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martes, 20 de diciembre de 2016

La ciudad. Luis Zueco

Hay autores que te causan muy buena impresión con su primera novela y ya te ganan para siempre, ese es el caso de Luis Zueco, lo conocí con El escalón 33, y me gustó tanto que cuando publicó El castillo me lancé de cabeza a leerlo, sin plantearme siquiera el elevado numero de páginas de las que hacía gala. A pesar de ser un libro voluminoso, voló entre mis manos, el autor sabe bien como atrapar al lector en su historia e incitarle a leer una página tras otra.

Cuando vi la portada de La ciudad supe que no podría resistirme a sus encantos, y más cuando descubrí en que enclave y época estaba ambientada. Hay dos épocas históricas que hacen mis delicias lectoras, la Edad Media, por ese oscurantismo que la caracteriza, y la II Guerra Mundial, porque hechos tan graves como acaecieron han de conocerse para evitar repetirlos.

Los que me seguís por twitter habréis podido seguir mi lectura, las emociones que me causaba la novela, sus personajes, la ciudad en sí y la prosa del autor, poco descubriréis en esta reseña, o sí, solo espero que, si dudáis todavía daros las herramientas precisas para que os decidáis.

El autor:

Luís Zueco nació en Borja, Zaragoza, en 1979, es novelista, historiador, investigador y fotógrafo. Director del Castillo de Grisel, fortaleza medieval convertida en hotel con encanto, es, además, ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, vicepresidente de la Asociación Amigos de los Castillos de Aragón y colaborador, como experto en  patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación.

Es autor de la guía Castillos de Aragón: 133 rutas y de las novelas El escalón 33 (Mención de Honor en el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2012, Premio al mejor Thriller Histórico 2012) Tierra sin rey y El Castillo (Ediciones B, 2015; Mejor Novela Histórica por la web Novelas Históricas).

Tras el éxito de El Castillo, Luis Zueco continúa con la construcción de su épica trilogía medieval con La ciudad, un thriller histórico que nos sumerge en la vida cotidiana de la Edad Media a través de una trama llena de suspense.

Sinopsis:

Año 1284.

Cae la noche en la ciudad medieval más bella del mundo. Poderosas montañas y murallas inexpugnables la protegen de los reinos que la rodean.

Entra y camina por sus estrechas calles, por sus empinadas cuestas y sus asombrosos rincones.

Siente el frío. Escucha los rumores acerca de las inexplicables muertes que se están sucediendo. De los secretos que esconden los gremios. De la peligrosa mujer encerrada en las mazmorras.

Una noche más, nadie podrá escapar de la ciudad.

Mis impresiones:

En pocos comienzos me he recreado tanto, y también pocos han dejado entrever el peso que tendría en la novela el lugar en el que se ambienta

"Se encontraba protegida por altas y agrestes montañas, en lo más profundo de un valle horadado por el curso de un río que se alimentaba de las abundantes nieves del invierno. Tan sólo se podía acceder hasta ella por un estrecho desfiladero que conducía hasta sus murallas, impregnadas del color rojizo proveniente de la peculiar piedra que se extraía de su sierra, rodeada de altos cerros coronados por castillos y torres que, desafiantes, la defendían contra los numerosos enemigos que ansiaban poseerla."

Ese simple párrafo me transportó, me hizo querer visitar Albarracín con más ansías de las que ya tenía, porque es un destino, que quizás por la cercanía, siempre se descuelga cuando pillamos vacaciones, cosa harto difícil últimamente porque rara vez coincidimos todos.

Si algo caracteriza las obras de Luís Zueco es lo profusamente documentadas que se encuentran, sin embargo, no nos encontramos ante novelas densas en que esta información se nos meta con calzador y ralentice la trama, todo lo contrario, va fluyendo de la mano de los personajes, que a su vez están dibujados con mimo, al detalle, tanto física como psicológicamente, dotados de matices y conforme a los usos de la época en la que les toca vivir.

Si tuviera que destacar uno sólo, sin duda, sería Alodia, una niña valenciana hija de buena familia a quién el destino le tiene reservada la más cruel de las sorpresas. A través de Alodia, Luis Zueco , dibuja el papel de la mujer en la Edad Media. Nos encontramos ante una chica que podría considerarse afortunada, de buena familia, con un padre que le permite lo que pocos, aprender a leer y tener acceso al saber,  poder desarrollar sus habilidades. Alodia lo tenía todo para ser feliz, pero es un producto de su época, en la que una mujer solo tiene que conocer el protocolo del hogar, hacer feliz a  su marido y estar a la sombra de él. La belleza en la mujer, o bien el valor estratégico u económico de las posesiones de su familia es un aval para un buen matrimonio.

Ser mujer y leer La ciudad es sentirte indignada en un sinfín de ocasiones, el conocer la historia no nos  exime de reaccionar, de hecho más de una lectora lo ha plasmado en las redes, sin embargo es muy importante que se refleje esta realidad, sobre todo para las más jóvenes, para esas que no han luchado en su vida por nada y que muchas veces se dejan avasallar por sus compañeros, novios o incluso maridos porque no valoran lo que tienen. Quizás porque conocer la historia es la única manera de avanzar, de no repetir errores.

Y es que a pesar de tenerlo todo, o creer tenerlo todo, Alodia no come perdices en esta historia, todo se tuerce porque la posición de sus padres es delicada económicamente y precisamente la belleza no es una de las cualidades que la adornan. Obligada a abandonar el confort del hogar  se  ve retada a sobrevivir, a sacar fuerzas de donde no hay, a utilizar los dones y las habilidades ejercitadas. Alodia es un personaje fuerte, sobre el que se construye buena parte de la trama, del que se sirve el autor para despistar al lector, a mi es el personaje que más me ha llegado, quizás porque no es habitual en una mujer esa fortaleza, al menos en una época de hombres, hecha para hombres y por los hombres, en la que una mujer es un mero adorno, alguien a no tener en cuenta, cuyas opiniones no importan, que no pueden gobernar aunque amen más su tierra que los maridos que se agencian, que no pueden luchar aunque  manejen la espada mejor que cualquier campesino. Muestras de mujeres capaces encontraremos algunas en este libro, pero sólo Alodia es tratada con reverencia, y eso el lector lo percibe, tozuda, luchadora, tenaz, imprevisible, una mujer a la que le entusiasman los libros, y es capaz de recitar párrafos enteros, quizás por ello llegó a mi corazón y se quedó en él.

Pero si sobre Alodia o alrededor de ella construye la trama de suspense y misterio de este libro, la verdadera protagonista es Albarracín, la ciudad amurallada, su historia, sus gentes. Luís Zueco nos invita a pasear, por lo que fue esa ciudad en el siglo XIII, inexpugnable, deseada por su valor estratégico por todos los reinos. Nos adentra en sus mercados, en los secretos que esconden los mercaderes. Nos revela los gremios, su fortaleza, los secretos que custodian incluso con su propia vida y la luchas que existen entre ellos, la posición de los  maestros y de los aprendices, y para ello se vale de unos terribles asesinatos que los asolan.

Entre las murallas de Albarracín convivían varias religiones, y por tanto varias formas de concebir la vida, varias tradiciones, y en cierta medida Luís les da visibilidad a todas, a través de nuevo de sus personajes, la musulmana y múdejar a través de Ayub, la judía por Abraham, y la cristiana, a través de personajes imperdibles como Martín, odiosos como el Padre Melendo, o respetables como el Dominico, fray Esteban, todos ellos deambulan, respiran y van evolucionando ante nuestros ojos, unas veces más presentes, otras los echaremos de menos, el autor dará golpes de timón que nos irán descubriendo la verdadera naturaleza de cada uno de ellos, porque  nadie es quien parece ser, todos ocultan un lado oscuro.

Conocer la Edad Media, es adentrarse en la época de mayores desigualdades en el plano económico y social, la gente nacía en compartimentos estancos, donde se permanecía toda la vida, y rara vez se salía de ellos. Sin embargo, la astucia y la maldad de Atilano de Heredia le permite escalar aún siendo un bastardo, veremos evolucionar el personaje ante nuestros ojos y nos sorprenderá en más de una ocasión, como lectora pasé de la admiración al desdén, y me horroricé ante la bajeza que es capaz de exhibir el ser humano.

Y hablando de estamentos, Luís Zueco da voz también a los más pobres, a los que están en el último escalafón, ahí precisamente se encuentra Alodia, pero también Lízer, o Blasco el hijo del herrero que sueña con ser caballero y su hermano Alfonso que de vez en cuando le da un baño de realidad. También los mercaderes, los que abastecen la ciudad, y entre ellos destaca Guillermo Trasobares, un pillo, un personaje que esconde mucho tras él, pero que parece ser que no todo el mundo desconoce sus argucias y pequeños trapicheos.

Y si había un estamento fuerte, ese era la Iglesia, y la Edad Media es una época muy oscura en la que la magia y el miedo a Dios se dan la mano, el autor retrata bien las dos partes de la Iglesia, la centrada en los bienes materiales y aquella que se preocupa más por los espirituales, de ahí que el padre Melendo se me antojara odioso y fuera capaz de empatizar con Martín y con su forma de vivir y de ver la religión.

Y si la Iglesia es importante, aquello con lo que pretenden infundir temor, el Maligno y la magia también tiene su puesto de honor, aunque se muestre en todo momento agazapado, fuera de la vista del lector, aunque se nota sobrevolar toda la narración, poco a poco irá ganando fuerza y cogiendo protagonismo.

Albarracín se nos muestra en todo su esplendor y señorío, una ciudad que vive, respira, y que se ve azotada por unos extraños crímenes que van asolando a los gremios de la ciudad, el miedo al Maligno se adentra en su estructura, se puede palpar, necesitan un cabeza de turco, pero no por ello cesan los asesinatos, la decadencia de la ciudad se va mascando y se completa con el asedio al que la somete el rey Pedro III, el Grande.

Y eso me da pie para introducir a los personajes reales de esta historia, puesto que no todos son ficticios, y por estas páginas desfilan Pedro III el Grande, hijo de Jaime I el Conquistador que es mencionado en más de una ocasión por los nobles y no siempre en sentido halagüeño. Hablando de magia y siendo los protagonistas los talismanes y los libros no podía faltar Alfonso X el Sabio, y por ultimo aunque no menos importantes los Señores de Albarracín, Juan Nuñez de Lara y  Teresa de Azagra. Todos ellos están presentes, aunque no son los que llevan el peso de la historia.

Al principio del libro, autor y editorial nos regalan un mapa de aquella época, nos sitúan los distintos reinos existentes y la posición independiente de Albarracín entre ellos, al tiempo que cuadros genealógicos para que situemos a los personajes reales, y por si eso fuera poco considera el autor imprescindible un glosario con los personajes históricos y los ficticios y para meternos en situación una anciana, nos cuenta la historia de la ciudad, una voz a la que después de leer la novela le he puesto nombre e imagen, pero me la reservo, a ver si llegáis a la misma conclusión que yo.

Narrada en tercera persona por un narrador omnisciente, La ciudad hace gala de una prosa cuidada, sencilla, en ocasiones cercana a lo poético sin florituras, en otras desgarradora por los sucesos que narra, Luis Zueco sabe moverse en todos los registros. Dosifica la tensión con maestría y da golpes de efecto que noquea al lector, al menos a mí me tuvo despistada durante toda la narración. Por todo ello considero que La ciudad es una novela que puede gustar a un amplio numero de lectores, en primer lugar por su ritmo, que unas veces es más rápido e incluso en las escenas más pausadas se masca la tensión, por otra por el suspense, hasta el último momento no sabemos quién esta detrás de los asesinatos ni que busca, aunque hay  momentos en que el porque se intuye.

Y al hilo de esto último quizás lo único negativo de esta novela, conforme iba avanzando la lectura, me dió la sensación de que Luís Zueco iba a matar hasta al apuntador, muchas muertes, algunas muy salvajes, como la época en la que  suceden, pero queda un regusto amargo, quizás con  algunas menos se hubiera minimizado y hubiera sido igual de efectista la historia. Aunque si lo que buscamos es justicia poética a mi gusto se queda corto, la traición es un Pecado Capital y se queda sin venganza

Conclusión:


Creo que he dado muchos argumentos de porqué la novela me ha gustado y de porque creo que puede gustar, si no sabéis que regalar en estas fechas, creo que es una apuesta segura, y además si aciertas con el regalo siempre tienes la opción de regalar El castillo y el autor amenaza con culminar su visión de la Edad Media con otra historia que esperemos no tarde en publicar

Os dejo un último párrafo para que disfrutéis de la prosa de Luis Zueco

"La mentira siempre hace mucho ruido, necesita elevarse sobre la realidad. La  mentira es algarabía y griterío, mientras que la verdad es una suave melodía que todos conocen, aunque muchos olvidan"

lunes, 11 de enero de 2016

El castillo. Luis Zueco

Siempre me he definido como lectora de novelas de largo recorrido, lo que muchos llamamos tochos, pero desde hace unos años los rehuyo, mi tiempo para leer cada vez es menor y estos libros se me eternizan en las manos. Si a ello juntamos que solo puedo leerlos en casa porque tengo terminantemente prohibido por mi traumatólogo y por mis hombros y cervicales sacarlos de paseo, os podéis imaginar el miedo que me dan, aunque si soy sincera los disfruto como una enana.

Cuando surgió la oportunidad de leer El castillo no me lo pensé dos veces, a su favor que la anterior novela del autor, 33 escalones me gustó mucho, que se desarrolla en una época histórica que me apasiona literariamente; en su contra, la extensión casi 700 páginas, tapa dura y un peso considerable. Decidí encarar su lectura en el seno de una lectura simultánea en twitter y aunque intenté organizarme todos los participantes la terminaron antes que yo.

Aún así puedo deciros que Luis Zueco me ha convencido de nuevo, que esta historia que gira entorno a la construcción del castillo de Loarre se me ha hecho incluso corta, que hay personajes de los que hubiera querido saber más, mucho más, no me hubiera importado que tuviera un centenar o incluso un par de ellos más para satisfacer mi curiosidad.

Quizás aquellos que toman el género de la forma más purista, no queden satisfechos con la lectura de esta novela, porque el autor se toma algunas licencias para que le encaje la trama, sin embargo yo que busco más la vertiente social y emotiva de una historia, que sepa trasladarme a sus calles, a sus casas, a sus hábitos, me he encontrado pasando penurias con estas gentes rudas, que se enfrentaban sin desaliento a las inclemencias temporales, a los ataques de los sarracenos, al hambre...

Reconoce Luis Zueco que la novela histórica impone muchas restricciones a los autores, por ello, el toma un hecho histórico, y personajes que existieron realmente y los usa como secundarios, como motivo de arranque y a partir de ahí en esta novela le da la voz a los hombres y mujeres que hicieron posible la construcción, una novela coral en la que los personajes entran y salen sin previo aviso, y deja al lector esperando el momento en que volverá a irrumpir y como lo hará.

Por todo ello creo que es una novela que puede gustar a un amplio numero de lectores, aunque la novela histórica no este entre sus géneros favoritos. Pero voy por partes que me adelanto y el ansia me puede.

El autor:

Luis Zueco nació en Borja en 1979 y es novelista, historiador, investigador y fotógrafo. En la
actualidad es director del Castillo de Grisel, fortaleza medieval convertida en hotel con encanto. Además es ingeniero industrial, licenciado en Historia y master en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, vicepresidente de la Asociación de Amigos de los Castillos de Aragon y colaborador, como experto en patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación.

Su novela El escalon 33 recibió la Mención de Honor en el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2012, el Premio al mejor Thriller Histórico 2012  dela web Novelas Históricas y fue seleccionada en el I Certamen de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. También ha publicado la novela histórica Tierra sin rey y la guía Castillos de Aragón: 133 rutas.

Sinopsis:

Entre la Tierra Llana y el Pirineo aragonés se encuentra el monumento militar románico más importante de Europa: el castillo-abadía de Loarre, construído cuando esa zona era una peligrosa tierra de frontera ¿Cómo se edificó? ¿Quién logró tal azaña?

Todo comenzó cuando el rey Sancho III el Mayor, decidió levantar una fortificación en una recóndita sierra, poco poblada, y desde la que se podía avistar al enemigo musulmán. Y con la promesa de un futuro mejor, atrajo a un grupo de hombres y mujeres para quienes la superviviencia era una heroicidad cotididiana.

Entre ellos, un maestro de obras lombardo; Juan el carpintero y su hijo Fortún; Ava la arquera; Javierre, un muchacho cuya ambición creció a la par que el castillo, y un sacerdote fiel al viejo rito hispánico, acompañado de la inteligente y misteriosa Eneca.

Y con sus medios y conocimientos lograron culminar el castillo desde el que se gestó uno de los más importantes reinos medievales, clave de la Reconquista.

Esta novela narra el sueño de aquellos que desafiaron su destino hace mil años, en un fabuloso enclave que ha quedado suspendido en el tiempo.

Es la épica historia de unas gentes que amaron, sufrieron, lloraron y rieron como nosotros.

Hombres y mujeres que lograron construir una de las fortalezas medievales más grandiosas del mundo: el castillo de Loarre.

Mis impresiones:

Se agradece en toda novela de estas dimensiones y sobre periodos históricos que no nos son demasiado conocidos que el autor sitúe al lector, llama la atención la calidad de la edición, muy cuidada y se puede que decir que incluso lujosa. En las contratapas interiores el mapa de los dominios del rey Sancho III, y la herencia de Sancho III a su muerte. Antes de comenzar la ficción histórica un dramatis personae, en el que se nos diferencian los personajes históricos de los de ficción, ello nos permite situarnos en cualquier momento de la lectura.

La trama discurre durante el s. XI, en que los distintos reinos de España intentaban buscar enclaves para vigilar al enemigo, los arabes, y desde donde iniciar la Reconquista. Que el autor siente autentica pasión por los castillos no es una novedad, no en balde parte de su vida gira en torno a ellos y también parte de su obra escrita. Muchos son los castillos que estuvieron en el punto de mira de Luis Zueco para convertirlos en ficción novelada, pero finalmente fue la Fortaleza-abadía de Loarre el elegido, quizás por ser un referente europeo románico, quizás por ser el único que se construyo de forma lineal, durante 70 este castillo fue tomando forma y sufriendo variaciones para adaptarlo a las necesidades del momento.

La historia arranca en el castillo de Javier, donde conocemos a Eneca una niña muy peculiar. En el asalto a la torre de Javier Eneca pierde a su padre, y a su abuela, su madre que la guía fuera del castillo a través de túneles también desaparece dejándola sola en el bosque, a merced de alimañas, y necesitando buscarse la vida. De esta forma Eneca deja una vida confortable y sobrevive en una cueva en compañía de una mujer arisca que le enseña el poder de la naturaleza y de las plantas que viven en ella.

Al mismo tiempo el Rey Sancho III, el Mayor, decide construir una fortaleza en la frontera con el enemigo, una gran máquina de guerra, a 10 km de los árabes desde donde poder vigilarlos e iniciar la reconquista y expansión de los reinos del Norte hacia el sur. El enclave elegido es Loarre, que por su orografia es poco accesible y poco propicio para una empresa de este tipo. Al tiempo que se encuentra desprovisto de mano de obra y de materias primas para emprenderla.

El camino de Eneca no es nada sencillo, al final consigue aprender en un medio hostil, pero de nuevo se ve abocada a la soledad siendo tan solo una adolescente, en ese camino un sacerdote se hace cargo de ella disfrazándola de novicio, ellos serán unos de los muchos que llegaran a Loarre en busca de una vida mejor.

Hasta allí también llegará Juan el carpintero, con su hijo Fortún, un joven soñador y algo despistado, que será uno de los personajes que más evolucionará a lo largo de la trama, porque la desgracia hace madurar y crecer.

La construcción se le encargará al maestro lombardo, un personaje sin nombre, el único de su gremio que todavía queda en la península, grandes conocedores de la arquitectura, la mayoría se habían marchado dejando iglesias y castillos inconclusos, nuestro maestro no será una excepción, aunque por motivos muy distintos. El libro que consulta el maestro lombardo y en el que guarda los principios que le sirven para construir se piensa que pudiera ser el Tratado de Vitrubio, esos conocimentos se pasaban de padres a hijos, nadie profano a la materia podía acceder a su sabiduría. Podría decirse que nos encontramos ante los inicios de las logias.

Hasta ese enclave también llega Javierre, el hijo de un pastor con ambición desmedida y sueños de grandeza, un hombre para el que el fin justifica los medios, en un primer momento se erige en defensor de Fortún, pero la vida los llevará por caminos muy distintos, aunque ambos terminarán creciendo madurando y convirtiéndose en hombres importantes.

Y una mujer de bandera se pondrá al servicio de la defensa de la construcción, Ava la arquera, un personaje que se me ha quedado corto, muy atractivo y mal amortizado, hubiera podido dar mucho más juego. Me ha dejado con más preguntas que respuestas, y posiblemente no se las haya planteado ni el mismo autor.

Los personajes históricos están al servicio de la trama, siendo los de ficción los que sostienen el peso de la novela, están bien perfilados, con muchos matices, a la mayoría los ves evolucionar, crecer, madurar, salir y entrar de Loarre, y muchas veces incluso de la historia que se cuenta. Nos encontramos ante una novela coral, en la que unos pocos personajes sostienen el peso de la trama, el triangulo formado por Eneca, Fortún y Ava, y por otro lado Javierre.

Las dos mujeres son antagonistas y tienen un interés común el amor de Fortún, nada hacía presagiar que ese joven apocado e instalado en sus mundos pudiera llegar a suscitar el interés de dos mujeres tan distintas como valientes. Ava es fuerza, arrolladora, independiente y alérgica al compromiso del que huye como alma que lleva el diablo. Eneca por su lado es pura espiritualidad, pero no precisamente religiosa, Eneca es la unión de dos mundos el pagano y el religioso, el poder de la naturaleza y de sus dioses que en el Norte tienen mucha fuerza, y la defensa del rito de Toledo que se ve amenazado por el nuevo rito de Roma.

Por su lado los dos hombres también son antagonistas. Fortún pasa de ser un muchacho apocado a convertirse por su gran tesón y facilidad de aprendizaje en un gran maestro de obras. Javierre por su parte ambicioso, utiliza todos los medios para conseguir sus fines, aunque estos no sean todo lo limpios que se desearía. Su gran ambición lo llevan a convertirse en Obispo de la orden de Cluny y vuelve a Loarre dispuesto a descargar todo su odio sobre Fortún y Eneca.

Una ambientación muy lograda

Si importante son los personajes en la construcción de esta novela, no menos lo es el trasfondo histórico en el que se ubica, el medievo. Se trata de una época oscura, dominada por los distintos reyes, señores feudales y la Iglesia. En el momento en que se desarrolla esta novela, el clero está dividido y afronta una lucha interna, que como no, se dirime con astucia. En España el rito de Toledo va viéndose desplazado por el proveniente de Roma y que la orden de Cluny se encarga de ir obligando a adoptar. Loarre es uno de los pocos reductos que siguen defendiendo los ritos tradicionales. Es la religión una forma de aleccionar al pueblo y de mantenerlo sometido en aras al temor ancestral a la ira de Dios. De esa forma veremos como el maestro de obras acude al sacerdote cuando necesita que los hombres se apliquen más en el trabajo.

Poco se de historia del Arte sin embargo, si algo me gustaba en mi época de estudiante era la iconografia religiosa, en una tiempo en el que sólo sabía leer el clero, y unos cuantos nobles, se necesitaba de las imágenes para aleccionar al pueblo, para que con una simple mirada sintiera todo el temor que desde los púlpitos los sacerdote se encargaban de alimentar. Y El Castillo nos ofrece toda una lección, se nos relata el esculpido de los capiteles, nada en la construcción de un templo en esa época es casual, se tiene en cuenta incluso como incide la luz en el templo, porque es símbolo de la grandeza de Dios.

Luis Zueco plasma en esta novela la documentación recogida durante dos largos años, es visible tanto en los términos arquitectónicos utilizados en la construcción de la fortaleza militar como en la de la abadía que se ve obligada a albergar en los últimos tiempos. Y como no en los capiteles que adornan dicha abadía y en la gran cúpula que Fortún construye por mandato de Javierre.

Esta parte, ralentiza un poco la lectura, y puede que sea la menos atractiva para aquellos que no gusten de la Historia del arte, a mi me ha servido para aprender un poco más y aunque si es verdad que esas páginas pasaban más lentas las he disfrutado de igual modo.

Pero como no todo era religión en estos días los sacerdotes se veían obligados a lidiar también con el paganismo, con los dioses de la naturaleza y ahí el exponente es Eneca, una mujer temida y al mismo tiempo querida por todos, conocedora de los poderes curativos de las plantas, y poseedora de unos poderes paranormales que le permitían anticipar los peligros.

En esta época convulsa el mayor enemigo lo constituían  las Taifas, reinos llanos y abundantes, en los que la agricultura era mucho más sencilla, donde las casas de barro y adobe se convertían en grandes palacios marmóreos. Ni siquiera Loarre se libro de su asedio, y gracias a ello pudieron ir rectificando las defensas, haciéndolas más solidas.

Pero no toda la acción transcurre en Loarre, Fortún se ve obligado a abandonar el enclave a la muerte del lombardo y de su padre, tiene que buscar quien le ayude a interpretar el libro del lombardo y convertirse así en un maestro de obras que le permita terminar una fortaleza que queda sin futuro. Y en ese viaje, además de madurar y aprender un oficio que en un principio le estaba vedado, también aprovecha Luis Zueco para darnos una lección de arquitectura, esta vez de templos románicos. Las plantas, las arquivoltas, los arcos de medio punto, todo este vocabulario que posiblemente nos suene de nuestra época de estudiantes se torna aquí cotidiano, pero no por ello pesado.

De la mano de Luis Zueco podemos ser testigos de las diferencias sociales que imperaban en la época, la riqueza de vestuario de los nobles que contrasta con los ropajes vastos y de abrigo de los campesinos, vasallos suyos en muchos casos. También los gremios, compartimentos estancos de los que era muy difícil salir. Los oficios pasaban de padres a hijos, sin que fuera posible salvo honrosas excepciones salir de ellos. En esta trama esas excepciones las constituyen Javierre y Fortún, el primero debería haber sido pastor y el segundo carpintero, sin embargo ambos aprovechan para labrarse un futuro mejor, Javierre aprovechando la necesidad de la orden de Cluny de adeptos y defensores de su causa, Fortún por la herencia del maestro lombardo, un libro que le abrirá las puertas a un mundo vedado para él.

En Loarre somos testigos de las inclemencias temporales, de como estas afectan al avance de la construcción, pero también al día a día de las gentes que viven en el asentamiento, cuando Fortún se traslada a la ciudad somos testigos del contraste entre la vida rural y la de las ciudades, aunque allí también hay distinciones sociales y quedan plasmadas.


Conclusión:

Luis Zueco hace gala de un lenguaje sencillo, que aunque plagado de tecnicismos propio de las construcciones de la época en ningún momento se hace pesado. A través de su cuidada prosa recorremos el s. XI a través de tres partes dividas en un prefacio y 76 capítulos. Cada capítulo te sitúa tanto en el tiempo como en el espacio y de esta manera el lector no se siente perdido en ningún momento.

A una ambientación soberbia se unen unos personajes ficticios bien perfilados, con muchos matices, con los que se puede empatizar fácilmente, o incluso llegar a odiar, en mi caso me sucedió con Javierre, desde el primer momento sospeché que no era trigo limpio. Sólo Ava me ha desencantado un poco, porque esperaba más de este personaje y al final no se le ha sacado todo el partido que podría haber dado de sí.

Por la forma de enfocar la historia el autor, pienso que es un libro que puede gustar a un amplio numero de lectores, quizás solo los más puristas, aquellos que gozan con la novela histórica pura, puedan encontrar peros a esta novela. Pero ya el autor reconoce que hace ficción histórica, y que le gusta transgredir los rígidos cánones de la novela histórica.

Esta reseña participa en La Yincana Histórica: En siglo a siglo. La acción transcurre desde la prehistoria al s. XII

jueves, 27 de diciembre de 2012

El escalón 33. Luis Zueco



La forma en que algunos libros llegan a mis manos me resulta a mí incluso un tanto sorprendente. Estoy suscrita a muchos boletines de editoriales, me gusta mantenerme informada y siempre suelo dar mi opinión sobre lo que me parece la presentación de una determinada novedad. Creo que mi entusiasmo fue tan palpable cuando me presentaron esta que la editorial se puso en contacto conmigo para hacérmelo llegar.

Tantas eran las ganas de leerlo que no duró mucho en mi estantería, tan solo un par de meses cuando hay libros que llevan allí años atrapados. Me pareció una buena novela para el verano, que mejor que un thriller para esas tardes calurosas y esos viajes en tren. Me costó un poco de leer porque me encontraba inmersa en esos momentos en las fiestas patronales del pueblo y los madrugones para trabajar y las escasas horas de sueño me pasaron factura y muchas veces me he dormido en el sofá de casa con el libro en la mano.

No vayáis a pensar que era soporífero, pues nos encontramos con un libro de mucha acción, pero el cansancio podía más que mi curiosidad por la trama. Avanzo que el libro me ha sorprendido muy gratamente, que lo disfruté como una niña, y que cuando terminó me dejó un poco huérfana, seguía necesitando a los personajes y el misterio escondido en el manuscrito por más que este ya me había sido desvelado. Creo que esa sensación me la causó el final que es un tanto sorprendente y que deja demasiado a la imaginación del lector, y la de una servidora se desboca por momentos.

El autor

Luis Zueco nace en Borja, Zaragoza, en 1979, ingeniero, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica por la UNED. Colaborador habitual en medios de comunicación, radio, televisión, prensa escrita y on-line, imparte asiduamente conferencias sobre historia, patrimonio y fotografía.

Ha escrito multitud de artículos de investigación y en 2011 publicó sus primeros títulos que obtuvieron un gran éxito comercial y de crítica, alcanzando ambos su segunda edición en pocos meses: Rojo amanecer en Lepanto, novela histórica ambientada en la famosa batalla, y Castillos de Aragón. 133 rutas, una publicación a medio camino entre la divulgación histórica y la guía de viajes.

Como fotógrafo ha expuesto en numerosas exposiciones y es el autor de los blogs culturales exposicionesenmadrid.blogspot.com y exposicionesenzaragoza.blogspot.com. También lo podréis encontrar en su web www.luiszueco.com

En facebook: facebook.com/LuisZuecoEscritor

En twitter @luiszueco

Y el blog de la novela elescalon33.blogspot.com

Argumento

Nos encontramos ante una novela en la que contar el argumento es complicado debido a sus dos líneas argumentales que se entrecruzan magistralmente. Intentar no desvelar ningún secreto se presenta complicado por lo que esta sinopsis puede esconder más que poner de manifiesto.

Silvia es una mujer de su tiempo, soltera, con inquietudes, un trabajo apasionante y mucha rutina en su vida. Madrid es la ciudad donde vive y trabaja, su afición las antigüedades y se centra sobre todo en los libros, mapas y fotografías. El lugar donde vive es un enclave robado al misterio, sin embargo solo tiene un anhelo en su vida, ganar bastante dinero y retirarse a un enclave retirado para poder disfrutar de la soledad y la paz que se respira en los pueblos.

Mientras llega esto se divierte con sus amigas Marta y Vicky, trabaja como restauradora en la Biblioteca Nacional de Madrid y compra on-line antigüedades que le llaman la atención. Precisamente su última adquisición un libro sobre los amoríos de Quevedo datado en el s. XIX pondrá su vida patas arriba y la sacará de la monotonía en la que vive.

Observando el libro Silvia se da cuenta que las guardas están un poco estropeadas y la embarga en el enfado, sin embargo una vez estropeada se dedica a investigar y encuentra un manuscrito más antiguo que el libro en cuestión, que contiene 7 símbolos y seis descripciones que no sabe descifrar. Acude a su compañero de trabajo que traduciendo el manuscrito se da cuenta que tiene algo gordo entre manos.

Otro personaje oscuro y siniestro está interesado en el manuscrito y su salida a la luz lo pondrá en marcha para recuperarlo, Silvia ajena sigue sin saber dónde buscar, parece que la clave se encuentra en castillos medievales pero el tema es totalmente desconocido para ella. La casualidad se alía con ella y un programa de radio le da esperanzas. Alex Aperte es experto en castillos y acepta colaborar por curiosidad.

A partir de este momento sus vidas se convierten en un ir y venir y en una búsqueda constante de las claves que les lleven a la resolución del misterio.  ¿Te apetece unirte a ellos? Yo ya lo hice

Mis Impresiones

Cuando comencé a leer a esta novela lo hice consciente de que me encontraba ante una novela de entretenimiento puro y duro, una de tantas que se valen de los símbolos, y los secretos antiguos ocultos en manuscritos y arquitectura. Digamos que el lastre dejado por el Código Da Vinci todavía sigue siendo rentable. Sin embargo la obra me sorprendió por todos los costados desde el principio, por varios motivos y pronto me dejó muy claro lo equivocada que estaba.

Lo primero que sin duda me atrajo fue su protagonista Silvia, una mujer que pudiendo ser feliz se encontraba un tanto desmotivada, su trabajo aunque apasionante se había burocratizado mucho, y la hacía sentirse un poco de vuelta de todo. Su relación con los hombres distaba mucho de ser perfecta y sólo parecía llenarla esa salida con sus amigas que la obligaba a buscar terrazas nuevas de vez en cuando para sorprenderlas. Y por si fuera poco una gran amante de los libros, pero no de todos, los bestsellers no entraban en sus cálculos. Para mí la protagonista perfecta. La temprana aparición del manuscrito y todo el misterio que lo envuelve convierten esta novela en thriller que si bien no es trepidante, tampoco deja  resquicio para que la trama se relaje, para ello cuenta con dos tramas que se entrecruzan en numerosas ocasiones hasta que confluyen en los capítulos finales.

En la primera trama encontramos a Silvia, que habiendo encontrado un  manuscrito que no comprende se dedica a involucrar a expertos, con consecuencias más o menos indirectas para estos. Silvia y Alex Aperte terminan convirtiéndose en un tándem de lo más atractivo en connivencia con Santos un personaje para mí un poco infrautilizado que podría haber dado mucho más juego.

En la segunda trama mucho más oscura y siniestra encontramos a un ladrón de arte de oscuro pasado que no tiembla ante ningún reto, Edgar Svak ha renunciado a su vida por su profesión y aunque esta aflora por pequeños resquicios es capaz de mantenerla a raya. Svak es contratado por un siniestro personaje que no nos será simpático en ningún momento, el multimillonario Alfred Llull que como tantos otros busca la senda de la inmortalidad, aunque el mismo parece que haya hecho un pacto con el diablo. A su servicio un ser misterioso que se desliza como las sombras y que se pegara a Silvia y a Alex. Y faltará por entrar en acción Margot, una enigmática mujer que jugará sus cartas de forma insospechada.

A priori la segunda trama puede parecer mucho más atractiva que la primera, sin embargo al menos en mi caso no ha sido para nada así, y creo que eso se debe al estilo del autor. La historia está narrada en tercera persona por un narrador omnisciente que nos va situando en cada una de las acciones, por lo que tenemos desde el principio un fresco impresionante. La experiencia del autor en los medios de comunicación y como ponente de conferencias se traslada a la narración, por lo que Alex Aperte se convierte en un personaje  rico en matices y aleccionador, que habla con pasión de la historia y nos lleva de la mano hacía el descubrimiento de los castillos y fortalezas medievales y la forma de vida de sus moradores. Y tengo que reconocer que esta es la parte del libro que más me ha entusiasmado. Esperaba los largos monólogos de Alex tratando de impresionar a Silvia con sus conocimientos, a la vez que deseaba haber tenido profesores de historia con una pasión similar al explicar el temario.

Me ha parecido ver en Alex que termina comiéndole protagonismo a Silvia el alter ego de Luis Zueco, por lo poco que conozco de él como profesional, y me he preguntado en muchísimas ocasiones cuanto hay del autor en el protagonista, pero esa pregunta solo la puede contestar él.

Luis Zueco pone de manifiesto una de las grandes problemáticas que envuelven el mundo del arte, el robo, durante un tiempo este fue tan usual que llegó a sernos hasta familiar, grandes fortunas encargando unos robos que solo pueden disfrutar ellos. El personaje de Svak me parece muy logrado, un hombre de éxito en su terreno, contratado por los mejores e infalible y sin embargo con un pasado al que ha tenido que renunciar para seguir siendo el mejor y no perjudicar a nadie. Me ha sorprendido su inteligencia, y su intuición, y sobre todo me ha resultado muy atractivo, porque completaba las piezas del puzle que parecían faltarle a nuestro tándem.

El libro:

Nos encontramos como he dicho antes con una novela escrita en tercera persona por un narrador omnisciente que va envolviéndonos en luces y sombras para dar el toque de intriga a la historia. La novela se divide en tres partes.

En la primera el protagonismo es para Silvia y su forma de vida y nos sitúa en Madrid, y me atrevo a decir que hará las delicias de cuanto madrileño la lea porque hace un recorrido casi fotográfico por algunos rincones de la ciudad, si ya los conoce el lector seguro que se regodea en ellos, y si no todavía no los ha descubierto les creará la necesidad de hacerlo. En esta parte la acción es todavía latente, solo con algunos toques y parece que nos está  presentando a los diferentes personajes y encuadrándolos en la historia.

En la segunda parte Silvia y Alex comparten el protagonismo aunque poco a poco el señor de los castillos se lo va robando. El paseo que nos ofrece el autor por la historia de los castillos medievales españoles y por la geografía española no tiene precio y la he disfrutado como una niña. En esta parte la acción se vuelve más rápida, una sombra sigue a nuestros protagonistas que tienen la sensación de hallarse en constante peligro. La historia va sembrándose de muertos y el inspector Torralba comienza pisarles los talones a Silvia y a Alex.

En la tercera parte la historia aunque sigue un poco de aquí para allá, se centra en el desenlace y en un castillo ubicado en Teruel, con todos los símbolos encontrados y el secreto desvelado el peligro se hace más latente, la acción se intensifica y el final resulta sorprendente y demasiado abierto para mi gusto, porque tengo una imaginación muy poderosa que echó a volar de inmediato.

El estilo del autor es ágil, directo y aleccionador. Se vale de largos monólogos para la parte histórica que no enlentecen la acción por los diálogos cortos y directos que salpican la narración. Incluso para aquellas personas que no gusten de la historia creo que pueden disfrutar esta novela por la parte de la intriga y sobre todo aprender un poco más de un mundo tan desconocido y apasionante como la arquitectura medieval y las marcas de cantero.

El autor ha creado unos personajes que se levantan del papel, unos personajes de carne y hueso con los que bien podríamos cruzarnos cada día por la calle, y para mi ese ha sido un atractivo más a la hora de leer la novela. He disfrutado con cada uno de ellos, me he visto reprendiéndolos por su actuación, comprendiéndolos y poniéndome de su parte, admirándolos aunque no compartiera su forma de ser. Si un personaje me ha resultado atractivo por lo escurridizo que es y lo poco que lo he entendido ese ha sido Margot, una mujer que nunca he entendido de que lado estaba y porque actuaba como lo hacía… y desde luego tras terminar la novela sigo igual.

Sin embargo a riesgo de poder desvelar partes de las personalidades de los personajes que puedan deslucir su lectura esta vez os dejo tan solo esas ligeras pinceladas con las que he salpicado el texto y me reservo el análisis de los personajes, porque creo que merece la pena descubrirlos por uno mismo.

Un viaje por España

Leer siempre ha sido una forma de viajar tan válida como cualquier otra, se depende de la pericia del autor para sumergirnos en la historia y para recrear los pasajes. Nuestro autor es fotógrafo y esa faceta se nota a cada paso. Porque descubre tan minuciosamente el enclave que parece que nos encontremos junto a él.

Me ha gustado ese viaje por los castillos medievales y por la geografía española y lusa, descubrir que España es el país con más fortificaciones militares. Sobre todo he disfrutado cuando ha llegado a mi tierra. Conozco Peñiscola, he visitado su casco antiguo y su castillo en muchas ocasiones y me he visto transportada allí gracias a la  pericia del autor y su entusiasmo en las explicaciones.

Viajar me apasiona y falta de tiempo y recursos para hacerlo de forma presencial, creo que libros como el de Luis Zueco nos ayudan a mover la imaginación con el cuerpo sentado cómodamente en un sofá. Así que considero eso como un atractivo más para adentrarte en la narración.

Son siete castillos los que hay que encontrar, seis en la geografía española y otro en la vecina Portugal. La península ibérica más protagonista que nunca y si conoces nuestra orografía y nuestros monumentos seguro que en más de uno habrás recalado, aunque reconozco que no es mi caso, pero ya tengo una expectativa más para cuando retome mis viajes.

Conclusión

Un libro en el que puedes encontrar numerosos alicientes, si no te gusta la historia te atrapara la acción y la personalidad de los personajes, y presumo que no llegaré a cargarte la parte descriptiva. Y si la historia te apasiona te perderás en las palabras de Alex y desearás sus intervenciones como me sucedía a mí.
Una historia redonda, con dos tramas que se complementan y en la que podemos encontrar algún error de imprenta que supongo que se resolverán en próximas ediciones. Sin duda habrá que tener en cuenta a Luis Zueco en el panorama literario. Este thriller de corto histórico es lo primero que leo de él y presumo que no será lo último.

¿Te animas a viajar con la imaginación?, ¿A correr peligros y a resolver el misterio que esconde el manuscrito? ¿A qué esperas para hacerte con un ejemplar?

Esta lectura se enclava dentro del mes temático histórico de Laky