu ayudante?_ el comisario Soto, al otro lado de la línea, no parecía de muy buen humor.


_Sí_ contestó Leo secamente.


_ ¿Sabes lo que hizo ayer por la noche?. Caldas prefería que fuese el comisario quien se lo contara.


_ ¿Ayer por la noche?


_ Leo si lo sabes no te hagas el tonto_ ordenó_ No estoy para monsergas.


_ Ni idea comisario.


_Pues anduvo de cacería


_ ¿De qué?_ preguntó Caldas, como si no hubiera entendido.


De cacería_ repitió_ Tu ayudante entró en un bar de gays del Arenal, se colocó en posturas insinuantes para provocarles y pateó al primero que se le acercó. Por lo visto debió de darle coces hasta hacerse daño en un pie, porque después se descalzó y, zapato en mano, continuó estampándole el tacón en la nariz. Parece ser que el muy maniaco amenazaba al resto de la clientela con su pistola para impedir que se le acercaran y poder rematar así la faena a conciencia.


Como siempre que se trataba de Estévez, recapacitó Caldas, había algo de verdad y otro tanto de novela.


La verdad es que cualquier parecido de este narración de los hechos con la realidad es pura coincidencia, y si la realidad me hizo esbozar una sonrisa, imaginarme el cabreo del comisario me hizo reír a mandíbula batiente, y es que imagino la cara de Leo Caldas ante un relato tan alejado de la realidad y debió ser también un poema. Para mi Estévez es el contrapunto de su jefe, me parece un personaje estereotipado, es decir normalmente se representa a los maños como gente bruta, y no se me enfade ningún mañico ni mañica que estoy hablando de estereotipos y Estevez los cumple todos.


En cuanto a Leo Caldas le falta un poquito de optimismo, es un detective concienzudo, solitario, con miedo a las responsabilidades, otro cliché me temo que muy americano, no he podido evitar acordarme de Harry Hole, pero ante todo es una persona que disfruta de la comida, junto a él degustamos manjares de las rías gallegas. La caracterización de Caldas es tan concienzuda, que me pareció ver reflejado al escritor, y leyendo una entrevista en el Faro de Vigo con motivo de la publicación de su segunda novela, me encontré con la siguiente pregunta:




¿Que tienen en común Leo Caldas y Domingo Villar?


Respuesta: Los dos somos hijos de bodegueros, y nuestros padres nos han inculcado el amor a a la viticultura, nos perdemos por los percebes y los berberechos, nos gusta ir a la taberna Eligio. Ambos colaboramos en un programa de radio... pero Caldas es mucho más valiente que yo y probablemente yo sea más alegre que él.




Descubrí muchas más curiosidades como que le cuesta mucho escribir una novela, porque es muy concienzudo y corrige muchas veces e incumple los plazos religiosamente... y además se lo permiten eso es lo fascinante.

No conozco Galicia sin embargo de la mano de ambos personajes te das un paseo por sus rías, por sus calles y por el carácter de la gente de este pueblo norteño, es todo un placer pasear de la mano de Leo Caldas y su ayudante.

La música es otro elemento presente, y no solo porque la víctima fuera un saxofonista, y su casa estuviera repleta de interpretes de jazz, ni porque el mismo fuera miembro de un grupo de este género, si no porque lo impregna todo, Domingo Villar debe ser un gran enamorado de la música. Es un novela negra pura, que se centra en la investigación y en la figura del detective y así vamos participando de la intuición de Leo, de la perdida de contacto con la investigación de su ayudante, de ese paso por delante que parece ir siempre el asesino y tengo que decir que al final es un poco predecible porque acerté el asesino, y me gusta que me sorprendan.

El libro se lee bastante rápido, no es una de esas novelas que para contarte una historia necesitan 600 páginas, el autor lo resuelve en muchas menos y al menos a mi me mantuvo enganchada, desde principio a fin, necesitaba las risas que me proporcionaba Estévez y la tranquilidad que me daba Caldas. Hay quien ha echado de menos cierta mezcla de géneros muy frecuente hoy en la novela negra, pero yo prefiero la pura, la policíaca, con un esquema clásico y con el objetivo bien marcado pero ya se sabe para gustos los colores.

En cuanto a la trama a mi parecer está cuidada aunque tengo que reconocer que adiviné el asesino, me pareció un poco previsible, pero aún así llegue con curiosidad al final. Con esta novela Domingo Villar ganao el I Premio Sintagma, el Premio Brigada 21 y el Premio Frei Martin y quedó finalista en dos categorias de los Crime Thriller Award de Reino Unido.
Espero estar disfrutando pronto de la segunda parte que ya tengo en la biblioteca y de reseñarla para ver si este autor se convierte en uno de mis fetiches