Eso fue lo que pensé cuando leí La noche del tamarindo, un post que en un principio no tuvo muchos comentarios pero que yo recuerdo con cariño, porque la novela me hizo pensar muchisimo, eso de crear una ficción para poner sobre el tapete los males de la sociedad actual, me pareció muy original. Hoy me propongo rescatar uno de los fragmentos que aisle, y descontextualice de la novela porque me pareció que refleja al ser humano a la perfección.
La belleza es, entre las cualidades excelsas del ser humano, la única que puede apreciarse con los ojos. Las demás pueden sentirse, pueden emocionar y sublimarse, se pueden reconocer... Pero sólo la belleza aparece ante nuestros ojos con la fidelidad de un árbol, de un atardecer o de una llanura de corales en el fondo del mar. El ser humano puede poseer el don de la bondad, y los demás lo valoran; o un pensamiento puede constituir la verdad, y se acepta; alguien ser inteligente y cabe apreciarlo. La bondad, la verdad, la sabiduría, la maldad, la virtud, la simpatía, la laboriosidad, la eficacia son cualidades por todos reconocidas. Se comprenden, se aceptan, se valoran. Pero sólo la belleza deja de apreciarse con los sentidos, sea el oído, la vista o el tacto... La belleza: todos los dioses permitieron crearla para rodearse de ella. Y los mortales, cegados por su esplendor, la persiguen y la idolatran igual que que a un dios eterno. Sólo el corazón perverso no se deleita con ella, si no que la aborrece porque resalta aún más su maldad; el corazón enfermo tampoco repara en ella, porque pierde su valor frente a la necesidad de recobrar la salud, lo único que importa; y el corazón herido por el desamor la desprecia, porque ha dejado de poseerla y su dueño será otro. Pero el corazón noble conoce que la vida existe para ser alimentada con bocados de belleza, aquellos que se plasman en un cuadro, se componen en una melodía, se escriben sobre papel o se descubren, ingenuamente, en la Naturaleza, que la diseña porque no sabe hacerlo de otro modo.
Al igual que en la Naturaleza nace espontáneamente la hermosura, imitada por el ser humano desde los principios de la civilización, la belleza es buscada allá donde se encuentra y requerida para poseerla, aunque sea de forma tan efímera como que dura la observación de un cuadro, la interpretación de una melodía, la lectura de un poema, o la visión de un ser humano hermoso. Los griegos la esculpieron, los romanos la cincelaron, los árabes la veneraron y los románticos se quitaron la vida por ella. La belleza puede verse y mostrarse es la cualidad humana que se presenta ante los ojos sin avisar y entonces el corazón sabe que ha quedado preso. No hay sublimación intelectual más elevada que la veneración de la belleza. Por ella cabe matar; y morir.
La belleza cuyo canon es muy cambiante se representa en las bellas artes, y su ideal es imitado hasta la saciedad por ciertos sectores de la sociedad más proclives a ellos, supongo que hay una edad para cada cosa y que hay personas que miran más las modas porque no es otra cosa que otras, sea como sea, este es uno de los fragmentos de este libro que me han hecho reflexionar, los demás los entresaque en la reseña de la novela en cuestión y tampoco tienen desperdicio.
Hay pocos libros que me hayan dejado poso después de su lectura, y este es uno de ellos, disfrute con su lectura, pase por todos los estadios posibles, desde la indignación, la tristeza, la ternura, la alegría, de todo un poco durante sus páginas y mi cabeza en constante ebullición de pensamientos