domingo, 21 de marzo de 2021

Los muertos no mienten. Stephen Spotwood


Cuando tu tiempo cotiza en bolsa, cuando eres incapaz de sacar tiempo para disfrutar de un buen libro, casi que es un lujo encontrarse con un soplo de aire fresco dentro del género. Y sí, me refiero, dentro del género negro, policíaco, detestivesco o policial por que esta novela podría por un motivo u otro encajar en todos y cada uno de estos epígrafes para los amantes de las etiquetas.

Cuando ya pensabas que lo habías visto todo, cuando ya no contabas que te pudieran sorprender, llega una opera prima, le da un viraje a retomar el clasicismo del género y te sorprende con un soplo de frescura que te hace devorar la novela aunque tu tiempo de ocio sea insignificante, aunque no puedas cogerla todos los días.

De esta novela me ha gustado casi todo, porque pocas novelas son redondas de principio a final, pero sobre todo lo atrevida que es en el tranfondo de los subtemas que subyacen y de los que hablaré más adelante, la mujer fatal subyacente y como las piezas del puzle van encajando mediante el sistema de observación deducción.

Stephen Spotswood ha creado dos personajes femeninos muy potentes, magnéticos, con una personalidad arrolladora, dos personajes que perfectamente pueden sostener cualquier trama por floja que sea, y ese final que puedo decir que me ha sorprendido y que en otras circunstancias hubiera visto venir, pero con las actuales me dio una buena paliza, me ha dejado con un regusto a continuación que casi estoy deseando. Se dejan intuir tantas cosas que sólo la mente del lector puede llenar esos huecos que solo se apuntan.

¡Empezamos!


El autor:

Guionista, periodista y profesor, Stephen Spotswood es, además, autor de novelas que, en su gran mayoría, están protagonizadas por mujeres. Vive en Washington D.C. junto a su mujer, la también autora Jessica Spotswood.

Estudió para poder escribir guiones de obras teatrales en la Universidad Católica y, a partir de entonces, comenzó a trabajar en este campo, donde ha sido gratamente reconocido por la crítica.  

Como periodista, Spotswood ha cubierto noticias sobre las guerras de Irak y Afganistán y, en lo literario, ha publicado varias novelas, siendo Los muertos no mienten, la primera en traducirse al castellano. En esta obra sigue los pasos de una detective y su ayudante mientras investigan un asesinato en el Nueva York de los años cuarenta.


Sinopsis:


NUEVA YORK, AÑOS CUARENTA:

UN CRIMEN INSÓLITO, UNA DETECTIVE PRIVADA

INTELIGENTE SIN MIEDO. UNA AYUDANTE

MUY ESPECIAL DISPUESTA A DEFENDERLA

Y A RESOLVER EL CRIMEN


Desde hace tres años Willowjean Parker es la asistente de la famosa detective Lillian Pentecost. Will escapó de su casa cuando todavía era una niña y se enroló en un circo donde aprendió de todo. Lillian enferema de esclerosis, coincidió con ella en una de sus investigaciones y le ofreció ser su asistente. Ahora, Will y Lillian se enfrentan a la investigación de la muerte de Abigail Collins, la viuda de uno de los magnates de la ciudad que ha amasado una fortuna gracias a la venta de armamento en al reciente contienda europea.

Pero esta no será una investigación cualquiera y las vidas de Will y Lillian sufrirán las consecuencias. ¿Saldrá indemne su relación? ¿Y su corazón?

Cortesía de la editorial


Mis impresiones:

Quiero empezar por lo meramente visual, cuando vi la portada de esta novela me sedujo, me empujó a querer sumergirme en sus páginas, tenía algo que irremediablemente me atraía, después de leerla no pienso lo mismo, creo que no ha sabido captar la esencia de la trama, ni siquiera las dos mujeres de la portada tienen nada que ver con las protagonistas. Después de investigar un poco me parecen mucho más apropiadas otras portadas que he visto, pero sobre todo la de la versión original que si es capaz de captar lo que subyace en las páginas de esta historia, fresca por muchos motivos. Si la habéis leído coincidiréis conmigo y no os será nada complicado descubrir a los personajes de la cubierta. Si no lo habéis hecho os recomiendo que lo hagáis y volváis después sobre la portada.

Nos encontramos con una novela que promueve una vuelta al clasicismo, aunque no podía ser de otra forma por la época en la que se ambienta. Nos situamos en Nueva York, en los años cuarenta, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial. En un tiempo en que las técnicas modernas no son aplicables, la mente despierta, la terquedad y la audacia del investigador son esenciales en la resolución de los crímenes. Nuestras protagonistas son inteligentes, audaces, si me apuras son impetuosas e incluso irresponsables porque no temen las consecuencia de sus actos y no siempre salen bien paradas. A los amantes del género nos puede recordar las deducciones de Sherlock Holmes, pero más de andar por casa, y sin las muestras apabullantes y a veces poco comprensibles del investigador de Conan Doyle, y el tipo de crimen y algunas de sus puestas en escena a Agatha Christie, y si mucho me apuras también toma elementos del rey del suspense Alfred Hitchcock.

Si ya está todo inventado, si toma elementos de las novelas clásicas, ¿dónde está la frescura de esta novela? En su puesta en escena, en su forma de narrar, en la elección de la protagonista. Hay muchos elementos por los que aporta ese chispa, ese fogonazo por el que merece la pena darle una oportunidad.

La novela es tremendamente visual, pasa ante tus ojos como si se tratara de fotogramas, deja poco margen en algunos de sus pasajes, la mayoría, a la imaginación del lector. La formación como guionista del autor tiene una impronta muy marcada, y logra una lectura muy fluida, como si se tratara de una película o incluso de un cómic o una novela gráfica. A mi parecer un acierto, y un punto a favor para que pueda gustar a cualquier tipo de lector. No me extrañaría que pudieran hacer una miniserie sobre ella, además daría visibilidad a unos temas que a pesar de que hoy son más visibles, siguen siendo muy desconocidos.

Otro de sus aciertos es su protagonista, Willowjean Parker, en realidad es la ayudante de una detective famosa, ¿porqué el autor elige un personaje secundario y le da el papel principal? Supongo que en aras de sorprender al lector, para poder dotar a la novela de un lenguaje más chispeante, más juvenil si se quiere, más sencillo y que atrape a quién se sumerja en sus páginas. Conmigo lo ha conseguido, Will ha conseguido engancharme a su historia desde el minuto uno. Esta joven menuda, de rizos rebeldes y pelirrojos difícilmente puede pasar desapercibida en un mundo masculino a pesar de su vestimenta. Sorprenden su arrojo, su impetuosidad y también su lealtad y su sentido de la amistad. En ocasiones, la fuerza y la garra de la aprendiz es tanta que llega a eclipsar la personalidad de su jefa, Lillian Pentecost, una mujer de carácter fuerte con una salud mermada que le afecta en el desarrollo de su trabajo. Una mujer tan temida como respetada dentro de la policía y en un mundo masculino como es el de los detectives privados. Me hubiera gustado en ocasiones ver ciertos episodios a través de la sensatez de la señora P, pero por muchos motivos eso era algo complicado, solo espero que si esto es una serie en algún momento se lo plantee el autor.

Si estos dos personajes son genuinos, auténticos, si escapan sobre todo Will a clichés, no todos los consiguen, tenemos dos conatos de femme fatale, que no acaban de estar a la altura del arquetipo, está el policía con pintas de matón que solo es fachada, la vidente charlatana, la rica a la que sobra el dinero y le falta ética. Chantajes, crímenes imposibles de resolver, y conforme avanza la trama los cadáveres parecen acumularse en la morgue. Muchos sospechosos, algunos dejan de serlo porque su vida se apaga, mujeres salidas de la nada, todo un reto para una investigadora que de lo que menos dispone es de tiempo.

La novela esta narrada en primera persona, por Will, desde el recuerdo, como una especie de diario o  de repaso a su vida junto a su mentora, de recuento de aciertos y fracasos, una forma de colocar la balanza a la espera de vislumbrar si en su relación pesan más los aciertos o los fracasos. Y para ello empieza desde desde el principio, cómo se conocieron, cómo terminaron colaborando... Sorprende el pasado de la pelirroja y que sea capaz de someterse a las exigencias de una mujer que se adivina fuerte de carácter y espíritu pero débil de salud. Una simbiosis para mi muy productiva para ambas, pero que no siempre se adivina de igual forma.

La narración está salpicada de aspectos personales de la vida de la señorita Parker, que quita tensión en los momentos de mayor dramatismo, pero también aporta una dosis de fina ironía, de sentido del humor, de jovialidad, un recurso chispeante que he sabido apreciar muchísimo porque el sarcasmo de Lillian en algunos momentos me ha resultado cargante, aunque se reconocer el porqué de este y está genialmente bien utilizado. Un flashback constante entre la investigación que decide contarnos y su vida anterior, una forma de conocer mejor a ambas mujeres que me ha resultado interesante y le ha sumado puntos a la investigación. También hay una interpelación constante al lector, que mantiene la conexión con él en todo momento, en lugar de estar leyendo cómodamente en el salón de casa en ocasiones tienes la sensación de estar compartiendo un café o alguna bebida más fuerte en la misma habitación o club que Will.

Ya tenemos tres de los puntos a favor de esta trama, o quizás cuatro, su acierto en la época de ambientación, la elección de un personaje a todas luces secundario para la historia y por lo tanto el lenguaje utilizado, la visualización fotograma a fotograma y me falta por abordar un último tema, podría tocar muchos más, pero probablemente os resultaría aburrido de leer y no es lo que pretendo.

Me ha sorprendido la elegancia y la forma en la que introduce temas que no son normales en una novela de corte negro, policial o detestivesco, quizás la principal es que en un mundo de hombres la detective sea mujer y tenga una enfermedad degenerativa incapacitante. Lillian Pentecost sufre esclerosis múltiple, una enfermedad con sus días malos, malísimos, y sus días regulares, una enfermedad que a sus cuarenta y pocos años la avejenta y la obliga a usar bastón para realizar su trabajo de campo, eso los días que lo puede realizar. El autor a través de la mirada de Will bastante más joven que ella  nos ofrece una visión bastante realista sin llegar al fondo de ella, pero si mostrando lo frustrante que puede llegar a ser para la persona que la padece. Me ha gustado como ha metido el tema sin dramatismos, de forma natural, sin calzador, ofreciéndonos una visión muy humana de Lillian y no menos de su ayudante.

El otro tema que me ha sorprendido por la época en la que se ambienta es la inclusión de la homosexualidad y la bisexualidad. Hoy es un tema a la orden del día, pero en los años 40 no lo era ni siquera en la ciudad que nunca duerme. Stephen lo mete de forma de muy natural, a través de la personalidad arrolladora de su narradora, una mujer que entiende que hay mundos que han de mantenerse en discreción, pero no por ello siempre actúa en consecuencia. De forma más velada entendemos el porque del comportamiento de otros personajes, qué subyace detrás de su aparente malhumor, de su amargura o de ciertas acciones. Sorprende la forma de introducirlo en la trama respetando los códigos de la época.

El autor consigue pasearnos por los años cuarenta tanto en las descripciones del atrezzo utilizado por sus personajes, como por las descripciones del Nueva York de la época, ya no tanto de sus calles y clubes, que también, sino por las socioculturales, por ese paseo que nos da a través de unos secundarios de lujo, como pueden ser los gemelos Collins o el tío Wallace. Pero también por ese deambular por las bajas esferas de la sociedad a través de esas jornadas sabatinas de puertas abiertas de la señora Pentecost. Porque quizás es aquí donde más se ve por donde cojea una sociedad, y no tanto en las aparentes vidas perfectas de los ricos.

La maldad, la picaresca, los chantajes, los secretos de familia, la falta de ética y moral, poderoso caballero es Don Dinero. El reclamo de videntes, médiums, charlatanes, al fin y al cabo una forma de escapar de un presente que no se comprende y buscar un poco de consuelo. Ingredientes que se cocinan a fuego lento en esta novela, con una fina dosis de ironía y especiados con temas poco comunes en el género que la hacen muy recomendable a todo aquel busque un soplo de aire fresco, y también para aquellos que no gusten del género porque no encontrarán escenas truculentas que les vuelvan el estómago del revés.

No supe ver venir el final, no estoy demasiado fina últimamente, ni supe ver quién, ni el cómo salió indemne, luego a posteriori vi que todos los elementos estaban ahí, quizás una lectura con menos saltos en el tiempo me hubieran permitido unir los cabos, pero me ha gustado ese final, me ha gustado esa forma de unir todas la piezas para que por fin todo encajara milimétricamente. Me ha gustado que al final Will no sepa hacia que lado se inclina la balanza, porque no siempre somos capaces de saberlo. Ojalá esto sea el principio de una serie porque dos personajes de este calado no pueden dar solo para una novela, y si lo es, ojalá se traduzcan todos los libros de la serie.

Por último y no por ello menos importante, nos encontramos ante una novela coral, con muchos personajes, no todos ellos están dibujados a conciencia, algunos simplemente están esbozados, al principio de la novela nos encontramos con un glosario, me sorprendió porque normalmente se coloca al final y muchos lectores nos damos cuenta cuando hemos terminado el libro y nos hemos visto obligados a hacernos nuestro propio esquema para no perdernos. Me ha parecido un acierto que esté al principio aunque no lo he utilizado porque los he ubicado a todos y cada uno de ellos en todo momento

Conclusión:

Una novela fresca, por la forma en la que está narrada, por la elección del personaje protagonista, por los temas que introduce de forma natural y velada. Una opera prima que te sorprenderá y en la que encontrarás lo mejor de las novelas clásicas americanas, pero con un chispa de ironía y con un lenguaje sencillo, sin florituras.

El autor ha sabido trasladarme al Nueva York de los años cuarenta, me ha permitido meterme en la piel de su rebelde protagonista, incluso en ocasiones calzar los zapatos de Lillian Pentecost. Lo que no he conseguido es empatizar en ningún momento con los hermanos Collins, ni con Abigail o Ariel. Me ha dado la sensación que en última instancia el autor ha hecho un poco de justicia poética, ha redimido al tío Wallace y ha destruido en cierta forma el legado de Alistair Collins.

Si he conseguido picar tu curiosidad te recomiendo que te sumerjas en sus páginas seguro que  disfrutas de unas cuantas horas de lectura


Esta reseña participa en la iniciativa








Apartado: Todo es posible en América

La corrupción es el tema dominante

8 comentarios:

Margari dijo...

No me sonaba de nada. Y con tu reseña es imposible resistirse. Tomo buena nota.
Besotes!!!

Rosa Berros Canuria dijo...

Pues sí que has picado mi curiosidad. Coincido contigo en que la portada original es infinitamente mejor que la primera entrega que pones. De hecho, esa primera es de las que a mí me disuaden. Menos mal que tus palabras y esa segunda portada, salvan totalmente la novela. Tomo nota.
Un beso.

Margarita HP dijo...

Una reseña impecable, que maravilla. Anotado queda :D

La Isla de las Mil Palabras dijo...

Una gran reseña. Dan muchas ganas de leerlo, tiene muchas cosas que me llaman la atención, la frescura y la originalidad de volver a lo clásico.
Besos

Carmen en su tinta dijo...

Hola. Yo ya tengo la novela en mi lector y me has dejado con muchas ganas de adelantar la lectura ya que me han gustado tus impresiones.

Besos y felices lecturas.

mar dijo...

Hola, estoy leyendo muy buenas reseñas de esta novela, creo que no visto ninguna mala, y claro, me llama mucho la atención, pero por ahora me estoy resistiendo que creo que es el principio de una serie y quiero cerrar alguna antes de meterme en otras. Besinos.

Loli elmisteriodelasletras dijo...

Pues a mí la portada que han utilizado aquí no acaba de atraerme, no sé si se hubiera venido conmigo el libro si lo hubiera visto en una librería, antes de haber leído lo que cuentas. Pinta bien, pero de momento no voy a buscarlo, para el apartado de América de la yincana tengo pensado echar mano de mis abarrotadas estanterías, que seguro que algo encuentro de corte clásico entre las muchas colecciones de novela negra que ha ido comprando. Buena reseña.
Besos.

Libros por doquier dijo...

Lo tengo en la estantería pendiente y me han entrado unas ganas locas de ir a por él...