Por fin vuelvo, pero solo mi constancia y mi organización dirán si de seguido o solo es un espejismo. La verdad es que no tengo mucho tiempo para leer. Atrás quedaron las épocas en las que llevaba varios libros al mismo tiempo y era capaz de leer al mes cinco y seis novelas. Hoy si termino una me siento afortunada. A las muchas responsabilidades familiares y laborales se une que ando con una concentración pésima, y así es difícil hacer una lectura atenta y sobre todo procesar lo leído.
Por todos estos motivos aunque sigo leyendo, me cuesta plasmar mis impresiones tanto en el blog como en las redes sociales en las que me estoy prodigando poco y tengo la intención de volver día sí y día también. Un nuevo formato ha llegado a mi vida, el audiolibro, así aprovecho los ratos en los que limpio, plancho, camino, o simplemente mis ojos están tan cansados que mejor les brindo un ratito de relax, pero no todas las novelas se pueden disfrutar en este formato y por lo tanto el libro físico y electrónico sigue en mi vida, el primero gana por goleada y me está provocando un serio problema de espacio.
Un bien relativo llegó a mis manos a través de Babelio, no conocía a la autora, pero la editorial me gusta y publica buenas novelas, así que no me lo pensé dos veces y me lancé de cabeza, ni siquiera pensé en mi poca concentración que hace que empiece novelas y no pase del primer capitulo o las arrastre meses.
Os adelanto que me ha gustado bastante, pero se que no era el momento de sumergirme en una novela de este calado, necesito libros más ligeros, que aguanten bien que durante una semana no se vuelva a sus páginas. Y este es un libro para leer con mucha calma, para disfrutar de la prosa de la autora y de los personajes que dibuja con esmero, y para perderte y bucear en las reflexiones que la lectura provoca, porque entre el blanco y el negro hay una gran gama de grises, y de la misma forma el bien y el mal no son absolutos, si no relativos, depende de la situación, del contexto y de la mochila que arrastren sus protagonistas.
La autora:
Teresa Cardona, escritora española nacida en Madrid en 1973, ha publicado novela negra en Francia bajo el seudónimo Éric Todenne, tras el que también se esconde Eric Damien. Vive a caballo entre España y Alemania.
En francés y a cuatro manos Cardona ha publicado los títulos Un travail à finir y Terres brûlées, ambas obras protagonizadas por el teniente Andreani, un policía amante de la música clásica y el jazz.
Bajo su verdadero nombre la autora publicó en España en 2022 Los dos lados, una historia cuya protagonista, Karen Blecker, es una teniente que acaba de llegar al país tras pasar gran parte de su carrera profesional trabajando para la Europol.
Sinopsis:
Justo cuando la teniente Karen Blecker se pregunta de nuevo si los inviernos serán siempre así de fríos y monocordes en el cuartel de San Lorenzo de El Escorial, el guardia Suarez notifica la llamada de tres paseantes: ha aparecido un cuerpo en el camino de La Horizontal. Una muerte en un pueblo es en todo momento un hecho reseñable, y más aún si es una monja que no pertenece a ninguna de las congregaciones de la zona.
Con la ayuda del reticente brigada Cano, Blecker comenzará a ahondar en el pasado de sor Lucía, una mujer enérgica que deció su vida a la creación y desarrollo de una moderna planta hospitalaria. Siguiendo los perfiles de otras mujeres vinculadas por diversos motivos a la religiosa, la pareja se verá inmersa en una oscura investigación que los conducirá desde las zonas más acomodadas hasta los barrios más periféricos del Madrid de los años ochenta _tan opuestos como intimamente ligados entre sí_, obligándolos a la vez a revisar sus propias convicciones, a cuestionarse si en realidad no existe falla en la monolítica rotundidad del bien ¿Y si, en ocasiones, también este pudiera ser relativo?
Mis impresiones:
Es la primera novela que leo de la autora aunque tiene otra en el mercado que al menos en el espacio temporal se desarrolla después. No se si me acercaré a ella a pesar de que me ha gustado el estilo reposado, con descripciones detalladas y diálogos muy interesantes a través de los cuales se nos invita a la reflexión y se compone un fresco muy detallado de los años 80 en España. Un retrato muy alejado de la Movida madrileña, del brillo, música y en muchas ocasiones drogas.
Teresa Cardona toca temas de un calado muy profundo, temas que en ciertos sectores de la población pueden levantar ampollas, sin embargo lo hace de forma muy elegante. Entre el negro y el blanco hay una inmensidad de gamas de grises, y es en esas gamas donde pretende la autora que nos situemos, nada es bueno ni malo per se, dependerá del contexto, del bien que se haya producido, o del daño que se haya provocado. A la hora de juzgar los legos no siempre la ley tiene la razón, aunque se haya producido un delito. ¿Existe el bien relativo?, después de leer esta novela y de los dilemas éticos y morales que me han suscitado diría que sí, que existe. Así como me atrevería a decir que existe el mal menor.
La autora se vale de dos líneas temporales, la primera se desarrolla en 2015 y comienza con la aparición del cadáver de una monja en el camino de las embarazadas en San Lorenzo. Una muerte sin explicación en un pueblo siempre es un acontecimiento, tanto para los vecinos, como para los investigadores. La autora nos presenta unos protagonista un tanto peculiares. Karen Becler recala en el pequeño pueblo después de décadas en Europol, es hermética, le gusta España pero le siguen sorprendiendo algunas de sus costumbres, es un animal herido en huida no sabemos muy bien de que. El brigada Cano por su parte, también esconde su verdadera esencia, le gustaría sincerarse con su compañera con la que vemos que va tejiendo una relación de complicidad, pero pesan demasiado los prejuicios y la institución en la que ambos sirven, la Benemérita. Cardona presenta una institución menos rancia de la que muchos somos capaces de ver.
La segunda línea temporal se sitúa en Madrid, en los años 80. Las protagonistas indiscutibles son Inmaculada y Conchita, una madre y una hija que se desviven por llevar un jornal a casa y cuidar de cuatro niños, uno de ellos dependiente, e intentar que el padre que siempre llega borracho y no aporta dinero al sustento de la familia no muela a palos a ninguno de sus integrantes. La vida de las dos mujeres no es fácil, todo el mundo ve lo que pasa, pero todos miran hacia otro lado, e incluso cuando ella toma la determinación de dejarlo intentan convencerla para que aguante un poco más, que la gente cambia. La autora teje un fresco impresionante de la vida en Carabanchel en contraposición con la del barrio Salamanca donde trabaja por horas Inmaculada y a veces le sustituye Conchita.
Pero no enfrenta a la clase alta con la trabajadora, entre ellos hay una relación de respeto, sin embargo, no deja de ser clasista y la empatía brilla por su ausencia. Teresa dibuja con mimo unas secundarias de lujo, Maite de Beaumonte, Adela Arsuaga, y sus hijas Mariola y Pilar, y mi favorita Mar Calderón, esa mujer que tuvo que enfrentarse a la realidad de que los ideales no pagan facturas ni dan de comer. No puedo decir que no he empatizado con los personajes, los he entendido, me he puesto en sus zapatos y salvo la actitud de Mariola que me ha sacado de quicio en muchas ocasiones, me he visto aplaudiendo sus actitudes y reprobando otras. Los personajes importantes son femeninos, pero los masculinos son imprescindibles para el peso de la trama y el discurrir de las acciones.
Sobre las dos tramas sobrevuela la figura de Sor Lucia, una monja dominica, que dirige a las enfermeras de la clínica cual señorita de cortijo, que tiene unos métodos de dudosa moralidad y ética, pero siempre al servicio del bien. Sor Lucia es amada y envidiada a partes iguales. Me ha suscitado una montaña rusa de emociones, me he visto posicionada algunas veces a su lado y otras en las antípodas. Es ese personaje controvertido sin ella buscarlo porque su sensación es la de estar haciendo el bien, aunque el medio utilizado para ello no sea del todo legal, o más bien se encuentre fuera de la ley. El resultado de su gestión una clínica de maternidad puntera en cuanto a tecnología y cuidados. Y clientes contentos y agradecidos la mayor parte de las veces.
El avance de la investigación lleva a la teniente Blecker a cambiar el planteamiento de esta, y en lugar de preguntarse ¿Quién querría matar a una monja? pasa a preguntarse ¿Qué hizo la monja para que alguien quisiera matarla? ¿Qué motivo se esconde tras su muerte? La lectura es muy interesante porque el lector a través de la segunda línea temporal tiene información de la que carecen los investigadores hasta que ambas tramas en cierta manera confluyen, y aún así el lector sigue teniendo más información.
Quizás por ese motivo el final sea un poco o un mucho abierto, en un principio pensé que podría haber una segunda parte, pero se trata de una serie con casos conclusivos, por lo que le corresponde al lector y al dilema moral que le plantea la autora dilucidar que sucedió aquel día en el camino de las embarazadas.
La novela trata temas actuales algunos, y otros que aún sobrevuelan de vez en cuando sobre nuestras cabezas, saca a la palestra organizaciones religiosas, los malos tratos en el ámbito familiar, otros ya superados como el divorcio, y el papel de la mujer en el ámbito laboral. La historia no hay que juzgarla con los ojos del presente, si no con los del contexto en los que se narran, pero me ha quedado el regusto amargo de la injusticia cometida con muchas Conchitas, mujeres inteligentes a las que la vida no les dio la oportunidad de demostrar su valía, cuyo lugar se quedó en el domicilio al cuidado de enfermos, sin posibilidad de casarse y tener su propia familia. La realidad de Conchita es la de muchas mujeres de los años ochenta y anteriores, se ha avanzado mucho desde entonces, pero no tanto como se debería.
Te gustará si te gusta la novela negra sin grandes giros, sin ritmos imposibles y sin una acción constante. La autora le da más peso a la critica social que a la investigación. Utiliza para ellos un lenguaje sencillo y a la vez cuidado, y le da un gran peso a los diálogos para que vayamos componiendo el fresco de la época y también para que la investigación no se nos haga tediosa. A mi parecer es una historia que merece ser leída con atención, en un ambiente relajado, para centrarnos en las reflexiones que nos propone la autora a través de la teniente Blecker, pero también a través de Inmaculada y Conchita.
Una autora a tener en cuenta, pero antes de acometer la lectura de Los dos lados me gustaría salir de esa apatía lectora, de ese bloqueo que hace que las lecturas se eternicen en mis manos, porque sin concentración no se puede disfrutar de la pasión de leer.
Conclusión:
Un bien relativo, nos plantea un dilema ético y moral de una manera magistral. A través de personajes potentes y bien perfilados la autora nos va planteando que nada es bueno o es malo per se, si no por las consecuencias que desencadena.
A través de una prosa sencilla pero muy cuidada y de unos diálogos inteligentes compone dos tramas temporales sobre las que sobrevuela un personaje omnisciente Sor Lucia y hechos que en un momento dado conmocionaron a la sociedad española, sin añadirle ni un ápice de amarillismo o sensacionalismo, desde el respeto.
En sus páginas no vas a encontrar una historia vertiginosa, si no más bien lo contrario una trama cocinada a fuego lento, como la vida misma.