Conocí a Pere Cervantes en Castelló Negre, la verdad es que este año lo he disfrutado como una enana, tenía un acompañante de lujo, que a la vez era uno de los autores invitados, con el que hoy tengo una complicidad enorme, y que entonces que a penas nos conocíamos ya charlábamos por los codos, pero eso es otra historia que espero contaros en breve.
Conocí a muchos más autores y me reencontré con otro al que todavía le debo dos reseñas, creo que también llegarán pronto Julio, pero ya sabes que soy poco constante y que mi tiempo es el que es, aunque como nos hemos visto bastantes veces sabes lo que pienso de tu inspector Monfort y de tus dos novelas.
Siempre he defendido que a un autor hay que empezar a leerlo con su primera novela, sobre todo si se trata de una serie que comparte personajes, puesto que aunque sean autoconclusivas se pierden matices acerca de su forma de ser que luego nos dejan cojos cuando leemos la siguiente de la serie. Y así se lo hice saber a Pere que en plena promoción de la Mirada de Chapman defendía que se podía empezar directamente por esta sin leer No nos dejan ser niños. En aquel momento no había leído ninguna de las dos, y eso que había tenido esta última en el punto de mira para la Yincana Criminal, pero las reseñas que iba leyendo y mi escaso tiempo me hicieron aparcarla.
Parecía que esta segunda novela estaba revolucionando la blogosfera, incluso lectores a quien no les había acabado de convencer la que hoy reseño se deshacían en elogios sobre la última, así que después de compartir charlas con Pere y de argumentarle que me parecía imprescindible comenzar la casa por los cimientos me hice con un ejemplar de cada una.
Después de leídas las dos me ratifico, para conocer a María Medem y Roberto Rial, para saber que les une y que les separa, hay que leer sí o sí, No nos dejan ser niños, que no deja de ser una novela menos madura que su sucesora pero con unos personajes muy fuertes y atractivos que te harán olvidar los pequeños chirridos que puedas encontrar.
Después de Castelló Negre he coincidido con Pere en el Club de lectura de Nules de Cosas y Musas, hemos podido hablar largo y tendido de sus dos novelas y de los proyectos de futuro, y espero coincidir ya que vive y trabaja en mi provincia en más actos con él, incluso me gustaría que volviera a pasarse por el club en cuanto publique de nuevo.
Pero en estos momentos nos ocupa No nos dejan ser niños, una novela que no es redonda, a la que se le pueden encontrar peros, pero que está bien tramada y tiene dos personajes muy sólidos con los que nos volveremos a encontrar y espero tenga a bien Pere retomar algún día, porque para mí son una pareja que todavía tiene que dar mucha guerra y puede dar mucho de sí.
El autor:
Diagnosticado por quien bien le
conoce como un tipo nostálgico, tozudo por vocación y soñador, lleva casi
veinticinco años pateando las calles de este país con una placa en el bolsillo,
una pistola en la cintura y una mirada en modo grabación que le sirve, de
primera mano, para crear sus novelas.
Es lo que se conoce en el argot
policial como un miembro de “la pringue”. Afirma que se licenció en la carrera
errónea, que en esa época no existía la licenciatura de narrador de
historias, y que su experiencia de tres años en los Balcanes como
observador de paz de la ONU le enseñó que la hostilidad, al margen de
etnias y religiones, suele atemperarse con la lectura. Es autor de Trescientos sesenta y seis lunes,
La soledad de las ballenas, Tranki pap@s y Rompeolas.
Esta es la biografía que ofrece la editorial y me ha gustado tanto y la veo tan como él es que he decido hacerme eco de ella, creo que ya he dejado claro que hablar con Pere es una gozada y que atiende a su público fenomenal.
Sinopsis:
Ciudadela,
Menorca. Cuando María Médem se reincorpora a su puesto de agente de la
comisaría local tras una baja maternal, aparecen en la isla dos sexagenarias
asesinadas. En el domicilio donde se descubren los cuerpos se dan tres
coincidencias: un fuerte olor a algo parecido a la hierbabuena, una misma
canción de Raphael reproduciéndose una y otra vez en el ordenador y un orden
estricto en todas las estancias. El pasado de la protagonista como integrante
del grupo de Homicidios de Barcelona es razón suficiente para que le encarguen
una investigación que se presenta compleja.
Compatibilizar sus obligaciones
de madre con su trabajo, a pesar de las ausencias intermitentes de su marido
por exigencias laborales, incluso la turbadora presencia del enigmático Roberto
Rial, responsable de la unidad de Homicidios de la central en Madrid, no son ni
de lejos la principal preocupación de María. Su verdadero problema tiene nombre
y apellido: Amparo García, su suegra.
Dormir varios días al mes con
medio lecho vacío, trabajar en una comisaría repleta de tipos insensibles y
tener un bebé del que ocuparse, pueden convertir la vida en un infierno. Pero
tener que vérselas con una suegra insoportable que incluso podría ser una
asesina de ancianas, es algo definitivamente peor.
Una novela negra actual y cercana
que desconcierta al lector desde la primera página, obligándolo a modificar
constantemente su opinión y empujándolo a continuar leyendo.
Mis impresiones:
Desde el primer momento me atrajo el enclave en el que se ambienta esta novela, si bien es cierto que en los últimos años estamos asistiendo a una localización que huye de las grandes urbes, también lo es que las islas tienen sus peculiaridades que a un foráneo se le pueden escapar, cuando más pequeño es el lugar en que se ambienta más se puede pillar infraganti a un autor, y creo que es por ello por lo que Pere Cervantes no se mete demasiado a fondo en el carácter de los autóctonos, nos hace pasear por sus calles, nos hace sentir ese viento de tramuntana tan frecuente por esos lares, pero no profundiza demasiado para no caer en errores. También puede deberse a ello que sus protagonistas sean de la Península aunque María resida allí desde hace años.
Si me atrajo la isla, Menorca, no menos lo hizo que su protagonista fuera una mujer, María Medem, agente de policía que en este momento realiza sus funciones en la oficina de denuncias pero que proviene de Homicidios. Lo que me sorprendió y ahí comencé a temblar es que Pere se atreviera a meterse en la piel de una mujer que ha sido madre recientemente y se ve obligada a conciliar la vida laboral y familiar y que la convierta en la narradora de su historia. Quizás porque hombres y mujeres solemos ver la vida de distinta forma, quizás porque los roles de la crianza siguen siendo en su mayor parte femeninos, sobre todo si tu marido pasa varios días al mes en Shangai y el cuidado del bebe recae únicamente en tus manos, se que muchos lectores no se han creído a María, pero yo me he sentido en muchas ocasiones identificada con ella, en ese dilema de elegir entre el cuidado de mi hijo y el ejercicio de mi profesión, también me he sentido mala madre, y también he creído que nunca estaba en el sitio en que debía, y en ese sentido la labor de Pere me ha parecido encomiable.
Incluso podría decir que me sorprendió bastante que Pere diera en el clavo de esa manera, luego cuando charlé con él y supe que tenía un niño de corta edad, intuí que pudiera haberse inspirado si no en su mujer en otras que habían pasado por la misma situación que María, puesto que hay trabajos muy absorbentes y difíciles de sobrellevar cuando se tienen niños de corta edad. Además Medem no pasa por su mejor momento, y eso se nota en sus reacciones, a veces un tanto histéricas, otras desproporcionadas, pero nada ayuda a esta mujer que vive al borde de su propio abismo.
Mientras leía pensaba, mira que Pere los tiene bien puestos, con la de lugares que hay para ambientar una novela, se me pone a matar en un una isla y no precisamente de las más grandes, en un lugar idílico, tranquilo en el que nunca pasa nada, aunque eso mismo pensaba yo de mi provincia y mira por donde también hay quien se ha atrevido a hacerlo. Y es que si bien no tengo el placer de conocer personalmente Menorca, mi hermana lo ha elegido en varias ocasiones mientras los gemelos han sido pequeños, y siempre ha subrayado que es un excelente lugar para viajar con niños por la tranquilidad y seguridad de la isla.
También es verdad que no son crímenes truculentos, no vamos a leer imágenes sangrientas, para lectores asiduos al género puede que se les quede corto, sin embargo, si que inquieta un tanto encontrar a sexagenarias simulando un suicidio, en su casa impoluta y con una canción sonando en bucle en su reproductor. Y esa canción es ni más ni menos que No nos dejan ser niños de Raphael, una canción que no se si los muy fan del cantante conocerían, yo confieso que no, y que después de oírla tampoco la pondría entre las que más me gustan de él.
Tanto la canción como el titulo, que tampoco es lo que más me gusta de esta novela, hacen referencia a las infancias que terminan demasiado pronto, desde muy chicos damos a los niños mensajes contradictorios como ya eres mayor para hacer eso, eso sólo lo hacen los bebés, sin embargo estamos hablando de infancias que terminan bruscamente por algún hecho que hace madurar al niño demasiado deprisa y sin tiempo para serlo, y no sólo es el caso de la asesina de este libro, y no creáis que os descubro nada, desde el principio se sabe que solo ha podido ser una mujer, si no prácticamente de la mayoría de los personajes.
María vive en un mundo de hombres en el que no se siente valorada, viene de investigar homicidios en Barcelona y se encuentra en Menorca atendiendo denuncias, su trabajo no la motiva, su marido está fuera quince días al mes por trabajo, su relación no atraviesa su mejor momento, trabajar y ocuparse de su hijo se le hace cuesta arriba, menos mal que su vecina le echa un cable, sin embargo, tampoco ella pasa por su mejor momento económico y personal, y para rematar todo ello y sin previo aviso, su suegra llega cargada de maletas dispuesta a quedarse una larga temporada, y si las relaciones nuera suegra nunca son idílicas esta es un polvorín que desequilibrará a María, en el momento en que todos los indicios apunten a que ella podría estar detrás de las muertes.
Nunca he estado en una comisaria y menos trabajando, pero me he sentido en muchos momentos indignada, y no es que el trato sea muy distinto del que se pueda encontrar en cualquier otro sitio porque compañeros repelentes los puedes encontrar en cualquier lado, pero parece que Medem los colecciona. Y si no fuera poco el polvorín en el que se ha convertido su vida, el pasado llama a su puerta, A la isla llegan refuerzos ante la incapacidad para resolver los crímenes, con toda su fuerza desembarca Roberto Rial, y con él María comienza a redescubrir su feminidad, recupera su verdadero sitio dentro de la policía, pero también sufre los mayores dilemas maternos, porque Rial exige tiempo completo durante la investigación, y María ya tiene suficientes problemas para añadir uno más a su día a día.
Con estos ingredientes nos encontramos una novela en la que hay un poco de todo y en las dosis adecuadas, unos crímenes que para los asiduos al género pueden resultar light, una suegra con todos los clichés que da mucho juego, sexo el justo y necesario, amor y desamor a partes iguales, amistad en estado puro, y machismo controlado. Porque todos y cada uno de los personajes tienen algo que esconder, una parte de su vida que llevan oculta a la vista de sus conocidos.
Al ser la primera de la serie creo conveniente hablar de los personajes, tanto de los que nos van a acompañar de nuevo, como de aquellos que se apearan en esta primera entrega.
María Medem: de ella ya os he dado muchas claves, es la narradora de esta historia, y lo hace con una voz muy íntima, yo fui no solo capaz de meterme en su piel, si no de entenderla completamente, en algunos momentos llegué incluso a sufrir con ella, y eso a pesar de que mi maternidad me queda un poco lejos, y de que yo nunca he compartido con ella profesión.
María es una mujer fuerte, una madre entregada que ve como su vida se desmorona, su matrimonio parece que va diluyéndose con los continuos viajes de su marido, no es fácil dormir con la cama vacía la mitad del mes, y criar sola a un hijo, pero es que cuando están juntos las cosas entre ellos tampoco marchan. Su principal apoyo es su vecina, madre de un adolescente y con problemas económicos que trata de solucionar como puede, me ha gustado mucho este papel, es un secundario muy necesario en esta historia.
María es un mar de dudas, y tiene la culpabilidad agarrada al corazón como una lapa y para empeorar eso aparece un antiguo jefe, una relación inacabada y el despertar de su interior femenino, menudo baile de hormonas. Y para rematar la faena, aparece la suegra, empieza a sacarla de quicio, se comporta de una forma tan extraña que llega un momento que para María todos los indicios apuntan a ella. La vida en su casa comienza a ser un calvario con un marido egoísta que nunca piensa en ella, una suegra manipuladora, un jefe que exige de ella más y más dedicación y unos sentimientos desbocados y sin frenos, y todo ello logra transmitirlo en primera persona. María pasa por todos los estados que una mujer superada puede pasar y eso quien en alguna ocasión lo haya sufrido lo sabrá ver, porque para mí María es muy creíble.
Roberto Rial: Si María seduce por lo humana y cercana, Roberto por todo lo contrario, es el misterio hecho hombre. Roberto es inaccesible, tiene una parte oscura que ni siquiera María conoce. Un hombre centrado en su trabajo, metódico, exigente hasta decir basta, el tipo de jefe que puede sacar lo mejor de sus empleados, pero también capaz de sacar lo peor.
Es Roberto quien saca a María de la sección de denuncias y la pone a investigar los crímenes, es él quien lucha con sus demonios internos porque rescatar una relación que un día no funcionó o dejó de funcionar le asusta, además ahora María está casada y es madre.
Rial es un personaje con un magnetismo impresionante, atrae, seduce y se mete en la retina del lector, lo vemos tal y como lo ve María y quizás por ello, porque esta desconoce tanto de él el aura de misterio que desprende es tan grande, lo que si puede verse claro es que Rial es una persona con una infancia rota, un hombre herido incapaz de mirar el futuro, porque no ha sido capaz de afrontar el pasado que tanto lo atormenta.
Bruno: El marido de María, un personaje con el que cuesta empatizar, egoísta hasta decir basta, mimado en exceso. Bruno se nos presenta como un lastre para nuestra protagonista, que no es tonta y sabe porque pasa tanto tiempo en el extranjero. Empatizar con él me ha sido imposible, es de esos personajes que no logras entender de ninguna manera, ser hijo único no es motivo suficiente para comportarse de esa forma, para dedicar tan poco tiempo a tu familia y a tu hijo. Bruno busca separar a María de todo aquello que la hace feliz, de su vecina, de su trabajo... me atrevería a decir que es como poco un maltratador sicológico en potencia.
Amparo García: La suegra, un personaje que ha dado muchísimo juego y que ha despertado mis instintos asesinos en más de una ocasión, comprender su actuación en ocasiones me resultaba difícil, conforme avanza la novela vas pensando que el odio que siente hacia Maria por haberse llevado a su único y mimado hijo es irracional, pero como no podía ser de otra forma tampoco todo lo que está a la vista es lo que parece y al final lograremos entenderla e incluso redimirla.
Amparo es todo un personaje, al que veremos hacer la vida imposible a María, la veremos sobre actuar y también sufrir cuando se entera de los crímenes, es quien da una de las pistas fiables en la investigación, no puedo decir que ni siquiera al final haya empatizado con ella, pero reconozco el atractivo del personaje y la potencia que ha sabido imprimirle Pere, y por desgracia relaciones de nueras y suegras tan destructivas haberlas haylas.
No son todos los que son, pero si todos los que yo creo necesario destacar, mención aparte merecería quizás la asesina, pero temo descubrir alguna cosa, ella tiene voz propia, nos explica porque hace las cosas, nos pone de vez en cuando la piel de gallina, me ha gustado esa voz, esa forma de escritura distinta, ese adentrarse en la mente del criminal porque te da pie para ello, pero quizás por ello a los lectores asiduos al género se le ha dado demasiadas pistas y han descubierto su identidad demasiado pronto a pesar de los esfuerzos del autor para que el lector mirara en otra dirección.
Conclusión:
Nos encontramos ante una novela entretenida, no es la mejor del autor, pero si que es un comienzo de serie que gracias al atractivo de la pareja investigadora se deja leer. Seduce el enclave en el que se ambienta la historia, y y los personajes protagonistas y secundarios.
No es redonda, no por supuesto que no lo es y más si eres asidua al género, porque descubres muy pronto quien es la asesina, porque los crímenes son muy ligeros, sin embargo el autor ha sabido dosificar bien la acción y aunque no ha sabido mantener hasta el último momento la identidad del asesino ha dosificado la intriga y ha mezclado los diferentes ingredientes de esta historia con gracia, de manera que en mi opinión se engancha al lector para una próxima entrega
Y al pie de esta última línea una queja, y es que la novela no ha acabado como a mi me hubiera gustado, pero si lo ha hecho con una gran humanidad, y de forma muy propia al carácter de María, es una de las cosas que seguramente más le habrán reprochado a Pere, yo he entendido a Medem hasta en esta última decisión, aunque no por ello le hubiera dado un baño de realidad.
El final es muy abierto, cada cual que ponga el que más le guste, por suerte yo tenía preparada la segunda y pronto pude ponerle el final real, no puedo decir lo mismo cuando terminé la Mirada de Chapman, con un final que te vuelve a dejar con ganas de más, pero sabiendo que de momento no hay una tercera entrega de esta pareja.
Si te apetece conocer a María Medem y a Roberto Rial no puedes perderte esta novela, no es redonda pero es la que te va a permitir conocerlos, y para mí es indispensable.
Os dejo la portada de la edición de Circulo de lectores que me parece muy pero que muy atractiva
También es verdad que no son crímenes truculentos, no vamos a leer imágenes sangrientas, para lectores asiduos al género puede que se les quede corto, sin embargo, si que inquieta un tanto encontrar a sexagenarias simulando un suicidio, en su casa impoluta y con una canción sonando en bucle en su reproductor. Y esa canción es ni más ni menos que No nos dejan ser niños de Raphael, una canción que no se si los muy fan del cantante conocerían, yo confieso que no, y que después de oírla tampoco la pondría entre las que más me gustan de él.
Tanto la canción como el titulo, que tampoco es lo que más me gusta de esta novela, hacen referencia a las infancias que terminan demasiado pronto, desde muy chicos damos a los niños mensajes contradictorios como ya eres mayor para hacer eso, eso sólo lo hacen los bebés, sin embargo estamos hablando de infancias que terminan bruscamente por algún hecho que hace madurar al niño demasiado deprisa y sin tiempo para serlo, y no sólo es el caso de la asesina de este libro, y no creáis que os descubro nada, desde el principio se sabe que solo ha podido ser una mujer, si no prácticamente de la mayoría de los personajes.
María vive en un mundo de hombres en el que no se siente valorada, viene de investigar homicidios en Barcelona y se encuentra en Menorca atendiendo denuncias, su trabajo no la motiva, su marido está fuera quince días al mes por trabajo, su relación no atraviesa su mejor momento, trabajar y ocuparse de su hijo se le hace cuesta arriba, menos mal que su vecina le echa un cable, sin embargo, tampoco ella pasa por su mejor momento económico y personal, y para rematar todo ello y sin previo aviso, su suegra llega cargada de maletas dispuesta a quedarse una larga temporada, y si las relaciones nuera suegra nunca son idílicas esta es un polvorín que desequilibrará a María, en el momento en que todos los indicios apunten a que ella podría estar detrás de las muertes.
Nunca he estado en una comisaria y menos trabajando, pero me he sentido en muchos momentos indignada, y no es que el trato sea muy distinto del que se pueda encontrar en cualquier otro sitio porque compañeros repelentes los puedes encontrar en cualquier lado, pero parece que Medem los colecciona. Y si no fuera poco el polvorín en el que se ha convertido su vida, el pasado llama a su puerta, A la isla llegan refuerzos ante la incapacidad para resolver los crímenes, con toda su fuerza desembarca Roberto Rial, y con él María comienza a redescubrir su feminidad, recupera su verdadero sitio dentro de la policía, pero también sufre los mayores dilemas maternos, porque Rial exige tiempo completo durante la investigación, y María ya tiene suficientes problemas para añadir uno más a su día a día.
Con estos ingredientes nos encontramos una novela en la que hay un poco de todo y en las dosis adecuadas, unos crímenes que para los asiduos al género pueden resultar light, una suegra con todos los clichés que da mucho juego, sexo el justo y necesario, amor y desamor a partes iguales, amistad en estado puro, y machismo controlado. Porque todos y cada uno de los personajes tienen algo que esconder, una parte de su vida que llevan oculta a la vista de sus conocidos.
Al ser la primera de la serie creo conveniente hablar de los personajes, tanto de los que nos van a acompañar de nuevo, como de aquellos que se apearan en esta primera entrega.
María Medem: de ella ya os he dado muchas claves, es la narradora de esta historia, y lo hace con una voz muy íntima, yo fui no solo capaz de meterme en su piel, si no de entenderla completamente, en algunos momentos llegué incluso a sufrir con ella, y eso a pesar de que mi maternidad me queda un poco lejos, y de que yo nunca he compartido con ella profesión.
María es una mujer fuerte, una madre entregada que ve como su vida se desmorona, su matrimonio parece que va diluyéndose con los continuos viajes de su marido, no es fácil dormir con la cama vacía la mitad del mes, y criar sola a un hijo, pero es que cuando están juntos las cosas entre ellos tampoco marchan. Su principal apoyo es su vecina, madre de un adolescente y con problemas económicos que trata de solucionar como puede, me ha gustado mucho este papel, es un secundario muy necesario en esta historia.
María es un mar de dudas, y tiene la culpabilidad agarrada al corazón como una lapa y para empeorar eso aparece un antiguo jefe, una relación inacabada y el despertar de su interior femenino, menudo baile de hormonas. Y para rematar la faena, aparece la suegra, empieza a sacarla de quicio, se comporta de una forma tan extraña que llega un momento que para María todos los indicios apuntan a ella. La vida en su casa comienza a ser un calvario con un marido egoísta que nunca piensa en ella, una suegra manipuladora, un jefe que exige de ella más y más dedicación y unos sentimientos desbocados y sin frenos, y todo ello logra transmitirlo en primera persona. María pasa por todos los estados que una mujer superada puede pasar y eso quien en alguna ocasión lo haya sufrido lo sabrá ver, porque para mí María es muy creíble.
Roberto Rial: Si María seduce por lo humana y cercana, Roberto por todo lo contrario, es el misterio hecho hombre. Roberto es inaccesible, tiene una parte oscura que ni siquiera María conoce. Un hombre centrado en su trabajo, metódico, exigente hasta decir basta, el tipo de jefe que puede sacar lo mejor de sus empleados, pero también capaz de sacar lo peor.
Es Roberto quien saca a María de la sección de denuncias y la pone a investigar los crímenes, es él quien lucha con sus demonios internos porque rescatar una relación que un día no funcionó o dejó de funcionar le asusta, además ahora María está casada y es madre.
Rial es un personaje con un magnetismo impresionante, atrae, seduce y se mete en la retina del lector, lo vemos tal y como lo ve María y quizás por ello, porque esta desconoce tanto de él el aura de misterio que desprende es tan grande, lo que si puede verse claro es que Rial es una persona con una infancia rota, un hombre herido incapaz de mirar el futuro, porque no ha sido capaz de afrontar el pasado que tanto lo atormenta.
Bruno: El marido de María, un personaje con el que cuesta empatizar, egoísta hasta decir basta, mimado en exceso. Bruno se nos presenta como un lastre para nuestra protagonista, que no es tonta y sabe porque pasa tanto tiempo en el extranjero. Empatizar con él me ha sido imposible, es de esos personajes que no logras entender de ninguna manera, ser hijo único no es motivo suficiente para comportarse de esa forma, para dedicar tan poco tiempo a tu familia y a tu hijo. Bruno busca separar a María de todo aquello que la hace feliz, de su vecina, de su trabajo... me atrevería a decir que es como poco un maltratador sicológico en potencia.
Amparo García: La suegra, un personaje que ha dado muchísimo juego y que ha despertado mis instintos asesinos en más de una ocasión, comprender su actuación en ocasiones me resultaba difícil, conforme avanza la novela vas pensando que el odio que siente hacia Maria por haberse llevado a su único y mimado hijo es irracional, pero como no podía ser de otra forma tampoco todo lo que está a la vista es lo que parece y al final lograremos entenderla e incluso redimirla.
Amparo es todo un personaje, al que veremos hacer la vida imposible a María, la veremos sobre actuar y también sufrir cuando se entera de los crímenes, es quien da una de las pistas fiables en la investigación, no puedo decir que ni siquiera al final haya empatizado con ella, pero reconozco el atractivo del personaje y la potencia que ha sabido imprimirle Pere, y por desgracia relaciones de nueras y suegras tan destructivas haberlas haylas.
No son todos los que son, pero si todos los que yo creo necesario destacar, mención aparte merecería quizás la asesina, pero temo descubrir alguna cosa, ella tiene voz propia, nos explica porque hace las cosas, nos pone de vez en cuando la piel de gallina, me ha gustado esa voz, esa forma de escritura distinta, ese adentrarse en la mente del criminal porque te da pie para ello, pero quizás por ello a los lectores asiduos al género se le ha dado demasiadas pistas y han descubierto su identidad demasiado pronto a pesar de los esfuerzos del autor para que el lector mirara en otra dirección.
Conclusión:
Nos encontramos ante una novela entretenida, no es la mejor del autor, pero si que es un comienzo de serie que gracias al atractivo de la pareja investigadora se deja leer. Seduce el enclave en el que se ambienta la historia, y y los personajes protagonistas y secundarios.
No es redonda, no por supuesto que no lo es y más si eres asidua al género, porque descubres muy pronto quien es la asesina, porque los crímenes son muy ligeros, sin embargo el autor ha sabido dosificar bien la acción y aunque no ha sabido mantener hasta el último momento la identidad del asesino ha dosificado la intriga y ha mezclado los diferentes ingredientes de esta historia con gracia, de manera que en mi opinión se engancha al lector para una próxima entrega
Y al pie de esta última línea una queja, y es que la novela no ha acabado como a mi me hubiera gustado, pero si lo ha hecho con una gran humanidad, y de forma muy propia al carácter de María, es una de las cosas que seguramente más le habrán reprochado a Pere, yo he entendido a Medem hasta en esta última decisión, aunque no por ello le hubiera dado un baño de realidad.
El final es muy abierto, cada cual que ponga el que más le guste, por suerte yo tenía preparada la segunda y pronto pude ponerle el final real, no puedo decir lo mismo cuando terminé la Mirada de Chapman, con un final que te vuelve a dejar con ganas de más, pero sabiendo que de momento no hay una tercera entrega de esta pareja.
Si te apetece conocer a María Medem y a Roberto Rial no puedes perderte esta novela, no es redonda pero es la que te va a permitir conocerlos, y para mí es indispensable.
Os dejo la portada de la edición de Circulo de lectores que me parece muy pero que muy atractiva
10 comentarios:
Me encantó, aunque descubrir al asesino a media novela me ofuscó. Pero me gusta el estilo del escritor.
Feliz año.
No me llama especialmente, me decantaría por otras obras del autor.
Un beso ;)
No me importaría leer esta novela, que a pesar de los peros, tiene buena pinta.
Besotes!!!
Yo asistí a la presentación de esta novela en la Semana Negra de Gijón y aun la tengo pendiente. Yo también soy partidaria de empezar las series desde el principio. Besinos.
La tengo en la parte de arriba de mi tumbo de la mesita, jejeje. Su tiempo está cerca. Paso de puntillas.
Besos
Ya sabes que el orden y yo estamos reñidos, así que me he metido en más de una saga de este tipo a lo loco, por el libro que me ha venido bien en un momento dado, pero reconozco que tienes toda la razón del mundo cuando dices que las casas se construyen por los cimientos y las sagas policíacas por la primera novela.
De Pere ya sabes que también me he saltado el orden, pero tú tienes la culpa por recomendarme "La mirada de Chapman". De cualquier modo, como hace tanto tiempo que la leí, haré como que la he olvidado, me leeré esta y volveré a leer la otra y, con un poco de suerte, incluso las reseño a nada que me fustigues un poco.
Un beso.
Hola Carmina, tu reseña ha conseguido despertar mi curiosidad pues aun no he leído nada de este autor; voy a pasarme por la biblioteca a ver si encuentro alguna de sus novelas, ya te contaré. Besos
Hola Carmina, he visto tu blog en tarro-libros, me encanta. No conozco nada de este autor, pero después de leer tu reseña me ha picado la curiosidad, me lo apunto en pendientes y en cuanto el bolsillo lo permita intentaré hacerme con el.. un saludo!!
Hola,
A mí me pareció muy original y muy atrevida, así que disfrute de su lectura, aunque como tú bien dices, no es una novela redonda y es bastante predecible.
Besos :)
Guau, vaya reseña que te has marcado,maja. Me ha encantado!
ni idea de esta novela, ni de sus protas, echaré un ojo en la librería. Me has picado
Besos
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