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lunes, 4 de febrero de 2019

No es tiempo de peros. David Jimenez El Tito

Voy a echar de menos a Marcial, ya lo estoy echando de menos y acabo de leer la última línea, tras el mosqueo inicial por un final que me ha hecho jurar en arameo y que no intuía me he ido quedando huérfana, a pesar del mucho frío que ya transmitía Marcial y no menos heladoras eran las sensaciones que emitía Zoe. A pesar de todo ya eran como de la familia y yo esperaba cada entrega con entusiasmo.

Hace mucho que conocí a David de un modo casual, porque me metí de lleno en su Facebook para que me diera información sobre Castelló Negre, han pasado años desde aquello y tres novelas, algún café que otro, muchas conversaciones sobre literatura y por mi parte una creciente admiración por la persona y por el escritor.

Por la persona, porque sabe escuchar y toma nota de lo que le puede servir para evolucionar, como escritor porque libro a libro sorprende lo que ha aprendido, lo que ha crecido y aún así sigue escuchando, sigue tomando nota de lo que la gente le comenta. Es cercano, no se cree ninguna leyenda, porque sabe que sin sus lectores un escritor no es nadie. He conocido autores autopublicados que no escuchan y se creen alguien en el mundo de la escritura, ningunean al lector que no les baila el agua, y contentar a todos es muy difícil, pero de todo se aprende

Pero como siempre me pierdo en disquisiciones a las que podréis llegar cualquiera que coincidáis con él, no perdáis la oportunidad de acercaros a una presentación, mesa redonda, cualquier evento en el que participe, es un gran conversador literario y no solo habla de su libro.


El autor:

David Jiménez "El Tito" nació en Cartagena en 1978. Es licenciado en Biología por la universidad de Murcia. Después de haber desarrollado su carrera como biólogo en el ámbito del control de calidad,  en la actualidad trabaja como agente marítimo de Vigilancia Aduanera.

Ha sido colaborador de Castellón Noticias, como especialista en género negro, hasta su debut literario con Muertes de Sobremesa (ACEN 2015). Dos años después llegó Inspector Solo (Ediciones Versátil, 2017) y ahora No es tiempo de peros. Una serie de novelas que pueden leerse como una trilogía o de manera independiente.


Sinopsis:

Ella ya no es esa policía tímida que no se atrevía a mirarlo a la cara. Él ya ni siquiera es policía.

Ambos han pagado un peaje demasiado alto por trabajar al margen de la ley. Ahora lo único que los une es una causa común: encontrar al Cazador.

Pero compartir un objetivo no los convierte en compañeros, sólo en socios; unos socios que tendrán que lidiar con una relación amor-odio basada en engaños.

Para Zoe. Marcial es el mejor medio para descubrir al verdadero culpable de la muerte de su novio. Para Marcial, Zoe es la única compañía humana que no le resulta insoportable.

La búsqueda del Cazador los une en un nuevo caso, pero esta vez nada será igual. Marcial ya no tiene una placa que le impida desafiar las normas, y Zoe simplemente ha dejado de cumplirlas. Ambos iniciaran un descenso a los suburbios de Cartagena en la investigación de una de blanqueo de capitales que salpicará de  sangre los cimientos de la ciudad.


Mis impresiones:


David ha conseguido lo que muchos autores sueñan y pocos consiguen crear el PERSONAJE, si en mayúsculas, porque eso es Marcial, un personaje que no deja a nadie indiferente, que cimenta toda la trama, que la arma, que la sustenta incluso cuando el autor lo convierte en un secundario. Un personaje que violenta al lector, que lo sube en una montaña rusa de sensaciones, que lo lleva desde el odio hasta la comprensión, aunque no en todos los casos, que obliga a que tome partido y en mi caso no siempre sale bien parado, aún así reconozco que Marcial se ha convertido en un imprescindible, que ansío encontrar un personaje como él en cada novela que empiezo, y por supuesto no lo encuentro.

Y ahora viene lo peor lectores adictos a Marcial, David concibió esta historia en tres novelas, y hemos llegado a su final, y no piensa estirar el éxito de su inspector de policía más allá de lo que se había propuesto en su día, por lo menos no de momento, quiere explorar nuevas historias, crear nuevos personajes, seguir evolucionando.

Después de No es tiempo de peros pretende hacer un borrón y cuenta nueva, de hecho ya lo está haciendo y yo al menos me voy a quedar huérfana sin ese policía, porque aunque haya entregado la placa lo sigue siendo, políticamente incorrecto, machista, asocial y muy peculiar que ha creado en mi vocabulario un nuevo vocablo a lo Luis Piedrahita amorodio y siempre en los extremos, sin matices, sin escalas de grises, en uno u otro lado del ring.

No es tiempo de peros empieza donde termina Inspector Solo, aunque el autor dice que las novelas se pueden leer de forma independiente aconsejo leerlas en orden para:

1.- Tener una visión global de todos los personajes, los hay que solo aparecen en Muertes de Sobremesa y se recuperan en No es tiempo de peros.

2.- Apreciar el derrumbamiento de Marcial, esa autodestrucción que comienza en la primera de la serie y que avanza imparable hasta el punto final de No es tiempo de peros.

3.-  Aprehender la metamorfosis de Zoe, confieso que he podido entenderla, pero no me ha gustado en que se ha convertido y se me queda un sabor amargo con ese punto y final.

4.- Constatar la evolución de David como escritor, y es que novela a novela se ha ido notando el cambio, un mayor dominio del lenguaje, de las técnicas de narración, de la utilización de recursos, una mayor soltura al narrar y al construir las tramas que ganan en complejidad y benefician a la historia y a sus personajes y por ende al lector que se pierde entre sus páginas.

No es tiempo de peros es una novela redonda en muchos sentidos que cierra muchos frentes y deja oros abiertos a la imaginación del lector para que este le de el final que más le convenga, el que más le guste. Aparenta que en cualquier momento puede empezar a andar de nuevo la historia, porque hay personajes para rato, sobre todo hay Marcial para muchos casos más aunque hoy parezca sólo la sombra de sí mismo, hay Zoe para muchas batallas más y sorpresas que solo descubrirás si te pierdes entre sus páginas.

Ambientada en Cartagena la ciudad que lo vio nacer y crecer, en esta novela se convierte en un personaje más, ganando protagonismo. No es necesario haber visitado la ciudad para pasear por ella de la mano de David que en esta ocasión se ha empeñado en llevarnos a aquellos barrios que no pisan los turistas, barrios marginales y oscuros, donde las drogas campan a sus anchas, donde malviven delincuentes, camellos y yonkis. Calles en las que más vale no perderse a según que horas y menos solo.

Al hilo de esto el autor utiliza su novela para hacer critica social, para poner en solfa a los políticos de Cartagena, para denunciar las deficiencias, porque no todo es bello en la ciudad que los turistas inundan a diario, también hay esos lugares que quedan olvidados, en los que cualquier delito es posible, y en los que posiblemente un poco de acción gubernamental sentaría de lujo. No conozco la ciudad pero novela a novela he podido recorrer sus calles, pasear por sus parques y bajar a las zonas más sórdidas, un tour completo el que ofrece David al alcance de todo aquel que se aventure en esta trilogía, aunque es en No es tiempo de peros donde más peso tiene la ambientación y la ciudad se convierte en un personaje más.

Hay una palabra que sobrevuela toda la novela LEALTAD, el leit motiv de Marcial, la razón de que sea tan peculiar, lo que exige a cualquier persona de su entorno, una cualidad que solo aprecia en su fiel galga Sola, ni siquiera Zoe que logró traspasar su coraza lo ha sido. La vida de Lisón se desmorona, pieza pieza van cayendo todos los hombres que creía honestos, sus referentes, aquellos por los que hubiera dado su vida. A veces la ignorancia es una bendición, pero conforme ese caso endiablado va resolviéndose conforme desenredan esa enorme madeja de corrupción y blanqueo de capitales, en la medida que se van acercando al final, la verdad lacera a Marcial, lo hunde más y más y lo aboca a los brazos de las rubias, ellas si saben consolar.

Marcial representa valores que ya están en desuso hoy en día, quizás por ello a pesar de su canallesca personalidad, a pesar de que no comprendamos todo lo que hace y que nos parezcan reprobables muchas de sus decisiones y actuaciones, nos atrae y parte de la culpa de ello la tiene su actitud con la perra; aunque en este libro parece descuidarla un tanto, si no es capaz de cuidarse a si mismo como va a hacerlo de un animal, más bien parece que es la galga quien cuida de él, quien lo saca de su letargo, quien le obliga a levantarse cada mañana aunque la resaca le martillee las sienes y le convierta en esparto la lengua.

Son precisamente esos pasajes con Sola, en los que Marcial se nos muestra como es, como se siente, es justamente ahí donde lo vemos navegar a la deriva, y justo ella es su puerto, su salvación, quien le pone los pies en la tierra, quien más se ha asomado a ese pozo oscuro, quien mejor conoce a su diablo interior porque ha sido capaz de asomarse a sus pupilas y sin embargo ha seguido a su lado sin reprocharle nada, dándole cariño, siéndole LEAL.

Pero Marcial no está solo en esta intricada trama, la acompaña una agente, Zoe Ochoa, una mujer que ha sufrido uno de los reveses más importantes de su vida; una mujer llena de odio que solo vive para la venganza. Una mujer que es la sombra de lo que fue, a pesar de que la veremos más aguerrida, más resuelta, porque el odio es un motor poderoso, más incluso que el amor. Nada queda de esa amistad que lograron forjar, se la llevaron los silencios, las mentiras, la desconfianza. Sólo les une una fuerza, la venganza. Marcial en ocasiones flaquea, le gustaría abandonar y no lo hace por lealtad a Zoe, otra vez esa virtud tan en desuso.

No puedo decir que me haya gustado la Zoe con la que me he encontrado, no creo que pueda volver a ser feliz ni tampoco ser una buena policía, el autor coloca a los personajes al límite, y traspasando una y otra vez la línea que separa la legalidad de la ilegalidad, una línea que en ocasiones es muy gruesa y otras tan fina que en el momento menos pensado estás al otro lado. A pesar de todo he entendido ese cambio, no se como hubiera actuado yo en su lugar, posiblemente igual que ella, porque si algo ha logrado David con esta novela es verosimilitud, personajes de carne y hueso que traspasan el papel, que respiran, que empatizan con el lector.


David ha conseguido que sus personajes bajen al infierno, y los lectores les acompañemos, nos muestra la realidad del alma humana de forma cruda, sin miramientos, esa maldad latente que anida en muchas personas. Pone de manifiesto todos los resortes de la autodestrucción, tanto la de Marcial como la de la misma Zoe, y de otros personajes que no quiero adelantar, vais a tener que descubrirlos entre las páginas de esta última novela.

Y como no podía ser de otra forma demuestra que es un gran lector, podemos encontrar guiños en la última de la trilogía, hay uno que me ha hecho especial ilusión, la mención a Pere Cervantes y a su novela Tres minutos de Color, aunque no es la única referencia metaliteraria que encontrarán los amantes de la novela negra.

Mención especial para ese final que me hizo jurar en arameo, y que redondea una trilogía en la que la mentira, la corrupción, la prostitución, el blanqueo de capitales y sobre todo la deslealtad tienen un papel predominante y también la LEALTAD esa virtud tan sobrevalorada y que se resume en una línea cargada de intenciones.

"Yo cuido de los míos"

Conclusión:

Con esta última entrega David Jimenez "El Tito" ha demostrado que ha llegado para quedarse, que se ha ganado un lugar más que merecido en la novela negra española, ha tenido la destreza de ambientar en una ciudad que conoce bien y la ha dibujado con su cara más bonita y con la más amarga. Ha sabido crear un personaje magistral cuya alargada sombra le va a perseguir en cada nuevo proyecto que emprenda, ojalá nos de muchos más personajes de ese calado tan profundo, con esos matices tan amargos y ácidos con esas sombras tan oscuras que hasta opacan la poca luz que logra emitir.

Nos encontramos ante una novela que tiene un ritmo constante, en la que no decae la tensión en ningún momento, con un vocabulario rico, pulido y cambios de registro cuando son necesarios, dotando a cada personaje de una individualidad muy marcada tanto física como psicológicamente. Y sobre todo si hemos leído las novelas por orden hemos ido asistiendo al nacimiento de un escritor, al que le deseo muchos éxitos y al que pienso seguir los pasos.

Ya solo me queda recomendarte encarecidamente esta trilogía, desde la primera de la serie que puedes encontrar por muy poco en la red, disfrutar de unos personajes ricos en matices y muy complejos y de una trama que vira en multitud de ocasiones haciendo que el lector cree sus propias hipótesis para finalmente demostrarle lo equivocado que estaba. Y como tres libros no se sustentan con una sola trama, novela a novela encontraremos una subtrama distinta igual de atractiva que la principal.

miércoles, 2 de enero de 2019

Presentacion de No es tiempo de peros

Días de mucho, vísperas de ná, así reza el refrán que últimamente parece haberse convertido en el leit motiv de mi vida, organizarse es más que nunca una necesidad y no consigo un encaje de bolillos perfecto, o una partida de tetris ganadora. Seguro que os preguntareis a que viene esta diatriba, y es que si mis luchas con el tiempo vienen ya de lejos, parece que se han recrudecido en los últimos tiempos y diciembre fue el culmen, la batalla final.

No preguntéis quien resultó vencedor en esa lucha, porque esta demostrado que Kronos no pierde ni a las chapas, y yo fui la única perjudicada, tuve que dejar muchas cosas por el camino y postergar demasiadas otras, y ahora por más que intento que la maquinaria del reloj funcione, este deja de ser uno suizo de precisión.

Y aquí me tenéis, escribiendo sobre una presentación que tuvo lugar el día 15 de diciembre, en la que no tomé ninguna nota como viene siendo costumbre en mí. De la que me vienen fogonazos como si fuera ayer, a pesar de que el día fue de lo más completito, porque como no podía ser de otra forma todos los planetas se alinearon para que coincidiera con la comida de empresa.

El resto lo podríais imaginar, pero como seguro que vuestra imaginación va mucho más allá de la realidad, os daré unas pinceladas para poneros en situación.

El día comenzó pronto, con el aperitivo de rigor, a pesar de que tenía la presentación decidí ir en tren, por aquello de las copitas que van y vienen y que llegado una determinada dejas de contar, no era cuestión de comenzar a restar puntos, y que volara el carnet de conducir.

Por la ley de Murphy si algo puede salir mal, seguro que sale peor que mal, así que llegué tarde al punto de encuentro, y las compañeras con las que había quedado ya habían ahuecado el ala. Como todo no podía ser malo, me encontré con otras, y ante la imposibilidad material de localizar a las primeras decidimos tomarlo por nuestra cuenta, venga para acá la primera cervecita del día... que largo se va a hacer madre...

Aligeremos que no llegamos a la presentación vivas.

La comida transcurrió entre risas, copas de vino y por supuesto comida, como siempre demasiada, y en buena compañía bien sabido es que no se miden raciones, de ningún tipo. No quedábamos en el restaurante más que un grupo heterogéneo y envalentonado de jóvenes, coged esto con pinzas, que trasladamos la diversión a otra parte distribuidos en grupos más pequeños.

Sopese los pros y los contras y me marché con el que más  cerca iba a parar de Argot, donde en dos horas iba a tener lugar la presentación. Craso error, me vi metida en una sala pequeña, con multitud de gente y un Ximo Bayo trasnochado, cuando me llego el primer cubata de la tarde, que decidí desde el minuto uno que iba a ser el último y además me sobraba. ¿Pero como hacer el feo a tu jefe?, seguro que Marcial me hubiera contestado No es tiempo de peros... 

Me salvó la vida una compañera con la que compartí gin tónic y salida por las bravas de aquel ruidoso sitio.

Dios mio, toca poner los píes en polvorosa, falta un cuarto de hora para la presentación y yo con estos pelos y sin localizar a las chicas del club de lectura. El wasap salvó el último tema, enseguida supe que estaban en la librería, la chapa y pintura iba a ser otra cosa, ni siquiera sabía que pinta llevaba, pero iba a tener que dar igual.

Suelo ser de normal dicharachera, sin embargo, parece que esa tarde todo el mundo me notaba más de lo habitual y juro y perjuro que puede que llevara una copita de más, claro el gin tonic de marras, pero era capaz de llevar una conversación y una presentación, menos mal que no presentaba yo...

Ahora sí, nos ponemos serios, que comienza No es tiempo de peros. 

Al llegar a Argot, saludé a David y luego a Pere, no había tiempo para más, en breve iban a comenzar a charlar sobre una novela que llevaba mucho tiempo esperando y a la que aún no le había podido hincar el ojo, y no por falta de ganas, otra vez Kronos es el único culpable de tan tamaña desfachatez.

Pere comenzó diciendo que pretendía hablar poco, que quería que todo el protagonismo se lo llevara David, pero no lo consiguió, y el acto se convirtió en un diálogo entre dos autores de novela negra, o mejor dicho entre un lector y el autor de la novela.




Cómo me gustan ese tipo de presentaciones, amenas, sencillas en las que fluye la camaradería, en la que se nota que ambos se conocen, han tomado más de un café juntos, y se interesan por los pormenores de una historia, aquello prometía y mucho. 

Constató Pere Cervantes lo que cualquier lector atento de David podrá constatar, y es que desde su primera novela publicada ha ido creciendo como escritor, de la primera a la segundo se nota un salto mortal sin red, y por lo que contaba Pere, en esta le añadía más peligro. Me quemaba el libro en las manos, las ganas de empezarlo eran brutales, y todavía iba a tener que esperar un tiempo.

Por fín he podido empezarlo y comprobar como la prosa de David sigue creciendo de forma imparable, que ha ganado enteros y que seguro que cotiza en bolsa al alza.

El peso de la presentación lo llevaron los personajes, Marcial Lisón, y sobre todo Zoe Ochoa, que nos sorprendió en Inspector Solo, y por lo que contaban David y Pere iba a dejar al lector boquiabierto. Comentaba el cartaginés que ha escrito una trilogía por incompetencia, que cuando comenzó a escribir ya sabía como iba a empezar y terminar la novela, pero necesitaba tantas páginas que supo que no iba a encontrar ni quién se lo publicara ni quién se atreviera a leerlo. De ahí que decidiera montar la trama en tres libros.

Y es que mostrar el cambio brutal que sufre Zoe, necesitaba de un recorrido y sobre todo de ciertas vivencias. Cómo bien dice David, necesitaba humanizar a Marcial, a la par que Zoe se deshumanizaba, como si de un cruce de personalidades se tratara. Cada vez necesitaba más leer ese libro, cada vez tenía más preguntas.

Ese diálogo a dos, se abrió al público, en el que había caras conocidas, pero otras no, otro punto a favor de la novela y de su autor, Inspector Solo caló entre lectores.

Una lectora que empezó por su última novela, envidia modo on porque ahora tenía posibilidad de leer las anteriores, comentó que no había necesitado leer las anteriores para disfrutar esta, pero que notaba que le faltaba información, y tanta alma de cántaro pensé yo...

David le contestó que había concebido las dos novelas publicadas con Versátil para que se pudieran leer independientes, de ahí las contextualizaciones de Inspector Solo, y el prólogo de No es tiempo de peros que sitúan al lector. Pero si se quiere notar la evolución de los personajes, si se quiere aprehender la esencia hay que leer las tres y hay que hacerlo en el orden que toca.

A lo que comenté que sin leer la última novela, creía que al menos era indispensable haberse adentrado en Inspector Solo para no perderse, y ahí David me corrigió. Él considera que es más importante haber leído Muertes de sobremesa, por que se rescatan personajes que aparecieron en esta, y que no tuvieron ningún protagonismo en Inspector Solo y que es imposible contextualizar al cien por cien.


Despúes de leer el prólogo de No es tiempo de peros, entiendo porque David le da daba más importancia Muertes de sobremesa, esa página y media resume y condensa la trama de Inspector Solo de forma brutal y sitúa al lector en la acción de forma que leer Inspector Solo sea recomendable, pero no una necesidad imperiosa.

En las pocas páginas que llevo leídas de No es tiempo de peros ya he encontrado personajes de la primera novela que yo personalmente eché de menos en la segunda.

De forma acertada, una lectora y bloguera comentó que había notado que la ciudad de Cartagena iba ganando protagonismo novela a novela, hasta convertirse en esta en un personaje más, que le gustaba que David mostrara el amor por su ciudad, pero que también aprovechara para criticar y denunciar que se hacía mal en ella, que tenía de feo.

A lo que David comentó que Cartagena como cualquier ciudad tiene su parte turística, y también barriadas que quedan en la oscuridad, por las que no se perdería ningún visitante. Y eso es lo que él pretende denunciar, porque para ello la novela negra se presta a la denuncia social, es lo positivo de ella, y al lector no hay que enseñarle sólo lo bonito de una ciudad, si no la realidad.

Como no podía ser de otra forma siendo que había sido capaz de crear el PERSONAJE, si uno soberbio, sin fisuras, uno capaz de sostener por el mismo cualquier trama, Marcial Lisón,  ese personaje con el que quisieran dar todos los autores, y que cuando alguno da con él lo exprime hasta cotas que aburren, Pere preguntó que iba a pasar después de esta novela, si David iba a continuar con él, o si se cerraba una etapa para abrir otra.

Fans y admiradoras de Lison, de momento este va a dormir el sueño de los justos, perooooooo, si en algún momento David siente la necesidad de despertarlo ya tiene pensado como hacerlo y como no, lo acompañará Zoe Ochoa y situará la trama años después del final de No es tiempo de peros...

Estos dos saben como hacer que  me muera de ganas por leer la novela y habrá de esperar, eso lo tengo clarísimo.

Como no podía ser de otra forma Zoe ganó protagonismo porque si Marcial fue un personaje potente desde la primera novela, esta fue ganando en potencia, y en interés a la par que Lisón perdía fuelle, lo que con una personalidad tan fuerte a penas era visible.

Constataban David y Pere que la Zoe que íbamos a encontrar en esta historia no tenía nada que ver con la de Muertes de sobremesa y a fe que tenían más razón que un santo, aunque no se si decir que me gusta demasiado el cambio operado, el rencor nunca fue buen compañero de vida.

Terminó la velada, con la firma de ejemplares, yo guardé el mio hasta el Club de Lectura de Cosas&Musas, hasta haber podido disfrutar de la novela, y poder preguntar en condiciones, no solo conjeturas. Se formó una cola larga y las musas nos fuimos en busca de otras aventuras, porque no esperaríais que terminara ahí mi día, que he dicho que fue completito...



La opción era irme en tren a casa, o unirme al tardeo con mis compis de club de lectura, y decidí lo segundo, que manera de meterme en berenjenales, si es que lo mio es de traca, el tardeo se transformó en nocheo, en una cena de tapeo y un té de Navidad que se alargó hasta la media noche y solo en ese momento se decidió alzar el campamento y volver a casa.

He de confesar que la adrenalina hacía mucho que me había abandonado, que regué mi tapeo con coca cola y se me cerraban los ojos, pero ya no había opción de volver a casa en tren, y aguanté como una campeona incluso el té, pero con las pilas a medio gas.

Espero haber espoleado lo suficiente vuestra curiosidad para lanzaros de lleno a la lectura de este libro, yo lo empecé ayer, llevo muy poquito, pero la prosa de David me tiene enamorada, me he reencontrado con Marcial y la peor versión de Zoe, y ha sido un placer volver a encontrar a Sola, espero que la galga no sufra mucho en esta entrega.

Si aún os falta algún regalo de reyes, acertareis con toda la trilogía, y con este en particular, y eso que no he leído más  que dos o tres capítulos...

martes, 9 de enero de 2018

Pinceladas: Muertes de sobremesa. David Jimenez "El Tito"

Aunque hace un tiempo que anuncié esta sección todavía no había tenido tiempo de inaugurarla como se merecía, con una novela contundente, y creo que es precisamente esta de David Jiménez "El Tito" la que merece hacer los honores.

Reconozco que soy una persona bastante reacia a las relaciones virtuales, tengo mi Facebook privado para controlar quien puede acceder a mis contenidos, y eso que no pongo fotos personales, sin embargo, también tengo mis intereses y Castellón Negro es uno  de ellos. Corría el año 2016, juraría que principios, y un chico hablaba con tanta solvencia de él que se me olvidaron todas las prevenciones que he tenido durante años, me metí como un elefante en una cacharrería en su Facebook e hice las preguntas pertinentes.

Ese fue el comienzo de muchas otras conversaciones, en el transcurso de una de ellas, me comentó que participaba en Castellón Negro como autor, y me dijo el titulo de su novela, Muertes de sobremesa, y volví a romper una de las normas que me he auto impuesto, la de no leer autores noveles, por las malas experiencias que he tenido con las reseñas que he escrito de esas novelas. Y por suerte esos impulsos que seguí me sirvieron para conocer a un autor muy cercano; una serie, que ya tiene dos libros, muy bien hilada y asistir al crecimiento de un autor como escritor y de unos personajes perfilados de forma magistral.

Pinceladas nace para que recomendar novelas que merecen una reseña y se quedan el olvido por no disponer de tiempo material para sentarme delante del ordenador. Con unos someros trazos pretendo darte razones suficientes para que te acerques a Muertes de Sobremesa y conozcas a Marcial Lisón y su inseparable compañera canina Sola.





Marcial Lison es el alma de Muertes de sobremesa, es el PERSONAJE, si en mayúsculas, es la piedra sobre la que descansa toda la trama y si me apuras él es la novela. Marcial es hosco, huraño, antisocial, y sin embargo tiene un aquel que atrae y repele al mismo tiempo, como dije no hace mucho, Marcial es el tío incómodo que hay en todas las familias, que no sabes si va a ser el alma de la fiesta o va a hacer que todo salte por los aires. Y el contrapunto a ese ser irónico, irreverente, que no siente ni padece es su fiel galga Sola, ella es quien humaniza a Marcial, ella es la que nos hace ver su lado tierno, si es que se puede decir que lo tiene.

Sin movernos de los personajes David dibuja con trazos precisos, todos y cada uno de ellos, nos los va mostrando desde el principio para que la evolución sea visible, la podamos aprehender, de ahí que la nueva compañera de Lison, Zoe,  sea una chica apocada, tímida, una agente recién llegada que queda intimidada por la arrolladora personalidad del inspector, sin embargo la vamos a ir viendo ganar terreno, derribando barreras de Marcial, haciéndose un hueco a pesar de las reticencias y de las escollos que este le pone por el camino.

También iremos desvelando la personalidad de Santibañez, el antiguo compañero de Marcial, vamos a asistir al dolor del inspector por descubrir secretos que no lo dejan precisamente en buen lugar, de esa manera al final también nos iremos conformando una visión más amplia de este y de su mentor el Inspector Villanueva, un policía a la vieja usanza, con sus lealtades, sus corruptelas.

Pero hay un personaje más, y este es la ciudad de Cartagena, donde David ha vivido su infancia y su juventud, una ciudad que conoce y por la que nos invita a pasear sin hacer grandes alardes, sin ralentizar la trama, sin embargo, si alguna vez viajo allí seguramente seré capaz de reconocer algunos de los enclaves que menciona.

Dejando a un lado los personajes me voy a meter de lleno en la trama, se nota que David es conocedor de los procedimientos policiales, sin embargo no abruma al lector con ellos, los mete con mucha naturalidad, como el dice no se mete en camisa de once varas que puedan dejarle al descubierto carencias, y eso el lector lo agradece porque en ningún momento se rompe el ritmo.

Y precisamente este es uno de los méritos de David el crear una novela en la que en todo momento pasa algo, en la que la identidad del Asesino del café no es precisamente lo más importante, si no que le llevó a matar a esas mujeres y el porqué de la puesta en escena que realiza, quizás por ello en algunos momentos pone las cartas sobre la mesa demasiado pronto, y el lector avezado es capaz de adivinar quien se esconde tras él.

Llama la atención en una primera novela el uso del lenguaje que hace, sencillo, pero a la vez con figuras retóricas, en algún momento no usadas del todo con naturalidad, aún así hay mimbres, muy buenos mimbres que estoy segura que nos irá mostrando en nuevas entregas, porque en la primera  ya sorprende y deja al lector con ganas de más, con esos finales abiertos que son marca del autor, y de los que yo precisamente no soy fan.

Espero que con todas estas pinceladas decidas acercarte a Muertes de sobremesa. Una última recomendación, todo autor sostiene y David no es menos que sus novelas a pesar de formar parte de una trilogía se pueden leer independientemente, sin embargo y  a pesar de que contextualiza bien y sitúa al lector en todo momento en la trama, si tienes previsto leer Inspector Solo, adéntrate primero en Muertes de Sobremesa,  seguro que disfrutas mucho más la evolución de los personajes, pero sobre todo el crecimiento del autor como escritor, y de su forma de escribir que sufre una evolución más que notable.