jueves, 11 de febrero de 2010

Perlas de identidad.

Pero solo eran uno o dos segundos: la llamaba y oía su voz muy adentro del piso, tras la puerta cerrada del cuarto de baño, o era simplemente que estaba tan distraida en su estudio, o tan ensimismada en un libro o una transmisión de Radio Clásica que no había oído la llave. Escuchaba primero el ruido de sus tacones, la veía luego venir desde le fondo del pasillo y tenía la sensación de que Blanca volvía de un sitio muy lejano, de un sótano o una cripta de secretos cuya existencia él no conocía y donde nunca le estaría permitido acompañarla. Sentía lo mismo las pocas veces que la llamaba a media mañana desde el trabajo: sonaban las primeras señales y Mario ya se sobresaltaba temiendo que ella no estuviera; escuchaba su voz y era la voz de alguien que esta sólo, perdido en pensamientos o habitaciones de los que nadie más tiene noticia. Pero es que Blanca tenía una capacidad admirable para sumergirse en sí misma, para desaparecer del todo del mundo exterior mientras leía un libro, escuchaba una música o veía una película. Era una concentración absoluta, en la que Mario había aprendido a no inferirse, la prueba de una sensibilidad que le maravillaba y al mismo tiempo le hacía sentirse romo en comparación, íntimamente desertado, algunas veces, cuando hubiera querido preguntarle o contarle algo a Blanca y sabía que no valía la pena el esfuerzo, no porque ella no le hiciera caso, sino porque literalmente no estaba, estaba ida, como se decía antiguamente, en el sentido más exacto de la palabra, ida de una realidad que con tanta frecuencia le provocaba aburrimiento o disgusto.
Este fragmento pertenece a En ausencia de Blanca, como dije en la reseña me sentía identificada en algunos aspectos con la protagonista, y he aquí en los que más me siento identificada, yo también soy capaz de abstraerme absolutamente cuando estoy leyendo, tanto que puede terminar el mundo a mi alrededor y yo no ser consciente de ello, puede sonar el teléfono y el timbre y no provoca en mi reacción alguna. Mis hijos y mi marido han aprendido a respetar mi tiempo de lectura, quizás porque les pase como a Mario que no les merezca la pena decirme nada, porque simplemente no estoy.
En ocasiones cuando las cosas me sobrepasan mucho tejo como mundos paralelos en los que me refugio, donde nadie tiene cabida, yo a ello le suelo llamar la espiral del silencio, son episodios en los que me refugio en mi misma como forma de no ser consciente de una realidad que me provoca angustia que me sobrepasa en demasía llegando a provocarme cuadros de miedo. Otra forma de llamarlo es la soledad acompañada, pienso que Blanca sufría de ella

8 comentarios:

Mertxe Costas-Bookworm dijo...

Me encanta cuando una lectura es capaz de atraparme de forma que no soy consciente de nada más. A veces me he puesto a leer y a la vez he puesto un CD de fondo, para darme cuenta de que al final no he escuchado ni una sola canción y de que hace tiempo que dejó de sonar.
Me encanta!

Mertxe Costas-Bookworm dijo...

Oh! He sido la primera ¿alguna vez había sido tan veloz? je,je!

Hilario dijo...

Yo no llego a tal nivel de abstracción. Ya se ve que aún soy un principiante.
Aunque sí que me refugio en mi mundo cuando no me gusta la realidad (uy, esto ha sonado un poco paranoico).
Un saludo.

Iraya Martín dijo...

Yo también adoro cuando un libro logra desconectarme de todo, el teléfono es una molestia, comer una pérdida de tiempo y dormir desaparece del diccionario. Son contadas las veces que me ha pasado y desde luego esos libros sean buenos o malos en cuanto a la forma en que están escritos, pasan a un lugar particular de mi biblioteca

Carmina dijo...

Mertxe a mi generalmente me atrapan todas, porque si de verdad me anulan soy capaz de pasar un dia entero sin comer, pegada al libro, bueno eso era antes cuando vivia sola, ahora con mi marido y los niños se encargan de avisarme que ya es hora de comer o de hacer comida y a veces la hago como una automata sin ser capaz de perder el hilo de la historia,aunque no tenga el libro en la mano.

Y enhorabuena chica, ya has sido la primera...

Carmina dijo...

Jajajaja Hilario hay quien no consigue nunca ese nivel de abstraccion, yo lo tengo desde que soy niña, mi madre se volvia loca, cuando ley Rebeca me trague las 500 paginas del libro en dos dias, comia con el y todo y no si me preguntaban que había comida o cualquier otra menudencia no lo recordaba, a pesar de que segun mis padres yo contestaba con coherencia. Igual tengo dos yo, uno se mantiene alerta mientras lee, y el otro simplemente se deja abducir por la lectura, pero el yo alerta se la fuga sin contarme nada en cuanto cierro el libro y a veces se me queda una cara de circunstancia que lo flipo. Y como que eso te quedo paranoico, pues chico yo lo hago a menudo y no sabes lo feliz que soy, me refugio en mi mundo y alli no tiene cabida nadie.

Carmina dijo...

Pues la verdad Elwen que eso que comentas a mi me ha pasado incluso con demasiada frecuencia, cualquier dia me viene el divorcio y mis hijos renuncian de su madre, en fin. Yo hay libros que los tengo en un lugar priviligiado de la casa esos no los doy en adopcion ni de broma

Isi dijo...

A mí me maravilla cómo pasa el tiempo cuando lees determinados libros. En algunos recuerdo decir "bueno, un capítulo más y se acabó", y de repente te das cuenta de que llevas 7 capítulos más y que hace 2 horas que deberías estar en la cama...
Obviamente esto sólo puedo hacerlo los sábados, porque si no...