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lunes, 6 de octubre de 2014

Un millón de gotas. Víctor del Árbol

Este  ha sido un año de descubrimientos, de autores que han dejado de engrosar la lista de pendientes, no siempre basta con tener el libro o las ganas suficientes de encarar una lectura, a veces se ha de dar la coyuntura que te de ese empujón. Lógicamente no me refiero a esta novela que  salió hace relativamente poco al mercado, si no al autor, desde hacía años quería leer La tristeza del samurai, todo en ella me intrigaba, sin embargo nunca encontraba el momento de difrutarla, como os comenté en la reseña que hice de la novela la ocasión se pintó calva de la mano de una lectura simultánea que organizó Laky.

Como muchos sabréis no tengo twitter, a pesar de todo decidí agarrarme a esa tabla para sacar de mi lista de pendientes una novela que me hacía ojitos desde hacía tiempo. Fue entonces cuando descubrí a un autor que me sorprendió por la fuerza de su prosa, fue capaz de mover todas mis fibras sensibles, de ocasionarme dolor a través de la narración, un escritor que sabía remover los sentimientos, que me hacía reflexionar, y supe que no sería lo último que leería de él.

De hecho busqué Respirar por la herida, pero en mi biblioteca no tenían la edición de Alrevés y la letra del libro de bolsillo es demasiado pequeña y por prescripción médica debo alejarme de ella, pero se que llegarán tiempos mejores y al final me haré con un ejemplar de la novela. Mientras, salió al mercado Un millón de gotas y decidí que tenía que ser mía, no quería que me hicieran los dientes largos con las opiniones, no quería leerla cuando el boom la colocara en un pedestal y luego le exigiera tanto que terminara defraudándome. 

Sin embargo, con tanta lectura por casa y con el verano tan complicado que he tenido, ha pasado unos meses en la estantería hasta que he podido dedicarle el tiempo que yo quería, que necesitaba... Leí este verano una entrevista en la que Víctor decía que se valía del género negro, pero que no pensaba que sus novelas fueran únicamente eso, que el pretendía arañar el alma del lector, herir sus sentimientos, provocarlos. Después de terminar Un millón de gotas, puedo decir que ha logrado arañarme el corazón y el alma, hacerlos jirones que ondearan al viento, que me ha desarmado por completo.

En ocasiones la lectura dolía tanto, los pasajes que narraba eran tan duros que necesitaba un balón de oxigeno, una novela optimista, blanca, que me permitiera respirar, que me quitara el pesar del alma, que me permitiera leer sin pensar, por simple placer y entretenimiento. En otros ha servido para engrosar mis conocimientos históricos porque la trama transcurre en dos tiempos, los años 30 y 50 en Rusia y principios del siglo XXI, durante este tiempo conocemos la dictadura de Stalin, sus planes quinquenales, sus confinamientos en gulags, de la mano de Elías, también los campos de Argeles donde estuvieron muchos republicanos españoles que huían de la Península tras el avance de las tropas nacionales, pasando por el frente Ruso en la II Guerra Mundial, y no menos importantes las luchas intestinas en España antes y después de la Guerra Civil, el autor no nos ahorra algunos detalles de gran dureza, nos ofrece textos que nos harán reflexionar, porque cualquier persona sometida a grandes presiones puede sacar lo peor de si misma.

Durante la lectura de esta novela la frase que más veces me vino a la cabeza es El hombre es un lobo para el hombre, y es que el rencor y el odio de dos de los personajes no solo les destruye a ellos, si no a todos los que están a su alrededor, y alcanza a generaciones que nada conocen, que ningún mal han hecho, devorando a su paso a las personas más cercanas a ellos.

Sin duda una gran novela, que conjuga perfectamente pasado y presente, historia mundial y como no española, amor y odio, generosidad y egoísmo, dureza y un rayo de optimismo. Una historia que te hará sentir, pensar y pasar páginas porque hay momentos en que necesitas conocer y otros en los que necesitas respirar, y esa sensación la he tenido con muy pocos libros.

El autor:

Víctor del Árbol (Barcelona 1968) exseminarista, mosso d'esquadra i escritor, estudió historia antes de trabajar para el cuerpo de Mossos d'esquadra de la Generalitat de Catalunya.

Inició su andadura literaria siendo muy niño, leyendo en la biblioteca del barrio barcelonés de Guineueta, donde pasaba todas las tardes acompañado de sus cinco hermanos, hasta que su madre les recogía al salir de trabajar.

Dice el mismo autor "Decidí que quería ser escritor cuando gané un concurso de redacción con catorce años en el seminario y me regalaron el libro "Réquiem por un campesino español", de Ramón J.Sender". Cuatro años más tarde abandonó su vida de seminarista porque se enamoró.


En 1992 ingresó en el cuerpo de los mossos, del que ha sido miembro hasta 2012, "porque yo siempre quise formar parte de la realidad y, entrar en la policía en aquella época me servía para ayudar a la gente desde dentro y, además, formaba parte de un proyecto democrático y con una identidad muy romántica"

Colaboró dos años como locutor y colaborador en el programa radiofónico de realidad social «Catalunya sense barreres» (Radio Estel, ONCE). Como escritor fue finalista del Premio Fernando Lara en 2008 con El abismo de los sueños (no publicada) y ganó el Premio Tiflos de Novela en 2006 con El peso de los muertos. En 2011 publicó La tristeza del samurai (Editorial Alrevés), que ha sido un éxito nacional e internacional. Traducida a una decena de idiomas y best seller en Francia, cuenta con el reconocimiento de la crítica y de numerosos premios. Entre ellos, Le Prix du polar Européen 2012 a la mejor novela negra europea que otorga la prestigiosa publicación francesa Le Point en el festival de Novela Negra de Lyon, le Prix Quercy Noir y el Premio Tormo Negro.

En 2013 publicó Respirar por la herida (editorial Alrevés), finalista den el Festival Internacional de Cine Negro de Beaune 2014 a la mejor novela Extranjera. Un millón de gotas (Destino) es su última novela.

Argumento:


Gonzalo Gil es un abogado metido en una vida que le resulta ajena, en una carrera malograda que trata de esquivar la constante manipulación de su omnipresente suegro, un personaje poderoso de sombra muy alargada. Pero algo va a sacudir esa monotonía.

 Tras años sin saber de ella, Gonzalo recibe la noticia de que su hermana Laura se ha suicidado en dramáticas circunstancias. Su muerte obliga a Gonzalo  a tensar hasta límites insospechados el frágil hilo que  sostiene el equilibrio de su vida como padre y esposo. Al involucrarse decididamente en la investigación de los pasos que han llevado a su hermana al suicidio, descubrirá que Laura es sospechosa de haber torturado y asesinado a un mafioso ruso que tiempo atrás secuestro y mató a su hijo pequeño.

Pero lo que parece una venganza es solo el principio de un tortuoso camino que va a arrastrar a Gonzalo a espacios inéditos de su propio pasado y del de su familia que tal vez hubiera preferido no afrontar. Tendrá que adentrarse en la fascinante historia de su padre, Elias Gil, el gran heróe de la resistencia contra el fascismo, el joven ingeniero asturiano que viajó a la URSS comprometido con los ideales de la revolución, que fue delatado, detenido y confinado en la pavorosa isla de Názino, y que se convirtió en personaje clave, admirado y temido, de los años más oscuros de nuestro país.

Una gran historia de ideales traicionados, de vidas zarandeadas por un destino implacable, una visceral y profunda historia de amor perdurable y de venganza postergada, un intenso thriller literario que recorre sin dar respiro la historia europea.


Mis impresiones:


Comentaba al principio que este es un libro que pone el corazón en un puño, que revela las miserias humanas, la capacidad de amar del ser humano y las de odiar, el tremendo instinto de supervivencia de la raza humana, los limites a los que puede llegar, la línea tan fina entre la cordura y la locura, entre la bondad y la maldad. Muchos son los temas que esconde esta historia, y todos se podrían resumir en una frase El hombre es un lobo para el hombre, el bienestar de cada uno y su supervivencia esta por encima de los demás.


El hombre un lobo para el hombre.


Han pasado años desde que Hobbes hizo popular esta frase, y puede que en este contexto tenga más significado que en ningún otro. Elías e Igor Stern son dos caras de una misma moneda. El primero la inocencia encarnada en un ingeniero que es convocado a la Unión Soviética para ayudar con sus conocimientos en el proyecto que llevan entre manos. Sin embargo, pronto descubre que nada es tan ideal como se le ha hecho creer, delatado por sus compañeros termina en un gulag siberiano de  gran dureza, Názino. Tras esa experiencia no vuelve a ser el mismo, en ese confinamiento no solo dejó parte de su integridad física, también la moral, sus ideales y terminará perdiendo la dignidad como hombre. Sin duda esa experiencia marcará su vida y por ende la de sus descendientes.

Igor Stern es soviético, un niño pobre que ha crecido en la calle, acostumbrado a sobrevivir a cualquier precio, un malhechor que evita la pena de muerte a cambio de un viaje a Názino, pero en billete de primera clase si se me permite la licencia, mientras que Elías lo hace como prisionero, Stern lo hace como verdugo.

Sus caminos se cruzan en esta experiencia y nacerá una historia de odios y admiración que se prologará en el tiempo, recorrerá la geografía europea, y destruirá a todos los personajes de esta novela. Ambos no son más que lobos, que no dudan en matar, extorsionar, engañar y traicionar para salvar la vida, los negocios o lo que que defiendan en cada momento.

La lucha de ambos dejarán muchos muertos por el camino, la integridad física y la dignidad de ambos hombres, generaran odios y resquemores que salpicarán a seres inocentes, porque el monstruo en que se convierten arrasa y pudre cuanto tocan.

Si tuviera que resaltar algo de esta novela es la complejidad ya no solo de la trama si no la de los personajes, todos y cada uno de ellos tienen luces y sombras que conforman su personalidad y que lejos de justificar sus acciones las humanizan, las dotan de tanta verosimilitud que los convierten en carne y hueso capaces de traspasar el papel. Es difícil poder empatizar con alguno de ellos, son seres heridos, tremendamente crueles en unos momentos y tiernos en otros, sin embargo si que he podido comprenderlos y evitar juzgarlos, porque es muy fácil desde fuera hacer juicios de valor.

Tanto los personajes del pasado como los del presente están perfilados con mucho mimo, sobretodo psicológicamente, el autor solo resalta el aspecto físico cuando es necesario para la narración, y eso es algo que se agradece, Víctor huye de los estereotipos en sus personajes tipo, sin embargo se pueden establecer similitudes entre las dos novelas que he leído, tanto los personajes de La Tristeza del Samurai como los de Un millón de gotas, están atormentados por un aspecto del pasado, están llevados al límite y se han convertido en una caricatura malvada de sí mismos, en ambas estos personajes son amados al límite por otro, justificados y protegidos. Las acciones que cometen no son justificables, sin embargo el autor nos lleva de la mano por los hechos que si bien no los justifican, si los explican. En ambas los errores de los padres los terminan pagando los hijos, y en esta Víctor da un paso más al incluir una generación posterior.

Si hubiera que quedarse con uno solo, sin duda elegiría a Elías Gil, la complejidad de su personalidad es impresionante, los matices de los que los dota el autor se ramifican y bifurcan de tal forma que te da la sensación de que nunca vas a terminar conociéndolo, y eso es lo que sucede, Elías es un misterio incluso para su mujer, sus reacciones sorprenden, sus explosiones son temidas, sin embargo es capaz de despertar amor en su hijo de cinco años que solo ve la parte positiva de su padre.

Ese hijo no es otro que Gonzalo Gil, el protagonista de la historia presente, un hombre anodino y gris, que lucha contra gigantes con pies de barro, anulado por su suegro que extiende sobre él su sombra alargada y poderosa, ninguneado por su mujer acostumbrada a una vida de lujos que el no es capaz de costear, ignorado por su hijo mayor que cada vez se aleja más de él, y reverenciado por su hija pequeña que ve en él a un héroe. Sin embargo Gonzalo es el prototipo del antihéroe, un perdedor que un buen día despierta, decide afrontar un caso que le viene grande y pone en peligro la integridad de su familia, y la suya propia al revolver un pasado que desconocía o había decidido olvidar. Ese viaje lo hará madurar, y despertar, romper lazos y mirar a su familia como lo que realmente es, algo ajeno a él.

Entre los personajes femeninos he admirado a Esperanza, para ser sincera al principio no la entendía, como había podido plegarse de esa manera a Elías como podía seguir guardando así su memoria con todo lo que sabía, sin embargo después entendí a esa muchacha que se enamoró de un  despojo de hombre, que lo siguió a España, que pasó miserias y calamidades como refugiada y que amo al héroe de Názino, al que murió en la helada estepa Siberiana devorado por las culpas.

Sin embargo Lola la mujer de Gonzalo me ha dejado fría, muy fría, no he sabido empatizar con ella, tampoco comprenderla, no he entendido los sacrificios que le imponía a su marido a costa de una materialidad que ella parecía no disfrutar tampoco, la complejidad de Lola no he sabido disfrutarla, quizás porque las personas como ella no suelen entrar en mis círculos sociales.

No son los únicos personajes y para ser sincera no debería obviar a Anna Ajmatova, otra superviviente que en su interior alberga tanto odio que nos sorprenderá en cada línea, en cada pasaje que protagonice. Pero creo que merece la pena descubrirlos a medida que se avanza en la lectura, ir pasito a pasito, para disfrutar de la red que va tejiendo Víctor entorno al lector, y una vez te atrapa no puedes apartarte de la trama hasta que esta no concluye.

Otra de las virtudes del autor es la capacidad de desarrollar dos hilos conductores de gran interés, llevarlos de forma paralela y que ambos mantengan la misma expectación. Es comprensible que en algunas ocasiones pueda atraernos más la historia de Gonzalo y en otras la de Elías, pero una no eclipsa a la otra y a pesar de ir desarrollándose en forma de zig zag a medida que Gonzalo se adentra en la investigación del suicidio de su hermana, al final todos los hilos quedan cerrados, todas las preguntas encuentran su respuesta, y como la maquinaria de una gran reloj suizo todas las piezas encajan a la perfección, creando una historia redonda, mucho más madura que La tristeza del samurai, más redonda, a pesar del sabor agridulce que nos deja el final.

Y es que uno piensa que Dios aprieta pero no ahoga, sin embargo no es este el caso, el autor no da respiro a los personajes en ningún momento, los somete a todo tipo de presiones, y cuando piensas que ya toca un descanso, que por fin verán un rayito de luz, nos asesta de nuevo golpes, nos mantiene en vilo hasta la última línea. Sin duda un escritor a tener en cuenta, paso a paso ha sabido encontrar su lugar en el panorama literario, desde las pequeñas editoriales a una grande, con historias siempre profundas, con un gran conocimiento de mente humana que plasma en sus personajes, dotadas de una gran humanidad, porque solo el ser humano es capaz de ser tan imperfecto y destilar tanta maldad como la que se respira en esta historia.

La mafia Rusa:

He reconocido en varias ocasiones, que esta novela me ha hecho sufrir, cuando uno se adentra en las barbaridades cometidas en la guerra relatadas de una forma tan vivida, es imposible que los sentimientos no afloren, sin embargo el presente tampoco se queda cojo, y las acciones de la mafia rusa, la pederastia, el asesinato del hijo de Laura, la maldad de las venganzas, también han contribuido con su granito de arena.

Ser madre me ha hecho sufrir en el alma cada vejación infligida a Siaka, nunca he podido entender esas mentes enfermas que sienten deseo por el cuerpo de un niño, que no tienen ningún reparo en destrozarles la vida. Si ello además te lo adornan como una practica habitual aunque no se detalle no he podido evitar que por mi mente desfilaran las informaciones que suelen darse en los telediarios, las miles de páginas pornográficas que pululan por la red.

Las secuelas que arrastran estos niños en su madurez, pude comprender a Laura y esa lucha contra un gigante que terminó devorándola, pude comprender a Siaka y esa determinación para que se llegara al final y pude comprender la lucha de Gonzalo, sus dudas. Sin embargo dejé de entender otras muchas cosas, que darían para un debate, pero que no tienen cabida en esta reseña por no restar intriga a quien no se haya adentrado todavía en esta magnifica novela.

Conclusión:

Un millón de gotas, es la novela más madura de Vector del Árbol, no se si la más ambiciosa porque seguro que tendrá nuevos retos en la recámara, nuevas historias que algún día verán la luz y que seguro que leeré.

De momento prepárate para que sacuda tus sentimientos, para que el alma se te parta en un millón de trozos, para sumergirte en una lección de historia tan cruel como verdadera, para disfrutar de la profundidad de sus personajes, de una trama bien hilada en la que al final encajan todas las piezas, sin flecos y para un ligero regusto agridulce...

Una novela magistral narrada en dos tiempos y que viaja por la geografía europea, que no deja de lado los años más oscuros de la historia de nuestro país ni obvia una realidad actual, las actividades de la mafia rusa, todo ello usando sin duda sus conocimientos como Mosso de esquadrada. El libro destila una gran tarea de documentación expuesta de forma atractiva para el lector.

Sin duda mucho más que una novela negra, o un thriller, una historia en la que los personajes tienen un lugar más importante que la propia trama, que a mi modo de ver esta a su servicio.

Ahora te toca decidir a ti, si te merece la pena adentrarte en esta novela que seguro que no te dejará indiferente y cumplirá todas tus expectativas por altas que sean.


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Cruce de caminos: Negro y criminal

jueves, 10 de abril de 2014

La tristeza del samurai. Victor del Árbol

Hacía mucho tiempo que me apetecía leer este libro, que su portada se había grabado a fuego en mi retina, sin embargo, nunca llegaba el momento de adentrarme entre sus páginas. La ocasión se pinto calva hace unas semanas, pase por la biblioteca a coger en préstamo el libro que mi hijo tiene que leer para el tercer trimestre, y como quien no quiere la cosa y a pesar de todo lo que tengo pendiente en casa por leer, me dio por pasearme por las estanterías de adulto, y mis ojos se volvieron a posar de nuevo en ese ejemplar, decidí no hacer caso a la vocecita gritona de mi conciencia que me conminaba a no añadir más lecturas a las que ya tenía pendiente y de allí salí más feliz que una perdiz con La tristeza del samurai y el libro de teatro que necesitaba mi hijo.

Incluso fui capaz de vencer la reticencia a leer en formato bolsillo, y es que mi vista se resiente mucho con esa letra tan pequeña. A los dos días de tener tan ansiado libro en casa me acometió una apatía sin precedentes, tenía los ánimos por los suelos, mi rodilla no mejoraba como se esperaba y yo acusé el golpe, además fisios y médicos parecía que querían tirar la toalla. No me apetecía leer, no me apetecía reseñar, y tenía entre manos un libro que no acababa de engancharme, decidí acometer la lectura del libro de Víctor, y para ser justa con él si no me atrapaba en las primeras páginas soltarlo, por aquello de aguardar al momento idóneo para volver a cogerlo.

Creo que fue precisamente tener esta novela entre manos lo que me ayudo a vencer la apatía, al menos la lectora, la reseñadora es harina de otro costal. No me quiero agobiar, tengo muy poco tiempo y muchos frentes abiertos, así que poco a poco irán apareciendo reseñas.

El autor:

Víctor del Árbol (Barcelona 1968) exseminarista, mosso d'esquadra i escritor, estudió historia antes de trabajar para el cuerpo de Mossos d'esquadra de la Generalitat de Catalunya.

Víctor del Árbol inició su andadura literaria siendo muy niño, leyendo en la biblioteca del barrio barcelonés de Guineueta, donde pasaba todas las tardes acompañado de sus cinco hermanos, hasta que su madre les recogía al salir de trabajar.

Dice el mismo autor "Decidí que quería ser escritor cuando gané un concurso de redacción con catorce años en el seminario y me regalaron el libro "Réquiem por un campesino español", de Ramón J.Sender". Cuatro años más tarde abandonó su vida de seminarista porque se enamoró.


En 1992 ingresó en el cuerpo de los mossos, del que ha sido miembro hasta 2012, "porque yo siempre quise formar parte de la realidad y, entrar en la policía en aquella época me servía para ayudar a la gente desde dentro y, además, formaba parte de un proyecto democrático y con una identidad muy romántica"

Colaboró dos años como locutor y colaborador en el programa radiofónico de realidad social «Catalunya sense barreres» (Radio Estel, ONCE). Como escritor fue finalista del Premio Fernando Lara en 2008 con El abismo de los sueños (no publicada) y ganó el Premio Tiflos de Novela en 2006 con El peso de los muertos. En 2011 publicó La tristeza del samurai (Editorial Alrevés), que ha sido un éxito nacional e internacional. Traducida a una decena de idiomas y best seller en Francia, cuenta con el reconocimiento de la crítica y de numerosos premios. Entre ellos, Le Prix du polar Européen 2012 a la mejor novela negra europea que otorga la prestigiosa publicación francesa Le Point en el festival de Novela Negra de Lyon, le Prix QuercyNoir y el Premio Tormo Negro.


En 2013 publica Respirar por la herida, con la editorial Alrevés. Y en mayo de este año año la editorial Destino publicará Un millón de gotas.




Sinopsis:




Diciembre de 1914. En una fría estación de Mérida, Isabel está a punto de perder todo aquello por lo que ha vivido.



Mayo de 1981. María, una joven y exitosa abogada de Barcelona, debe comparecer ante la justicia de los hombres. Pero eso no le preocupa, está agonizando y no es a ellos a quienes deberá rendir cuentas, sino a su memoria.



¿Qué se puede hacer por amor? ¿Y por odio o sed de venganza? ¿Existen la redención, el perdón o el olvido? Podemos llegar a ser, incluso antes de morir,  aquello que una vez soñamos? Isabel y María habrán de enfrentarse a esas preguntas en el curso de sus vidas, tan distintas y, a la vez, tan semejantes.



Estas dos mujeres son el origen y el final de una historia que nos llevará desde Extremadura hasta las estepas rusas y, más adelante, a la Ciudad Condal y a los paisajes de una España que durante cuarenta años se fingió dormida, con el fin de demostrarnos que no existen limites cuando luchamos por lo que anhelamos.




Mis Impresiones:




Había leído tantas reseñas positivas de este libro que se mi instaló el miedo en la boca del estomago desde el mismo momento en que comencé a leerla, no es la primera vez que las expectativas han sido tan altas, que el libro ha terminado defraudándome, y a ello se le unía que no estaba en mi mejor momento lector, a pesar de haber encadenado muchas lecturas más que satisfactorias. Sin embargo, pronto me di cuenta que estaba ante LITERATURA, si en mayúsculas. El autor es capaz de engarzar dos historias distintas en el tiempo y en el espacio, dos historias tan distintas y a la vez tan semejantes, dos historias que sin saber la una de la otra se han prolongado en el tiempo hasta confluir en la figura de María, una abogada de éxito.



Las claves del éxito de esta novela está en el buen hacer de Víctor del Árbol, en su prosa bella pero sin ornamentos, en las protagonistas femeninas, dos mujeres que nada tienen que ver entre ellas, y que sin embargo acaban unidas por lazos indestructibles. También en la habilidad para unir géneros distintos entre sí con maestría, porque La tristeza del samurai es una novela policíaca o criminal, también es una novela histórica porque en ella tienen cabida momentos de la historia más o menos reciente de España, la posguerra civil, la división azul, la democracia y los fallidos golpes de Estado, siendo uno de los puntos álgidos el del 23 F, todo ello sin poder considerarse una novela sobre este tema. Pero al mismo tiempo es también un thriller sicológico que desgrana en profundidad la psique de los personajes. También podría considerarse una novela coral por la multitud de personajes que se pasean por sus páginas... Una novela de trama compleja que Víctor sabe hilvanar con gusto para crear una novela que tardaré mucho tiempo en olvidar.



Ambientación:



Como he comentado antes, nos encontramos ante dos historias que terminan confluyendo en una.



La primera se desarrolla en Mérida, en los primeros años de la posguerra civil, con los camisas azules imponiendo su ley y aprovechándose de los bienes incautados, en estos momentos conocemos a la familia Mola, bien situada económica y socialmente. Su cabeza de familia ocupa un lugar importante en el partido, y está llamado a escalar rápidamente.



La vida de esa familia y los avatares que les acontecen le sirven a Víctor del Árbol para ir retratando los primeros años de dictadura, la actuación de la policía y su brutalidad, los juicios en los que el condenado recibía todo tipo de humillaciones y torturas a cambio de una confesión, sin la cual igual era ejecutado. La creación de la División Azul, y la participación de España en la II Guerra mundial al lado de los alemanes en el frente ruso.



Puede que esos fragmentos de la historia sean los que más han calado en mi ánimo, las condiciones de los soldados españoles no eran las mejores, no niego que algunos fueran voluntarios, pero los más fueron obligados, como Fernando Mola, o Pedro Recasens, mantenerse con vida en el frente no era sencillo, sin embargo las puñaladas más profundas no las asestaba el enemigo si no la propia familia...



De la fría estepa rusa la acción se traslada a Barcelona, donde ha sido destinado Guillermo Mola, donde contra todo pronóstico vuelve su hijo Fernando. Dónde comienza la segunda historia de la mano de María Bengoechea. Han pasado cuarenta años, y la trama ha avanzado, y comienza a confluir, porque la culpa roe las entrañas, aunque estas sean heredadas.




El tiempo:




Como he comentado anteriormente la historia se desarrolla durante cuarenta años, Comienza en 1941 y termina en 1981. Durante estos años, España pasa de una dictadura a una democracía que busca afianzarse. Víctor del Árbol hace un buen retrato de la sociedad de la época tanto en el pasado como en el presente. De su mano conocemos los excesos de los militares en la dictadura. Los horrores vividos por los soldados de la División azul, los primeros pasos de una democracia con la que parece que no todos están contentos y que pretenden derrocar y como colofón a todo ello la intriga para acabar con la joven libertad estrenada.



Por las páginas de esta novela desfilan personajes reales y personajes de ficción, hechos reales y otros frutos de la imaginación del autor, todos ellos hilvanados con elegancia y maestría, al servicio de unos personajes complejos y bien estudiados, que hacen las delicias del lector.




Los personajes




Como he dicho al principio cuando intentaba sin éxito encuadrar la novela, nos encontramos ante una novela coral, con una gran multitud de personajes, algunos se mantienen durante toda la novela y otras pasan a ser omniscientes en un momento dado.



Quizá lo que más llama la atención es lo bien dibujados que están todos y cada uno de ellos, y no solo desde el punto de vista físico, si no también desde el sicológico, y quizás este sea el punto más importante. Nos encontramos con personajes de carne y hueso, que hay momentos que traspasan el papel con su personalidad. A ninguno de ellos se le puede acusar de ser plano o anodino. Y sobre todo ninguno de ellos es malo o bueno, yo diría que todos y cada uno de ellos tiene una parte oscura, que hace que esta novela sea bastante pesimista, con distintos tonos de gris, pero sin concesión a la blancura, a la luz, al optimismo.



Víctor del Árbol saca lo peor de cada uno de sus personajes y  nos presenta su parte dulce y emotiva, pero también esa que todos desearíamos mantener fuera del alcance de los curiosos. La crueldad de algunos personajes es impresionante, y lo más triste de todo es que hay personas así, que matan sin remordimientos, que propinan palizas... que pagan para que liquiden a la persona que les molesta.



A Isabel Mola una de nuestras protagonistas ausentes la he podido entender, he comprendido sus decisiones, su angustia, su amor de madre. A María me ha costado más superar su frialdad, su dureza, creo que es un personaje al que no se le llega a querer por más que al final enmiende un poco todo el daño que ha hecho. Dos mujeres que no coinciden en el tiempo y que al final terminan teniendo alguien en común.



Hay personajes como Guillermo Mola, Publio, Lorenzo o Ramoneda a los que odiarás. Otros como Cesar Alcalá a los que  compadecerás. Y hay un personaje misterioso, muy importante en la trama que mueve los hilos en el pasado y este vuelve de lleno para presentarle factura, y tardaremos en descubrirlo, pero en cuanto lo hagamos todo empezará a cobrar sentido, y la trama comenzará a precipitarse hacía un final  de justicia poética.




La culpa




Si hay algo que sobrevuela durante toda la novela es la culpa, esa que termina condenando a tres generaciones de Alcalá por un crimen que no ha cometido, la que sobrelleva Fernando Mola, la que atenaza a María, la que consumía a Isabel, la que trata de ignorar Guillermo.



Pero también la que arrastra Cesar porque en busca de su verdad termina cometiendo ilegalidades. Las redes de la culpa son grandes y llegan hasta lugares insospechados y terminan por manchar a la mayoría de los personajes, de ahí que sea una novela en la que se dan cita una gran gama de grises, y en la que la única luz posible la pone Marta, la hija de Cesar Alcalá.




Conclusión:




Con todos estos ingredientes Víctor del Árbol ha aderezado una historia con dos tramas, ha conseguido que ninguna tenga más interés que la otra, ha ido dosificando la información con tanto acierto que mantiene al lector pegado a sus páginas aún cuando se van desvelando misterios. Ha incluido de forma satisfactoria personajes históricos y ficticios, hechos reales y otros frutos de la imaginación de su autor.



Con acierto nos ha hecho viajar a través de la historia más reciente de España, para dar un salto a la fría estepa Rusa y volver a nuestro país en una época diferente, pero con los mismos protagonistas, que si corruptos eran antes, corruptos siguen siendo.



Creo que es una novela que lo tiene todo para gustar al lector, guste este del género literario que guste, una trama bien hilvanada, personajes bien dibujados, tensión bien dosificada y justicia poética, que no coincide con las dictadas por las leyes y los hombres. Una historia diez, para un lector que sabe apreciar las pequeñas cosas...



Retos:

25 españoles

cruce de caminos negro y criminal

reto autores eternamente pendientes

lunes, 17 de marzo de 2014

Perdida en...



Mientras me peleo con las reseñas de los dos libros que llevaba entre manos... sí por fin los he liquidado los dos, y ando a vueltas con el síndrome de la página en blanco, vengo a presentaros mis nuevas lecturas. Si de nuevo dos, porque una es débil y por si no tiene bastante en casa sigue pisando la biblioteca... en mi descargo diré que fui a buscar una lectura obligatoria de mi hijo para el IES. Pero no me pude resistir a pasearme por las estanterías, y allí estaba un libro al que le tenía muchisimas ganas, y no pude hacer otra cosa que llevármelo.

Terminado El secreto de mi marido, me apetecía cambiar un poco de tercio y me adentré en un libro que prometía darle una vuelta de tuerca a la muerte de la princesa Diana de Gales. Una novela de espías, de secretos y de juego poco limpio. Como no podía llamar mi atención, además era una lectura corta y me servía para aligerar pendientes.


Titulo: Puente  de Vauxhaull

Autor: Javier Sebastián

Editorial: Destino

Colección: Ancora y Delfín

Nº Páginas: 227



Así comienza...


En 1997 la hermana Loretta Maria Semposki, del colegio de Saint Mary, aceptó participar en un experimento sobre grandes memorias del mundo.

Lo primero que tuvo que hacer fue contar su vida. No hacía falta que siguiera un orden concreto, podía empezar por donde le diera la gana. Una alegría cualquiera para ir entrando en calor, los detalles habrían de venir más tarde. O, si no,  que hablara del año que se hizo monja, o de cuando le dijeron que sus padre se quedaría para siempre en una trinchera de Las Ardenas, ese día lloró mucho.


El comienzo la verdad es que no dice mucho, pero ahora mismo no puedo soltarlo, porque se ha puesto más que interesante.


Y el libro de la biblioteca al que le tenía tantas ganas...



Titulo: La tristeza del samurai

Autor: Victor del Árbol

Editorial: De bolsillo

Nº páginas: 415


Así comienza...


Barcelona, Mayo de 1981

Existe un tipo de personas que huye del cariño y se refugia en el abandono. María era una de ellas. Tal vez por esa razón se negaba a ver a nadie, incluso ahora, en aquella habitación de hospital, que era como una estación de final de trayecto.

Prefería quedarse mirando los ramos de lilas que le enviaba Greta. Las lilas eran sus flores preferidas. Intentaban sobrevivir en el jarron de agua con ese gesto heroico que tiene todo lo inútil. Cada día languidecían sus pétalos frágiles, pero lo hacían con elegancia discreta, con su color tornasolado.


Esta todavía la voy a empezar esta tarde, así que poco os puedo contar de ella, salvo que tiene muy buenas reseñas en la red